117.1 STRANGE TALES #117 (1ª historia) (febrero 1964)
por Óscar Rosa Jiménez



EQUIPO CREATIVO:
Guión: Stan Lee
Dibujo: Dick Ayers
Entintado: Dick Ayers

SINOPSIS:
Una tranquila mañana, la Antorcha Humana oye la noticia de que la Anguila vuelve a estar en libertad. Sobresaltado por la nueva, sale en busca del villano. Lo encuentra rápidamente y lo devuelve a la prisión. Pero al llegar allí, el alcaide le informa de que no se ha fugado, simplemente ha cumplido con su condena. El hecho de que la Anguila conserve su disfraz puesto hace sospechar a Johnny, aunque su actuación queda ridiculizada al día siguiente en la prensa. Mientras tanto, Leopold Stryke, la verdadera identidad de la Anguila, recupera su empleo como conserje de un acuario. Se trata de un lugar perfecto para convertirlo en su base de operaciones y desarrollar algunas mejoras en su traje, para continuar con su carrera delictiva sin llamar la atención. Una de las novedades consiste en la incorporación de un cableado que le permite emitir descargas eléctricas como sus homónimas. Pese a las sospechas de Johnny, carece de pruebas y solo puede estar atento por si sucede algo que confirme sus temores. A su vez, la Anguila, mediante el sigilo, roba una importante colección de sellos de valor incalculable. Cuando se difunde la noticia, Johnny está seguro de conocer al culpable del robo, el cual también está atento al periódico para conocer la llegada de un príncipe que posee el rubí más grande del mundo. Esa misma noche, la Anguila intenta robarlo, pero resulta que no eras más que una trampa de la Antorcha para intentar atraparlo. Tras la sorpresa inicial, el villano se repone y, gracias a un helicóptero preparado contra su adversario, derrota a la Antorcha, que queda convulsionado por un gas de la risa. Tras la humillante derrota, Johnny, aconsejado por Sue, comienza a buscar a la Anguila en ubicaciones relacionadas con el mar, por un detalle que percibió en el vehículo del villano. Su primera parada es un acuario que, casualmente, es el lugar de trabajo de Leopold Stryke. La Anguila, en su otra identidad, cree que la Antorcha ha descubierto su guarida. Mientras el joven pasea tranquilamente por las instalaciones, el villano le sorprende y comienza la pelea. La Anguila se ha embadurnado en grasa de amianto, para evitar que Johnny se encienda, por lo que deben recurrir a los puños, obviando los poderes. Cuando parecía que la Antorcha iba ser comida para los tiburones, consigue encender su llama y detener a la Anguila, utilizando la misma grasa con la fue derrotado en un primer momento. Finalmente, tras llevar a la Anguila ante la justicia, sus compañeros de grupo le regalan un acuario para que no olvide su aventura.

EDICIONES ESPAÑOLAS:
  • Los 4 Fantásticos Edición Gigante #1.

    DATOS IMPORTANTES:
  • Segunda aparición de la Anguila, en la que adquiere nuevas habilidades acordes con el animal del que toma su nombre.

  • RESEÑA:
    Volvemos con una nueva aventura de nuestro llameante protagonista que, en esta ocasión, contiene todos los elementos propios de una historia clásica del Universo Marvel. Aunque, todo hay que decirlo, la repetición de esquemas a la hora de desarrollar la trama es demasiado evidente. Pese a que estamos ante un relato bastante entretenido, ese constante déjà vu resta cierto interés. Pero, comencemos por el principio.

    Todo comienza con un alegre Johnny lanzando dardos flamígeros para pasar el tiempo. Recomendamos a nuestro público no practicar este deporte en casa... A continuación, el gran aliado de los superhéroes en los sesenta, la televisión, anuncia la libertad del poderoso enemigo público conocido como la Anguila. Haciendo honor a la verdad, no creo que sea un villano tan temido, y mucho menos poderoso, pero la elocuencia del comentarista surte efecto en una Antorcha deseosa de entrar en acción. Desde luego, no hay nada más práctico que un televisor o una radio para que nuestros héroes estén al día de las actividades criminales. Y, en esta ocasión, ni siquiera es de una tecnología futurista.

    Nuestro temperamental joven no se lo piensa dos veces y se dispone a salir a la caza del villano. Sus poderes son un peligro para la estabilidad del hogar, por lo que Sue le sugiere una alternativa menos destructiva, aunque más... Como decirlo... ¿Navideña?


    Sinceramente, no sé que es más sonrojante, el hecho de que Sue se preocupe por las cortinas recién estrenadas o que el personaje opte salir por la chimenea como un Papá Noel cualquiera. Eso sin contar que parece ser el único elemento de la casa que no es incombustible, ni contiene algún pequeño porcentaje de amianto. Ver para creer...

    Una de las principales cualidades de la historia es que todo va desarrollándose rápidamente. Por lo tanto, salir de la casa y toparse con la Anguila es todo uno. Cabe destacar que el villano se pasea tranquilamente, por lo que algo no termina de cuadrar. Además, la Antorcha lo reduce con una habilidad pasmosa. Eso, fiel lector, es un indicativo claro de que nada es lo que parece. Y, efectivamente, poco después, al intentar devolver a la Anguila a prisión, Johnny descubre que no se ha fugado, simplemente ha concluido su condena. En otras ocasiones, hemos hablado de lo mal parado que sale el sistema penitenciario estadounidense en estos inicios del Universo Marvel, pero aquí parece que nos quieren hacer ver que la reintegración social es posible. No voy a decir que no pueda suceder que un criminal sea un preso modélico y adquiera la libertad antes de tiempo por buena conducta, pero ¿dejarle ir con su disfraz de esa forma? ¿Nadie sospecha nada? Además, amenaza con presentar una demanda por agresión. ¡Cuánta inocencia, por el amor de Dios!


    Una vez más, observamos como el orgullo de Johnny es valupeado en esta serie. Realmente es un sparring de lo más socorrido. Quizá sea la herramienta de Stan para hacer hincapié en su temperamento juvenil y ardiente, a juego con sus poderes, pero, a veces, diría que se pasa un poco con el pobre. También hay que reconocer que de esa forma, el personaje queda perfectamente retratado, dejándonos esa visión prácticamente inalterada a lo largo de las décadas.

    No obstante, la corazonada de Johnny no podía ser más certera. La Anguila no busca la redención, simplemente desea volver a su desconocida vida, intentando no llamar la atención para desarrollar nuevos planes lucrativos. Recupera su trabajo de conserje en un acuario, con lo que Stan intenta relacionar al personaje con el animal del que toma nombre. Incluso le añade poderes que le asemejen más a su homónima.


    Analizando un poco al personaje, podríamos llegar a la conclusión que no es más que alguien descontento con su papel, el cual parece pasar desapercibido para todos. Aunque más que el conserje parece ser el dueño del acuario. Sin embargo, sus objetivos siguen siendo banales, nada de grandes conquistas mundiales, ni victorias sobre superhéroes; solo un anónimo conserje que pretende mejorar en la vida a través del hurto. Alguien sencillo, pero, a la vez, eficaz para el funcionamiento de la historia.

    Tras recuperar su vida, la Anguila comete su primer robo: una colección de sellos de importante valor. No voy a ser yo el que infravalore el mercado de la filatelia, pero en el Universo Marvel a veces se roba cada cosa... Por mucho valor que tenga la dichosa colección, ¿dónde pretende venderla? ¿a quién? Su incalculable valor es innegable, pero para sus objetivos, me parece un robo de lo más absurdo. Eso sí, sirve para ver en acción sus pretensiones furtivas y el empleo de sus nuevos poderes.


    Al día siguiente, el periódico obra su magia, sirviendo de herramienta para dar a conocer los sucesos de la noche anterior, aunque solo el lector sabe quién es el responsable. Bueno, y Johnny, pero no puede probarlo. La escena es presenciada por otros miembros del cuarteto: Reed y Sue. Sue, como en la mayoría de apariciones de este serial, se mantiene en el papel de hermana responsable, que se muestra incansable a la hora de compadecer a Johnny; Reed, prácticamente asumiendo el papel de futuro cuñado, ofrece una voz de la razón ligeramente diferente, ya que lo anima a demostrar sus sospechas. Una vez más, la opinión de Sue es relegada al ostracismo, quedando reflejada como una chica que se preocupa por las cortinas, incapaz de relacionar las pistas como hace Reed. Al final, los autores lo intentan arreglar, que conste.

    Como he comentado en algunos puntos de esta reseña, la repetición de esquemas es una constante en esta historia. No solo por la tan socorrida prensa, sino porque Johnny utiliza un truco similar al que empleó contra el Mago y Pete Pote de Pasta: la llegada a la ciudad de alguien rico. En esta ocasión, se trata de un príncipe que posee el rubí más grande del mundo, un increíble reclamo para un ladrón como la Anguila. Tanto es así, que esa misma noche se dispone a robar el objeto, descubriendo que no era más que una trampa de la Antorcha. Nos quedamos con la intriga de cómo Johnny es capaz de fabricar la imitación de un gigantesco rubí con sus poderes. Fabricar dobles es una cosa, pero esto es el no va más.

    Una vez descubierto el pastel, llega el momento de la verdad: el enfrentamiento. Para ello recurriremos a una nueva arma que le permita estar en el aire junto a su adversario. Me refiero a un helicóptero de lo más funcional.


    Aquí volvemos a ver uno de los esquemas más repetidos de lo que llevamos de serial. Primer enfrentamiento, igual a derrota de la Antorcha. No voy a hacer mención a ese depósito inagotable de agua que parece incluir el aparato, tan útil contra la llama de la Antorcha. Pero no puedo evitar mostrar mi perplejidad ante el arma secreta del villano: el gas de la risa.


    Este mismo mes hemos visto como el Hombre Gigante era atacado con polvos pica pica, mucho antes de que la famosa canción surgida de la mente de David Summers tuviese éxito, pero esto ya me suena a que Stan debía ser fan del Joker. Por que si no es así, no hay una explicación plausible. Seamos serios, derrotar a un enemigo entre convulsiones y sonoras carcajadas es algo delirante. Las humillaciones que sufre Johnny en esta serie no tienen límites. Menos mal que tiene a un hermana para consolarlo y hacerle ver la forma en la que puede resarcirse.

    Ya lo comenté más arriba, al final, Stan siempre encuentra la forma de contentar a los fans de Sue, que según parece eran bastantes en aquella época. Ella, a raíz de un comentario de su hermano, deduce que el villano tiene una base acuática. Aprovechando la ausencia de la mente privilegiada del cuarteto, la chica saca a relucir su tímida inteligencia. A pesar de ello, en la misma viñeta, Johnny suelta un exabrupto machista. En fin...


    Poco a poco, nos vamos acercando al final de la historia, por lo que nadie se sorprende de que el primer lugar que se encuentra Johnny sea el acuario donde trabaja Leopold Stryke, el cual no puede reprimir cierta ansiedad al ver al joven rondando por las instalaciones. Curiosamente, pese a ser un ladrón sigiloso y con sangre fría, prácticamente se caga en los pantalones al ver a Johnny. Si hubiese permanecido en calma, jamás lo hubiesen encontrado. Pero, claro, tampoco llegaríamos al final de la historia...

    Sea como sea, llegamos al punto álgido con el segundo enfrentamiento entre héroe y villano. Hoy en día pueden pasar números sin ver uno y aquí tenemos dos o tres por número. ¡Cómo cambian las cosas! Pese a lo apresurado de la escena, la Anguila comienza con la ventaja de la sorpresa, revelando un nuevo truco.


    La nueva arma secreta no provoca risas pero, aunque en aquella época se desconocía, aumenta las posibilidades del cáncer. Se trata de una grasa que contiene partículas de amianto, lo que provoca que el villano sea tan resbaladizo como su homónima y cuando atrapa a Johnny no se puede encender. Dejando de lado lo perjudicial que es el amianto para la salud, un elemento que rodea la vivienda del personaje como hemos podido ver en algunos pin-ups, ahora se nos presenta en una revolucionara forma grasienta de lo más útil. Si hasta el momento estabais flipando con las diferentes formas y tamaños en los que se puede utilizar el amianto, hasta ahora no lo habíais visto todo. ¡Ya lo creo qué no! Sobran las palabras.

    Elementos estrambóticos a parte, en este enfrentamiento, debido a su incapacidad para encenderse, Johnny debe volver a hacer uso de sus habilidades en la lucha cuerpo a cuerpo. Algo que ya vimos contra el Hombre de Arena. Repetición de ideas, ¿os acordáis? En esta pelea, sale mucho peor parado y acaba semiinconsciente. Stan hace hincapié en su edad como una debilidad. Niños contra hombres, luchando por la justicia. Quizá suene muy poético, pero básicamente creo que esa es la idea que intenta transmitir el autor, y no solo con Johnny, sino con el resto de héroes adolescentes, cuando eso solo era una característica que marcaría la evolución de los personajes. Obviamente, con la detención temporal a la que se ha sometido al Universo Marvel, todo eso pierde fuerza, incluso algo de sentido. Trasladándonos a esta época, diría que es un concepto de lo más interesante.

    Como era de esperar, Johnny despierta y tiene una idea (algo raro en él), gracias al entrenamiento mental al que lo somete Reed (claro, ya decía yo). Además, parece que la grasa de amianto se disuelve rápido, toda una desventaja para este revolucionario producto. Sea como sea, la Antorcha resurge y da comienzo la batalla final.


    Voy a dejar que vosotros mismos, si podéis, viváis la experiencia de cómo Johnny le devuelve a la Anguila gran parte de toda la humillación que ha sufrido a lo largo de la historia. Yo me quedo con esta imagen, que nos deja otro ejemplo de lo versátiles que eran los poderes de la Antorcha. Sus llamas a plena potencia repelen la electricidad de la Anguila. No soy un especialista en electricidad, pero diría que esto no se ajusta demasiado a la realidad. Stan y sus maravillosas clases de ciencia, a las que no debió de prestar mucha atención... La cuestión, como si de justicia poética se tratase, es que nuestro protagonista utiliza la revolucionaria grasa de amianto para contraatacar al enemigo. Un detalle de ingenio que contrarresta el bochorno habitual al que es sometido.

    Finalmente, puede relajarse tranquilamente a leer uno de los tebeos basados en la Primera Familia. Por el comentario diría que es la primera aparición de Namor. ¿Qué pensáis vosotros? Eso sí, la tranquilidad no dura demasiado, porque todos parecen estar de acuerdo en gastarle una irónica broma algo pasada por agua. Parece que la Antorcha nunca conocerá la paz.


    VALORACIÓN:
    Mi impresión es que estamos ante un tebeo 100% Marvel, muy dinámico y entretenido, pero que adolece de una falta de originalidad acuciante, incluso para la época. Utilizar ideas de hace dos días provoca que se note demasiado. Es curioso, porque parece que Dick Ayers aporta algo al guión, pero salvo por lo que puedan decir los créditos, o los estudiosos del tema, no se aprecia nada. En el apartado gráfico es correcto sin más. Es un autor que nunca me ha entusiasmado y que sigue sin hacerlo. Quizá lo mejor sea su narrativa, pero tampoco para tirar cohetes, la verdad. La trama sí me ha parecido muy entretenida, aunque, como hemos ido comentando, rezuma ese sabor añejo de la época. Quizá el villano insulso contribuya a que sea una de las historias del montón, pero, al menos, consigue el fin primordial de cualquier cómic: pasar un rato ameno. No se encuentra entre las mejores historias de este serial, ni entre las peores, la situaría en la mitad de la tabla, aproximadamente. Ni frío, ni calor, que diríamos.



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