EQUIPO CREATIVO:
Guión: Stan Lee - Larry Lieber.
Dibujo: Larry Lieber.
Entintado: Paul Reinman.
SINOPSIS:
Mientras observa una operación realizada en un quirófano de la Tierra, el Vigilante piensa que podría ayudar en ella fácilmente con sus conocimientos, pero su juramento de no intervención se lo impide. Entonces comienza a narrar el origen de dicho juramento, remontándose eones atrás cuando su raza, los Vigilantes, era la más avanzada del universo. Los Vigilantes vivían en una sociedad perfecta, sin guerra ni crimen, con la tecnología más puntera e incluso métodos para alcanzar la inmortalidad virtualmente. El Alto Consejo de su planeta, entre cuyos miembros se hallaban el Vigilante y su padre, Ikor, comenzaron a debatir si debían compartir sus dones con otras razas inferiores. Ikor estaba a favor, mientras que otro miembro, Emnu, se mostraba en contra. Finalmente, la votación resultó a favor y el Consejo al completo se sometió a un tratamiento para poder desplazarse a través del espacio en forma energética y hacer llegar a otros mundos sus avances. El primer planeta habitado que encontró el Consejo fue Prosilicus, con cuyos habitantes compartieron el uso de la energía nuclear. Tras partir, los Prosilicanos comenzaron a emplear el regalo de los Vigilantes para iniciar cruentas guerras que desembocaron en un holocausto a nivel global. A su regreso a Prosilicus, los Vigilantes contemplaron horrorizados las consecuencias de sus acciones, mientras los Prosilicanos supervivientes les maldecían. Al darse cuenta de su error, Ikor dictaminó que a partir de entonces su raza no interferiría en ningún otro acontecimiento ajeno a ellos y se limitarían a observar y registrar hechos.
En este número aparecen por primera vez otros miembros de la raza del Vigilante. Entre ellos se encuentran Emnu e Ikor, este último padre del Vigilante.
Primera aparición de los Prosilicanos y de su planeta, Prosilicus.
RESEÑA:
No resintonicen sus ordenadores (o móviles). El proyecto sigue transcurriendo con normalidad, pero en este número el complemento que nos ocupa, "Relatos del Vigilante", adquiere mayor entidad de la que había estado mostrando hasta ahora.
Hasta el momento, el papel del Vigilante había sido meramente testimonial, un recurso que aparecía normalmente en la primera viñeta para presentarnos un relato genérico de ciencia ficción como tantos otros y del que el propio personaje trataba de extraer alguna conclusión en el cierre. Todo ello acompañado del eterno soniquete en que nos cuenta que él se limita a observar y a narrar hechos.
Y es que, al fin y al cabo, ¿qué se sabe a estas alturas sobre el personaje? Para empezar, ni siquiera su nombre. Hago hincapié en este detalle porque aunque no sería bautizado hasta 1975 por Steve Englehart, en su etapa de Captain Marvel, en esta reseña voy a emplear su nombre, Uatu, para no caer en redundancias.
Como decía, hasta esta historia el Vigilante era poco más que esa enigmática figura que había aparecido en sendos números de Fantastic Four, jurando y perjurando que por grave que fuera la situación él no debía mover un dedo ni interferir... aunque en ambas ocasiones se pasó eso por el forro, pero bueno, ese es otro tema. La cosa es que Stan Lee debió debatirse entre dar un origen a esas motivaciones o no molestarse en explicarlo nunca... y ganó la primera. Si con el Dr. Extraño funcionó contar su génesis meses después de su debut, ¿por qué no intentarlo con Uatu?
Mientras observa cómo en un quirófano unos cirujanos luchan por algo que él podría hacer en un parpadeo, salvar una vida humana, el Vigilante se sincera con nosotros los lectores y comienza a hablarnos de su raza. Una raza que como podemos ver es muy similar a él mismo. Ninguno tiene pelo (aunque curiosamente alguno sí tiene barba), visten con túnicas... Aunque al menos y a diferencia de, por ejemplo, los Skrulls, no todos son exactamente iguales y presentan diferentes rasgos. Supongo que para ellos nosotros también seremos algo parecidillos entre nosotros.
Pero la clave es que los Vigilantes son una raza antigua, por lo que posiblemente estamos ante el flashback más lejano hasta la fecha y el primer y loable intento de expandir la historia del Universo Marvel. Además, ya hace eones que estaban tremendamente avanzados, por lo que se nos presentan como el epítome de la perfección: inteligencia y moral elevadísimas, ausencia de crímenes o guerra, tecnología imposible, métodos de alcanzar la inmortalidad virtualmente...
... y sí, se los aplican mediante una ducha colectiva. Eones de ventaja, ya digo.
Uatu pasa entonces a hablarnos del Alto Consejo que gobernaba su civilización y del que él formaba parte. Es un detalle importante porque nos demuestra que no estamos hablando de un cualquiera... aunque puede que la presencia de su padre, Ikor, en el mismo Consejo tuviera algo que ver. ¿Enchufismo?
Sea como sea, en un momento dado se dio un choque de ideas entre el propio Ikor, que propuso compartir todos sus avances con otras razas más "inferiores" y Emnu, que abogaba por una postura más conservadora y defendía que todo eso les costó a ellos trabajo muy duro y no tenían por qué dárselo a nadie. El clásico conflicto entre ideologías que demuestra que, en el fondo, ninguna civilización que se nos vende como perfecta lo es tanto.
Las votaciones de los cuatro miembros dieron como ganadora a la idea de Ikor, así que el Consejo al completo se sometió a un tratamiento con "isótopos de antimateria cósmica" para adquirir la habilidad de desplazarse por el espacio convertidos en energía viviente. Un concepto loquísimo pero que, al fin y al cabo, lleva a cabo una raza muy avanzada. ¿Por qué no nos lo vamos a creer?
Los cuatro Vigilantes recorrieron la Galaxia en busca del primer planeta habitado, llegando a Prosilicus. Sus habitantes, los Prosilicanos, tienen aquí su primera y única aparición. Pero como ocurrirá en el futuro con los Arqueopianos, raza clave en la génesis de cierto Devorador de Mundos, no les ha hecho falta más para pasar a la historia y ser recordados en más de una ocasión por la importancia que adquieren en este relato.
Como un regalo caído del cielo, los Prosilicanos aceptaron pletóricos lo que los Vigilantes les ofrecieron para mejorar su sociedad: el secreto de la energía nuclear.
¿Pero conocéis el famoso dicho? ¿"Dale un pez a un hombre y comerá un día, enséñale a pescar y comerá toda su vida"? Pues está visto que los Vigilantes no, porque se fueron de Prosilicus tras entregar su regalo de buena fe, sin pararse a pensar que sus habitantes quizá no estaban preparados para él. Que quizá no todo el Universo tenía su nivel de inteligencia o moralidad. Que quizá deberían haberse quedado a supervisar lo que hacían.
Los peores temores del lector se confirman y podemos ver que los Prosilicanos usaron la energía nuclear para la guerra, desatando un auténtico holocausto a nivel global que casi destruye el planeta.
A su regreso un tiempo después, los Vigilantes observaron consternados toda la situación mientras los Prosilicanos supervivientes, saliendo de entre las humeantes ruinas de su civilización, les maldecían por su "regalo". Y por supuesto, Emnu aprovechó tal circunstancia para restregar con aire arrogante su victoria moral sobre Ikor, al hacerse patente que su idea de compartir sus dones con razas inferiores había fallado.
Así las cosas, asistimos por fin al momento clave que empezó todo. Ikor proclamó que a partir de ese momento, todo Vigilante se dedicaría única y exclusivamente a observar y registrar todo lo que hiciera cualquier otra raza del universo, sin interferir en sus acciones fuera cual fuera la situación.
El concepto de Vigilante como tal nació así. Y así es cómo Uatu nos lo ha contado. Quedan algunas preguntas, claro. ¿Por qué vigila Uatu la Tierra? ¿Acataron todos los miembros de la raza el edicto de Ikor? Y lo que es más importante, ¿por qué Lieber no dibujó Vigilantes hembra?
Pero todo eso son cuestiones para otro momento. Yo meramente me dedico a leer y registrar estos cómics. Pues ese es el destino de mi gente... ¡Los Reseñadores!
VALORACIÓN:
Esta historia no deja de ser un relato corto de ciencia ficción del que se desprende una suerte de moraleja. Es su esencia, pero reconvertido en la historia de origen de un personaje del propio Universo Marvel adquiere un renovado interés. Por fin sabemos por qué el Vigilante actúa como actúa, y lo hacemos con un relato bien narrado y que cumple lo que promete. Visto lo visto en anteriores entregas del complemento, es todo un logro. El tema central de la moraleja es interesante y universal, y por supuesto podría haberse desarrollado más y de otras maneras... pero el espacio y el contexto son el que son. Lieber cumple a los lápices, sin destacar especialmente ni para bien ni para mal. Aunque el argumento general es de su hermano Stan, creo que estamos posiblemente ante uno de sus guiones que más me ha gustado. Y tampoco es mucho decir.