SACHS & VIOLENS
por Óscar Rosa Jiménez


La década de los noventa fue un momento convulso para la industria del cómic en general, y para Marvel en particular. Tras el éxito de obras como Watchmen de Alan Moore o El regreso del Caballero Oscuro de Frank Miller, daba comienzo una época oscura en la que de las viñetas surgían personajes rudos abrazando con fuerza el concepto del antihéroe, utilizando la violencia como vehículo para contar historias, quedando atrás la profundidad y la doble lectura que ofrecían las dos obras maestras del cómic que todos buscaban imitar. Además, la espantada de la Casa de las Ideas de una serie de autores que en aquel momento estaban en la cresta de la ola para fundar su propia editorial no hizo más que inflar una burbuja económica en el medio que no tardaría en explotar, cuyas principales consecuencias se pondrían de manifiesto cuando Marvel se reveló al borde de la quiebra, mientras se veía inmersa en una batalla sangrienta entre millonarios especuladores como Ron Perelman. A su vez, DC Comics ponía en marcha su línea dirigida a un público adulto, Vertigo, donde se abordaban todo tipo de géneros, prácticamente desde un punto de vista del cómic de autor, incluyendo sexo y violencia explícitos. En este escenario, la Casa de las Ideas decidió recuperar una línea con la que en el pasado había cosechado éxito y ganancias, para intentar acercarse a ese segmento de público que podría estar escapando hacia productos de la competencia; de ese modo, en la década de los noventa resurgía Epic Comics.

Como ya hemos comentado en más de una ocasión en esta sección, Epic Comics fue una línea que nacía con la intención de que los autores publicaran bajo el sello Marvel sus creaciones, pero sin perder los derechos sobre ellas. Bajo esa condición surgieron interesantes y buenas obras como cierto vagabundo amante de la fondue de queso (artículo 40), un policía que odiaba a los superhéroes con tendencias estilistas propias del sadomaso (artículo 47), o la siempre interesante saga cósmica orquestada por Jim Starlin personificada en Dreadstar (artículo 30), entre otras muchas. En esta reencarnación del concepto original, Epic sería rebautizada como Heavy Hitters, que se traduciría como Pesos Pesados, posiblemente en alusión a los autores implicados en este relanzamiento de la línea. Entre ellos se encuentran la leyenda del cómic norteamericano Joe Kubert, que daría vida a Tor, y Howard Chaykin que alumbró su Midnight Men, así como obras de menor calado o de un interés cuestionable como Dragon Lines de Ron Lim. No obstante, el que se consideraría como título principal de este resurgir cual ave fénix sería el título que nos ocupa hoy: Sachs & Violens.

Los autores de esta miniserie de cuatro números son el guionista Peter David y el dibujante George Pérez. Ambos son autores de prestigio dentro del mundo del cómic americano, principalmente en el género de superhéroes, donde han cosechado un gran éxito, dejando para el recuerdo algunas etapas emblemáticas tanto en Marvel como DC, por lo que podríamos decir que constituyen un mínimo de garantía de calidad. El extenso currículum de David cuenta con una larga trayectoria al frente de la cabecera protagonizada por Hulk; un periodo muy significativo con el grupo de mutantes Factor-X; la creación de Miguel O'Hara, una versión futurista de Spiderman ambientada en el año 2099; y una importante etapa en la que redefinió a la figura de Aquaman, uno de los pilares de la Liga de la Justicia de DC Comics, entre otros. Asimismo, Pérez fue el encargado de ilustrar Crisis en Tierras Infinitas, el evento que sirvió de punto de inflexión al Universo DC a mediados de los años ochenta; fue una pieza clave en el crossover más esperado de todos los tiempos entre los Vengadores y la Liga de la Justicia; revitalizó a los Jóvenes Titanes, que bajo su lápiz se convirtieron en los Nuevos Titanes; y junto a Kurt Busiek devolvió su esencia a los Héroes más Poderosos de la Tierra. Sin duda, dos auténticos pesos pesados del cómic mainstream que encajaban a la perfección con el nombre de la nueva línea.

La idea surgió de Peter David, que tenía en mente desde hacía tiempo realizar una miniserie protagonizada por una modelo bondage y un fotógrafo veterano de guerra. En un principio estuvo implicado el dibujante Lee Weeks, llegando incluso a realizar algún boceto previo, pero al final el proyecto recayó en manos de George Pérez. Ambos artistas habían colaborado recientemente en la miniserie en formato prestigio Futuro Imperfecto, tras la cual el artista tuvo una experiencia tan satisfactoria que admitió que le gustaría volver a colaborar con el guionista. De ese modo, David le comentó que tenía un proyecto en mente que quizá le interesaría y así fue. Según recuerda el propio guionista, sería Pérez el que aportaría algunas ideas que ayudaron a definir a la protagonista de la miniserie como convertirla en una chica hispana. Además, aunque es algo poco conocido, el ilustrador es un gran aficionado al fetichismo y ha escrito y dirigido varios cortometrajes para la compañía Double Trouble Productions, protagonizados por superheroínas de estética fetichista, por lo que el planteamiento de David tenía elementos que conocía bien, algo que se vio perfectamente reflejado a lo largo de la obra, en la que puso de manifiesto sus conocimientos sobre el tema. Entre las curiosidades del germen del proyecto cabe destacar que se realizó con el famoso método Marvel, en el que Pérez ilustró la historia tras recibir un argumento de David. El dibujante no tenía muy claro el nivel de permisibilidad de la Casa de las Ideas, por lo que se sorprendió cuando vio el resultado final, donde los diálogos incluían tacos o ciertos desnudos parciales no eran convenientemente tapados por bocadillos. Esto revirtió en la fase final de la historia, en la que Pérez se desató dejando atrás la cautela inicial, dando rienda suelta a su arte en lo referente a desnudos y sexo, sin llegar a mostrar nada explícito, pero si en consonancia con el título del proyecto.

La historia hunde sus raíces en un tema candente durante los noventa, las películas snuff. Se trata de vídeos domésticos en los que se muestra el asesinato o la tortura de personas para su posterior comercio en el mercado negro. Enmarcado dentro de las leyendas urbanas, el término nos retrotrae a 1971, cuando sale a la luz el libro de Ed Sanders The family: The story of Charles Manson's dune buggy attack battalion, centrado en los cruentos asesinatos de Charles Manson contra la actriz Sharon Tate en su casa de Berverly Hills a finales de los sesenta. En 1996 sería el eje central del thriller de suspense Tesis, dirigido por Alejandro Amenábar, que cosecharía un notable éxito de crítica y público. David acomoda la trama a una combinación entre la denuncia social, el cine de acción y el género de superhéroes, dando como resultado una historia con un marcado tono adulto sumamente entretenida, destacando especialmente la construcción de los protagonistas, algo habitual en la obra del escritor. El desencadenante es la brutal muerte de una joven actriz durante una película snuff, amiga de la modelo erótica Juanita Jean Sachs que, tras conocer las siniestras circunstancias del fallecimiento de la chica, decide enfundarse una sensual indumentaria, complementada con un látigo, para llevar a cabo su particular justicia. Por otro parte, Ernie Schultz, un veterano fotógrafo bélico que vivió en primera persona los horrores de la guerra de Vietnam, atraído por la belleza de Sachs hace lo posible porque esta no resulte herida en su misión, convirtiéndose en su pareja de baile en esta batalla contra la corrupción y los más bajos instintos del ser humano. De ese modo, este dúo comienza una cruzada contra una organización que no solo comercia con vídeos escabrosos y violentos, sino que también está metido en la prostitución infantil y en actos terroristas. Así comienza la historia de Sachs y Violens, que se verán envueltos en una espiral de sexo, violencia y pasión desenfrenada, haciendo honor al juego de palabras que da título a la miniserie.

Al contrario que en muchos cómics publicados durante la turbulenta década de los noventa, Sachs & Violens incluye grandes dosis de violencia y sexo, pero no de forma gratuita, sino al servicio de una historia que desprende cierta denuncia social partiendo de los bajos fondos de la ciudad de Nueva York y culminando en los callejones oscuros de Nueva Orleans durante pleno Mardi Gras, el famoso carnaval de esta población, perfecto para desinhibirse y dejarse llevar por los placeres de la carne antes de que comience la cuaresma. A su vez, los protagonistas están perfectamente retratados. Sachs es una joven hispana, hija de militar, con entrenamiento en artes marciales y un carácter fuerte y pasional, que es incapaz de mirar hacia otro lado ante las injusticias. A su vez, Violens, apodado así durante su periplo en Vietnam, es un fornido y maduro hombre que quiso dejar atrás su pasado de violencia para dedicarse a la fotografía erótica, pero se siente tan atraído por Sachs y no puede quedarse al margen por temor a que resulte herida. Ambos constituyen una combinación de sexualidad y contundencia que da como resultado una pareja que desprende tensión sexual mientras se convierten en un dúo de heroicos justicieros. Dos estereotipos de mundos tan diferentes se dan la mano para mostrar una nueva faceta del justiciero, entroncando con la moda de los noventa, pero sin caer en sus excesos ni en sus vacuas intenciones. En definitiva, un tebeo con el sello de Peter David, el cual no suele defraudar y esta miniserie es un buen ejemplo de ello.

El propio guionista ha revelado en alguna ocasión que tenía planes para más historias de esta peculiar pareja, pero que nunca llegaron a materializarse, incluida una novela gráfica. Alguna trama ambientada en Hawái o la posibilidad de situar a Sachs como empleada de la campaña de un candidato a la presidencia con un sospechoso parecido a Bill Clinton, el cual intentaría propasarse con ella, provocando así todo tipo de nuevas situaciones. No obstante, nada de eso se llevó a cabo, ya que era un trabajo que requería demasiada dedicación de George Pérez, mientras el dibujante tenía otros encargos y acababa fichando por el sello editorial Malibú, donde cobraba tres veces más por página que en Marvel. A su vez, David no contemplaba la posibilidad de continuar con otro dibujante, por lo que el proyecto quedó estancado, dejando atrás la idea de continuar con una creación propia y ambos se centraron en su trabajo para las dos grandes editoriales del mercado estadounidense en años posteriores. A pesar de todo, Peter David rescató a los personajes mucho después en Fallen Angels #19, una serie de su creación que se publicó primero en DC Comics y, posteriormente, en IDW Publishing. Incluso contó con una portada de Pérez, que de manera simbólica daba su bendición para la presencia de sus criaturas en una obra ajena a él. En 2006, DC Comics también recuperó la miniserie original en un tomo recopilatorio, del que posiblemente procedan los materiales del volumen publicado por la editorial Dolmen en 2017. Sin embargo, aún hay constancia de otra aparición de los personajes, que fueron utilizados por Black Phoenix Alchemy Lab, una compañía dedicada a la fabricación de perfumes utilizando como temática a los superhéroes. En agosto de 2009 lanzaron una línea de perfumes basada en los personajes de Sachs & Violens, cuyas ganancias fueron destinadas a Hero Initiative, una fundación sin ánimo de lucro dedicada a ayudar a los creadores de cómics que necesitan asistencia médica y sanitaria.

Cabe la posibilidad de que entre la avalancha de novedades mensuales la recuperación de esta miniserie por parte de la editorial Dolmen en 2017 haya pasado totalmente desapercibida. De hecho, un servidor no le prestó la debida atención en su momento, aunque no fue demasiado tarde cuando me percaté de su publicación. Aunque a lo largo del tiempo que lleva esta sección hemos hablado de publicaciones de prácticamente todas las editoriales españolas, creo que es la primera vez que le toca el turno a Dolmen, cuyo catálogo suele ir por otros derroteros muy diferentes a los de los cómics Marvel, salvo en esta ocasión puntual. Hablar de precios y formatos a estas alturas resulta un poco complejo, pero baste decir que me parece una edición muy digna en tapa blanda y con un precio bastante asequible para aquél aficionado curioso que quiera echarle un vistazo a la obra. El encuadernado es bastante sólido y la reproducción es buena, aunque debo reconocer que a mí el coloreado de ciertos tebeos de los noventa no me termina de gustar. Entiendo que se le quiso dar un tono más oscuro para ir en consonancia con la temática de la trama, pero a mí no me convence demasiado. No obstante, hay que recordar que esta no es la primera edición de esta historia, que ya fue publicada en su momento por Forum en un tomo de similares características al de la nueva edición en Colección Libros Epic Vol. 1 #3. Por otra parte, los lápices barrocos de Pérez y su particular narrativa lucen igual de siempre, a pesar de que las fechas de entrega propiciaron que el dibujante tuviese que recurrir en la fase final al entintado de Art Nichols y Arne Starr. Pérez admite que nunca le gustó demasiado este hecho, ya que no eran capaces de reflejar el nivel de detalle que requería su trabajo. Sin embargo, aunque este aspecto se aprecia un poco en los últimos números de la miniserie, la calidad gráfica apenas se resiente. Dolmen reedita esta historia de sexo y violencia donde podemos ver recuperado un trabajo de autor de dos grandes del cómic mainstream en el que silbarán las balas y crujirá el látigo, poneos cómodos y que comience la acción.

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