Primera y única aparición conocida de Skagg, el Gigante de la Tormenta.
Odín regresa a Midgard después de mucho tiempo.
DATOS IMPORTANTES (3ª Historia):
Primera aparición de Agnar y Gotrón.
Heimdall se convierte en el Guardián del Puente del Arco Iris.
Primera aparición de Gjallarhorn.
SINOPSIS (1ª Historia):
Tras el intento fallido del Verdugo y la Encantadora de vencer a Thor, Loki comienza a urdir nuevos planes para su conquista del trono de Asgard. Poco después, Odín reflexiona sobre el amor que siente su hijo Thor sobre Midgard y la mujer que ha conquistado su corazón, Jane Foster. La duda le corroe y el Padre de Todos decide pedir consejo a Loki. Este le insta a visitar la Tierra, por lo que Odín le cede el gobierno de Asgard momentáneamente mientras se traslada al hogar de los humanos. Aprovechando la situación, el Dios de las Mentiras libera a Skagg, un Gigante de la Tormenta, y a Surtur para que ataquen la Tierra durante la estancia de Odín en ella. Heimdall ve lo sucedido y solicita la ayuda de Balder, que se dirige a Midgard para avisar a Odín de los actos de Loki. El asgardiano se topa primero con Thor, que deduce que su padre ha podido ir en busca del Dr. Don Blake. Una vez se han reunido los tres, Odín hechiza a todos los humanos del planeta y los envía a otra dimensión mientras hacen frente a Skagg y Surtur sin que nadie salga herido durante la contienda. Tras una dura pelea, Odín consigue mermar el poder del Gigante de la Tormenta y Thor utiliza la espada de su padre para impedir que Surtur funda el hielo del Polo Norte, dejándolo atrapado en un asteroide magnético. Odín y Balder regresan a Asgard, pero sin la compañía de Thor, que parece decidido a permanecer en Midgard para siempre, a pesar de los deseos de su padre. Finalmente, en el Reino Dorado, Odín castiga a Loki por sus actos poniéndolo al servicio de los trolls por tiempo indefinido.
SINOPSIS (3ª Historia):
Después del último ataque que los Gigantes de la Tormenta han perpetrado sobre Asgard, Odín decide que debe elegir a un asgardiano para que se ocupe de la vigilancia del puente Bifrost. Uno de los candidatos al puesto es Heimdall, que acude tras ser llamado por el Padre de Todos. Los otros aspirantes son Agnar el Fiero y Gotrón el Ágil. Odín le pregunta a cada uno de ellos el motivo por el que piensan que deben ser elegidos para la importante tarea que deben desempeñar. Agnar expone la fortaleza de sus pulmones, capaces de hacer sonar el Cuerno del Dragón mágico de Asgard; Gotrón alude a sus habilidades en el combate, tras haber derrotado a siete Gigantes de la Tormenta él solo durante la contienda del año pasado; y Heimdall hace uso de sus agudizados sentidos: es capaz de escuchar como brota una planta en las Colinas Escondidas y detecta a una horda de enemigos que amenaza Asgard a dos días de camino. Tras estas demostraciones, Odín se decanta por Heimdall, nombrándolo Guardián Eterno del Puente del Arco Iris.
RESEÑA (1ª Historia):
Poco a poco nos vamos adentrando en la época dorada de la etapa de Lee y Kirby al frente de la colección protagonizada por el Dios del Trueno. Aún no estamos en su punto álgido, como podremos apreciar en la reseña de hoy, pero desde luego apunta maneras. Tenemos una interesante simbiosis entre el género superheroico y la mitología, representado en una alianza entre varios asgardianos contra enemigos comunes empecinados en obtener poder, destruir y conquistar el mundo a partes iguales. Una amalgama de conceptos todavía no demasiado bien definida, pero que destila mucha fuerza. El lector de la época podía constatar que estaba ante un tebeo ligeramente diferente a los del momento en lo que ha temática se refiere, el cual comenzaba a despuntar con retazos de una épica que se acabaría convirtiendo en el santo y seña de la colección. Sin duda, pudieron vivir en vivo y en directo como se forjaba una leyenda y su entorno, a pesar de que el crisol de la imaginación de sus creadores se tomó su tiempo en alcanzar la temperatura adecuada. No obstante, hay que reconocer que Stan Lee sabía venderse como nadie y su particular forma de presentarnos esta aventura en su primera página rezuma esa locuacidad tan propia del autor. También hay que reconocer que contar con el apoyo de un dibujante como el Rey también influye.
Uno de los puntos flacos de los primeros pasos de esta serie es la redundancia y la poca originalidad a la hora de plantear historias. Desde el principio nos ha quedado claro que Loki es la némesis definitiva de Thor. Un hermanastro malvado extraído de la propia mitología que representa el arquetipo de villano instalado en una estructura familiar muy presente en el inconsciente colectivo. Diría que junto a las madrastras estamos ante todo un clásico de las familias disfuncionales. A pesar de la incorporación de diversos personajes de procedencia asgardiana, el Dios de las Mentiras siempre parece estar presente en cualquier acontecimiento, ya sea de manera frontal o dirigiendo la acción entre las sombras. Su presencia parece ser omnisciente. Tanto es así, que los padres del Universo Marvel se acordaron de él para responsabilizarlo de la creación de los Vengadores. Aunque todos sabemos que, en esa ocasión, realmente era poco más que una marioneta de los entresijos editoriales.
Pero en las viñetas, Loki es el que manda y por lo tanto el Verdugo y la Encantadora hablan con él de su último fracaso. Loki dirige los pasos de otros villanos, como hemos visto en anteriores entregas de la colección, aunque lo que realmente queda patente en el arranque de este número es que cada vez es más habitual establecer una cronología de los hechos. El incipiente Universo Marvel está reforzándose, y escenas como esta sirven para ver como cada aventura está conectada con la anterior y el concepto de serie regular se muestra en su mayor expresión, a pesar de que cada historia puede leerse de manera autónoma e independiente.
Cabe destacar como los autores van reduciendo la extensión de los preámbulos. Tras dos o tres viñetas nos adentramos en el germen de la historia. Loki, en su papel de villano maniqueo obsesivo con el poder, ve como Odín le pone en bandeja la oportunidad de su vida: gobernar Asgard. Por un lado, tenemos la constante lucha de un padre por ver como su hijo se obsesiona con una mujer que él piensa que no le conviene. Es curioso como un dios que es sumamente conocido por sus escarceos extraconyugales con las humanas y lo que no son humanas, al igual que su contrapartida griega, Zeus, no acabe de comprender la fascinación amorosa de su hijo por una mujer de la Tierra. Esto nos lleva a reflexionar sobre si el Padre de Todos ve a las mujeres como objetos sexuales y no como compañeras de una vida. O incluso podríamos llegar a pensar que ve el amor como algo ñoño y sin sentido. Sea como sea, el hijo demuestra tener más nobleza y sentido común que su padre, además de mayor humanidad y un corazón más sensible. Tampoco podemos obviar que la diferencia de clases parece ser un obstáculo para el grandioso futuro de Thor. El drama de esta relación paterno filial perdurará durante décadas, demostrando una vez más la pasión de Lee por los melodramas y los culebrones. Sin embargo, pese a la manera tan superflua de tratar el tema, la reflexión está ahí, ¿no os parece?
Quizá lo que realmente cuesta creer de esta escena es que Odín pida consejo a Loki para hacer algo. Podemos verlo como una forma de expresar la impotencia que siente el Padre de Todos ante una situación en la que no se acatan sus deseos. También podríamos decir que es una manera de forzar el argumento, haciendo caso omiso al desarrollo de los personajes, para que encaje en la historia que Lee quiere contar. Da igual la elección que hagamos, el hecho es que esta circunstancia no acaba de tener demasiada lógica y resta credibilidad al planteamiento. Digamos que es una forma muy retorcida de explotar las casualidades que se pueden dar en la vida. Albert Einsten afirmaba que Dios no juega a los dados, pero si por Stan Lee fuera estaría todo el día metido en un casino de Las Vegas...
Por otro lado, tenemos a Loki, que por primera vez hace realidad su más codiciado sueño: sentarse en el trono de Odín. La pregunta que todos nos deberíamos hacer es para qué. Como sucede con la gran mayoría de los villanos de la época, la obsesión por el poder y la codicia de la autoridad realmente no tienen ningún trasfondo. Un villano de opereta que como si de un niño malcriado se tratara aprovecha la ausencia de su padre para hacer travesuras. Aquello de un gran poder conlleva una gran responsabilidad elevado a la máxima potencia. Su idea de conquistar el Reino Dorado lo lleva a liberar a dos viejos enemigos de Odín y sembrar el caos. No hay más. Si bien es cierto que la manera de afrontar el tema es insustancial y vacía, también es cierto que funciona a unos niveles básicos. Tampoco podemos perder de vista la repetición de esquemas que arrastra la colección desde hace tiempo y que de alguna manera eclipsa otros aspectos en los que verdaderamente va evolucionando.
Para la ejecución de sus planes, Loki elige a un personaje de nuevo cuño, Skagg, el cual no parece cuajar y acabará cayendo en el más oscuro ostracismo. Este miembro de los Gigantes de la Tormenta pone en serios aprietos a Odín y a los que le acompañan, pero su relevancia en el comos asgardiano será irrelevante en el futuro. Un enemigo de usar y tirar. El otro adversario es Surtur, el demonio del fuego que fue presentado en los Relatos de Asgard y es recuperado para la ocasión. Aún así, esta sería su primera aparición en el presente según el tiempo del Universo Marvel de la época, comenzando a establecerse ciertas conexiones entre el serial y la colección regular. Esto es muy importante. Lo que en su día denominábamos la Biblia del Universo Marvel es un concepto que podemos ver con los ojos de la actualidad. En aquella época parecían relatos de complemento y poco más. Sin embargo, con esta aparición de Surtur tenemos la ratificación de que se estaba cocinando algo muy importante en ese “relleno”, el cual atesoraba mucha calidad en un pequeño espacio de la revista. Aquí se comenzaba a atisbar su relevancia y que tanto Lee como Kirby estaban escribiendo el primer capítulo de la génesis del universo de ficción. Con el tiempo, vendrían más capítulos, pero el origen de todo comenzó en esta cabecera, no os quepa la menor duda.
A pesar de la estructura desgastada por el uso, la trama se plantea de forma rápida, tiene un desarrollo en la misma tónica y gira en torno a uno de los principales rasgos de Jack Kirby: la acción desbordante. Cada escena está imbuida de un ritmo trepidante en el que no pueden faltar líneas cinéticas y una narrativa que nos hace perder el aliento para seguir su ritmo. El espacio es limitado y hay que explotarlo al máximo, por lo que habría que destacar la capacidad de síntesis de este tándem creativo, capaz de contar mucho en muy poco tiempo. Tenemos la evolución de la tortuosa relación entre Jane Foster y Don Blake; la llegada de Odín a Midgard, que no estará exenta de problemas, al cruzarse con unos rateros de poca monta en un callejón; incluso tenemos tiempo para ver a Heimdall ejercer el papel de eterno protector de Asgard, no solo de los peligros del exterior, sino de los que pueden surgir dentro del propio Reino Dorado.
Pero si hay una aparición que debamos destacar es la de Balder. Tras su presentación en Journey Into Mystery #85, más cercana al cameo que otra cosa, llega el momento de ir desarrollando al rico elenco de secundarios que pululan por los grandes salones de Asgard. Conocido también como el Bravo, Balder es una de las piezas claves en el futuro de la colección y hunde sus orígenes en la mitología germana. Se trata del segundo hijo de de Odín, también citado como Baeldaeg, aunque tendría otros nombres según la lengua que se utilizase. Por ejemplo, en feroés e islandes se le conoce como Baldur, mientras que en el nórdico antiguo es Baldr. Stan Lee emplea el nombre asociado para diversas lenguas entre las que se encuentra el español y el inglés. En esta adaptación marvelita de la mitología escandinava, Balder da muestras desde sus inicios de una lealtad inquebrantable hacia Odín, además de una férrea amistad por Thor. Este trío asgardiano protagoniza aquí su primera historia formando una coalición contra enemigos de Asgard. De ese modo, los autores utilizan muy bien la esencia del género, salpicándolo con unas gotas de fantasía heroica para darle ese tono mitológico que se espera de la serie y sus protagonistas. El resultado es muy satisfactorio en cuanto a la forma de utilizar los conceptos, aunque no estará libre de alguna escena que roza la comedia. El encuentro de Thor y Balder con ese martillo enganchado a las riendas del corcel es un ejemplo perfecto de ello.
Una vez que todos los protagonistas tienen claro su papel, solo queda comenzar la batalla, aunque para ello deben librar el escenario de miradas molestas. El futuro de la humanidad debe preservarse y nadie debe salir herido mientras tanto. A lo largo del enfrentamiento veremos como a pesar del inmenso poder de Odín, sus enemigos no son alfeñiques, pero viendo como el Padre de Todos se deshace de los habitantes de la Tierra cuesta entender que alguien pueda hacerle sombra. Nunca sabremos que dimensión es la que utiliza para desocupar el planeta, pero es una perfecta muestra de lo poderoso que puede llegar a ser un dios como Odín. Una de las características principales de los participantes de esta cabecera es las altas cotas de poder que pueden llegar a alcanzar. No solo el poder crudo de la fuerza sobrehumana, sino otro tipo de poderes que se alejan de nuestra comprensión y que dificultan la ardua tarea de cuantificar la fuerza de este tipo de personajes. Algo que siempre ha obsesionado de alguna forma al fandom marvelita.
Los enemigos son el arquetipo de dos fuerzas de la naturaleza: el fuego y el hielo. Una vez que hemos descubierto que George R. R. Martin era un ávido lector de tebeos Marvel en su juventud, y quién sabe si ahora también, quizá todo tenga más sentido cuando vemos actuar a Skagg. Su envergadura y su capacidad de convertir el agua en hielo no recuerdan un poco a los misterios que encontramos tras el Muro. No obstante, si nos fijamos en las publicaciones de este mismo mes en la editorial, también tenemos otra alianza entre el fuego y el hielo, aunque en las páginas de Strange Tales sucede en el bando contrario. Posiblemente, el tema podría dar mucho más de sí, pero los autores se quedan en la superficie y lo que podría ser una épica canción de hielo y fuego se queda en un pregón de cordel. Eso sí, perfectamente coreografiado por Jack Kirby, que poco a poco va asentándose en una temática que se ajusta a sus inquietudes artísticas y personales. Su relación con los dioses perduraría hasta el final de su carrera profesional como dibujante de tebeos. ¡Bien lo sabe Dios!
A buen seguro se podía haber sacado más provecho del enfrentamiento de las fuerzas primordiales contra el trueno o el creador de vida que representa Odín. Pero no estoy seguro de que hubiera espacio para ello, ni que fuera el momento oportuno. Creo que la manera en la que se dosifica la información y la forma en la que los autores van desarrollando y adaptando la mitología nórdica son acertadas, teniendo en cuenta que estamos ante una serie regular, en la que el continuará constante será la herramienta de enganche principal para el lector. El desarrollo de los personajes aún está en sus inicios, mostrando un pequeño atisbo de plan a largo plazo. Si hay que poner una objeción a algo es al desenlace de la batalla. La enigmática espada de Odín que absorbe el poder de Skagg mágicamente es la misma arma que utiliza Thor para magnetizar a Surtur a un asteroide antes de que descongele el Polo Sur. Es curioso ver como la magia es el as en la manga de muchos guionistas, hasta en la actualidad. Posiblemente, estamos a un paso de ver a Juan Tamariz y su violín invisible al final de un tebeo. Sea como sea, Surtur es detenido hasta otro día. Y no os quepa la menor duda de que volverá.
Finalmente, tras ser sofocada la amenaza, la vida vuelve a la normalidad, si es que la vida de nuestros protagonistas se puede calificar así. De ese modo, volvemos al punto de partida: Thor en Midgard, lejos de Asgard y Odín un poco molesto por ello. Loki, como un niño malo que ha demostrado ser, castigado a trabajar con los trolls. Aquí no ha pasado nada y hasta el mes que viene, donde Stan Lee nos promete drama y suspense. ¿Serán verdad las palabras de Stan? Estad atentos a vuestras pantallas para conocer la respuesta.
VALORACIÓN (1ª Historia):
La historia está un peldaño por encima de lo que hemos podido ver en números anteriores. Pero aún no está a la altura de lo que realmente nos hará disfrutar en el futuro. Es un ejemplo de esa fase intermedia en la que la calidad va subiendo de forma paulatina gracias al trabajo de unos autores con oficio. Quizá abusan de las estructuras clásicas y les falta un poco de desarrollo en los personajes. O más bien digamos que la representación de los protagonistas se estanca en un rol que parece estar abocado a repetirse infinitamente. A estas alturas, Loki necesita un objetivo con más enjundia o un pequeño descanso que permita el nacimiento de más villanos que conformen un buen elenco de antagonistas. Esto es algo que se trabajará próximamente, al igual que todo lo concerniente a Asgard y los diferentes reinos. A pesar de las carencias evidentes de la trama, tenemos un relato muy entretenido con el sello que imprime Jack Kirby a sus obras. El aspecto gráfico comienza a destacar cualitativamente y estoy seguro que el dibujante aporta algo al guión, aunque nunca lo sabremos con total certeza. En definitiva, una historia que comienza a abrirnos camino hacia la imaginación desbordante de unos autores en plena forma y que sirve para ir calentando motores.
RESEÑA (3ª Historia):
Con la segunda historia, Stan Lee nos anuncia su intención de comenzar una serie de biografías que ahonden en el origen de los personajes que viven en Asgard, de manera que el entorno mitológico del Dios del Trueno vaya cobrando forma y consistencia. No obstante, la iniciativa fue olvidada relativamente pronto, ya que el guionista acabó centrando su atención en otras cuestiones. El carácter biográfico apenas duro varias entregas y solo dos personajes acapararon el protagonismo de las mismas. Heimdall y Balder fueron los afortunados. A pesar de todo, el plantel de secundarios y el escenario en el que vivían sus aventuras sí que acabó desarrollándose en uno de los seriales de mayor calidad que publicó la Casa de las Ideas en la década de los sesenta.
Heimdall ya se había presentado a los lectores de Marvel en la parte central de esta cabecera. Incluso había tenido su pequeño papel en anteriores historias, mostrándose como una figura leal a Odín, bajo cualquier circunstancia, al enfrentarse al propio Thor, impidiendo que entrara en Asgard por decreto de su padre. Había quedado identificado como el eterno protector del Reino Dorado, un dios parco en palabras, con un alto sentido del honor y de una inestimable valía gracias a sus aguzados sentidos. Suponemos que Stan Lee decidió que había llegado el momento de contarnos como llegó a ocupar ese distinguido puesto, convirtiéndose en uno de los personajes más respetados de la comunidad Asgardiana. Y eso es lo que tenemos aquí: un relato que bien podríamos definir como una historia jamás contada de Heimdall, narrando el momento en el que adquirió ese estatus tan merecido.
Antes de continuar con la versión marvelita de la mitología germánica, me gustaría resaltar algunos aspectos de la versión original. El nombre de Heimdall es una adaptación a distintos idiomas de su nombre primigenio, Heimdallr, tal y como hacían mención a él en nórdico antiguo, el idioma de los vikingos hasta el 1300 aproximadamente. Heim es un prefijo que se traduce como casa u hogar, mientras que dallr es completamente desconocido. Además, está considerado como el dios guardián del panteón de dioses nórdicos. También es hijo de Odín, lo de Padre de Todos no es un título vacío, sino que tiene muchos visos de realidad, y cuenta la leyenda que tuvo nueve madres gigantes que lo nutrieron con sangre de jabalí. La historia original no tiene desperdicio, la reproduzco textualmente:
En el transcurso de un paseo a orillas del mar, Odín vio una vez a nueve bellas gigantes, las doncellas de las olas, Gialp, Greip, Egia, Augeia, Ulfrun, Aurgiafa, Sindur, Atla e Iarnsaxa, profundamente dormidas en las blancas arenas. El dios del cielo quedó tan enamorado de las hermosas criaturas que, como relatan los Eddas (relatos que describen los mitos nórdicos), se desposó con las nueve y se combinaron, en el mismo momento, para traer al mundo un hijo que recibió el nombre de Heimdall.
Las nueve madres procedieron a alimentar al bebé con la fuerza de la tierra, la humedad del amor y el calor del sol, una dieta que demostró ser tan fortalecedora que el nuevo dios creció completamente en un espacio de tiempo increíblemente corto y corrió a unirse a su padre en Asgard. Encontró a los dioses observando con orgullo el arco iris del puente Bifröst, el cual acababan de construir con fuego, aire y agua, los tres materiales que aún pueden verse en este extenso arco, donde brillan los tres colores principales significativos de estos elementos: el rojo representando al fuego, el azul al aire y el verde a las frescas profundidades del mar.
Pero lo que puede sorprender a muchos es que la historia de Heimdall narra que su percepción era tan extraordinaria que oía crecer la hierba, razón por la cual se le designó guardián de la morada de los dioses, Asgard, y del Bifrost, el arco iris que hace de puente hasta ella. Exactamente igual que el cómic escrito por Stan Lee. Una vez más, los padres del Universo Marvel acuden a la fuente original para incluir la mitología dentro del cosmos de la Casa de las Ideas con bastante fidelidad.
Volviendo a la representación de la deidad que podemos ver en los cómics, lo primero realmente destacable es que Kirby le confiere el aspecto más o menos definitivo. En anteriores apariciones, los dioses de Asgard eran mostrados como guerreros vikingos, ataviados con ropajes propios de la época, pero a medida que los personajes van cobrando protagonismo, el Rey opta por una combinación entre su naturaleza guerrera y un porte más apropiado para figuras de su importancia dentro de un panteón de dioses. Este serial es perfecto para pulir este tipo de aspectos, quedando mejor definidos visualmente el elenco de secundarios de lujo que ofrece esta colección. Posiblemente nos alejemos del canon de superhéroes habitual, acercándonos un poco a una mezcolanza entre mitología y fantasía heroica. No me cabe la menor duda que no había en aquella época un dibujante mejor para poner su capacidad creativa al servicio de Asgard y sus habitantes. El Rey de los Cómics en acción se sumerge en un elemento en el que se mueve como pez en el agua. Una leyenda de la historieta dando formas a leyendas del pasado que pervivirán en el futuro. Una delicia para los sentidos, ya lo creo que sí.
Como ya hemos visto en anteriores ocasiones, por ejemplo en la primera entrega de este serial, Stan Lee combinó mitología con invenciones propias, adaptando las leyendas a su peculiar estilo, aunque hay que reconocer que lo hizo bastante bien. La historia tiene cinco páginas, por lo que no le debió de parecer demasiado importante esa infancia tan particular de Heimdall o su concepción fruto de una especie de orgía de difícil comprensión. De ese modo, tampoco se podía centrar en sus habilidades sensitivas sin más, hubiese quedado un relato algo pobre. O al menos parece lógico pensar que era eso lo que pasaba por la mente de Stan cuando concibió la historia. Al fin y al cabo, eso se despachaba en pocas viñetas.
Para darle más emoción a la adquisición del puesto nada mejor que presentar una competición de poderes. Pensándolo fríamente, el concepto está muy cerca de ser el guión de un chiste o la representación de lo que nos podemos encontrar en una entrevista de trabajo. De hecho, estoy seguro que a más de uno le han preguntado eso mismo en una. Lo curioso es que la escena pierde gran parte de esa emoción, ya que los seguidores de la serie ya sabían el resultado final. Sin embargo, servía para presentarnos a dos nuevos asgardianos, que se unirían al nutrido grupo que iríamos conociendo con el paso del tiempo.
Realmente poco os puedo contar de ambos personajes, los cuales no tienen demasiada repercusión posterior, ni mucha relevancia en la mitología. Gotrón es muy posible que sea una invención de Stan Lee, además de ser esta su única aparición conocida. Agnar sí tiene su base en los poemas de Eddas y se le conoce por su parentesco con el rey Hraudung. No me queda claro si era su padre o su abuelo, pero lo importante es que no es una invención. Tendría más apariciones en su papel de secundario, alguna incluso con los Tres Guerreros. Cabe destacar que sopla un cuerno, que aunque no se mencione sí que forma parte de las leyendas, se trata de Gjallarhorn, la herramienta que utiliza Heimdall para anunciar el Ragnarok en la mitología. Así que cómo podéis ver, todo está conectado y es obvio que los autores conocían, o se habían documentado un poco, las creencias del pueblo escandinavo.
Así llegamos al final de otro capítulo de la Biblia del Universo Marvel, demostrando que en poco espacio se puede contar mucho y muy interesante. Hasta la próxima entrega y que, mientras tanto, Heimdall guarde Asgard. ¡Por Odín!
VALORACIÓN (3ª Historia):
Sinceramente, me cuesta mucho ser imparcial a la hora de valorar estos relatos. Me parecen una genialidad en pequeñas dosis que difícilmente se puede cuantificar su valor, tanto histórico como creativo. Estamos ante dos autores realmente inspirados capaces de mezclar la mitología con un universo de ficción en pleno crecimiento y desarrollo. Épica, fantasía heroica, leyendas, una narrativa y diseño sensacionales y una amalgama de conceptos que van cobrando forma viñeta a viñeta sin apenas esfuerzo para que, al final, tengamos un magnifico escenario sobre el que cimentar uno de los enclaves mágicos por excelencia del Universo Marvel. Es el paradigma perfecto de la magia Marvel. Bajo mi punto de vista, la mejor invitación para visitar un mundo repleto de dioses y la oportunidad de disfrutar de un alucinante viaje donde la fantasía y la imaginación son una constante. Estamos ante la hoja de ruta que todos los autores deben seguir para forjar una leyenda dentro del Universo Marvel. ¡Y en solo cinco páginas! Insuperable.