132.1 STRANGE TALES #119 (1ª historia) (abril 1964)
por Óscar Rosa Jiménez



EQUIPO CREATIVO:
Guión: Stan Lee - Dick Ayers
Dibujo: Dick Ayers
Entintado: Dick Ayers

SINOPSIS:
La Antorcha Humana anda como loco por la ciudad, debido a que diversos problemas personales lo están agobiando. Su relación con Doris Evans parece que ha terminado, el resto de los 4 Fantásticos se van de vacaciones sin él y, para colmo, Spiderman obtiene mejores resultados en su lucha contra el crimen. En medio de esta situación aparece un tipo que se hace llamar el Agitador, cuya tarea es enardecer a las masas en contra de la actitud irresponsable de Johnny. Con la opinión pública en contra, las autoridades le prohíben activar sus poderes flamígeros sin autorización. Sin embargo, no acata a la autoridad y se convierte en un fugitivo, dando la razón al Agitador. Una vez que la Antorcha está fuera de circulación, el Agitador desvela que es un espía ruso, cuyos verdaderos planes son detener un encuentro diplomático entre el gobierno de Estados Unidos y el príncipe Nagamo, al que secuestra durante su desfile de bienvenida. Johnny observa el secuestro pero no puede actuar debido a que ha decidido seguir la orden de no convertirse en la Antorcha Humana. El propio alcalde de la ciudad le concede el permiso ante la delicada situación a la que se enfrenta el país, por lo que Johnny entra en acción y se enfrenta al Agitador y su vara hipnótica. Tras derrotar al villano, recupera el libre uso de sus poderes y su relación con Doris Evans.

EDICIONES ESPAÑOLAS:
  • Los 4 Fantásticos Edición Gigante #1 (Vértice)

    DATOS IMPORTANTES:
  • Primera aparición del Agitador.

  • RESEÑA:
    Un mes más, la Antorcha Humana vuelve a su cita mensual en los kioscos para enfrentarse a un malvado villano, que procede de la madre Rusia. Quizá algunos de vosotros sintiera alivio tras la marcha de Larry Lieber del puesto de guionista, pero parece que la pasión por la amenaza comunista es algo que debe ir incrustada en los genes, porque Stan Lee vuelve al tan socorrido Telón de Acero en busca de un espía que quiera atentar contra la paz mundial. La Guerra Fría era un tema candente y parece que, de alguna forma, esto obsesionaba a gran parte del Bullpen de la época, viéndose reflejado en la mayoría de sus publicaciones. Posiblemente, este título sufriera un trato “especial” al respecto. De hecho, da la sensación que Johnny tenía la mala suerte de toparse con casi todos los espías que mandaba la Unión Soviética. Sobre todo aquellos que tenían las tapaderas más ridículas. Por qué no me diréis que el tal Agitador no es un poco hortera en su vestimenta. Desde luego, los villanos de esta colección no se podían ganar la vida de estilistas, eso seguro....

    La historia comienza con una Antorcha Humana desatada. Todo el mundo, en algún momento de su vida, ha sido (o lo es aún) adolescente. Parece que cualquier cosa te afecta de manera más acusada. Incluso podríamos decir que tremendista. Imaginaos que, con esa agitación hormonal bullendo en el interior, tenéis que afrontar que vuestra novia os deja. Aunque si os soy sincero, después de la escena aquella en la que Johnny destrozaba el piso de Doris, no sé yo como esta relación ha durado tanto. Pero, bueno, la cuestión es que su novia, por muy coñazo que pueda llegar a ser, se va con otro, lo cual es algo que no suele ser plato de buen gusto para nadie. A continuación, tampoco te dejan jugar con tu equipo. Algo que, por otra parte, me parece totalmente lógico, porque no sé qué pinta un tipo en llamas y con la capacidad de volar en un equipo de fútbol americano. De todos modos, parece que la mala suerte se ha cebado con el chaval. Por si fuera poco, los 4 Fantásticos deciden irse de vacaciones sin él. Esto es un poco más grave, ya que no me entra en la cabeza que una familia se vaya sin uno de sus componentes, y menos sin dar alguna explicación al respecto. Johnny tampoco tiene edad para ser un “Rodríguez”, así que aquí hay algo que no cuadra. Finalmente, el apaleado chico decide leer la prensa, y se encuentra que Spiderman ha conseguido grandes hazañas. Está claro que nuestro protagonista no estaba leyendo el Daily Bugle, ni ninguna editorial de Jameson. Sea como sea, es el colmo de la mala suerte, teniendo en cuenta que nuestro amistoso vecino no suele tener muy buena prensa y para una vez que la tiene, lo lee la persona equivocada.

    Como podéis observar, el bueno de Stan Lee es capaz de hacer cualquier cosa por crear una situación que le sea propicia para la idea que tiene en mente. También hay que decir que, según parece, Dick Ayers participaba de alguna forma en los guiones de este serial desde hacía varios números. Concretamente desde la presentación de la Anguila en el 117. A efectos prácticos, no hay cambio aparente. Los esquemas se repiten y tenemos la sensación de que todo vale, por absurdo que sea, si sirve para apoyar el argumento de la historia. Hasta Spidey es aclamado por la prensa, con eso lo digo todo....

    Una vez planteado el escenario, llega el momento de presentar al villano de la historia que se hace llamar, con poco estilo, pero con mucha vehemencia, el Agitador. Todavía falta bastante para el movimiento hippie y otra serie de acontecimientos sociales en los que la gente se echaba a la calle para protestar por aquello que creían injusto. No obstante, en plena década de los sesenta, tenemos un villano que presenta un aspecto que nos recuerda a uno de estos “alborotadores” por la paz combinado con alguien que vuelve de unas vacaciones en la Riviera Maya. En la portada se presenta de un electrizante verde intenso, pero ya sabéis como las gastan en las oficinas de Marvel, en cuyas imprentas hay duendes daltónicos. De ese modo, en algunas ediciones, la camisa aquella que se compró visitando a los antiguos adoradores de Tezcatlipoca adquiere un rojo intenso. Es igual de hortera, pero tenemos una combinación de colores primarios más visual. No me cabe la menor duda que Dick Ayers estaba muy inspirado ese día. Sobre todo por ese fular a juego.


    El principal problema es que este recurso ya lo hemos visto antes. Si nos habéis seguido en anteriores entregas, os acordaréis de la Voz, que trajo por la calle de la amargura al Hombre Hormiga. Los mismísimos 4 Fantásticos se las tuvieron que ver con el Aborrecedor, aunque el concepto era ligeramente diferente. Aquí, volvemos sobre lo mismo. La gran “novedad”, es que el Agitador utiliza una vara hipnótica para que aquellos que le escuchan se dejen guiar por sus palabras. Si es que estos rusos son muy ingeniosos....

    Volviendo con nuestro héroe, que lo está pasando francamente mal, veremos como esa intensa amistad entre él y cierto Trepamuros se sigue cultivando con buen pie. Viendo escenas como esta uno piensa qué fue lo que pasó para qué se convirtieran en tan buenos aliados. Prácticamente es una amistad nacida de la rivalidad adolescente, en términos bastante infantiles. Las vueltas que da la vida, ¿verdad?


    Además, con el proceso hormonal a toda pastilla, Johnny desafía a la autoridad, convirtiéndose en una fuera de la ley. Stan Lee y su dramatismo. Pero que nadie se asuste, que la situación no se prolonga demasiado. Al fin y al cabo, Johnny es un buen chaval. Cuando se relaja un poco, entra en razón. Pero claro, ya es demasiado tarde y su forma de actuar tan inconsciente sirve a los planes del Agitador. Ahora, como cualquier buen villano que se precie, llega el momento de romper el silencio y explicarnos todos sus planes.


    No todo el mundo puede estar al nivel del Dr. Muerte, por supuesto. Y no digamos ya a la altura del amo del magnetismo. Sin embargo, eso no quiere decir que dominar el mundo y tener grandes objetivos en la vida sea solo cosa de los villanos más poderosos y emblemáticos del Universo Marvel. Ni muchísimo menos. Aquí, el amigo Agitador tiene las ideas muy claras: quiere convertirse en.... ¡Otro Castro! En fin, está claro quién es el enemigo de los americanos en los sesenta, ¿no? Eso sí, el elemento de ciencia ficción, con esa varita ridícula, que no falte. Como decía antes, esto ya lo hemos visto más veces. Y las que quedan....

    En medio de esta propaganda anticomunista tenemos otra revelación importante: el Agitador es un espía; un agente rojo cuya misión consiste en que los americanos no confraternicen con otros países. Para llevar a cabo su plan, el Agitador va a servirse de una máquina, que bien podríamos considerar un cohete para ir a la Luna. Su antiguo propietario era el Aborrecedor. Estamos ante el colmo del reciclaje argumental. Primero tenemos a un villano que parece un refrito de otros. Pero no contento con eso, también se sirve de la tecnología de ellos. ¿Alguien tuvo una idea original ese día?


    Podría decirse que sí. Y digo esto, porque acto seguido los acontecimientos nos introducen en la tan esperada acción de la historia. Utilizando esa especie de cohete espacial, el Agitador lleva a cabo el rapto más original que hayamos podido ver hasta la fecha. Si esto fuese una película, querríais verlo una y otra vez en slow motion, os lo prometo. Sin lugar a dudas, estamos ante el mejor momento de todo el relato, en el que tenemos la mezcla de una abdución alienígena y la demostración gráfica de cómo el pez grande se come al chico. Diría que ni en National Geographic son capaces de narrarlo de una manera tan ilustrativa.


    Es normal que, tras una imagen tan impactante como esa, Johnny se quede paralizado. Eso le puede pasar a cualquiera. En ese preciso instante, llegan los viandantes más espabilados para pedir ayuda a la Antorcha Humana. Parece que la situación lo requiere, aunque lo sigan considerando un peligro. Hipócritas. Afortunadamente, estaba allí mismo el alcalde para darle vía libre al superhéroe. Creo que es mejor no decir nada, porque se dan tal cúmulo de circunstancias casuales en tan pocas viñetas, que lo más sensato es callarse la boca.


    Nos acercamos al enfrentamiento entre el villano y el protagonista, el momento estelar de cualquier tebeo de superhéroes que se precie. Dick Ayers tampoco se complica demasiado y, en un par de viñetas, provoca que Johnny gaste sus poderes para detener el artefacto con el que se desplaza el Agitador de manera subterránea. Empiezo a pensar que todas las peleas de Marvel tienen una serie de pautas o reglas no escritas: o te peleas en las azoteas y los cielos de la ciudad; o lo haces en las cloacas, el metro y el subsuelo. Desde luego, los escenarios son siempre muy similares.


    Después del “accidente”, llega el momento del enfrentamiento mano a mano, para el que Johnny ya no tendrá poderes y deberá utilizar sus puños. Otra situación que ya hemos visto con anterioridad en la colección, pero que ahora se presenta con un pequeño toque de originalidad: la varita hipnótica. Una sofisticada herramienta, de cuyo aspecto prefiero no hablar, que se volverá en su contra gracias un certero golpe de karate, combinado con un afortunado avatar del destino. Casualidades y más casualidades. ¡Vaya día llevamos hoy!

    Ahora solo queda utilizar el arma para convertir al villano en un enamorado de América. Quizá algunos piensen que es una manera pacifista de luchar contra el comunismo, pero, pensándolo bien, podría ser una tortura aun mayor que la cárcel. A partir de ese momento, tendrá lavado el cerebro. ¿No es eso lo que hacían tras el Telón de Acero? ¿Quién es el malvado ahora?


    Pero dejémonos de reflexiones políticas y gubernamentales. Al fin y al cabo, dudo mucho que Stan le dedicase demasiado a unos guiones que parecían surgir de un noticiario de la época. Quedémonos con el momento de mayor felicidad, la última viñeta, porque como en cualquier final de cuento, fueron felices y.... ¡Vivan los tópicos!


    VALORACIÓN:
    Estamos ante un tebeo malo. Muy malo. Y no digo esto porque sea especialmente aburrido, ya que se podría decir que es una lectura entretenida. Yo me he reído bastante, creedme. En líneas generales no hay por donde cogerlo. Los argumentos son refritos de tebeos anteriores, no hay un ápice de originalidad en toda la historia. Stan bebe de los tópicos, explota los arquetipos y retuerce el propio Universo Marvel para sus propósitos. Quizá si ese objetivo fuese para algo interesante se le podría perdonar, pero mostrarnos al espía ruso de turno con un Dick Ayers en horas bajas, pues cómo que no. Creo que cualquier lector de la época tenía suficientemente claro que los comunistas, y sobre todo los rusos, eran los malos en esta Guerra Fría. No era necesario incidir en ello tres o cuatro veces al mes. Pero es que, además, las situaciones son demasiado forzadas. Algunas incluso rozan el más espantoso ridículo. Una historia para olvidar, sin ninguna duda, aunque reconozco que algunas escenas se han quedado grabadas en mi retina. ¿Por qué será?



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