Seguimos inmersos en los cómics con marzo de 1964 como fecha de portada, a las puertas de comentar el que posiblemente sea el más importante de todos ellos: El que supuso el regreso a la palestra del Capitán América, uno de los héroes más característicos de la Edad de Oro. Pero es posible que más de un lector de esta Marvel primigenia se preguntara en su momento... por Victor Dolz Así pues, he considerado interesante pararnos a pensar qué es lo que se sabía/recordaba por aquel entonces del Capitán América, algo de lo que nosotros tenemos una perspectiva mucho mayor en nuestros días. Corría el año 1940. La guerra entre la Alemania nazi y las Fuerzas Aliadas ya hacía un año que había estallado en Europa, y en Estados Unidos se recibían continuamente noticias que causaban todo un abanico de reacciones. Algunos ciudadanos mostraban indiferencia y lo consideraban algo muy lejano. Otros se dejaban llevar por sus raíces y apoyaban abiertamente a un bando u otro. Y un alto porcentaje tenía miedo, miedo a la inevitabilidad de verse inmersos en el conflicto. En el mundo del cómic, como suele ocurrir con casi cualquier medio de entretenimiento, se vio una oportunidad. Una ocasión inmejorable de apelar a los sentimientos de la nación mediante la creación de nuevos héroes que encarnaran sus valores. Tras el triunfo de superhéroes como Superman o Batman, salieron a la palestra un buen puñado de héroes con aire patriótico, ya fuera en sus nombres, acciones o vestimenta. Así nacieron The Shield, Minute Man o Captain Battle. Joe Simon (1913-2011), con ya cierta carrera en el mundo de las viñetas a sus espaldas, decidió aprovecharse un poco de toda esta situación. Hitler encarnaba el arquetipo de villano perfecto, era real y además sentía una profunda repulsión por sus actos, así que decidió crear un héroe patriótico con la mera excusa de enfrentarle al dictador. Con apenas un par de pasadas de su lápiz, ideó rápidamente un héroe ataviado con los colores blanco, rojo y azul y armado con un escudo estrellado. Tras ponderar nombres como “Súper Americano”, decidió llamarle Capitán América, ya que, en sus propias palabras, no había muchos Capitanes heroicos en aquellos tiempos. Una vez logró venderle su idea a Martin Goodman, en aquella época ya editor de Timely, su sorpresa fue mayúscula. Goodman quería sacar cuanto antes una cabecera protagonizada por su creación, sin andarse con rodeos presentándolo en un serial como parte de una antología mayor. Al fin y al cabo Hitler y sus allegados corrían peligro día tras día de... bueno, de morirse. Y el impacto no sería ya el mismo. Simon se puso manos a la obra para idear un guión cuanto antes. Respecto al apartado artístico, lo más normal hubiera sido que contara con su mayor colaborador de la época, Jack Kirby (1917-1994). Juntos habían trabajado en infinidad de títulos, incluyendo la efímera Red Raven Comics de la propia Timely, en la que debutó cierto héroe alado del que acabaremos hablando otro día. Pero temeroso de que Kirby no pudiera cumplir con el apretado plazo de entrega impuesto por Goodman, Simon recurrió a dos emergentes artistas que compartían nombre: Al Avison y Al Gabriele. Posiblemente sus nombres no digan nada a la mayoría, pero es de justicia destacar su trabajo. El primero es uno de los padres del Zumbador, mientras que el segundo creó a Miss América y a la Maravilla Negra. Pero la colaboración de Simon con estos dos autores terminó por no producirse. El Rey, sabiendo del proyecto en el que se encontraba enfrascado su compañero, decidió ofrecerse voluntario para dibujarlo, prometiendo cumplir con el apretadísimo plazo de entrega. Simon decidió, finalmente, depositar su confianza en su colega y amigo. Y bueno... el resto es historia. Captain America Comics #1, con esa impresionante e inolvidable portada en la que el héroe le propina un señor puñetazo a Hitler, llegó a las estanterías de Estados Unidos en la Navidad de 1940 (con fecha de portada de marzo del 41). Simon escribía, Kirby se encargaba del dibujo y el entintado corría a cargo de Al Liederman. La historia creo que es lo suficientemente conocida, así que no vale la pena entrar en muchos detalles. Se nos presenta a Steve Rogers, un joven muchacho rubio incapaz de alistarse en el ejército debido a su frágil condición, pero que se ve convertido en el soldado físicamente perfecto gracias al suero ideado por el Dr. Josef Reinstein, que acabaría siendo un seudónimo del más conocido Abraham Erskine. Convertido en el símbolo de Estados Unidos bajo la identidad de Capitán América, Steve comienza a luchar contra el malvado ejército nazi junto a un acompañante juvenil, Bucky, que recibió su nombre gracias a un viejo compañero de colegio de Simon, Bucky Pearson. También tenemos la primera aparición de Betsy Ross, interés romántico del protagonista y un personaje que daría que hablar en unos años. Este primer número también supuso el debut de Cráneo Rojo, llamado a ser el enemigo por antonomasia del Capitán América. Aunque con el tiempo descubriríamos que este no es el mismo villano que conocemos hoy en día, y es que en Marvel cualquier personaje está en peligro de sufrir un baile de máscaras al son de la retrocontinuidad... pero nuevamente, de eso hablaremos otro día. La cuestión es que el número resultó todo un éxito. La mayoría del público estaba entusiasmado y se estima que se lograron vender un millón de ejemplares, una cifra estratosférica e impensable en nuestros días. Con fecha de portada de abril de 1941, salió a la venta el segundo número, nuevamente realizado por Simon y Kirby. En esencia era más de lo mismo, incluyendo una serie de historias en las que el Capitán América y Bucky se enfrentaban a Hitler y a crueles y estrafalarios agentes nazis. Además de unos cuanto seriales protagonizados por diversos héroes. La principal novedad era estética, ya que de repente el escudo triangular del héroe se había convertido en uno circular. Detrás de este cambio está una de las grandes anécdotas de la época, gracias a la editorial MLJ, la actual y conocida Archie Comics y creadora de uno de los primeros héroes patrióticos de los que hablábamos antes, The Shield. Como podemos observar arriba, el escudo original del Capitán América, de manera intencionada o no, guardaba una similitud más que evidente con el traje de este otro héroe. El editor de MLJ, John Goldwater, se encargó de hacérselo a saber a la gente de Timely, quienes para evitar cualquier tipo de demanda por su parte, lograron cambiar el diseño con tiempo suficiente para la segunda entrega. Así, sin comerlo ni beberlo, MLJ contribuyó a que el Capitán América adoptara una de sus mayores señas de identidad hasta nuestros días. Pero no todo fue un lecho de rosas. Recordemos, una vez más, que en este momento, Estados Unidos no participaba en la gran guerra, todavía quedaban meses para el ataque sobre Pearl Harbor. Por ello no era extraño ver a muchos simpatizantes de Hitler y su régimen en suelo americano. Y fueron estos los principales detractores del personaje, inundando las oficinas de Timely con correos en los que manifestaban su odio por lo que el Capitán América representaba. Lamentablemente, esta situación fue llevada al límite, y muchos de ellos esperaban amenazantes a Simon, Kirby y demás colaboradores cuando salían del trabajo para almorzar o volver a sus casas. Esta situación, finalmente, fue solventada por Fiorello La Guardia, alcalde de Nueva York en aquel entonces, que mostró su apoyo al trabajo de los autores personalmente y ordenó a varios agentes de policía que vigilaran la zona. Creando afición y odio a partes iguales, el Capitán América había llegado para quedarse. Y era sólo el principio. |
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