MARVEL GOLD CAPITÁN AMÉRICA: LA LEYENDA VIVIENTE
por Adamvell


A veces resultan curiosas las percepciones que tenemos de las cosas. Podemos distorsionar la realidad de manera inconsciente para adaptarla a la idea preconcebida que tenemos de esto o aquello, de modo que reforzamos una creencia popular aunque ésta sea hasta cierto punto errónea.

¿Que qué tiene esto que ver con el Capitán América? Muy sencillo. Tenemos la percepción de que este mítico personaje fue rescatado por Stan Lee para el Universo Marvel después de haber vivido grandes aventuras durante la Segunda Guerra Mundial en la editorial Timely, precursora de la misma Marvel, convirtiéndose en un icono de masas de dilatada y exitosa trayectoria. Y es verdad: Stan Lee rescató al personaje. Pero, ¿tuvo realmente ese éxito arrollador en su primera etapa?

El personaje fue creado en 1941 por Joe Simon y un primigenio Jack Kirby, cuando los Estados Unidos todavía no habían entrado en la guerra, pero ya habían escogido un bando. Su éxito fue inmediato, convirtiéndose en un superventas absoluto, sobre todo cuando finalmente los EE.UU. se vieron inmersos de lleno en el conflicto bélico, con la oleada de patriotismo subsiguiente. Pero acabada la guerra, el Capitán América desapareció totalmente de la circulación en 1950. Había quedado desfasado. El éxito inicial se tornó en muy poco tiempo en lo que realmente era: una moda creada al son de la guerra. Una que no se sostuvo en cuanto terminó el conflicto. Para que nos hagamos una idea de la escala temporal de las cosas, la primera serie de Alpha Flight de Marvel duró bastante más tiempo que este Capitán América. Es más, el personaje tuvo un intento de relanzamiento tres años más tarde, en 1953, que fue un fracaso absoluto. Duró menos que cualquier relanzamiento que Marvel intentara con el grupo canadiense, por seguir con el mismo ejemplo. Así pues, el personaje estaba acabado, trasnochado, sin posible interés para nadie a partir de entonces. Cuando comparamos al Capitán América con Batman, Superman o Wonder Woman, debemos ser conscientes de que más allá de un momento de fulgurante y puntual popularidad, el personaje no se mantuvo.

¿Cómo fue entonces que su retorno tuviera tanto bombo y platillo? Por un lado, el nuevo Universo Marvel estaba despegando y había toda una ola de positividad en torno a él, de manera que una posible vuelta del personaje tenía viento a favor. Además, aunque fuera una moda, fue una muy exitosa mientras duró, de manera que de alguna manera seguía instalado en la mente de bastante gente. Y por otro... por otro lado está Stan Lee, maestro de maestros del hype, del marketing y del autobombo. Quizá hubiera cierta nostalgia por el personaje, pero estoy seguro de que Stan Lee la magnificó de manera que se convirtió en el gran retorno, el truco de magia para hacer imprescindible a un personaje que tuvo su momento y se deshizo como un azucarillo. Poco tiempo atrás había conseguido traer de vuelta al Hombre Submarino con cierto éxito, e ir a por más personajes de Timely era una apuesta obvia. Descartada la Antorcha Humana por haber reciclado ya el concepto en los 4 Fantásticos, con el joven Johnny Storm, la elección más lógica era el Capitán América. Y el bueno de Stan hizo muy bien su trabajo, ya que su retorno fue definitivo: el Capitán América había vuelto y lo había hecho para quedarse.

El tomo de Marvel Gold Capitán América: La Leyenda Viviente nos guía de manera acertada a través de esa reintroducción del personaje en el Universo Marvel moderno. Tras una prueba hilarante (por mala) en el serial de Strange Tales, protagonizado por la Antorcha Humana, en el que un villano llamado Acróbata se hacía pasar por el buen Capitán y detenía a la Antorcha con una fregona mojada, Stan Lee debió pensar que, si aquello había sido bien recibido, una buena historia sería un éxito total. Era 1963, diez años después del último y fracasado intento. Así, su vuelta oficial se produjo a bombo y platillo un año después, en 1964, en The Avengers #4, en el que unos sorprendidos Vengadores rescataban de un bloque de hielo al hibernado Steve Rogers. En él, descubrimos la muerte de su compañero de aventuras durante la guerra, Bucky, y asistimos a su unión al grupo como a un clavo ardiendo. Ambos números se incluyen al inicio del tomo, de manera que podemos observar de primera mano cómo se fraguó su vuelta paso a paso.

Ese mismo año, el Capitán América comenzó a vivir sus nuevas aventuras en solitario en la cabecera Tales of Suspense, que ya recogía las historias primigenias de Iron Man. Ambos compartieron la colección a partes iguales. Los mismos Stan Lee y Jack Kirby se pusieron a ello, apostando fuerte por el personaje y convirtiéndolo enseguida en la parte más interesante de Tales of Suspense.

En un primer lugar, establecieron el tono y el estatus del personaje en el nuevo Universo Marvel: un nostálgico desubicado que se sentía desplazado continuamente, sin otra vida que la mansión de los Vengadores y sus misiones, lleno de recuerdos y acuciado por su soledad. Steve Rogers ni siquiera parece existir, no tiene vida propia, ya que incluso cuando está descansando lleva enfundado su traje y su máscara. Así, se lanza de cabeza a la acción en cuanto se presenta la oportunidad, en una suerte de válvula de escape que le permite no pensar en lo deprimido y solo que se encuentra. Como curiosidad, hay que destacar que es en estos capítulos en los que debuta Edwin Jarvis, mayordomo incansable de los Vengadores, y a ratos única compañía del vengador de las barras y estrellas. Siguiendo la estela de sus aventuras en los Vengadores (Marvel Gold Los Vengadores: La Llegada de los Vengadores), el Capi se ve acompañado en sus historias por Rick Jones, una especie de sustituto patológico de su fallecido compañero Bucky. No obstante, no duraría mucho. Tras unos pocos episodios, entre los que destaca la rivalidad con el Barón Heinrich Zemo, la colección toma esa nostalgia como suya pasando a narrar sus aventuras junto a Bucky en la Segunda Guerra Mundial, dejando de lado la actualidad.

Es en estos episodios cuando la serie empieza a ser interesante de verdad. Lee y Kirby se esfuerzan por recordar lo importantes que fueron sus aventuras en los 40, reforzando así el aura mítica de personaje con bagaje, cosa que los demás héroes de la casa no podían decir. De este modo, asistimos a un personaje mucho más integrado, centrado y decidido, quedando claro que su situación anímica en la actualidad se debía a su especial situación después de haber sido sacado del hielo. Inevitablemente, asistimos al capítulo de rigor con el origen del Capitán América. Además, Lee y Kirby aprovecharon para presentar situaciones que darían juego posteriormente en el Universo Marvel del momento, como la reintroducción de Cráneo Rojo y su rivalidad con el Capitán América, un personaje que en una sola aventura queda definido como su archienemigo de siempre y preparado para su debut en la época moderna. Además, como gran parte del drama del personaje en el presente giraría alrededor de la muerte de Bucky, al mostrarnos a la pareja actuando como grandes compañeros, los autores logran que los lectores alcancen la capacidad de empatizar con Steve, al haber podido observar de primera mano sus desventuras juntos: Bucky se convierte en alguien real, y no un fantasma del pasado. En ese sentido, cabe destacar la acertada inclusión en el tomo de Panini de una aparición del Capi en la colección del Sargento Furia y sus Comandos Aulladores, también en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, complementando así esta peculiar etapa de la serie.

Eso sí, estaba claro que esto no podía durar para siempre de manera que, una vez recordado a los lectores su pasado histórico y bélico, tocaba volver a narrar las aventuras del presente, y es aquí donde empezamos a ver los frutos de las semillas plantadas. Asistimos al debut de Cráneo Rojo en la Era Marvel, nada más y nada menos que con la más que conocida línea argumental de "Los Durmientes", robots escondidos por los nazis en el pasado para ser reactivados en el caso de perder la guerra. Vimos el combate con Cráneo Rojo como una continuación de la Segunda Guerra Mundial, como si por ellos no hubiera pasado el tiempo, ganando en el proceso el Capitán América más confianza y personalidad, empezando a adquirir esa aura de personaje imbatible en combate, que siempre tiene una solución al más intrincado de los problemas. No sólo eso: tras unos pocos números, nuevamente volvería Cráneo Rojo, estableciendo ya totalmente su estatus como el gran villano del personaje, con otra de esas sagas para recordar: la primera Saga del Cubo Cósmico, precursora de cualquier otra saga de Marvel con un villano omnipotente, donde la épica y la acción son ya arrolladoras. Definitivamente, esta colección había despegado, se había unido al selecto grupo de cuatro o cinco grandes series de Marvel, esas que habían escapado a las aventuras más sencillotas, tontorronas y hasta infantiloides. Las que dieron prestigio a la Casa de las Ideas en los 60: 4 Fantásticos, Spiderman, Thor, Dr. Extraño... y Capitán América.

Por el camino, Stan y Jack nos siguieron regalando, como quien no quiere la cosa, momento histórico tras momento histórico. Así, asistimos encantados al debut de personajes que serían vitales en el futuro de Steve Rogers, y de grandes villanos que lo han acompañado hasta la actualidad. Conocimos a Batroc (¿Batgoc?) el Saltador, el habilidoso mercenario con honor, que tan pronto puede ser tu peor enemigo como tu mejor aliado. Además, vimos al increíble Adaptoide, más tarde Superadaptoide, otro enemigo de esos a los que parece imposible batir, sobre todo conforme va adaptando los poderes de todos los Vengadores. O la llegada del grotesco y malvado MODOK, con su diseño original, desagradable y fascinante a partes iguales, junto a los apicultores de IMA, Ideas Mecánicas Avanzadas. Y nos presentaron a la Agente 13, Sharon Carter, el amor de la vida del Capi, que como todas las novias de Stan Lee de la época, hacía el papel de damisela en apuros a la par que de amor imposible. Pero en este caso se desmarcaba un tanto del cliché, ya que Sharon era toda una agente de SHIELD, que sabía valerse por sí misma y que tenía un sentido del deber análogo al del propio Steve, lo que daría lugar a situaciones contradictorias entre ambos personajes. Otra peculiaridad de la relación, que la diferenciaba de otras de la época, es que Sharon Carter conocía la identidad secreta del Capitán América, aunque en este caso fuera casi irrelevante: Steve casi no existía, hasta el punto que sorprende verlo vestido de civil, de manera que, en realidad, Sharon estaba enamorada del Capitán América, no de Steve. Todo un tour de forcé creativo a la altura de cualquier otro que nos podamos imaginar del dúo formado por Stan y Jack.

El Capitán América no tenía un solo momento de respiro, de tranquilidad, aunque realmente lo prefiriera así. Entre líneas se podía ver a una persona que pasaba por una tremenda depresión fruto de la desconexión con su pasado, por su compañero muerto, por su inadaptación al mundo moderno... pero que se negaba tanto a reconocerlo como a rendirse a ella, saltando de un clavo ardiendo a otro con tal de no pararse a pensar un momento. En el instante en que tenía un poco de paz, su tristeza era palpable en cada diálogo. Y para añadirle una vida más ocupada todavía, el Capi inició una relación oficial con SHIELD, al mismo tiempo que empezó a forjar lazos de amistad que le permitirían comenzar a encontrarse mejor. Si antes nos referíamos a Sharon Carter, ahora estamos hablando de Nick Furia, quien le serviría de conexión entre pasado y presente al ser ambos ya conocidos de la Segunda Guerra Mundial.

El tomo termina con el inicio de la colección del Capitán América propiamente dicha, que a la altura del número 100 de Tales of Suspense se apropia de la cabecera que hasta ahora compartía con Iron Man, manteniendo así la numeración bajo un nuevo título: Captain America. El Hombre de Hierro, por su parte, pasó a protagonizar su propia colección empezando con un número 1 en la portada. Para celebrarlo, compartió aventura con Pantera Negra, forjando una nueva amistad para el Capitán América, mediante la cual T'Challa fue sugerido como miembro de los Vengadores por el propio Capi (Marvel Gold Los Vengadores: ¡Unidos en Combate!). El Universo Marvel conectado empezaba a mostrar su potencial.

¿Qué vamos a decir de los autores que no se haya dicho ya? Son Stan y Jack. Si cabe destacar algo sobre todo lo demás, es la franca evolución que se observa en Jack Kirby a lo largo del tomo. Si el Kirby del comienzo es eficaz y creativo, pero sencillo, hacia el final ya es el Kirby espectacular que todos admiramos, el de la tecnología imposible, el de las splash pages impresionantes, el de las perspectivas imposibles y la sensación de grandiosidad. Al que se le nota que disfruta con cada pincelada. Entre medias hay algún capítulo debido a otros dibujantes como un desconocido Jack Sparling o Gil Kane, pero nada demasiado destacable, ni en número ni en calidad.

Stan Lee, por su parte, podía estar satisfecho: el relanzamiento del otrora desfasado personaje se había culminado con éxito. Todo quedaba preparado para que la colección se situara en lo más alto de la mano de Stan y Jack... y aunque era cierto que lo mejor estaba aún por llegar, curiosamente no fue por parte de estos dos autores. A la vuelta de la esquina esperaba... Jim Steranko.

Pero esa es una historia para otro Omnigold, y otro artículo de Excelsior. ¡Próximamente, en sus pantallas!


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