por Óscar Rosa Jiménez Posiblemente, estemos ante uno de los planteamientos más interesante de todos los que surgieron de la fértil mente de este "dúo dinámico". Actualmente, se han convertido en el foco de atención dentro del universo cinemático, en el que según parece buscan desplazar a los mutantes, debido a que Marvel Studios no posee los derechos sobre los pupilos de Xavier, los cuales permanecen en la Fox. Esto ha provocado que toda una raza, relativamente inexplorada, como la de los Inhumanos se convierta en punta de lanza de un movimiento editorial que aúna los cómics y la pequeña pantalla; algo que ya se puede ver en la serie Agentes de SHIELD y en la colección regular, Inhumano, que surgió tras Infinito, una historia íntimamente ligada a la etapa de Hickman al frente de los Héroes más Poderosos de la Tierra. Por supuesto, también se espera un reflejo de todo esto en las salas cinematográficas, en ese apretado calendario de estrenos en los próximos años, donde Rayo Negro y compañía jugaran un importante papel en el celuloide. Con todos estos elementos encima de la mesa, Panini Comics y SD Distribuciones utilizan su flamante nuevo formato para clásicos para poner en circulación un voluminoso recopilatorio en el que se recupera toda la etapa clásica de los personajes. De ese modo, podemos leer de manera cronológica la evolución de una raza que, con el paso de los años, se fue emancipando de la serie que la vio nacer para introducirse de lleno en un universo cohesionado, que se encontraba expandiendo sus fronteras. Muchos aficionados hubiésemos deseado que la editorial italiana no se decantara por este formato a la hora de rescatar estas historias. Al fin y al cabo, estamos ante un complemento perfecto de la cabecera de los 4 Fantásticos, que se está recuperando en Omningold. En poco menos de un año, este proyecto editorial ha demostrado ser mucho más caro de lo que afirmaron que sería en un principio. Aunque hay que reconocer que precisamente este tomo es uno de los que mejor precio tiene. De todas formas, el retraso a la hora de dar a conocer el importe de cada tomo y las diversas vicisitudes que rodean a las diferentes entregas, como demoras en las fechas de salida o los poco ortodoxos medios por los que se comunican con los potenciales clientes, no ofrecen demasiada confianza en el aficionado. Este mismo tomo ha tenido una serie de problemas añadidos ya que, tras retrasarse su salida, muchos ejemplares han llegado a las tiendas defectuosos, provocando que se tenga que imprimir una nueva tirada, para poder atender las devoluciones, uya fecha hemos conocido hace apenas una semana, momento en el que se ha puesto de nuevo en circulación. No voy a incidir en el horrible diseño de sus portadas, que por mucho que nos quieran vender que es una especie de homenaje al arte pop, en busca de una sincronía con los materiales clásicos de su interior, siguen siendo uno de los mayores atentados al buen gusto que ha perpetrado una editorial en nuestro país. Incluso ha comenzado a surgir una leyenda urbana: si en el lomo del tomo no hay un brazo de un personaje, no quedamos satisfechos con el producto. Los misterios editoriales, ¿quién los entiende? Yo no, desde luego. Pero volvamos a lo que realmente nos importa: los contenidos de este tomo. La elección de los materiales es prácticamente un calco de los dos Masterworks que se publicaron en su momento en Estados Unidos. Gracias a la moda que impera en nuestra querida piel de toro, tenemos un auténtico integral, que se presenta con un tamaño bastante manejable si tenemos en cuenta los mamotretos que se han publicado hasta la fecha. A todo se acostumbra uno, supongo. A pesar de que se podría haber prescindido de algo, en un intento de mostrar un producto menos voluminoso y más barato, la verdad es que ha sido una selección bastante apropiada. Quizá la parte final es la que atesora menos calidad, pero se incluyen curiosidades que probablemente nunca hubiesen visto la luz en nuestro país de otro modo. Ni siquiera creo que hubiese ayudado a que el tomo fuese más barato, por lo que tampoco tendría mucho sentido suprimirlo. Por lo tanto, tenemos una edición bastante completa en ese aspecto, presentando un producto perfecto para conocer de manera íntegra las aventuras de los Inhumanos durante un periodo concreto de su historia. Para ver la primera aparición de esta raza como tal nos tendríamos que trasladar a Fantastic Four #45, aunque Lee y Kirby ya habían dejado algunas pistas en el número anterior, con la presentación de Gorgón. También estaba Medusa, que mucho tiempo antes, en Fantastic Four #36, aparecía como miembro de los Cuatro Terribles, aquellos villanos que pretendían ser la némesis definitiva de la Primera Familia. De ese modo, los padres del Universo Marvel dosificaban la información de unos enigmáticos personajes que se convertirían en unos secundarios de lujo durante algún tiempo. Tanto es así, que la familia real de Attilan estaría ligada de algún modo al fantástico cuarteto. Ya sea con Medusa, como enemiga o aliada, o con Cristal, como novia de Johnny Storm, a lo largo de una buena temporada era difícil no ver la presencia de los Inhumanos en Fantastic Four. Esto provocó que los lectores se sintiesen atraídos por ellos, solicitando en los correos de la época que protagonizaran su propia colección. La historia editorial de Marvel es bastante compleja, y tampoco quiero enrollarme demasiado sobre el tema pero, simplificando un poco, las limitaciones de la Casa de las Ideas, debido a que la distribuidora de sus cómics era su propia competencia, fue uno de los factores determinantes para que esa cabecera no llegase a ver la luz a mediados de la década de los sesenta. No obstante, ambos autores trabajaron en sus primeros números, que tuvieron que ser adaptados a un serial que acabó publicándose en The Mighty Thor, a partir de su número 146. Podríamos pensar que el lugar elegido para contar los orígenes de los Inhumanos es pura coincidencia, pero me inclino a pensar que difícilmente se podría haber hecho en un sitio más adecuado. Debemos tener en cuenta que la cabecera del Dios del Trueno había acogido con anterioridad un extenso serial presentado bajo el título "Tales of Asgard", donde Stan Lee y Jack Kirby adaptaron la mitología nórdica al Universo Marvel. A pesar de las limitaciones propias de la falta de espacio, ambos autores fueron capaces de crear multitud de elementos capítulo a capítulo, dando forma a un concepto que bien podríamos considerar la "Biblia del Universo Marvel". De ese modo, en un entrono tan fértil e imaginativo, el tándem creativo comenzó a desarrollar el origen de una raza, remontándonos a la Prehistoria, volviendo a profundizar en los propios orígenes del universo de ficción que ellos mismos habían creado. A lo largo de siete números, conoceríamos gran parte de los secretos que rodeaban a los Inhumanos, tales como su condición híbrida o que formaban parte de un proyecto evolutivo, realizado por los Kree en nuestro planeta hace millones de años. Pero aparte del origen propiamente dicho de Rayo Negro y los suyos, tenemos una serie de planteamientos que en cierta forma se adelantaban a su tiempo, hundiendo sus raíces en los misterios de antiguas civilizaciones de la humanidad. Se nota mucho la mano del Rey en estas historias, ya que presenta muchas similitudes con obras que realizó en solitario durante la década de los setenta. Prácticamente, estamos ante un boceto de lo que podríamos ver con mayor profundidad en 2001: A Space Odissey y en The Eternals, de la que hablamos en su momento (Artículo 49). Todas tienen en común, y como tema de fondo, la posibilidad de que los extraterrestres vinieran a nuestro planeta, en tiempos remotos, con la intención de alterar nuestra evolución genética. Pero esto sería un tema candente durante buena parte de los setenta, debido en gran medida a la atención que generó el fenómeno OVNI en aquella época, con las conocidas oleadas de platillos volantes por todo el mundo, algo mucho menos en los sesenta. Faltaba casi una década para que Erich Von Däniken y su "Carros de los dioses" copara las librearías. Por lo tanto, para encontrar la posible fuente de inspiración para estos personajes nos deberíamos ir a la mitología sumeria, donde no encontraremos a los Annunaki. Se trata de unos dioses provenientes de las estrellas que vinieron a nuestro planeta, tomaron contacto con las civilizaciones asentadas en Mesopotamia y aceleraron la evolución del Neardenthal hasta convertirlo en Homo Sapiens. En 1964, apenas tres años antes de este serial, Adolph Leo Oppenheim publicaba "Antigua Mesopotamia: Retrato de una civilización muerta", postulando sobre el tema. Además de aprovechar historias recuperadas de antiguas tablas cuneiformes, los autores fijaron su atención en la mitología grecorromana. Solo hay que fijarse en los nombres de algunos integrantes de la familia real de Attilan: Karnak, Gorgón, Tritón y Medusa. ¿Casualidad? Yo diría que no, pero que cada uno extraiga sus propias conclusiones. Aparte de utilizar elementos de lo que muchos consideran una seudociencia, que conectan con autenticas teorías conspiranoicas que llegan hasta nuestros días, Lee y Kirby se dedicaron a desarrollar a los personajes, dotando a cada uno de una personalidad perfectamente definida. Desde el primer momento se hace patente que el soberano de Attilan es el principal protagonista, acaparando toda la atención. El otro miembro de la familia real que toma el relevo es Tritón, cuyo aspecto muestra ciertas similitudes con la criatura que protagonizó "La mujer y el monstruo" (Creature from the Black Lagoon), una película dirigida por Jack Arnold, estrenada en 1954. Otro ejemplo más de la mezcolanza de elementos que utilizaban ambos autores para sus creaciones, siempre ligados a la fantasía, la ciencia ficción y el terror; géneros predominantes en la antecesora Timely/Atlas, cuya reminiscencia impregnó en gran medida el incipiente Universo Marvel. El serial se canceló en The Mighty Thor #152, quedando inconclusa una importante trama. Lee y Kirby habían concebido a la raza de los Inhumanos con aspectos grotescos, mostrando ciertas similitudes con los mutantes. Principalmente establecieron lazos de unión con los hijos del átomo en cuanto al rechazo que sufrían de los humanos. No hay que olvidar uno de los principales temas sobre los que se asienta el universo de la Casa de las Ideas es la de crear personajes tan superpoderosos como humanos. Esa aproximación a la humanidad venía condicionada por una serie de problemas que conectaban con el lector, de manera que de alguna forma se sintiera reflejado en los personajes. De ese modo, esa combinación de miedo y odio hacia lo desconocido generaba que los Inhumanos se escondiesen del resto del mundo. Tras algunos sucesos que presenciábamos en estas historias, había llegado el momento de trasladar Attilan a un lugar seguro para su pueblo. Rayo Negro emprendía una búsqueda que quedó en el aire más de trece años. Peter Gillis se encargó se concluir el periplo del soberano en dos historias de complemento que vieron la luz en What If? #29-30. En un magnífico ejercicio de continuidad, acompañado de los lápices de Ron Wilson, entintado por Joe Sinnott, el mismo que entintara a Kirby durante el serial, teníamos el desenlace de un relato que se desvela como una auténtico homenaje al Rey. Blackagar Boltagon no solo consigue su objetivo, sino que para ello cuenta con la ayuda de los Eternos, otra de las grandes creaciones del legendario autor. Una historia que daba carpetazo a un argumento pendiente, en una época en la que la continuidad tenía importancia y había un máximo respeto tanto por ella como por aquellos que la iniciaron. Curiosamente, tendría que ser en una cabecera que exploraba el multiverso Marvel donde se solucionasen estos cabos sueltos. La forma en que se cuida la estética de la narrativa, en un claro intento por emular el estilo de Kirby, lo convierten en un complemento perfecto que, situado en su lugar cronológico, beneficia la experiencia lectora. Si nadie se fija en los créditos, fácilmente puede pensar que son páginas contemporáneas de las anteriores. El siguiente capítulo en la vida de esta peculiar raza se desarrolló en Marvel Super-Heroes #15. Se trata de una historia, escrita por Archie Goodwin, que acabó en uno de los títulos genéricos de la Casa de las Ideas, después de haber sido rechazada por el exigente Stan Lee como prueba para una posible serie regular. Si bien es cierto que el argumento no es el punto fuerte de la historia, el apartado gráfico es una auténtica delicia, gracias a la labor de Gene Colan. Pocos autores son capaces de trasladar la sensualidad de Medusa y su larga melena como lo hace el maestro, en una demostración de narrativa cargada de dinamismo. En el plano argumental, teníamos la total desvinculación del personaje de los Cuatro Terribles, en un vano intento por intentar que Rayo Negro pueda hablar sin causar la destrucción a su alrededor; una de las maldiciones de tono melodramático que tanto gustaba explotar a Stan Lee. Tras un pequeño intervalo de tiempo, los Inhumanos vuelven a la carga en 1970, dentro de una serie regular, bajo el título Amazing Adventures. A pesar de que Marvel ya no cuenta con las limitaciones exigidas por su distribuidora, los personajes deben compartir cabecera con la Viuda Negra, que también prueba fortuna en solitario. Natasha no cuenta con el apoyo del público y a partir de la novena entrega, la familia real de Attilan se convierte en la única protagonista de la colección. Aunque sus peripecias concluyen solo un número después, dando paso a Hank McCoy, en una historia que cambiaría su vida para siempre. La principal novedad en esta andadura es que los Inhumanos estarían en manos de Jack Kirby como autor completo, hasta poco antes de que se marche precipitadamente de la editorial para trabajar en DC. El Rey se dedica a explotar aquellos aspectos que habían funcionado en historias anteriores. Los Inhumanos sufrían un importante rechazo en su intento por encajar dentro de una humanidad, que no estaba preparada para personas como ellos. Por otro lado, en el seno de esta raza había un peligroso enemigo, Máximus el loco. El hermano de Rayo Negro tiene fijación por el poder y uno de sus principales objetivos es sentarse en el trono del Gran Refugio. En base a esto tenemos una gran cantidad de argumentos que se han desarrollado en la larga trayectoria de los Inhumanos. Podríamos decir que es una de esas constantes a las que siempre pueden recurrir los guionistas cuando quieren contar algo con estos personajes. Aunque es cierto que en esta época aún no se ha sobreexplotado el concepto del villano megalómano, tampoco podemos decir que el tiempo le haya sentado especialmente bien. Además, cuando repite algunos esquemas en la siguiente línea argumental, con el Mandarín como protagonista, es obvio que no estamos ante los mejores números de la colección. Sin embargo, los lápices de un Kirby en plena forma son una auténtica maravilla para los sentidos, quedando patente que la imaginación del autor para representar ciertas ideas no tiene límites. La marcha del Rey propició la llegada de Roy Thomas, el eterno sucesor en la mayoría de títulos de Marvel durante la década de los setenta. El guionista viene acompañado de Neal Adams, lo que supone toda una revolución gráfica y narrativa, dejando para el recuerdo auténticas estampas en movimiento. Esta pareja creativa ha dejado su impronta en algunas etapas que han permanecido en la retina de los lectores, convirtiéndose en grandes clásicos imperecederos. Quizá esta sea una obra menor dentro de la que podríamos considerar su trilogía en la Casa de las Ideas, pero no deja de ser un conjunto de historias interesantes y de buena factura. Thomas continúa incidiendo en el papel de megalómano que representa Máximus, enfrentado a la nobleza de Rayo Negro, cuyos valores son totalmente contrarios. Continuaremos con los Vengadores, en especial Thor, como invitados, junto a un tímido intento de poner en la mesa temas sociales como el racismo y la política. Todo tratado de una manera muy superficial, enmascarándolo en un ambiente superheroico al más puro estilo Marvel. El mayor punto de interés radica en que las aventuras comienzan a adquirir una mayor coralidad. Hay protagonistas más destacados que otros, pero entran en escena con más frecuencia un mayor número de personajes. Tras la marcha de Thomas y Adams la serie se vuelve más convencional. No obstante, Gerry Conway, con un funcional Mike Sekowsky, intenta explorar ese nexo de unión entre los Inhumanos y los mutantes, poniendo frente a ellos a Magneto. El amo del magnetismo está lejos de la evolución que presentaría en manos de Chris Claremont, por lo que volvemos al habitual esquema: villano obsesionado con conquistar el mundo, que debe ser detenido por aquellos que no son aceptados por la humanidad. El concepto había perdido fuerza a medida que se desarrollaba mientras iba pasando de mano en mano. Parecía que nadie era capaz contar algo especialmente novedoso tras la marcha de sus creadores. Sin embargo, este aspecto no se resiente en el apartado gráfico, ni en la lectura, que es bastante entretenida. Quizá el problema radica en la falta de interés por profundizar en las raíces de los personajes, algo que no pasaría desapercibido a los sucesores, especialmente a Doug Moench. Antes de entrar de lleno en la primera serie regular que ostentó el título de los Inhumanos, Roy Thomas se encargó de cerrar la trama que había quedado pendiente en Amazing Adventures. Para ello, utilizó un número que supone el preludio a "La Guerra Kree/Skrull" (Artículo 13), donde volvía a formar pareja creativa con Neal Adams. Asimismo, se estrechaban los lazos de unión entre los creadores y sus creaciones, en lo acabaría convirtiéndose en un prólogo de su propia cabecera. Si hay algo admirable en la nueva "hornada" de guionistas, que irrumpió en Marvel durante la década de los setenta, es ese afán por resolver todos los interrogantes que quedaban pendientes en cualquier título de la Casa de las Ideas, por intrascendentes que pudieran parecer. En este mismo tomo tenemos multitud de ejemplos que protagonizaron los propios Inhumanos durante esta época, aumentando la sensación de universo cohesionado con hábiles herramientas narrativas, pero sin demasiados recursos ni facilidades. Sin duda el paradigma perfecto de lo que era Marvel en su "Edad de Plata" y por la que se ganó el sobrenombre de Casa de las Ideas. Esa es, probablemente, una de las características que más me gustan de este compendio, agrupando pequeñas joyas en un contenedor con el que experimentas un viaje cronológico que parece realizado en un mismo momento, pero en realidad fue concebido a lo largo de algo más de una década. Si esto no es la magia de Marvel, que baje Dios y lo vea. Doug Moench es el encargado de escribir la nueva cabecera protagonizada por los Inhumanos que, en esta ocasión no necesitan títulos genéricos, ni usurpar espacio en otras colecciones. Han dejado atrás una etapa oscura y compleja de su vida editorial para afrontar una nueva andadura, que se prolongaría durante doce entregas de cadencia bimestral. En el apartado gráfico tenemos, principalmente, a George Pérez y a Gil Kane. Ambos se van turnando hasta que, en la fase final, toma el relevo Keith Pollard. Pérez está lejos del estilo barroco que le haría famoso pero, a pesar de su juventud e inexperiencia, apunta maneras en un trabajo muy sólido. Kane demuestra, una vez más, por qué es considerado uno de los maestros del cómic americano, dominando perfectamente esa narrativa tan característica en él. Quizá el punto débil es Pollard, aunque su trabajo no me parece desdeñable. En conjunto, visualmente, tenemos un resultado bastante bueno en líneas generales. Asimismo, Moench comienza a explorar el aspecto cósmico de los Inhumanos. No deja de lado la constante amenaza que supone Máximus, que permanece como un peligro latente capaz de explotar en cualquier momento. Sin embargo, el principal tema argumental es la conexión existente entre los Kree y los Inhumanos, considerados una raza experimental inferior, la cual pretenden utilizar como carne de cañón en su Guerra de las Tres Galaxias. De nuevo se recupera ese concepto de universo cohesionado, al ser una trama que se ha desarrollado en The Avengers o Captain Marvel, dos de los títulos que se han hecho eco de la amenaza que supone la raza Kree para la Tierra. Este sucedáneo de Star Wars integrado en el corazón del Universo Marvel presenta interesantes conceptos en manos de Moench. El más importante es explorar que pasaría si los Kree intentasen recuperar a sus creaciones genéticas para utilizarlas en sus planes bélicos, dando como resultado una rebelión por parte de una raza que comienza a sentirse como un exiliado en su propio planeta de nacimiento. Aquel rechazo que plantearon Lee y Kirby pasa al siguiente nivel, haciendo patente que los Inhumanos deben encontrar su hueco en el mundo. Además, gracias al guionista, la familia real de Attilan queda retratada en una combinación perfecta entre una entrañable familia y una regia soberanía que debe guiar los pasos de todo un pueblo. Bajo este rol destaca especialmente Rayo Negro que, sin pronunciar una sola palabra, se erige como un monarca absoluto y el faro capaz de alumbrar el camino de toda una raza. Gracias a la estupenda labor de los dibujantes, junto a la prosa de Moench en los cuadros de texto, el personaje no tiene la necesidad de hablar para transmitir momentos cargados de tensión y dramatismo. A partir de ese momento, el monarca de Attilan es, sin lugar a dudas, el mejor personaje de todo el elenco de protagonistas que presenta un título coral como este. Atrás quedaron las historias protagonizadas por personajes individuales, esta es la colección dedicada a una raza, por lo que hay una amplia representación de la misma, incluso introduciendo creaciones de nuevo cuño. A pesar de la corta duración de esta serie regular, los temas introducidos por Moench son sumamente interesantes. A lo largo de prácticamente dos años, el guionista trata temas de corte social, como la libertad y la esclavitud; los aspectos políticos de una raza tan belicosa como los Kree; el amor y el sacrificio; o las inmensas posibilidades de una invasión extraterrestre lejos de los maniqueos recursos de épocas pretéritas. Además, en esa búsqueda de la seguridad para el Gran Refugio, los Inhumanos partirán al espacio para llegar a la conclusión de que se sienten a gusto en la Tierra, a pesar de no haber sido demasiado bien acogidos por sus habitantes. Su condición de híbridos alienígenas los convierte en originarios de esta bola de barro, por lo que posiblemente no hayan buscado en la dirección correcta un lugar adecuado para su pueblo. De ese modo, se cerrará el círculo volviendo a nuestro planeta, jugando así su papel dentro de la Guerra de las Tres Galaxias. Un argumento que tendrá que concluir en la colección del Capitán Marvel, durante la etapa de Scott Edelman y Al Migrom. Una vez más se repetía la historia… Creo que Moench acierta de pleno en su interpretación de los personajes y a la hora de abordar los diferentes temas. Estamos ante un autor que desde sus inicios ha destacado por trabajos que se han convertido, con el paso de los años, en auténticas obras de culto entre los aficionados. Desde su etapa en Creepy ha dado muestras de ser un escritor con intención de transmitir ciertas ideas en el trasfondo de sus argumentos. Quizá no sea algo excesivamente complejo, ni especialmente rebuscado, pero sí da muestra de tener una prosa mucho más fluida para su época, transmitiendo ideas interesantes. Esto provoca que un concepto como los Inhumanos cobre vida en su manos, evolucionando de manera natural hacia el camino marcado por sus creadores. Hay megalómanos y extraterrestres, por supuesto que sí, pero bajo una nueva pátina, renovando los conceptos y vigorizando a los personajes hasta hacerlos conectar con el lector. El resultado es una serie bastante sólida, muy entretenida y perfectamente imbricada dentro del Universo Marvel, con apariciones de invitados incluidas. Sin lugar a dudas, el plato fuerte de un voluminoso tomo, cuya parte final decae un poco. Tras los dos episodios de la cabecera protagonizada por el Capitán Mar-Vell, de los cuales quizá se podrían haber ahorrado el primero, tenemos Fantastic Four Annual #12. Se trata de una historia escrita por Marv Wolfman y dibujada por Bob Hall y Keith Pollard. Si bien es cierto que el relato es bastante flojo, demasiado largo y tarda bastante en coger ritmo, al final destaca por concluir algunas subtramas que habían quedado pendientes de la serie regular. Principalmente todo lo relacionado con lo que sucedía en el Gran Refugio durante la ausencia de la familia real. Estaba claro que iba a desarrollarse una revolución, pero el lector de la época se tuvo que quedar en ascuas cuando se ataban todos los cabos, salvo que no se hacía mención a esa temible amenaza que se cernía sobre Attilan, proveniente de uno de sus propios habitantes. Todo ello lo resolvió Marv Wolfman en un anual, en el que aprovecha para incidir en el apartado cósmico de todos los protagonistas. Y también para cerrar un argumento que quedó pendiente sobre un villano de Nova, cuya serie también fue cancelada. Podría decirse que mató dos pájaros de un tiro… El siguiente extra es una historia que se publicó de complemento en Thor Annual #12. En ella, Peter Gillis utiliza la retrocontinuidad como herramienta para narrar una especie de historia jamás contada de los Inhumanos, la cual conecta con el origen de Cuervo Rojo, un personaje de la Golden Age que fue recuperado por Thomas durante su etapa en The X-Men. Después tenemos un relato originario de Marvel Fanfare #14, protagonizado por Mercurio que, como suele ser habitual en él, le cuesta hacer amigos y adaptarse a su entorno. Parece que su papel de mutante inadaptado le persigue allá donde va. Mary Jo Duffy y Al Weiss se encargan de mostrarnos este capítulo de la vida del corredor mutante. Finalmente, tenemos varias historias procedentes de la serie cómica Not Brand Echh, en la cual parodiaban a los personajes de la Casa de las Ideas, incluso alguno de la competencia. Quizá, de todas las que se incluyen, la mejor sea la primera, en la que Lee y Kirby explotan su vis cómica con bastante acierto, aludiendo a las "virtudes" de un matrimonio tan especial como el de Gristal y la Cerilla Humana. Hay otra muy interesante que parodia el formato de tira semanal, pero la más floja es la que protagoniza una Merluza demasiado enamoradiza, dando lugar a cameos de personajes famosos del cine y la televisión. De todas formas, suponen un buen ejemplo de la importancia que supuso la creación de los Inhumanos en su momento, llegando a aparecer en multitud de títulos de la editorial. Como un extra representativo no está mal. Qué duda cabe que es una mejor opción que la posibilidad de que permanezcan inéditos. Dicho todo esto, ahora solo les queda tomar la difícil decisión de si este integral ofrece un producto de suficiente calidad como pagar su precio. Sea cual sea vuestra decisión, tened en cuenta que la verdad está ahí fuera y los Inhumanos fueron los primeros en descubrirla. |
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