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por Óscar Rosa Jiménez ![]() No quiero hacer especial hincapié en el tema, más que nada para no sonar repetitivo, pero la proliferación de reediciones autodenominadas integrales viene aparejada de ciertas decisiones un poco extrañas. Este tomo es un claro ejemplo del abuso de “extras”, considerados por algunos como “rellenos”, que si bien es cierto que son cómics, en lugar de otro tipo de materiales más prescindibles, no me termina de convencer su inclusión aquí; sobre todo si eso repercute en el precio final del producto. Los responsables del departamento de precios de la editorial italiana se vuelven a cubrir de gloria, al incrementar el precio de este recopilatorio, con respecto al anterior, en tres euros, a pesar de que ambos tiene las mismas páginas: 608. Teniendo en cuenta que la diferencia de publicación es de prácticamente dos meses, no se termina de entender esta nueva “tasación”. Ni siquiera ha pasado el tiempo suficiente para valorar si el primer ejemplar ha vendido bien o mal. A esto hay que sumarle que poco menos de la mitad del tomo son materiales de diferentes épocas, por lo que tampoco incita al hipotético comprador a desembolsar ese incremento de precio para completar la colección que, además, ni siquiera tendrá una presencia tan activa de Thomas como veremos más adelante. Quizá esa idea de que los precios surjan de una tirada de dados no es tan exagerada como pensaba, porque realmente es una decisión inentendible, así como muchos de los elementos que rodean a esta línea de clásicos, la cual dista mucho de fomentar la confianza entre la editorial y sus clientes, sino más bien todo lo contrario. Tres euros no es una gran diferencia y, obviamente, nadie está obligado a comprarse el tomo si no está satisfecho con las condiciones, pero qué duda cabe, el detalle hacia el aficionado es horrible, que una vez más es tratado con cierto desprecio, poniendo por delante el beneficio económico, o la máxima explotación de un fenómeno editorial que esperemos que tenga los días contados, porque la situación parece estar abocada a un todo vale. Casi parece como si se estuviese tensando la cuerda hasta ver cuanto es capaz de aguantar el aficionado. Supongo que el tiempo pondrá las cosas en su sitio, o no, quién sabe. ![]() ![]() El momentáneo e intermitente regreso de Thomas serviría para recuperar el rumbo de la serie, que adquiría una mayor serialización de sus guiones, incluyendo ciertas subtramas relacionadas con algunos personajes habituales del título como el Destructor. También serviría para retomar el tema de la mitología escandinava, del cual ya tuvimos un pequeño adelanto en el tomo anterior, donde se utilizó la ópera de Wagner, “El anillo del nibelungo”, como base para una de las historias. En esta ocasión, Thomas introduce nada más y nada menos que a Thor, convirtiéndolo en aliado circunstancial, bajo engaño, de Hitler. Esto entroncaría con la propia realidad histórica, ya que los nazis y su mayor dirigente tenían una insana obsesión por la mitología, los objetos de poder y lo sobrenatural, algo que los llevó a realizar auténticos expolios a lo largo y ancho de todo el planeta. De ese modo, el de Misuri vuelve a conectar ficción y realidad de una manera sutil e inteligente, de manera que sus ideas no solo resultan dinámicas y entretenidas, sino que hunden sus raíces en un trasfondo histórico, al igual que muchos de los conceptos que desarrolló a lo largo de su estancia en el título. Esta sensación se acrecienta con la utilización de personajes reales muy involucrados en la acción como Wiston Churchill, así como otros políticos y militares que participaron activamente en el conflicto bélico. ![]() Si bien es cierto que cuando Thomas mantuvo el control total del proyecto la serie me pareció más sólida, la aportación de Glut permite que las tramas adquieran un cariz más sesentero, recordando en cierta forma al estilo de la Marvel de la época, dejando un poco atrás el tono añejo. Poco a poco, gracias a la colaboración de ambos autores, la serie adquiere más amplitud argumental, los personajes obtienen un mayor desarrollo para culminar en una saga que deja un buen sabor de boca como broche final. Es inevitable ver ese homenaje a la Golden Age, y a los cómics de esa época en general, llegando a colarse incluso un pequeño guiño a los lectores de DC Comics, debido al cameo de la pareja de soldados formada por Steve y Diana. Después de 41 números, los Invasores se despedían de los lectores por la puerta grande, dejando atrás un buen puñado de tebeos, cargados de acción y como un claro ejemplo de cómo se puede homenajear al género respetando los orígenes y ayudando a completar muchos de los aspectos de un universo de ficción tan complejo y rico como el Universo Marvel. Sinceramente, tenía serias dudas sobre esta colección, por su temática y su aura de serie no apta para todos los públicos, pero me ha sorprendido gratamente durante su lectura. En el apartado gráfico, también tenemos novedades. Frank Robbins deja paso a Alan Kupperberg que, entintado por Frank Springer, Chic Stone y Rick Hoberg, dejará atrás el estilo propio de las comics strips, contribuyendo a devolver a la serie ese aire sesentero que comentaba antes. Bajo mi punto de vista, los tebeos incluidos en este tomo son más atrayentes visualmente hablando para el lector medio de la Marvel clásica, ya que pueden encontrar en ellos el sello característico de la Casa de las Ideas de la época. A pesar de que Kupperberg se muestra irregular, a medida que avanzan las páginas podemos ver como va evolucionando positivamente, sobre todo gracias a entintadores de la talla de Chic Stone, que puso su arte a disposición del Rey de los Cómics durante buena parte de la década de los sesenta. Por lo tanto, es prácticamente imposible no tener esa sensación tan familiar de estar ante unos tebeos que gráficamente son el vivo ejemplo de lo que se realizaba en la Casa de las Ideas a finales de la década de los setenta. No obstante, debo decir que el trabajo de Robbins no es en absoluto malo, pero no deja de estar influenciado por un estilo clásico que no termina de ser aceptado por una parte del público, acostumbrado a un tono menos realista y quizás más dinámico. ![]() Roger Stern es uno de los mejores guionistas que han pasado por Marvel Comics, principalmente por la capacidad de hilar el pasado con el presente, siempre con la vista puesta en el futuro. Creo que no hay una etapa durante su trayectoria profesional que no merezca al menos ser leída, además de ser una lectura altamente entretenida. Una de sus principales características es el magnífico trabajo que realizó desarrollando y haciendo evolucionar a los personajes del Universo Marvel, sin dejar de lado su historia pasada. Qué duda cabe, Stern es una de esas enciclopedias humanas que cualquier editor querría tener en su colección. No es de extrañar en absoluto que fuese el impulsor de una serie de breve recorrido titulada Marvel Universe, publicada originalmente en 1998, junto al dibujante Steve Epting, de la cual se incluye los tres primeros números. En ella se retrotrae a los años cuarenta, narrando una historia protagonizada por los Invasores en la que se enfrentan a una conocida organización criminal: Hydra. A pesar de ser un tebeo relativamente actual, con un grafismo moderno, no deja de ser una historia clásica al más puro estilo de Stern. Es quizá uno de los mejores complementos de todo el tomo, siendo capaz de imbricar nuevas historias con la creación de Thomas en el pasado. No se me ocurre mejor forma de definirlo que tebeos de antes con técnicas de ahora. Una auténtica gozada que sirve de ejemplo de lo que el Universo Marvel actual podría ser si hubiese más guionistas como Stern. ![]() Con esto concluye mi pequeño repaso a esta recuperación de la trayectoria editorial de los Invasores, que nos devuelve a una época en la que el pasado era tenido en cuenta, además de que se respetaba y admiraba a partes iguales. Actualmente esta práctica está en desuso, salvo contadas ocasiones, parece que es mejor destruir el pasado para crear uno nuevo y dejar huella, en lugar de seguir adelante y no mirar atrás, pero sin faltar el respeto a aquellos que lo empezaron todo prácticamente desde cero. Esta es una colección hecha a medida para los amantes de los clásicos en general, y de Marvel en particular, donde pueden sumergirse perfectamente en una época que nunca volverá, pero que siempre estará presente en nuestros corazones. Una forma como otra cualquiera de volver al tiempo de los Invasores, disfruten del viaje y tengan cuidado con los nazis. |
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