MARVEL GOLD CAPITÁN AMÉRICA: EL HOMBRE BAJO LA MÁSCARA
por Adamvell


Seguimos con el repaso de los Marvel Gold del Capitán América, iniciado con el artículo sobre el tomo de Marvel Gold Capitán América: La Leyenda Viviente.

Llegados a este punto, la colección ya había cogido velocidad de crucero, y Stan Lee se podía permitir el lujo de volverse autorreferencial, porque los fans estaban encantados con las sagas anteriores y aplaudirían con las orejas una revisitación de algunas de ellas.

Para ello, Stan y Jack retomaron el concepto de los Durmientes. La Saga del Cuarto Durmiente sirvió también, cómo no, para el regreso de Cráneo Rojo, y además para la presentación de un grupo variopinto de lugartenientes suyos, los míticos Exiliados, que cubrían la crème de la crème de los enemigos de los Estados Unidos: nazis, chinos, rusos, italianos fascistas... el caso es que dicho grupo llegó a dar bastante juego. La amenaza del Cuarto Durmiente sirvió para poner contra las cuerdas una vez más al Capitán América y llevarlo por la senda de la acción y la espectacularidad, al tiempo que fortaleció sus lazos con SHIELD y Sharon Carter, la Agente 13.

En la siguiente saga, Cráneo Rojo volvió a la carga sin solución de continuidad. Esta vez, para secuestrar a Sharon Carter, en la típica y tópica historia de novia-rehén... solo que, claro, Sharon no es cualquier novia, y sigue desmarcándose del cliché. Cuando el héroe de las barras y estrellas llegó a rescatarla y fue capturado él mismo, es Sharon la que se sacó de la manga sus trucos de agente de SHIELD para liberarlos a los dos, indicando además expresamente que no había intentado escapar antes porque sabía que Steve iba a intentar rescatarla...

Seguidamente, llegamos a una serie de números que bajan el listón. Se trata de unas historias de típicos enfrentamientos con villanos del montón que carecen bastante de interés, y pese a contar con Kirby al dibujo se sienten poco relevantes. La vuelta de Batroc acompañado del Espadachín y Power Man; un episodio contra el Trampero; otro recontando el origen del personaje... Lo más destacable de estos números es el debut de un nuevo enemigo con mucho potencial y que llegaría a dar mucho juego en el futuro: el Doctor Faustus, que en este capítulo daría el modelo de sus futuras apariciones con su intento de jugar con la psique de su antagonista.

Así, la llegada del siguiente autor se recibe como una bomba creativa: acababa de llegar Jim Steranko, y en tan solo tres números le dio la vuelta a la serie como un calcetín hasta el punto de que esos tres números siguen siendo recordados hoy en día como lo mejor de la serie, teniendo un gran impacto en los autores del presente. Nadie se atreve a guionizar la serie del Capi sin haber leído primero esos tres números.

Steranko se reveló espectacular, épico, detallista, mezclando superhéroes con arte-pop. Incluso los notables agujeros en la trama se perdonan sin problemas ante el despliegue de creatividad y composición con el que el autor nos regala los ojos. Si pensabais que las splash pages de Kirby eran espectaculares, preparaos ahora para las increíbles dobles splash pages de Steranko... composiciones arriesgadas, varios niveles de lectura en la misma viñeta, narrativa impecable... todo lo que se pueda decir del arte de Steranko es poco.

En cuanto a la trama de esos números, lo primero que ocurre es la rehabilitación del personaje de Rick Jones, que de mascota del Capi pasó a convertirse de facto en su compañero real, en el siguiente Bucky, traje incluido, cumpliendo así su sueño de fan; el mismo que nosotros teníamos de acompañar a nuestro héroe. No obstante, la absurdez del planteamiento se destapó a la primera refriega. El Capi, que en un principio no quería otro compañero tras la muerte de Bucky, fue convencido inesperadamente por Rick para dejarle ser su nuevo compañero, pero en cuanto entran en acción se dio cuenta de su terrible error. Rick era un gran muchacho, pero carecía del entrenamiento necesario, no tenía suero del Supersoldado ni ninguna ventaja adicional. Era una locura llevarlo a la acción así. No obstante, nuestro cabeza alada insistió en intentar entrenarle, solo para conseguir que el pobre muchacho quedara totalmente frustrado: no solo ante sus propias limitaciones, sino ante el recuerdo y la comparación de Bucky. Rick jamás estaría a la altura, aunque tanto él como el Capi se negaran a reconocerlo en un primer momento. El sueño psicodélico de Rick soñando con Bucky es todavía hoy copiado, referenciado, y nunca superado por los autores posteriores. Apenas un puñado de páginas que quedaron en el imaginario del personaje por siempre.

¿Por qué Steve cometió la imprudencia de llevar a Rick consigo? La respuesta es que seguía desesperado por encontrar su lugar en los tiempos modernos. Seguía perdido, no sabía bien lo que hacía todavía. Steve era un mar de inseguridades en cuanto no estaba en mitad de una batalla. Su criterio fallaba.

La amenaza de Hydra a través de Madame Hydra, futura Víbora, fue un mero vehículo para que Steranko desplegara toda su imaginación. La resolución de la historia fue muy tramposa, de todos modos. Chirría totalmente. Pero lo perdonamos, al igual que ciertas licencias con personajes como los Vengadores (¿de verdad la Visión o Thor pueden quedar noqueados por un gas? ¿Puede el Capi realmente tumbar a Hulk de una patada, aunque sea momentáneamente?). Además, al final de la historia Rick salió realmente reforzado en su papel. Cuando el Capitán América pareció morir, él no se rindió, por muy deprimido que estuviera, siguió peleando, se probó a sí mismo más allá de lo que parecía prudente y aprobó el desafío. Aunque realmente no había mucho más desarrollo ahí, y Stan lo sabía. Rick Jones era, al fin y al cabo, un chico normal. Por mucho que se empeñara Steranko, Stan Lee se deshizo de él como compañero a la menor oportunidad en cuanto desapareció el artífice de su situación.

Entre medias de los capítulos de Steranko, y dado que el bueno de Jim no llegaba a la fecha de entrega, nos encontramos con un número de Jack Kirby. Este fill-in, que no sería nada especial ya que se limitaba a repasar la trayectoria del personaje, lo es por otra razón: el Rey lo dibujó entero en un fin de semana. Y aunque se nota un poco, es increíble el acabado conseguido en ese tiempo...

Tras la marcha de Steranko, la serie no quedó huérfana. En un primer lugar se hizo cargo John Romita Sr.. Duró tan solo un número, lo suficiente como para que el Capitán América, en un alarde de machismo e inseguridad, exigiera a Sharon Carter que dejara su trabajo en SHIELD, por peligroso... y de que ella se negara a ello, dando muestras del carácter del personaje. Además, precisamente en ese capítulo, Sharon se mostró como una agente de SHIELD capaz y eficaz, por lo que la reivindicación del Capi se revelaba todavía más estúpida. Steve, dolido, enrabietado, se sintió herido y dejó a Sharon con un palmo de narices, en una muestra más de que algo no marchaba bien dentro de su cabeza. La negativa de uno de sus pocos lazos afectivos con el presente a satisfacer su requerimiento derivó en una pataleta infantil indigna de un adulto maduro como el que sería Steve en el futuro. Que Stan Lee destacara la capacidad de Sharon precisamente en este episodio, es una pista de que su intención última era dejar en ridículo la actitud machista del Capi, por mucho que en otras ocasiones se pudiera acusar al propio The Man de machista en sus cómics.

Tras Romita Sr., tomó el testigo el gran Gene Colan, que no permitió lamentarse mucho tiempo al bueno de Steve. El Centinela de la Libertad anduvo deprimido con el desenlace del capítulo anterior, nuevamente solitario, hosco, y, en definitiva, deprimido. Cráneo Rojo reapareció una vez más para salvarle de su autocompasión, nuevamente recurriendo a algo ya visto en la serie: Cráneo había recuperado el Cubo Cósmico. Con él, intercambió sus mentes. Mientras Cráneo se quedó con el cuerpo y la vida del Capi, éste se vio atrapado en los del villano.

En un primer lugar, Cráneo se divirtió haciéndole la vida imposible al Capi: fue perseguido por la policía, de la que debía escapar, y recurrir a sus amigos Vengadores tampoco fue la mejor idea, ya que no consiguió convencerles del truco, y lógicamente le tomaron por el villano. Mientras tanto, Cráneo se había hecho con la vida de Steve Rogers. Y estaba disfrutando. Se hacía adular, se rodeaba de chicas, de lujo. A su retorcida forma, disfrutó de su nueva condición en un curioso giro de los acontecimientos. Aunque despreciara a sus aduladores, en el fondo el orgullo de Cráneo estaba henchido de gozo por la atención y la adoración. Y aprovechando la coyuntura, Stan Lee hizo que Cráneo Rojo despreciara a Rick Jones como compañero del Capi, lo que motivó al joven a dejar la serie dolido con el Centinela de la Libertad... y así se cumplía el deseo de Stan de no tener por ahí rondando a Rick.

Cuando Cráneo se hartó de jugar con el Capi en su entorno habitual, decidió ir un paso más allá en su humillación y lo envió a la Isla de los Exiliados, que odiaban a Cráneo, para que acabaran con él. La razón última por la que, estando en posesión del Cubo, Cráneo no se limitó a acabar con su enemigo, dice mucho de su personalidad y de cómo funciona su cerebro...

El caso es que con esta maniobra, y en teoría sin saberlo, Cráneo Rojo le acabó de otorgar a Steve Rogers el compañero que necesitaba para adaptarse a los tiempos modernos. Alguien que no viniera de la Segunda Guerra Mundial, ni se pareciera a Bucky, ni con quien relacionarse sentimentalmente. Alguien diferente a él pero a la vez su igual, de raza negra, que simbolizaba los nuevos tiempos y la nueva América que hasta ahora no comprendía, y que le decía que Steve sí tenía un lugar en ella. Sin una relación de dependencia, sino de pura y dura amistad. Justo lo que el Capi necesitaba. Me estoy refiriendo, por supuesto, a Sam Wilson, el Halcón.

Dejando de lado la rocambolesca historia de su origen, el Halcón se convirtió en el ancla que el Capi necesitaba para situarse en la realidad. Tras un entrenamiento personalizado, Sam Wilson, junto con su halcón amaestrado, Ala Roja, fueron vitales para conseguir que Cráneo Rojo, una vez más, perdiera el poder definitivo del Cubo Cósmico. Pensemos en semejante bautismo de fuego: el Halcón, a lo sumo un buen atleta, ya que por aquel entonces no había adquirido todavía sus alas, se enfrenta en su debut a un villano con poder infinito... y salió airoso del trance. Huelga decir que el Centinela de la Libertad acabó recuperando su cuerpo.

Si bien su relación no se afianzó de primeras, se despidieron como amigos y se podía observar al Capi pletórico en presencia del Halcón, y de cómo volvió a desinflarse cuando se separaron. No obstante, algo había cambiado. Súbitamente, el Centinela de la Libertad empezó a preguntarse cosas. Las aventuras del Capi tornaron en un ansia por conocer la nueva realidad de su país, analizando manifestaciones, injusticias, protestas estudiantiles, viajando ... aunque esto quedaría afianzado en los siguientes números.

No obstante, el "Centinela del Machismo" no pudo perder la ocasión de volver a la carga. Ya que Sharon se negaba a dejar SHIELD, el Capi se las arregló para que la agente y Nick Furia aceptaran que la primera se limitara a trabajo de oficina. El problema es que nuestro vengador de las barras y estrellas se volvió a meter en un lío y, para sacarle de él, Sharon tuvo que volver a ponerse en peligro... y lejos de agradecérselo, el Capi la acusó de mentirle. Un desastre con patas, y si alguien dudaba de la intención de Stan, creo que este capítulo lo deja meridianamente claro.

Con todo, el proceso de curación había empezado. Steve Rogers comenzaba a salir del pozo de la depresión. Estaba en vías de convertirse en el hombre que todos conocemos: el, muy seguro de sí mismo, Capitán América.


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