Continuamos con este humilde prolegómeno de cara al regreso triunfal de uno de los héroes más característicos de la Edad de Oro. Seguimos respondiendo a la pregunta que más de uno se haría en el 64... por Victor Dolz Con su personaje ya establecido, Simon y Kirby continuaron con pulso firme su trabajo en la colección, produciendo entrega tras entrega un cómic dinámico y divertido que seguía batiendo récords, siempre rondando el millón de copias vendidas. Es difícil poder valorar a día de hoy el éxito de este cómic, puesto que las circunstancias de la época eran únicas, como ya se ha comentado. Según avanzaban los meses la participación de Estados Unidos en el gran conflicto bélico que azotaba el mundo se antojaba cada vez más inevitable. El ciudadano de a pie demandaba algo de esperanza y ver a un tipo luciendo su bandera mientras pateaba traseros nazis ayudaba. No obstante, no hay que dejarse engañar por los tópicos. El Capitán América era mera propaganda, es cierto, pero Simon y Kirby no dejaron del todo de lado la aventura y la ciencia ficción más pura. Al fin y al cabo, cada número constituía una antología de relatos y no debía ser plato de buen gusto ver una y otra vez lo mismo. No entraré en detalles, pero entre nazi y nazi, el Capitán América y Bucky se enfrentaban a villanos estrafalarios. Ya se tratara de un científico que se disfrazaba de insecto para saquear museos... ...un doctor que creaba monstruos para sus propios fines... ...o un Circo del Crimen, con su Jefe de Pista particular, que seguramente resultará muy familiar a más de uno (especialmente si ha estado siguiendo este proyecto, claro). Aunque en este campo siempre destacará Cráneo Rojo, que a pesar de que tan solo aparece en los números tres y siete, durante el primer año, lo hace siendo el enemigo más notable de todos y el único en repetir. Con permiso de Hitler, claro. Pero no todo era malvados con caras de malas pulgas en esta época. En un relato de texto incluido en Captain America Comics #4 hicieron su debut los Jóvenes Aliados, un "grupo multirracial de jóvenes patriotas", tal y como se les describía en esa primera aparición. Se trataba de una pequeña banda de chavales liderada por Bucky y conformada por distintos amigos suyos bastante estereotipados, cuyas únicas armas eran sus propios puños y su exacerbado patriotismo, lo que les bastaba y sobraba para hacer frente al mismísimo ejército nazi. La idea es rocambolesca como poco, pero no tardaron en obtener su propia publicación, Young Allies, cuyo primer número vio la luz en verano de ese mismo año. La serie siguió publicándose estacionalmente durante cinco años hasta su cancelación en su número veinte. En la etapa reciente de Ed Brubaker al frente del destino del Capitán América se han dejado fuera de continuidad la gran mayoría de historias de los Jóvenes Aliados debido a su falta de verosimilitud. Pero el aspecto importante con el que hay que quedarse es que esta serie expandió el pequeño mundo del Capitán y le ayudó a interactuar con otros personajes de la casa. Al tratarse nuevamente de una antología, no era extraño encontrarse con relatos en los que el Capi compartía protagonismo con la Antorcha Humana. E incluso el flamígero compañero de esta última, Toro, formó parte del grupo. La popularidad del personaje en los calurosos meses de aquel verano parecía no tener límites. Su propia colección se le quedaba corta y no tardó en aparecer en cuanto nuevo título se le ponía a tiro. El caso más destacable fue el de All Winners Comics, una nueva antología pero cuyo valor como radiografía de la Timely de la época es incalculable. Una historia del Capi por Simon y Kirby, otra de la Antorcha por Carl Burgos o una de Namor a cargo de Bill Everett eran los platos fuertes. Y es que todos aquellos personajes no parecían tener techo. Ríase usted de la sobreexplotación de Lobezno o Spiderman. Volviendo a la serie madre, Simon y Kirby permanecieron a cargo del título durante todo un año. Firmaron diez entregas, la última de las cuales se publicó con fecha de enero de 1942. Lamentablemente, el vil metal privó a toda una generación de seguir disfrutando del talento de estos dos monstruos del noveno arte, como ha sucedido otras tantas veces. Martin Goodman pagaba a ambos un porcentaje verdaderamente risible de los enormes beneficios que obtuvo la compañía por su trabajo. Las fuentes hablan de unos 150 dólares para ambos, así que cuando se les ofreció la oportunidad de cobrar más del triple en National Comics (la actual DC), es obvio que no se lo pensaron dos veces. Editorial y autores iniciaron negociaciones en secreto durante 1941 y con la llegada del nuevo año ambos ya se encontraban paciendo en otros pastos, encargándose de revitalizar a Sandman o creando un nuevo Manhunter. Ahora la pelota estaba en el lado de Martin Goodman. Sin los principales artífices del éxito de la misma, ¿podría mantener a flote su serie estrella? La gran apuesta de Martin Goodman para recoger el testigo de Simon y Kirby fueron dos autores que ya habían colaborado estrechamente con el Rey. De hecho, también lo habían hecho en la propia serie del Capitán América, entintando sus lápices. Y uno de ellos incluso había embellecido la famosa primera portada con el puñetazo a Hitler. Se trataba de Al Avison (1920-1984) y Syd Shores (1913-1973), que se pusieron rápidamente a trabajar a partir del número once, publicado con fecha de portada de 1942. Aunque contaron con la ayuda de otros dibujantes para algunos relatos, como es el caso de Don Rico, por norma general Avison se encargaba de dibujarlo todo y Shores de entintarle, convirtiéndose en uno de los equipos creativos más sólidos de la época. Probablemente, más de uno os estéis preguntando por las labores de guionista. Al fin y al cabo, los mencionados autores sustituían a Kirby, pero alguien tenía que encargarse de escribir nuevas historias. El elegido no fue otro que Stan Lee, que por aquel entonces no tenía siquiera 20 años y de la noche a la mañana se vio en uno de los puestos de mayor importancia de la editorial. Lee ya había formado parte del equipo de Simon y Kirby, pero su trabajo era poco más que el de un botones. Llenar los tarros de tinta, borrar las líneas ya entintadas... Esa clase de cosas. Sin embargo, pudo ver su primer trabajo publicado en Captain America Comics #3, con un relato corto de texto que con el tiempo ha resultado ser importante, ya que en él, el Capi lanza por primera vez su escudo como arma. Stan se convirtió en editor del título y guionista principal de sus historias, las cuales no se alejaban demasiado de lo que hacían Simon y Kirby. Docenas de nazis y villanos estrafalarios, como hombres subterráneos o marcianos. El nuevo equipo creativo era consciente de lo que había funcionado hasta ahora y no iban a cambiarlo. El binomio Aviso-Shores, no obstante, se tuvo que romper indefinidamente ese mismo año. Había pasado lo que tenía que pasar y los Estados Unidos ya estaban inmersos en la Segunda Guerra Mundial, así que Avison fue llamado a servir en el frente. Shores fue reconvertido entonces en dibujante a partir del Captain America Comics #20, (fecha de portada de noviembre de 1942), acompañándole a las tintas Vince Alascia (1917-1998), un autor que desarrollaría la mayoría de su carrera en Charlton Comics. Esta etapa, marcada por la propia llamada a filas de Stan Lee, se prolongaría hasta el final de la guerra en 1945. Un Shores incapaz de cumplir con todas las entregas se veía necesitado de otros autores para realizar el resto de historias de las antologías. Los guionistas no acreditados iban y venían sin pena ni gloria, destacando su intención de mostrar un Capitán América cada vez más activo en el frente y que luchaba menos contra espías. Además se había producido una "invasión" de historias de otros personajes como Namor o la Antorcha, quizá para reavivar el interés de un título que mes tras mes, y año tras año, había caído en la monotonía. Como hemos dicho, en 1945 la guerra tocaba a su fin. Hitler ya era historia. La principal razón de ser del Capitán América desaparecía. ¿Qué ocurriría a continuación? |
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