por Óscar Rosa Jiménez Sinceramente, desconozco si O’Neil sabía que no le quedaba mucho tiempo en el título protagonizado por Iron Man, pero sus últimos ocho números tienen un tono ligeramente diferente. En todo momento, el escritor ha trazado planes a largo plazo, con diferentes subtramas que se alargan en el tiempo. Sin embargo, durante este periplo final opta por ser bastante autocontenido, dejando más o menos todos los argumentos resueltos. Esto provoca que afrontemos la conclusión de la etapa como pequeños capítulos en la nueva vida de Tony Stark, que tras recuperarse de la mayoría de sus problemas, tiene que afrontar qué quiere hacer en esta nueva fase de su existencia. De ser un reconocido playboy, un millonario y el dirigente de una de las multinacionales más importantes del mundo, pasó a ser un borracho indigente cuya adicción estuvo a punto de costarle la vida. Ahora, tras el suicidio de Stane, debe recoger las cenizas de su enfrentamiento y ordenar su vida en todos los aspectos, incluyendo su alter ego Iron Man, al que considera responsable en gran parte de la mayoría de los males que le han acaecido durante los últimos tiempos. De hecho, uno de los primeros pasos es construir una nueva y mejorada armadura, cuyo alucinante poder será puesto a prueba en estas páginas, poniéndose de manifiesto que este nuevo Hombre de Hierro ha sufrido una importante renovación tanto por dentro como por fuera. Como cualquier fase de recuperación que se precie, todo depende de las personas en las que te apoyes. Esto es algo que tendrá muy en cuenta O’Neil, ya que optará por incluir diferentes personajes del Universo Marvel, tal y como sucedió en el volumen anterior . De ese modo, se constata que Tony volvía a confiar en sí mismo y sus posibilidades, además de contar con sus viejos amigos para cualquier necesidad. James Rhodes dejaba atrás su época como Iron Man, no sin cierto anhelo a la adicción que parece provocar el uso de la armadura, regresando a su faceta de fiel amigo de Tony, así como la de piloto experimentado. Otro de los secundarios que permanece a su lado es Clytemnestra Erwin, que tras la muerte de su hermano debe decidir si acepta una importante oferta como astróloga o permanece unida al nuevo proyecto de Stark, que los llevará al mismísimo espacio. Pero algo realmente importante es que el regreso del Hombre de Hierro original va aparejado de su regreso a las filas de los Heroes más Poderosos de la Tierra, aunque en este caso en concreto sea a su rama ubicada en la Costa Oeste. De nuevo parece que esta cabecera es el lugar más idóneo para que el Vengador Dorado anuncie de forma oficial su unión a los Vengadores Costa Oeste, mientras que en el título escrito por Steve Englehart le dedican más atención a otras cuestiones. Otra pieza clave para la recuperación de los bienes de Tony será Hank Pym, gracias al cual podrá experimentar su versión particular de “Viaje alucinante”, pero en esta ocasión no por el interior del cuerpo humano, sino en las entrañas de una máquina, uno de los últimos legados que le dejó Stane antes de morir. Y es que el grupo de vengadores liderados por Ojo de Halcón tendrá una importante presencia a lo largo de este tomo, o al menos una parte importante de ellos. Primero apoyando a Iron Man contra IMA y, posteriormente, se invertirán los papeles cuando el Vengador Dorado ayude a Clint y a Pájaro Burlón a detener por segunda vez al nuevo y mejorado Hombre Gigante: Erik Josten. Se trata de una secuela de la historia publicada en The Invencible Iron Man Annual #7, donde el recién estrenado equipo tuvo que vérselas con una amenaza de grandes proporciones, literalmente hablando. En esta ocasión, O’Neil quiere dejar al villano en un encarcelamiento más seguro, legalmente hablando, que el rancho que sirve de base al grupo. Tengo que reconocer que hay ciertos aspectos de esta historia que resultan poco creíbles. Quizá lo más destacable es el hecho de que tanto Clint como Bobbi se comporten de esa forma tan temerosa, cuando han demostrado ser capaces de derrotar a enemigos tan poderosos como este Hombre Gigante, al que parece que le tengan miedo. Por no hablar de la actitud individualista del propio Iron Man, que ni por un momento se plantea que los tres puedan trabajar en equipo, sino que solo el poder de su armadura será capaz de derrotar a este fenomenal villano. Desde luego, va en contra de toda filosofía de equipo, a pesar de que se entiende que están en la serie regular del Cabeza de Lata. Aún así, teniendo en cuenta la buena labor del guionista en la caracterización de los personajes a lo largo de su etapa, me da la sensación de que aquí retuerce un poco la realidad para amoldarla a su guión. El Rancho de Palos Verdes será también testigo de la visita de Ka-Zar, el señor de la Tierra Salvaje. Aunque esto se producirá durante un fill-in escrito por Danny Fingeroth, un editor y guionista que tendrá un papel importante en el siguiente volumen de la colección, siendo una pieza clave en la etapa de transición antes del regreso de dos viejos conocidos de esta cabecera: David Micheline y Bob Layton. Esta entrega contaría con la presencia del magnífico dibujante Paul Ryan, que ese mismo año crearía D.P. 7 para el Nuevo Universo, poco antes de aterrizar en Fantastic Four, quizá uno de sus trabajos más recordados dentro de la Casa de las Ideas. Uno de los aspectos más extraños es ver a Lord Plunder sin su fiel amigo Zabú, que permanecerá junto a Shanna durante esta aventura, en un momento delicado dentro del seno de la pareja. El otro punto que llama la atención es la duda que lo corroe, lo que le confiere una importante falta de confianza en sí mismo. Esto nos lleva a que ambos personajes, Iron Man y Ka-Zar, vivan una experiencia en el rancho que los lleve a superar sus inseguridades. La herramienta que utiliza Fingeroth para “curar” a estos dos héroes será el villano autodenominado Arreglador, siendo el segundo personaje del Universo Marvel que adopta ese nombre, aunque actualmente lo conocemos como Tecno. Estamos ante una creación de Stan Lee y Jack Kirby, que debutó en Strange Tales #141, dentro del serial protagonizado por Nick Furia, que vendría a ser la versión marvelita de El agente de CIPOL, la famosa serie televisiva de la época. Norbert Ebersol fue un niño prodigio para la mecánica, siendo reclutado por Hydra como agente especial. En su primera aparición se aliaría con Mentallo para poner en serias dificultades el cuartel general de SHIELD. Más tarde pasaría a formar parte de los Señores del Mal, liderados por el Barón Zemo, convirtiéndose en un enemigo habitual de los Vengadores o cualquiera de sus integrantes. Además, tendría un papel muy importante en los Thunderbolts, tanto durante la etapa escrita por Kurt Busiek como en la orquestada por Fabian Nicieza. Con una estética que nos recuerda un poco a una versión tecnológica del carismático Trampero en su segunda época, el villano intenta robar la armadura de Iron Man, como si de un vulgar carterista se tratara, en una escena que resulta un poco chanante en plena década de los ochenta. Afortunadamente, Ka-Zar sabrá poner en su lugar correspondiente a un villano que tardaría aún bastante tiempo en demostrar su potencial. Pero haciendo honor a la verdad, no todo serían aventuras autoconclusivas, O’Neil también construiría varios argumentos que se desarrollarían a lo largo de esta fase final de su etapa. En anteriores artículos sobre esta etapa hemos podido ver que los villanos empleados por el de Misuri han sido generalmente poco carismáticos, presentando una amenaza a su vez poco convincente. No obstante, es en estos compases finales donde tenemos a supervillanos de cierto peso dentro del Universo Marvel. Posiblemente el más importante y el que tendría un mayor trasfondo en estas historias es la organización conocida como IMA (Ideas Mecánicas Avanzadas). Se trata de un cártel criminal cuya principal meta es alcanzar el poder mediante avances tecnológicos. Sus miembros son mercenarios y brillantes científicos que pondrán al servicio de sus intereses todas sus investigaciones y descubrimientos. Nació en las páginas de Strange Tales como enemigo natural de SHIELD, siendo una rama de Hydra, otra de las organizaciones enemigas de los hombres de Furia. Su líder se hace llamar el Científico Supremo, pero como suele pasar en este tipo de grupúsculos criminales, suelen estar sometidos a diferentes guerras intestinas por ostentar el puesto. En esta ocasión, una de esas rencillas internas pondrá a Iron Man en el ojo del huracán para intentar evitar los diferentes ataques terroristas de esta organización criminal. Entre ellos cabría destacar uno de sus objetivos: Boca Caliente. Se trata de una nueva ubicación ficticia que se integraba al Universo Marvel desde The Invincible Iron Man #207, por obra y gracia de O’Neil. Como suele ser habitual en este tipo de creaciones, destaca por sus similitudes con entornos tan reconocibles como Cuba o el Caribe, añadiéndole el particular ingrediente de la Casa de las Ideas. Además, si añadimos una crisis de misiles, pues la verdad es que no se puede decir que se deje mucho margen a la imaginación. ¿O sí? La presencia de IMA trae consigo el regreso de MODOK, cuyo nombre viene de las siglas en inglés “Mobile Organism Designed Only for Kill”, que traducido sería “Organismo Móvil Diseñado Solo para Matar”. Este personaje aparecía por primera vez en Tales of Suspense #93, aunque su origen no sería detallado hasta Captain America #133. Originalmente era George Tarleton, un agente y técnico de bajo nivel que fue empleado por IMA. Fue escogido al azar por Lyle Getz, su líder en ese momento, para ser el sujeto de un experimento de mutación controlada, en contra de su voluntad. Fue sometido a una gran dosis de radiación celular y a numerosas operaciones de bioingeniería, que lo transformaron en una criatura grotesca de una gran inteligencia y poderes psiónicos. La idea era que MODOK utilizara sus recién adquiridas habilidades con el Cubo Cósmico, pero acabó volviéndose contra sus creadores tomando el control de la organización criminal. Aquí no estaría en su mejor momento, ya que tras su último enfrentamiento con el Capitán América no salió muy bien parado, siendo utilizado por Yorgon Tykkio, un miembro de IMA con ciertas aspiraciones, como herramienta para encargarse de Iron Man. La otra línea argumental de cierto peso a lo largo de este volumen estaría relacionada con dos personajes del pasado de Iron Man: Bethany Cabe y Madame Máscara. La primera de ellas es posiblemente uno de los personajes más interesantes que surgieron de la primera estancia de Micheline y Layton al frente de esta cabecera. Dentro de los intereses románticos que ha tenido Tony a lo largo de los años, esta guapa mujer presenta ciertos aspectos distintivos como su carácter particularmente fuerte. Es alguien diametralmente opuesta a la pecosa secretaria de los inicios de la colección, y no tiene nada que ver con espías de la Sala Roja soviética, ni nada similar. Bethany se presentaba como la jefa de seguridad de Industrias Stark, una mujer de armas tomar, qué duda cabe, pero también sería una pieza clave y el hombro en el que apoyarse cuando Tony tuvo que superar su primera crisis alcohólica. Esto generaría unos fuertes lazos entre ambos, a pesar de que finalmente acabaron separándose. O’Neil la recuperó al final de esta segunda crisis de Tony, y ahora nos descubre una trama en la que está involucrada Madame Máscara, otra antigua relación del playboy, también relacionado con otro de los legados de Stane que, a pesar de haber muerto, aún no había dicho la última palabra. Entre las etapas clásicas de Iron Man más injustamente olvidadas se encuentra una que escribió Archie Goodwin. Aunque el personaje fue presentado por Stan Lee y Gene Colan en el histórico Tales of Suspense #97 bajo el nombre de Gran M, y al número siguiente conoceríamos su nombre real Whitney Frost, sería en manos de Goodwin donde desarrollaría todo su potencial, adquiriendo la identidad de Madame Máscara. A pesar de ser hija del mismísimo Conde Nefaria, que la bautizó como Giulietta Nefaria, y líder de la organización mafiosa conocida como la Maggia, acabaría dejando atrás su faceta criminal para vivir una intensa relación con Tony, sobre la que planearía siempre cierta desconfianza. Ahora regresa para intentar cobrarse una venganza largamente postergada, pero tendrá que enfrentarse también a otro viejo amor de Stark para conseguirlo. Un particular triángulo amoroso que tiene ecos del pasado, pero que podríamos decir que se sitúa en un periodo de suspense mortal de necesidad. Uno de los aspectos realmente sólidos de esta etapa ha sido el apartado gráfico. Tras la marcha de Luke McDonnell aterriza en la cabecera Mark D. Bright, cuya andadura en la colección no había hecho más que empezar, a pesar de la marcha de O’Neil. Tras curtirse en los años setenta en DC Comics, pasaría a trabajar para Marvel a principios de los ochenta, llegando a ilustrar el final de la serie Power Man & Iron Fist antes de recalar en la cabecera del Hombre de Hierro. Más tarde sería conocido por dibujar las dos miniseries que cambiaban el rumbo de Green Lantern bajo el significativo título de “Amanecer Esmeralda”, hasta que dejaría el mundo del cómic por los storyboards; aunque recientemente colaboró puntualmente con la editorial Valiant. El trabajo de Bright viene refrendado por el dúo de entintadores formado por Ian Akin y Brian Garvey, los cuales ayudaron a mantener una cohesión gráfica a lo largo de buena parte de la etapa. De ese modo, volvemos a tener, aunque sea en última instancia, afianzada la parte gráfica, mientras en los guiones O’Neil llegaba al ocaso de su etapa. Llegados a este punto, aunque esperamos seguir hablando de los posteriores tomos de la colección que Panini irá recuperando, solo nos queda valorar en su justa medida la etapa escrita por O’Neil, la cual me parece en líneas generales bastante interesante y entretenida. Si bien es cierto que comparada con otras coetáneas y de mayor repercusión posterior está claramente un escalón por debajo, también es justo tener en cuenta que durante los ochenta el nivel medio de las series publicadas por la Casa de las Ideas fue bastante alto. No obstante, habría que destacar su capacidad para desarrollar con mayor profundidad lo que supone una crisis alcohólica, y de una forma más adulta, cruda y realista. Vemos como Tony se va degradando poco a poco, sin que la situación se solucione de forma apresurada. También tenemos una buena caracterización de los personajes y unos argumentos que giran en torno a ellos, mostrando diversas evoluciones, principalmente Jim Rhodes, que es quizá uno de los que más sale beneficiado de esta etapa junto al propio Tony. La figura de Obadiah Stane eclipsa un poco al resto de villanos que aparecen, pero esto es debido a que lo que realmente explora el guionista es el lado humano de los personajes. Ya sea por el momento delicado que atraviesa Tony o por el empeño en superar el reto de ser Iron Man que debe soportar Rhodes. En definitiva, una etapa bastante larga con sus pros y sus contras, algo habitual en este tipo de permanencias dentro de una cabecera regular, pero que quizá la balanza decaiga más sobre los aspectos positivos. Con esto llegamos al punto final de un momento en la vida de Iron Man, que regresa en su papel de caballero moderno de brillante armadura dispuesto a salvar el mundo. Esto ha sido el fin de una época pero, como suele ser habitual, también será el principio de otra. |
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