EQUIPO CREATIVO:
Guión: Stan Lee
Dibujo: Dick Ayers
Entintado: Dick Ayers
SINOPSIS: Rayo Kid se encuentra cabalgando cuando se da cuenta de que ha atravesado la línea del condado, y más allá de ese punto es un hombre buscado. Decidiendo volver sobre sus pasos, escucha un tiroteo cercano por lo que, finalmente, se retracta y acude al lugar por si puede resultar de ayuda. Una vez allí, descubre que uno de los pistoleros no es otro que el famoso justiciero Dos Pistolas Kid, que se enfrenta a alguien armado con una escopeta a quien no logra ver. Mientras se acerca a actuar como apoyo del enmascarado, este sufre el golpe de una piedra que sale disparada, fruto del tiroteo, y cae inconsciente. Rayo Kid descubre, entonces, que el otro pistolero es un enorme oso cargado con un rifle, una bolsa del servicio de correos Pony Express y con una piel a prueba de balas. Cuando el cargador del plantígrado queda vacío, este se bate en retirada a toda velocidad. Decidiendo que ya se encargará luego de él, Rayo se centra en localizar al empleado del correo para tratar de esclarecer lo ocurrido. Finalmente, lo encuentra inconsciente, pero justo en ese momento es asaltado por varios agentes de la ley, que no tardan en detenerle y atarle. Mientras tanto, toda la escena es observada por un recuperado Dos Pistolas Kid, que duda de la culpabilidad de Rayo. De camino a Tombstone para ser encerrado, Rayo Kid advierte que sus captores no le han atado tan fuerte como piensan, así que se libera y se marcha lejos de allí gracias a la velocidad de su corcel. Mientras piensa sobre todo lo que ha ocurrido, Dos Pistolas Kid le sale al paso y le dice que no está bien huir de la ley. Un enfurecido e impetuoso Rayo lo toma como la enésima amenaza del día y ambos se enzarzan en una pelea a puñetazos, que concluye cuando el enmascarado le propone una solución: si se entrega al sheriff de Tombstone y se somete a juicio para demostrar su inocencia, Dos Pistolas se encargará de que cuente con el mejor abogado, Matt Hawk (secretamente su identidad civil). Rayo Kid accede y cumple su parte entregándose, tras lo cual se reúne con Matt Hawk en el calabozo de la oficina del sheriff. Mientras tanto, en el exterior, un alborotador llamado Ace Fester trata de convencer al pueblo de que deben liberar a Rayo Kid, pues sino el grizzly podría aparecer en Tombstone para rescatarle como aliado suyo que se supone que es y, por tanto, estar todos en peligro. Más tarde, el juicio tiene lugar y Rayo Kid ofrece su testimonio de los hechos. Matt Hawk alega que la bolsa de correo no fue encontrada y por tanto su cliente debería ser exculpado. De repente, el grizzly irrumpe en la sala y se lleva por la fuerza a Rayo, mientras el sheriff es incapaz de detenerle con su pistola. Algunos de los presentes, creyendo las palabras de Fester, piensan que todo es parte de un plan del pistolero para escapar. El grizzly lleva a Rayo Kid hasta un granero, dónde revela que realmente es un humano y explica su plan: cuando acabe con él, todos creerán que su oso amaestrado se volvió en su contra.
Rayo Kid se defiende entonces con un gran palo, y ambos se enzarzan en una pelea, que concluye cuando el vaquero logra arrebatar su máscara de oso a su enemigo, pero es incapaz de ver quién es. El grizzly huye a toda velocidad mientras Dos Pistolas Kid acude al lugar, tras lo cual ambos pistoleros encuentran el traje de oso abandonado. Rayo Kid pregunta a su compañero qué pueden hacer, y este propone acudir al salón y poner en práctica un truco. Una vez allí, Dos Pistolas clama en voz alta que ya saben quién es el grizzly y que ha sido por cometer un error garrafal. Ace Fester, allí presente, comienza a gritar que eso no es posible y no ha tenido ningún fallo. Revelada la auténtica identidad del grizzly, Rayo Kid se bate en duelo con él, despachando su arma rápidamente. Fester confiesa ante todos los presentes que él inculpó a Rayo y es detenido. Una vez está su enemigo en prisión, ambos vaqueros se despiden con caminos diferentes y esperan reencontrarse en un futuro.
EDICIONES ESPAÑOLAS:
Inédito.
DATOS IMPORTANTES:
En este número tiene lugar el primer encuentro entre Rayo Kid y Dos Pistolas Kid.
RESEÑA:
Hacemos un pequeño alto en el camino en nuestro recorrido por la Marvel más primigenia para descansar un poco de los justicieros empijamados (y los sargentos fumapuros) y nos centrarnos en otra de sus vertientes, a la cual todavía no habíamos dedicado aunque fuera un breve homenaje.
Se trata del western, género comiquero muy en boga en esta época y que ya llevaba más de una década funcionando, no ya sólo en Marvel, sino en otras muchas editoriales.
El protagonista del número que nos ocupa no es otro que Rayo Kid (Rawhide Kid en el original, y me permito el detalle de emplear su nombre en la serie publicada por Vértice), personaje creado en 1955 como protagonista de su propia cabecera por el mismísimo Stan Lee y Bob Brown, dibujante que los habituales de estas reseñas probablemente conozcan por algunos de sus trabajos más tardíos, como una extensa etapa en Daredevil o el emblemático crossover entre los Vengadores y los Defensores.
Las aventuras de aquel Rayo Kid primigenio tocaron a su fin tras dieciséis entregas, pero apenas tres años después, en 1960, experimentó un lavado de cara (ríase usted de los retcons de hoy en día) a manos de un auténtico equipo ganador: Stan Lee, Jack Kirby y Dick Ayers.
El personaje no sólo pasó de rubio a pelirrojo y comenzó a vestir un sobrio y excelentemente diseñado traje de color negro, sino que no tardó mucho en contagiarse del espíritu que poco a poco empezaba a inundar la editorial tras la publicación de Fantastic Four #1, en 1961. Las clásicas aventuras propias del western con duelos y forajidos fueron dejando paso a toda una caterva de enemigos de coloridos trajes y extrañas habilidades que recordaban a los supervillanos que aparecían en otras cabeceras. Algunos de ellos, incluso, parecían inspirados por el pasado (Cuervo Rojo) o el propio presente (Cascabel, con curioso parecido a Cobra...) de la editorial.
Sea como sea, las aventuras de Jonathan Clay, que así se llama el personaje, gozaban de muy buena salud. Y lo mismo ocurría con otros tantos pistoleros que la Casa de las Ideas publicaba en aquel entonces. Dos Pistolas Kid, Kid Colt...
Así que la ecuación parecía clara... Si los superhéroes de Marvel vivían en un universo conjunto y cruzaban sus caminos con naturalidad... ¿Por qué no iba a ocurrir lo mismo con los personajes del western?
Esa idea fructificó en el mes que nos ocupa, con Rawhide Kid #40, cuya portada rezaba "¡Otro paso de gigante en esta, la Era Marvel de los cómics!", lo que nos da una idea de la importancia del acontecimiento. Los elegidos fueron el propio Rayo Kid y Dos Pistolas Kid...
...así que supongo que habrá que hablar un poquito de él, a riesgo de que la introducción de esta reseña ocupe el doble que ella misma.
Con Dos Pistolas (Two-Gun-Kid en el original) pasó algo muy similar a lo ocurrido con Rayo Kid. Creado en 1948 por Syd Shores, la versión primigenia del personaje protagonizó su propia cabecera durante la friolera de 59 entregas, pero una vez alcanzada la número 60, el personaje fue cambiado de arriba a abajo por Stan Lee, Jack Kirby y Dick Ayers. Ahora era un justiciero con un antifaz que le permite salvaguardar su identidad secreta (Matt Hawk, abogado), en un claro intento de emular el estilo superheroico imperante.
Pero entremos en harina, que ya es hora.
La historia da comienzo con Rayo Kid cabalgando a lomos de su fiel caballo, Nightwind, que vendría a ser algo así como Viento o Brisa Nocturna. Ambos llegan al límite del condado y se ven forzados a regresar sobre sus pasos, puesto que Rayo es un tipo buscado en aquellas tierras y más le vale quedarse donde está. Gajes del vaquero.
Pero justo entonces escucha cómo se está produciendo un tiroteo a escasos metros de allí, en lo que parece ser un enfrentamiento de un aguerrido pistolero contra alguien que cuenta con un rifle y una clara ventaja. Llevado por su sentido del honor, Rayo se acerca finalmente y descubre, para su sorpresa, que uno de los contendientes no es otro que Dos Pistolas Kid, a quien reconocería en cualquier parte debido a su fama.
Sin embargo, el inevitable encuentro entre ambos héroes se ve postergado, pues una piedra sale disparada como efecto del tiroteo y Dos Pistolas queda inconsciente justo cuando Rayo llega allí para comprobar que el enemigo al que se enfrentaba no es otro que... ¡Un oso con rifle!
Al parecer, nuestro protagonista está curado de espanto y se lo toma con filosofía, ya que menciona haber combatido a un simio el mes anterior. Lo que ya le escama un poco más es que la piel de este plantígrado parece a prueba de balas.
Tras comprobar que el grizzly carga con una bolsa del servicio de correos Pony Express y concluir que ha asaltado a un trabajador del mismo, su salvaje rival se queda sin balas y se retira corriendo. Dejando su captura para después, Rayo se dispone a encontrar al trabajador del correo para tratar de aclarar las cosas (y dejando a Dos Pistolas tirado, vaya).
Por desgracia, cuando consigue localizar a quien buscaba, a él le sorprenden las fuerzas del orden. Enterados del asunto del oso y sabiendo que es un hombre buscado en ese condado, tardan nada y menos en apresarle y encaminarle hacia el calabozo más cercano, a pesar de que él trata de explicar lo que realmente ocurre. Un día ajetreado en la frontera, desde luego.
Mientras todo esto ocurre, Dos Pistolas, ya recuperado, observa todo preguntándose si la versión de Rayo será verdadera.
Por suerte esto no concluye precipitadamente con un cartelito de "The End" y Rayo en prisión, sino que, comprobando que sus captores no le han atado tan fuerte como ellos piensan, logra deshacerse de sus ataduras y galopar lejos de allí a lomos de su fiel caballo. Un caballo que debe tener algún tipo de poder mutante, porque como corre el animalico.
Pero bueno, los lectores de junio del 64, e incluso nosotros, estamos aquí para ver el encuentro prometido en la portada... y por fin, en la página 7, se nos va a dar.
Rayo Kid se toma un breve descanso pensando cómo salir de esa situación y divagando sobre Dos Pistolas Kid, dejando en el proceso una frase digna de un ilustre como Jonah Jameson: "Si Dos Pistolas es bueno, ¿por qué lleva máscara?".
Pero la relajación dura poco. El vaquero enmascarado le sale al paso y ahora sí que sí. ¡Rayo Kid conoce a Dos Pistolas Kid! Y el resto es historia.
¿Qué hay más característico de un encuentro entre héroes en esta época que un buen reparto de sopapos? Ambos vaqueros no defraudan y tras intercambiar unas cuantas acusaciones dan paso a la fuerza de sus puños. Todo propiciado por la impetuosidad y temperamento de Rayo, todo hay que decirlo.
Pero Lee y Ayers hacen gala de su elegancia y no nos muestran ganador ni perdedor. Dos Pistolas logra calmar los ánimos, y le propone una salida de su situación a Rayo: Él cree en su inocencia, así que debe entregarse y demostrarlo. Para ello contará con la ayuda de un abogado de Tombstone muy competente y que él mismo avala.
Lo habéis adivinado. Matt Hawk.
Nuestros héroes cumplen con sus correspondientes partes del acuerdo. Así, Rayo se entrega al sheriff de Tombstone pidiendo un juicio justo en el que pueda demostrar su inocencia, y Dos Pistolas acude en su identidad secreta para ejercer como su abogado. Con lo que no cuentan es con un habitante de Tombstone llamado Ace Fester, quien parece muy interesado en que se libere a Rayo, alegando que si se queda allí el oso puede acudir a liberarle, agitando a una multitud en el proceso.
El juicio se desarrolla con normalidad, con Rayo contando su versión de los hechos y Hawk tratando de convencer al jurado de la veracidad de su testimonio, alegando que la bolsa que portaba el empleado de correos no fue encontrada y por tanto es imposible que la tenga su cliente.
Lo dicho, un juicio que transcurre con normalidad... si exceptuamos al grizzly que irrumpe en la sala, claro.
Los peores (¿presagios?) de Fester se cumplen y el plantígrado hace acto de presencia, se lleva a Rayo fuera de allí y ya nadie sabe bien qué pensar. Excepto el abogado, que ve claro que tiene que ponerse el antifaz para deshacer del todo este entuerto.
Nuestro protagonista no puede hacer nada salvo dejarse llevar hasta un granero, dónde descubre que su captor no sólo tiene como característica especial usar armas de fuego o ser inmune a las balas, sino que también habla. El grizzly le hace saber que tiene más de humano de lo que piensa, pero lejos de soltar un discurso de opereta contando sus motivaciones, simplemente le cuenta lo que está a punto de ocurrir: va a matarle, y cuando le encuentren todos seguirán pensando que es el culpable y que su oso amaestrado se volvió en su contra.
Ya podrían aprender algunos villanos del siglo siguiente.
A continuación, tenemos una dinámica secuencia de lucha entre hombre y "animal" en la que, como ya habréis adivinado, no me voy a extender demasiado.
Nos centraremos en el resultado. Y es que Rayo logra arrebatar la máscara de oso a su enemigo, pero antes de poder ver su rostro, un certero zarpazo distrae su atención y no logra identificarlo. Esta circunstancia es aprovechada por el grizzly para poner pies en polvorosa de allí.
Mientras da por perdido a su adversario al contar con una velocidad mayor, Dos Pistolas se une a la fiesta. Tras dar las explicaciones pertinentes de lo ocurrido, encuentran tirado en mitad del pueblo el traje mecánico que empleaba su misterioso oponente para hacerse pasar por oso. Una auténtica armadura llena de palancas y engranajes.
Incapaz de decidir cuál es el camino a seguir a partir de ahora, Rayo deja todo en manos de Dos Pistolas, mayor conocedor de Tombstone, quién decide lanzar un bluff en el Salón del que espera que salgan victoriosos.
Y es que en este viaje nuestro al mundo del western marvelita no podía faltar una visita a uno de los famosos bares del género.
Una vez allí, Dos Pistolas entra clamando que su compañero y él saben que el hombre tras el grizzly se encuentra allí y que este, además, ha cometido un error garrafal que les ha conducido a adivinar su verdadera identidad.
El farol funciona (al fin y al cabo ya estamos en la penúltima página) y el grizzly resulta ser... ¡Ace Fester! Menuda sorpresa, ¿eh? Y es que el pobre diablo reacciona gritando que no es posible, que no ha cometido ningún error... Con lo bien que le estaba yendo hasta entonces...
Haciendo gala de una camaradería envidiable, Dos Pistolas comprende que con quien Ace Fester tiene una deuda es con su compañero y le cede los honores en batirse en duelo con él.
La verdad es que la cosa dura poco. Y como si del mismismo Lucky Luke se tratara, un par de tiros a toda velocidad bastan y sobran para desarmar a Fester y meterle el miedo en el cuerpo, además de obligarle a confesar ante todos que él era el grizzly que inculpó injustamente a Rayo para salirse con su plan.
Con su enemigo por fin entre rejas y el nombre de Rayo Kid limpio (hasta que llegue al próximo condado, supongo), ambos pistoleros se despiden como colegas y con el deseo de que sus caminos vuelvan a cruzarse.
Bonito broche a un más bonito encuentro que tan solo es la semilla de otras muchas interacciones entre cowboys y futuros encuentros con otros personajes de la editorial. Pero eso... Eso es una historia para otro día.
VALORACIÓN:
Buena historia la que nos brindan Lee y Ayers en este número, que nos muestra el primer encuentro entre dos vaqueros publicados por Marvel. El ritmo es bueno, no hay descanso y no se encuentran demasiadas pegas. Si acaso, yo tan solo tengo dos. Por una parte, que no se produzca un combate mano a mano de ambos héroes contra la amenaza común... verles pegarse en el clásico malentendido está muy bien, pero me ha faltado esa guinda. La otra es que quizá la ocasión requería un enemigo de más entidad. Pero nadie es perfecto.
Algunas series de superhéroes, como Tales to Astonish o Strange Tales (sin contar la parte protagonizada por Doctor Extraño), podrían contagiarse un poco de lo visto aquí.