LOS VENGADORES DE ROY THOMAS (I)
por Fernando del Moral


Era 1966. Tras tres años de andadura, Stan Lee cedía la serie The Avengers a Roy Thomas, aquel a quien también cediera los guiones de la colección The X-Men medio año antes. Esto puede parecer algo habitual hoy día pero, por aquel entonces, en un universo superheroico aun en pañales, y ligado principalmente a nombres como los de Jack Kirby, Steve Ditko y, por supuesto, el propio Stan Lee, un suceso así era de todo menos algo ordinario.

Thomas, de 26 años, literato de profesión y fan irredento del cómic de vocación, empezaba a destacar desde los tempranos años sesenta como un habitual del fandom, escribiendo regularmente tanto a Marvel como a DC sobre personajes, situaciones e incluso sugerencias (sobre esto volveré más adelante). Aquel entusiasmo le hizo recalar primero en DC y meses después en Marvel. En apenas dos años, ya era guionista de las series The X-Men y The Avengers. Thomas era, quizás, el más destacado de una rica generación de autores heredera de la Golden Age, los cuales comenzaban a hacer sus primeros pinitos en el medio a mediados de aquella década. En esta nueva hornada de artistas podíamos encontrar nombres como los de Archie Goodwin, Jim Steranko o Dennis O'Neil.

Centrándonos en los Vengadores, Roy Thomas comienza en el número 35 como dialoguista de la última historia de Lee en la serie, que supone el debut de un villano clásico como es el Laser Viviente. Ya en el número posterior le veremos afianzado como guionista en solitario. El tono de la serie es desde luego muy deudor del de su predecesor, con situaciones, diálogos y tópicos que a mí personalmente se me antojan muy repetitivos y superfluos, teniendo de fondo las tensiones que predominaban entre Ojo de Halcón y el Capitán América, solo que sustituyendo a este último por Goliat. Esto puede estar curioso al inicio, pero tras una veintena de números, ya deja de serlo. En el apartado gráfico se sigue contando con el correcto -que no brillante- Don Heck, dibujante habitual de la serie, que ayuda aún más a homogeneizar esta transición en los números 35-40; quizás demasiado.

En The Avengers #36-37 se hace patente otra de esas debilidades del autor, ya que nos encontramos ante una historia con tintes de CI-FI e invasiones extraterrestres, muy propias desde hace años. Sin embargo, resulta de lo más prescindible, porque no cuenta nada que no se haya visto antes en otras aventuras similares, ya fuera en esta serie o, por ejemplo, en Fantastic Four. No obstante, me llaman la atención dos detalles. El primero, el nombre de los enemigos: los Ultroides. Parece que la palabra "ultra" le debió pegar fuerte al bueno de Roy, porque colea hasta nuestros días... y lo que queda.

El segundo detalle es la inclusión de la Viuda Negra, la novia espía del Arquero Vengador, la cual salva el día ella sola al ahuyentar a los invasores por medio de una amenaza de muerte a su líder. Todo ello con la complicidad de su novio, quien no le dice nada a un Capitán América ignorante de lo sucedido, debido a que aquello supuso una violación del código de los Vengadores. No hay que olvidar que en estos años la frontera entre héroe y villano está muy marcada y diferenciada, por lo que actos así no estaban muy bien vistos aún. El caso es que aquel silencio por parte de la pareja obedecía a la petición de Ojo de Halcón de ingresar a su novia como nuevo miembro del grupo, creándole un dilema un poco comprometedor. Al final, todo aquello quedó en nada en cuanto Natasha Romanoff decidió desertar aparentemente al Telón de Bambú. Ojo de Halcón se quedó compuesto y sin novia. El tema del culebrón barato será también otro leitmotiv en esta etapa de arranque por parte del autor.

Thomas, sin embargo, decide aprovechar el contratiempo para hacer algo que ya desde el principio se le dará bastante bien: introducir personajes y situaciones heredados de ésta y otras series de Marvel, al tiempo que hace avanzar tramas presentes en el grupo. En The Avengers #38 se incorpora Hércules como nuevo vengador. Al olímpico ya le vimos por primera vez en las páginas de la cabecera de Thor, y su entrada obedece más bien a la necesidad de dar un toque de frescura, gracias a su fanfarronería innata, así como aportar más músculo y tener un miembro realmente poderoso, algo necesario desde la marcha del propio Dios del Trueno, estableciendo de paso un paralelismo. La justificación dentro de la historieta no podría ser más surrealista: al haber sido hechizado por la Encantadora, Hércules viajó a la Tierra sin el permiso de su padre, Zeus, y éste como castigo le destierra del Olimpo durante un año, sin tener en cuenta que el majadero de su hijo estaba poseído. Yo, personalmente, siempre me he preguntado por qué tanto Odín como Zeus castigan a sus vástagos de maneras bastante reprobables, sobre todo al tratarse de sus hijos preferidos y más amados (dicho por los mismos padres), mientras que a ovejas negras como Loki y Ares, se les permite una y otra vez que sigan conspirando a sus anchas. Efectivamente, eran otros tiempos.

Los números posteriores servirán para amoldar a Hércules a su nuevo estatus. Ver como Ojo de Halcón sigue lamentándose por la supuesta traición de la Viuda Negra (en realidad actuando como agente doble para SHIELD); o Goliat cuestionándose su papel al verse eclipsado por el semidiós olímpico; y de paso iniciando en el personaje de Hank Pym una dinámica recurrente casi hasta hoy día, como es el asunto de su inseguridad como vengador. Encuentros contra el Pensador Loco, Diablo, el Super Adaptoide o Namor son una mera excusa, a fin de mantener el tono heroico de la serie, mientras los personajes van creciendo y evolucionando con el objetivo de parecerse más a personas de verdad con problemas de verdad. Otra curiosidad en estos números es la ausencia del Capitán América, debido a que en su propia colección está inmerso en un buen lío con cierto Cubo Cósmico y un viejo enemigo de la Segunda Guerra Mundial. Estos detalles son un buen ejemplo de continuidad y cohesión, marca de la casa.

Parece que la serie va arrancando, mejorando sustancialmente con los lápices de John Buscema, a partir del The Avengers #41, si no fuese porque pese a todos estos cambios, hay cosas que aún permanecen obsoletas y se reiteran hasta el hastío. Un ejemplo sería la relación entre la Avispa y Goliat, donde ambos siguen encorsetados en el mismo punto donde les llevábamos viendo desde sus inicios en Tales to Astonish, con el doctor Pym por enésima vez detrás y "al rescate" de la díscola Jan. Como dato friki es aquí cuando Jan hereda su fortuna familiar al tiempo que se nos revela su edad (23 años). Todo ello viendo a una Avispa más WASP que nunca. Ya solo faltaba una viñeta con la chavala visitando Tiffany's...

En este contexto de culebrón mediocre tenemos también el desenlace a la trama de la "deserción" de la Viuda Negra, donde debuta el Guardián Rojo, la contrapartida soviética del Capitán América, que se revela como el marido de Natasha para disgusto de Clint Barton. De paso se nos ofrece un duelo entre el supersoldado soviético y el Capitán América, cargado de simbolismo político como era costumbre en esos años. El Guardián Rojo acabaría derrotado, pero sacrificándose para salvar a los Vengadores por una cuestión de honor. Final feliz, sin embargo, para Clint y Natasha, que vuelven a estar juntos.

En estos momentos, aproximadamente, se enmarca The Avengers Annual #1, un compendio de tópicos apresurados, con los Vengadores enfrentados a un grupo de villanos formado por el Mandarín, Láser Viviente y los restos de los Señores del Mal. Lo único que hace especial a dicho número especial, valga la redundancia, es que por primera vez en tres años vuelven a unirse al grupo Iron Man y Thor, quienes no contentos con dicho reencuentro deciden volver al grupo, aunque en calidad de reservistas, pese a que poco a poco acabarán siendo fijos en el grupo. Y es que al contrario que Stan Lee, Thomas es partidario de que ambos personajes, junto con el Capitán América, deberían ser imprescindibles en el equipo. No es para menos, ya que, de todos los miembros, los tres se consideran los más carismáticos con diferencia. Si Lee no lo vio de igual forma fue debido a no entorpecerse a la hora de escribir tanto The Avengers como The Invincible Iron Man, The Mighty Thor o Captain America (entonces aún llamada Tales of Suspense). Thomas ya no tiene ese problema de saturación, y solo es una cuestión de buena coordinación. Evidentemente, debido a las vicisitudes acaecidas en sus propias series, el trío superheroico tendrá sus idas y venidas cíclicas, pero permaneciendo de manera casi constante. El concepto de Trinidad Vengadora que a día de hoy vemos hasta en el cine empieza a forjarse justo aquí.

Ese afán de cohesión y unidad en detrimento -a mi parecer- de la calidad de las propias aventuras se ve aún mejor reflejado en los siguientes números, donde los Vengadores se las van a tener que ver con Magneto, el megalómano mutante salido de las páginas de The X-Men. El cruce era inevitable por otra parte, ya que Thomas en ese momento es escritor de ambas series. El protagonismo se lo llevan Mercurio y la Bruja Escarlata, los cuales son el objetivo del villano, debido a la deserción de los mellizos de la Hermandad de Mutantes Diabólicos y su cambio al bando de los buenos, cosa que Magneto no perdona. La relación entre los tres dará mucho de qué hablar años después, estableciéndose a imagen y semejanza de otra relación que se desarrolla paralelamente en una galaxia muy, muy lejana, pero ahora me estoy desviando...

Volviendo a esta saga, que a mí personalmente se me antoja muy entretenida, vemos cosas realmente merecedoras de nuestra atención como el tema del rechazo mutante; leitmotiv en The X-Men. Otros puntos de interés se pueden observar en: el enfrentamiento y posterior colaboración entre los Vengadores y la Patrulla-X (¿primer crossover Marvel?); Magneto traicionado y aparentemente muerto por un Sapo al que constantemente humillaba sin cuartel; y, por encima de todo, el adiós de Mercurio y la Bruja Escarlata (huyeron con el Sapo), así como de Hércules, al haber sido perdonado por su padre, y por tanto su retornar al Olimpo. A cambio, tenemos el debut de un nuevo y nada villanesco Caballero Negro, encarnado en Dane Whitman, sobrino de la anterior encarnación del personaje. Otras novedades son el aumento de poderes de Goliat, algo que obedece a la ausencia del forzudo Hércules, y sobre todo el ingreso en el grupo de Pantera Negra, el primer superhéroe de raza negra, que debutó en Fantastic Four #52. Con T'Challa, Thomas y Buscema añaden los interesantes elementos que ofrece el personaje como rey de Wakanda (sí, el del Vibranium). Aquí no se deja nada al azar...

A modo de anécdota, si hay algo por lo que recuerdo gratamente esta aventura es por cierta escena que a veces rememoro con mi buen amigo Víctor Dolz. Se trata de aquella en la que vemos a Magneto sentado en un taburete de manera un tanto cómica, por obra y "gracia" del dibujo apresurado de John Buscema. En mi opinión, y desproporciones anatómicas aparte, ni en la vida real he visto a nadie sentarse con tanta elegancia y desparpajo en un taburete como hace aquí el Amo del Magnetismo.

Me atrevería a decir que, pasado el año y medio, Thomas y Buscema se encuentran más a gusto en la serie. Cosas como el debut del Segador, con Pantera Negra como principal estrella del día, me lo hacen ver de esa manera. Pero todo eso retrocede estrepitosamente en la siguiente aventura, donde los Vengadores son traicionados por su mayordomo Jarvis. Además, son apaleados en su propia mansión por una nueva encarnación de los Señores del Mal, liderados por un ser misterioso llamado Capucha Escarlata que, al final, se revela como un robot llamado Ultrón-5 (sí, sí, ESE Ultrón), cuyas motivaciones no llegan a aclararse por el momento. El motivo de la traición de Jarvis no dejaba de ser de lo más absurdo: su madre estaba muy enferma, necesitaba dinero y... ¿Por qué no se lo pidió a su jefe Tony Stark o a la Avispa? En fin, corramos un tupido velo o, mejor aún, que sean dos, viendo como Jarvis es perdonado con una palmadita en la espalda. Basta decir que al final los héroes se liberan y salvan el día. Quedémonos con eso, como seguramente también hiciera un jovencísimo lector llamado Roger Stern al leer este "asalto a la mansión".

Una de cal y una de arena. Este podría ser el resumen de toda esta etapa inicial, y lo que viene a continuación no es una excepción. O mejor dicho, sí lo es, porque Thomas y Buscema nos brindan un relato donde se combina magistralmente la más pura ciencia ficción con el terror, mezclando mitos y conceptos propios de Mary Shelley o Isaac Asimov. The Avengers #57 - 58 no solo tienen valor por ser donde debuta el personaje de la Visión, sino sobre todo por el retrato que ambos autores hacen de aquel androide creado por Ultrón-5 para matar a los Vengadores, así como de paso ofrecer tanto al lector como a la propia Visión un resumen de la trayectoria de los Vengadores desde sus inicios. Y es que al contrario que el resto, se trata de un personaje creado para ser un vengador. En su concepción, Thomas y Buscema basan su aspecto gráfico en aquella otra Visión de los años cuarenta, con poderes de teleportación, aunque en este caso la intangibilidad de esta nueva Visión es idea del propio Thomas, quién ya en su época como lector sugirió en una carta a la serie The Fantastic Four (gracias de nuevo a Victor Dolz por facilitar tan buena fuente de información) la posibilidad de que la Chica Invisible pudiera también ser intangible, cosa que, evidentemente, no se llevó a cabo. Es 1968, y Roy Thomas ha creado a un superhéroe intangible, basado en otro de su infancia, con claras reminiscencias a Frankenstein y, por ello, saltándose a la torera todas las Leyes de la Robótica como también hace su "padre" Ultrón. Algo nuevo, a la vez que clásico, también de actualidad en la cultura popular... Brillante.

Sobre los números en sí, las escenas que principalmente protagoniza la Visión están cargadas de mucha fuerza y emotividad. A Buscema le sientan muy bien las tintas de George Klein, y Thomas está realmente inspirado en muchos de sus diálogos. Tanto es así, que uno a veces se pregunta como serían estos Vengadores si mantuviese un nivel semejante de manera regular. Lástima que para saberlo haya que irse a la futura serie Conan the Barbarian, que, desde luego, es una muestra de hasta donde ambos podrían llegar.

Otro punto realmente interesante está en torno al nuevo villano Ultrón, donde descubrimos que es una creación "fallida" de Hank Pym, que ya desde sus primeras palabras nos deja entrever que sufre un complejo de Edipo bastante serio. Ultrón va a suponer para Pym otro agravante a su inseguridad latente, la cual veremos manifestarse en el siguiente número.

Pero eso ya será para otro día. Concluyamos que, pese a esos arranques irregulares, vemos en la serie ideas y conceptos que van perfilándose y a sus protagonistas desarrollarse de manera más compleja hasta convertirse en rasgos significativos que caracterizan a los Héroes más Poderosos de la Tierra.

Continuará...


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