149.2 TALES OF SUSPENSE 54 (2ª Historia) (junio 1964)
por Victor Dolz



EQUIPO CREATIVO:
Guión: Stan Lee
Dibujo: Larry Lieber.
Entintado: Larry Lieber.

SINOPSIS:
Uatu todavía está enfadado y confuso por el voto que se vio obligado a hacer: nunca interferir, solo observar. En otro planeta, unos seres alienígenas se han quedado sin espacio para almacenar sus residuos radiactivos y han decidido lanzarlos al espacio, a pesar de que esto puede dañar otros planetas, porque por lo menos salvará el suyo. Uatu ve los residuos radiactivos cruzar el espacio y también ve un planeta fugitivo dirigiéndose a otro mundo. Brevemente considera detener estas dos calamidades potenciales, pero recuerda su voto. Los residuos radiactivos chocan con el planeta, deteniendo el curso de ambos y evitando el desastre sin que el Vigilante no haga más que observar. Ahora ve la sabiduría del voto de su gente.

EDICIONES ESPAÑOLAS:
  • Marvel Gold: Los 4 Fantásticos. Origen

    DATOS IMPORTANTES:
  • Primera y única aparición de la raza alienígena Yrds, así como de su planeta Yrest. Sus nombres no son revelados en esta historia, sino en uno de los Official Handbook.

  • RESEÑA:
    Nueva entrega de estas historias de complemento que desde el mes anterior pasaron a estar protagonizadas por el Vigilante, en vez de ser meros relatos de ciencia ficción presentados por él mismo.

    Si lo recordáis, y si no tranquilos que aquí estoy yo, en esa primera entrega del renovado serial descubrimos el origen del voto de no-intervención de los Vigilantes. Básicamente la primera vez que se inmiscuyeron en el destino de otra raza, cediéndoles sus conocimientos en energía atómica, les condenaron a un holocausto causado por el mal uso de esos mismos métodos. Horrorizados por lo ocurrido, todos los miembros de la raza acataron la norma de no volver a intervenir jamás.

    Pero, ¿cómo se lo tomó Uatu (quien, recordemos, a estas alturas todavía no tiene nombre), hijo del principal defensor del intervencionismo de su raza?


    Antes de descubrirlo por nosotros mismos, el personaje nos deleita con un flashback en el que se nos recapitula todo lo que acabo de contar. Es algo que normalmente se agradecería, pero en una historia de tan solo cinco páginas, ocupar todo el espacio de una en ello es un pelín excesivo.

    Si a eso añadimos que Lieber se olvida totalmente de cómo eran los Prosilicanos, la raza en cuyo desarrollo intervinieron los Vigilantes, y los dibuja con aspecto humano habiendo pasado apenas un mes desde la anterior historia, me hace pensar que esto era un trabajo alimenticio no, lo siguiente, para este hombre. Qué desgana.


    Entrando ya en el argumento en sí, hace unos cuantos eones, poco después de los acontecimientos comentados y mucho antes de comenzar a observar la Tierra, Uatu se paseaba en su nave cuando detectó un enorme peligro en un planeta cercano.

    Usando un método que no conocíamos hasta ahora y que yo no recuerdo haber visto nunca más, Uatu se dirige hasta el planeta para observarlo en su forma electro-magnética, invisible a ojos de cualquiera como emulando la forma astral del Dr. Extraño.

    Allí, pronto descubre que sus habitantes (que se parecen mil veces más a los Prosilicanos que los otros), incapaces de almacenar ya sus residuos radiactivos en su planeta, deciden lanzarlos en forma de proyectil al espacio. Los hombrecitos verdes afrontan un dilema, muy en la línea de lo que vimos en el número anterior. ¿Es ético lanzar esos residuos al espacio poniendo en peligro otros planetas para salvar el suyo?

    Tampoco es que se lo piensen demasiado, porque la enorme bola de residuos es disparada finalmente.


    Uatu observa todo y regresa a su nave, tras lo cual decide seguir el recorrido de los residuos durante su periplo espacial. Las décadas pasan y al final pasa lo que tenía que pasar: llegan a un Sistema Solar en el que amenaza a unos planetas.

    Y he aquí el primer gran caso que tuvo que afrontar nuestro estimado Vigilante. Con sus poderes, sería capaz de destruir la basura radiactiva en cuestión de segundos, salvando millones de vidas en el proceso. Pero el juramento de su raza se lo impide. ¿Es obedecer su código lo correcto? ¿O lo es intervenir?

    Como podemos ver en la imagen de arriba, la cuestión para Uatu no es moco de pavo, que se ve superado por la misma.

    Voy a aprovechar la tensión del momento para hacer un pequeño inciso. En esta historia y la anterior vemos a un Vigilante muy diferente gráficamente. En sus primeras apariciones (Fantastic Four #13 y Fantastic Four #20) el Rey le dibujaba como alguien bastante escuálido pero con una cabeza desproporcionadamente grande. Y en este serial, sin embargo, ha ido adoptando unas proporciones mucho más normales con las que acabará quedándose. Estamos hablando de un rediseño quizá algo sutil pero que hasta el mismísimo Kirby acabaría adoptando en la serie madre, y eso no se ve todos los días. Por suerte ya en los ochenta, John Byrne nos devolvería al Uatu cabezón que todos tenemos en mente al pensar en él.


    Volviendo a la historia, mientras el Vigilante se debate entre actuar o no actuar... ocurre lo impensable.

    Prácticamente de repente, de la nada, una estrella entra en estado de supernova (nada que ver con Garthan Saal) y, atención, saca a todo un planeta inhabitado de su órbita mandándolo a una colisión directa con uno de los que sí contienen vida.


    La carambola cósmica, porque esto no tiene otro nombre, se completa cuando, de nuevo atención, la bola de residuos radiactivos se interpone justo en la trayectoria del planeta que avanza escopeteado... y ambos chocan destruyéndose el uno al otro.

    ¿Resultado? Dos amenazas para ese Sistema Solar eliminadas en segundos, un Vigilante que se queda a cuadros con lo que acaba de pasar y el mayor registro de astrofísicos hospitalizados en Estados Unidos el día que este cómic se puso a la venta.


    Una vez pasado todo, Uatu se da cuenta del valor de su juramento. Si hubiese destruido los residuos con su poder, este no se habría recuperado a tiempo para detener al planeta y se habrían perdido millones de vidas. El no-intervencionismo parece convencerle más que nunca y pasará a ser su modo de vida... al menos hasta que se lo pase por el forro en la mitad de sus apariciones modernas. Pero ay, esa son otras historias para otro día.

    A mí me sigue llamando mucho la atención el mensaje tan opuesto que se da al que supone la base de un héroe como Spiderman. Él y el Vigilante son personajes totalmente antagónicos, que obtienen valiosas lecciones actuando de modo diametralmente opuesto. Uno aprende el valor de intervenir, de asumir responsabilidades, y el otro de no hacer nada, de dejar que todo se solucione sólo. Quizá simplemente desde Marvel querían decir que cada situación debe considerarse por sí misma y ambos métodos son válidos dependiendo de las circunstancias.

    En fin, aquí concluye otro relato del Vigilante. Vosotros también habéis visto que en la penúltima viñeta a Uatu le desaparece parte de su traje, ¿verdad? Y el argumento también os ha recordado a una empresa de mensajería del siglo XXXI que debe combatir una bola de basura gigante detectada con un oloroscopio, ¿no es cierto?

    Bueno, yo meramente me dedico a leer y registrar estos cómics que incluyen esos hechos. Pues ese es el destino de mi gente... ¡Los Reseñadores!

    VALORACIÓN:
    Recuerdo que el anterior relato, el primero con Uatu como protagonista, me pareció el mejor de todo este serial hasta la fecha. Así que la decepción en este caso es mucho mayor. La historia es plana y surrealista hasta decir basta. El mensaje que quiere transmitir está claro, pero Lee y Lieber ponen poquísimo esfuerzo en ello. En cuanto a la parte gráfica, el estilo de Lieber suele ser bastante simple pero aquí lo lleva hasta el exceso. Está muy falto de chispa y parece que dibujaba con el piloto automático, sin reparar en detalles importantes como la manera de dibujar a los Prosilicanos. Esta historia puede dar gracias de que no ponemos notas, porque sería de las más bajas por mi parte sin duda.



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