MARVEL HÉROES DAREDEVIL: EL OCASO DE LOS ÍDOLOS
por Óscar Rosa Jiménez


Con este tomo, la editorial italiana consigue el objetivo de recuperar, de manera íntegra, la etapa correspondiente a la colección de Daredevil escrita por Ann Nocenti. En el tramo final, recuperado en este volumen, tenemos dos partes bien diferenciadas: la conclusión de la especie de road movie que emprendiera el personaje en Marvel Héroes Daredevil: El Diablo en el Infierno, y el regreso a su hogar, la Cocina del Infierno. Aunque, haciendo honor a la verdad, la autora mantiene una historia-río hasta su despedida. Pese a haber abandonado el estilo autoconclusivo de su inicio en la etapa, mantiene su sello característico: la denuncia social.

En ese vagabundeo de Daredevil al que hacía referencia antes, se le unen diferentes compañeros de viaje: Brandy Ash, la hija rebelde de un narcotraficante que no quiere formar parte de sus negocios y se ha convertido en una activista de los derechos de los animales; y Número Nueve, una creación genética con el aspecto escultural de una Barbie y la inocencia de una niña que rechaza la programación de sus amos. A este variopinto trío se añaden Gorgón y Karnak, miembros de la familia real de Attilan, enfrascados en la búsqueda del hijo perdido de Medusa y Rayo Negro. Se trata de un argumento que había quedado pendiente desde Marvel Graphic Novel #39, escrita por la propia Nocenti. Dicha historia es el pilar sobre el que se sostiene la primera mitad del tomo, aunque sin perder el estilo de la autora que, poco a poco, había conseguido consolidar en esta colección.

Manteniendo el foco central en la búsqueda del futuro rey de los Inhumanos, cabe destacar la relación entre Brandy Ash y Numero Nueve. Estamos ante dos chicas totalmente diferentes, que son utilizadas por la autora como vehículo para realizar una denuncia a favor de la liberación de la mujer. Si bien puede parecer un concepto más propio de los sesenta y los setenta, la perspectiva que nos muestra la autora, en plena década de los ochenta, merece una buena reflexión. Brandy es una mujer liberal que lucha por su independencia y por las causas que cree justas, mientras que Número Nueve es una chica despampanante, cuya programación le hace sentirse bien cuando complace las necesidades de los hombres. Ambas son dos arquetipos que chocan por culpa de sus personalidades, llevando sus diferencias al terreno físico. En este escenario, irrumpe Skip, padre de Brandy y dueño de Número Nueve, cuya figura de hombre indeseable es la adecuada para que ambas posturas alcancen la paz. La alegoría del feminismo contra el machismo no puede ser más evidente. Además, es bien conocida la tendencia de Nocenti a incluir parábolas aleccionadoras en la mayoría de sus historias. Y en este tomo, no será la única.

Pero antes de iniciar, definitivamente, la búsqueda del inhumano perdido, Nocenti debe afrontar otro evento más. En esta ocasión, se trata de Actos de Venganza. Estamos ante una idea procedente de John Byrne, en la que los villanos del Universo Marvel se intercambian los enemigos, de forma que se amplían las posibilidades de victoria ante adversarios poco habituales. Durante Daredevil #275-276, el evento llega a la colección de nuestro superhéroe invidente, trayendo consigo a dos invitados de excepción: el Dr. Muerte y Ultrón. El primero solo hace acto de presencia para resucitar al viejo enemigo de los Vengadores. El peso del enfrentamiento recae sobre el robot forjado con adamantium. La creación de Henry Pym, cuyo complejo de Edipo es de sobras conocido, asume un nuevo rol acompañado de nuevos problemas psicológicos. La historia, más allá de la acción desbordante, nos deja un complejo análisis de la psique de la máquina, que padece grandes problemas de personalidad múltiple y dificultades a la hora de asumir la consciencia del yo. Un trabajo muy arriesgado por parte de la autora que demuestra, una vez más, lo innovador que es su trabajo en esta colección. Además, utiliza la fórmula de tien-in, de manera que, en lugar de ser una molestia para el desarrollo de sus ideas, utiliza la historia en beneficio propio, sacándole el máximo provecho posible. Estamos ante una combinación de psicología y ciencia ficción capaz de llevarnos a una reflexión existencialista, de manera similar a las ideas de Asimov u otros visionarios, pero actualizando los conceptos para adecuarlos a la década de los ochenta.

Si el trasfondo social es uno de los temas recurrentes en esta etapa, sin lugar a dudas la religión es otro. Por lo tanto, no es de extrañar que el viaje de Daredevil concluya en el reino gobernado por Mefisto; aunque con quien realmente se deberá enfrentar el demonio guardián sea con su vástago, Corazón Negro. Si hasta el momento se han podido apreciar dobles lecturas, mensajes subliminales, moralejas y una gran profundización en ciertos temas, a priori, alejados del género superheroico, aquí todo se multiplica exponencialmente. El reencuentro del hijo de Rayo Negro con su familia no es más que una excusa para situar a nuestro protagonista en un escenario que emula el Infierno de Dante. Su imagen icónica de diablo es el reverso de un alma llena de compasión y de luz. Y es que la dualidad entre lo tenebroso y la luminosidad ha sido un tema recurrente en el personaje tras la marcha de Frank Miller. Pero es Nocenti quien da un paso más, introduciendo a Daredevil en un verdadero infierno lleno de tentaciones. De esa forma, estamos a un solo paso de acabar de una vez por todas con esa dualidad, enterrando a Matt en su lado más oscuro. En esta dura batalla, la bondad de su corazón, la firme creencia en determinados valores y la inquebrantable fe serán las mejores armas para salir victorioso de ella.

Por otro lado, me gustaría destacar a los acompañantes del protagonista, los cuales deberán afrontar sus propias tentaciones. La vanidad humana es puesta en tela de juicio en el cielo de la mujer objeto, mientras que la opulencia y el egoísmo intentan equilibrar la balanza en contra de la integridad y el altruismo en una especie de limbo. Estos son algunos ejemplos del concienzudo análisis sociológico que Nocenti somete a los personajes, en un claro intento de hacer analogías con la propia sociedad que nos rodea. De ese modo, tenemos una historia compleja, que profundiza perfectamente en muchos de los aspectos humanos y que, en algunos momentos, puede considerarse delirante. Todo esto no es óbice para que nos encontremos ante otra interesante trama con el sello personal de la autora, la cual gana enteros a medida que avanza el tomo.

En Daredevil #283, tenemos un número autoconclusivo que sirve de puente entre las dos partes anteriormente mencionadas. La historia cuenta con el Capitán América como invitado, de forma que la idea presentada por la guionista cobra mayor fuerza. Si bien es cierto que no es la primera vez en la que el Centinela de la Libertad duda de su propia bandera y del símbolo que representa, en esta ocasión tuvo tal repercusión en la vida real, que en un correo de los lectores pidieron la expulsión de Nocenti, tachándola de comunista. La autora nunca ha escondido sus ideas izquierdistas, pero aquí hace una crítica explícita al gobierno y su firme intención de que el verdadero sueño americano sea tan difícil de alcanzar, que se acaba convirtiendo en una auténtica pesadilla. Además de frenar cualquier avance que suponga una mejora para las condiciones de vida de la clase media. Una dura crítica hacia el poder y el control al que someten a los ciudadanos americanos, obviando la libertad y evitando la igualdad entre clases sociales. Tremendo discurso que, puesto en boca de Steve Rogers, resulta más impactante aún si cabe.

Una vez concluido el periplo de Daredevil por la América profunda, llegamos a la recta final de la etapa con el regreso a la Cocina del Infierno de su protector por antonomasia. Pero lejos de tener una vuelta feliz, nuestro héroe invidente sufre las consecuencias de su viaje al Infierno, olvidando quién es. La pérdida de memoria es perfecta para que regrese Bullseye, adoptando la identidad del demonio guardián con la intención de desacreditarlo públicamente. Bajo esta premisa, Nocenti establece varias líneas de acción que desarrollan temas como la integridad en el periodismo, el racismo, el bienestar social, la justicia y la diferencia de clases. Una amalgama de conceptos mezclados, como si de una coctelera se tratase, para desarrollar una trama principal que embarca al personaje en una búsqueda de sí mismo. De nuevo nos trasladamos al interior de la psique de Matt Murdock que, pese a no saber quién es, debe recorrer un camino introspectivo que le devuelva a la casilla de salida. De ese modo, la autora podrá dejar al personaje tal y como lo encontró, pero con una bagaje personal de lo más interesante.

De esta saga, me gustaría destacar un concepto que se menciona mucho: la redistribución de la riqueza. Resulta curioso que una persona enfundada en el traje de un demonio alardee de algo así, retorciendo el concepto de Robin Hood moderno hasta límites insospechados. Pero lo realmente remarcable es el viaje introspectivo al que nos invita la guionista. Nada más y nada menos que a los orígenes de Daredevil y su nexo de unión con un deporte como el boxeo. Así conseguimos lo elementos apropiados para el regreso definitivo del personaje, aunque no deja de ser irónico que esté implicado su mayor enemigo, Kingpin. Un magnífico broche que cierra el círculo de una etapa que ha mantenido un in crescendo constante hasta su desenlace final.

Tampoco podemos dejar de lado la crítica a los medios de comunicación y su papel de cuarto poder en el mundo. La corrupción, las drogas, la pobreza, los altos índices de criminalidad, todo ello sigue presente. No obstante, el influjo que produce la prensa es la herramienta más adecuada para volver a levantar un imperio criminal, bajo un auspicio honorable. En esta fase, Ben Urich, el periodista por excelencia del Universo Marvel, es vital para establecer la diferencia entre la honestidad profesional y el lucro empresarial.

Para concluir el tomo, tenemos una serie de material extra que Panini ha decidido recuperar y que estaba, en gran parte, inédito en nuestro país. Primero tenemos Daredevil #258, un fill-in escrito por Fabian Nicieza y dibujado por Ron Lim. La historia narra cómo un antiguo veterano ciego es acosado por un asesino que solo le dice una frase: "¿Respiraba la jungla?" Una historia muy bien escrita y dibujada, con una trama cargada de humanidad, crítica y venganza; un tebeo con cierto valor en sí mismo. Posiblemente, de lo mejor que he leído de Nicieza. Además, en consonancia con la obra de Nocenti, se hace una crítica velada a los crímenes que hicieron los americanos en la guerra de Vietnam.

Posteriormente, tenemos Daredevil #277, una historia de Ann Nocenti dibujada por Rick Leonardi. Una vez más, volvemos a introducirnos en la mente de un personaje. En esta ocasión, se trata de Vivian, una chica aquejada de extrañas visiones que le hacen ver el mundo con mayor claridad de lo que parece a simple vista. Una enfermedad psicológica que será la herramienta perfecta para mostrar la violencia doméstica en uno de sus aspectos más intangibles. Aquí es donde los disfraces quedan relegados a la portada, saliendo a flote el héroe de barrio que hemos visto en otras historias de la guionista, cuya humanidad es indispensable para contribuir a ese mensaje de paz propio de las fechas navideñas en las que se ubica el relato.

Finalmente, tenemos el quinto anual de la serie, que se publicó quince años después del cuarto. La historia principal del tebeo forma parte de un crossover titulado Atlantis Ataca, que se desarrolló a lo largo de los diferentes anuales de 1989. Gerry Conway y un jovencísimo Mark Bagley desarrollan esta historia que gira en torno a la resurrección del antiguo dios Set. El relato cuenta con la participación de Víbora, Tyrannus, un Spiderman algo perjudicado y el Dr. Extraño. Sin leerla en el contexto del evento, me parece una historia entretenida sin más. Me alegro de que se recupere, pero no está a la altura de lo que se puede leer en este tomo.

También se recuperan las historias de complemento del anual en las que participan los Fatboys, Ben Urich y Guerrillero. Son diferentes relatos conectados entre sí al estilo de Sin City, la conocida obra de Frank Miller. Gregory Wright escribe y colorea, mientras que John Romita Jr. se encarga del dibujo. El resultado final vuelve a estar relacionado con el trasfondo social y los problemas propios de un lugar como la Cocina del Infierno. Se trata de un complemento mucho más adecuado al trabajo realizado por Ann Nocenti.

No me gustaría despedirme sin hacer mención a los dos dibujantes que realizan gran parte de las ilustraciones de este tomo: John Romita Jr. y Lee Weeks. El primero no solo es de sobras conocido, sino que forma parte del binomio de autores más reconocible de esta etapa. Incluso ya hemos hablado de él en otro artículo. Antes de marcharse a la colección de cierto vengador dorado, junto a John Byrne, nos deja un trabajo francamente bueno que estaría dentro de los mejores de su carrera. Su estilo ha evolucionado y se ha transformado en algo más reconocible y personal, convirtiéndose en un autor de referencia de la época. Tras Romita llega Lee Weeks, el cual consigue la complicada labor de no echar de menos al hijo de una leyenda, demostrando ser un dibujante perfecto para el guardián de la Cocina del Infierno. Su proximidad al realismo se adecua muy bien al corte social y humano en el que se basan las historias de la guionista.

Al fin, podemos disfrutar como se merece de una etapa que supo salir airosa de un escollo tan importante como ser la sucesora de la historia definitiva de Daredevil. La gran protagonista de semejante logro no es otra que Ann Noncenti, alguien que decide mostrarnos la otra cara de un héroe, más allá de la máscara; más allá del género. Se trata de una autora que utilizó la humanidad para forjar una etapa que merece estar entre las mejores de esta serie por derecho propio. Ahora, por fin, podemos iniciar una aventura en la que lo cotidiano es el principal protagonista.


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