MARVEL GOLD CAPITÁN AMÉRICA Y EL HALCÓN: EL QUINTO DURMIENTE
por Adamvell


Recordemos la situación en la que habíamos dejado al Capitán América en el anterior tomo, en Marvel Gold Capitán América: El hombre bajo la máscara.

Pese a un primer atisbo de recuperación debido a la llegada de un camarada como el Halcón, Steve había roto con Sharon Carter debido a que ésta rompió su promesa de evitar las misiones de SHIELD en las que hubiera peligro. De nada sirvió que Sharon lo hiciera para salvar a Steve.

En este punto, el Centinela de la Libertad está peor que nunca: ha roto con su chica, por culpa única y exclusivamente suya, está encerrado solo con sus pensamientos y remordimientos en un cuartucho de mala muerte, volviéndose loco de angustia y muy deprimido. No tiene vida social ninguna y ningún amigo a quien llamar. Tanto es así que en cuanto oye que un famoso médico que ayudaba a ambos bandos en la Guerra de Vietnam del Norte contra Vietnam del Sur ha sido secuestrado, no duda un instante en lanzarse a rescatarlo con el único fin de tener algo que hacer que le ocupe la cabeza. Más allá de la resolución de la amenaza, que era achacable al Mandarín, destaca el hecho de que la historia mantuvo la equidistancia total entre los dos bandos de la guerra, sin tomar partido por uno u otro. Claro, que los EE.UU. aún no habían entrado en ese conflicto bélico...

De vuelta a casa, se nos mostró el reencuentro con el Halcón, en lo que sería su segunda aparición en la serie. Resalto lo de que es su segunda aparición por un motivo muy sencillo: el Halcón estaba siendo sitiado por la policía. No obstante, el Capi no solo no ayudó a la policía a capturarle, sino que asistió al Halcón para que éste pudiera escapar y limpiar su nombre. El vengador de las Barras y Estrellas se fiaba más de un hombre al que al fin y al cabo acaba de conocer que de las propias autoridades. Hasta ese punto la figura del Halcón, su primer amigo actual de la América moderna y que no le venía impuesto por las circunstancias, se había convertido en una tabla de salvación para Steve, y más pensando en su ruptura con Sharon.

No obstante, el mayor punto de inflexión se encuentra en la siguiente historia. Pese a todo, el Capitán América seguía manteniendo cierta relación con SHIELD. Esto iba a cambiar cuando, debido a unas filtraciones, Nick Furia decidió poner a prueba a nuestro Cabeza Alada, cosa que no le sentó nada bien. Finalizada la historia y descubierto el verdadero traidor, la decepción del Capi era ya demoledora, por lo que cortó todo tipo de relación con SHIELD y con Sharon. El shock nos llevó al siguiente momento importante: Steve Rogers por fin reaccionó, decidió que ya nada le ataba a Nueva York, abandonó su cuartucho, se compró una moto y salió a descubrir su país y su realidad actual, retomando el contacto con su gente, quién sabe si animado por su buena experiencia con el Halcón. Igual que el personaje de Peter Fonda en Easy Rider tomaba prestado su nombre del Capitán América, el Centinela de la Libertad devolvió el favor a dicha película convirtiéndose él mismo en un motero atravesando su país. Esto es totalmente simbólico, ya que Steve Rogers abandonó el pozo depresivo en el que se encontraba, cogió el toro por los cuernos e inició una nueva etapa en su vida, ya definitivamente.

Se acabó la autocompasión, el estar encerrado, el hundirse en el fango. Hola, Leyenda Viviente.

Éste viaje por el país le llevó a afrontar diferentes situaciones y realidades, curiosamente muchas de ellas de rabiosa actualidad, donde resulta curioso observar el punto de vista de los años sesenta y setenta respecto a ciertos conflictos. Estas historias nos mostraron muy a las claras el contraste entre lo que es el personaje respecto a lo que muchos creen que es.

Primer ejemplo: a las primeras de cambio Steve se encontró con una comunidad hippie, con la que simpatizó inmediatamente y a la que debió proteger de unos violentos moteros. La curiosa manera en la que Steve se metió en este lío se las trae: estaba en chirona porque, ¡no se le había ocurrido comprar casco! De modo que los moteros vieron a un "camarada" en prisión y reventaron la comisaría para rescatarlo...

El siguiente escenario nos llevó a un plan de Cráneo Rojo para organizar una nueva guerra mundial. Pretendía asesinar al Rey de Irabia de visita en EE.UU. (seguro que no habéis imaginado que es árabe) y que ello provocara el conflicto como el asesinato del Archiduque Francisco de Austria en Sarajevo provocó la Primera Guerra Mundial. El caso es que el Capi defendió a este dictador árabe de buena voluntad cuya muerte provocaría una guerra. No parece que tuviera tan buena voluntad, entonces...

Poco después, el Steve se encontró envuelto en una protesta estudiantil en una universidad, protesta que se había convertido en una batalla campal con el cuerpo de antidisturbios de la policía. En lugar de ponerse del lado de la autoridad, el Capi trató de que los antidisturbios dejen de golpear a los desarmados estudiantes, al tiempo que puso a salvo al rector que se había negado a recibirles. Lo secundario en este caso es que todo formara parte de un plan del Barón Von Strucker. El caso es que el Capitán América terminó en televisión protagonizando un alegato a favor de la disidencia, de la protesta, de la importancia de la evolución de la sociedad con sus jóvenes, de la justicia social y en contra de mantener el status quo inalterado porque sí. ¿Curioso, no es así? En la misma historia también lo piensan, ya que los que habían puesto al Cabeza Alada delante de la cámara pensaban que iba a decir justo lo contrario...

Curiosamente, todos estos conflictos vividos dentro de la propia América tuvieron como resultado un Capi exultante. Su depresión había desaparecido, había retomado el contacto con su país y se sentía totalmente revitalizado. Su paseo en moto por el país había terminado el trabajo que se venía atisbando poco a poco: el de la recuperación del personaje. Esta recuperación sería, sin embargo, puesta a prueba en la siguiente aventura, en la que pareció ser la vuelta de su compañero de la Segunda Guerra Mundial, Bucky Barnes. Asaltado por la desconfianza primero, casi convencido después, la decepción fue patente al comprobar que realmente era un robot destinado a traicionarle. Incluso ante la derrota de este plan, la nueva actitud del Cabeza Alada podría haber vuelto al punto de partida a la primera de cambio. Pero no lo hizo, sino más bien todo lo contrario, merced a un detalle realmente importante: ni siquiera un robot de Bucky fue capaz de traicionar a su supuesto compañero, rebelándose inexplicablemente ante su programación, y como resultado el Capi sintió como si su fallecido colega se hubiera reencarnado realmente en aquella amalgama de cables y metal, y que su espíritu le hubiera alcanzado desde el más allá para ayudarle y proporcionarle la redención que necesitaba respecto a la culpa que sentía por la trágica muerte de su joven amigo. Así que el supuesto clavo en el ataúd de su recuperación se tornó en justo lo contrario: en la superación de su último gran trauma. Por fin, de una vez por todas, estábamos preparados. El Capitán América había llegado para quedarse, y el proceso de adaptación a su nueva época se había completado.

Pero no todo iba a ser un camino de rosas, claro. Quedaba por resolverse su situación con Sharon Carter y SHIELD, aunque la manera de abordar esos conflictos iba a resultar diferente a partir de ahora. Con el Capi ya equilibrado, no volveríamos a ver los exabruptos del pasado, y los conflictos ser solucionarían, para bien o para mal, de otra manera.

Con esta situación finalizó el viaje en moto del Capi por su país, dejando atrás también, al menos por un tiempo, las historias de conflictos sociales. La colección giró durante un tiempo hacia una serie de argumentos estrictamente superheróicos, reactivando la sociedad con el Halcón. Tanto es así, que para remarcar este hecho la cabecera incluso cambió de título, pasando a denominarse Captain America and The Falcon a partir del número 134, título que se mantendría durante muchos años de peripecias compartidas. El Halcón llegaba para quedarse.

El equipo vivió una serie de aventuras de diferente poso e interés. En primer lugar se centró en Cara de Piedra, enemigo del Halcón en Harlem, cuya figura planeó por encima de la colección durante varios números, sirviendo de transición entre las aventuras más comprometidas y las más superheroicas. De ahí pasamos a un enfrentamiento con MODOK y una de sus criaturas robóticas en un relato bastante insulso. Posteriormente, el conflicto fue con una especie de científico de SHIELD transformado en un gorila inteligente, que llevó seguidamente a invadir los dominios del Hombre Topo debido a un proyecto de almacenaje de desechos radioactivos en el fondo de la Tierra que no le sentó nada bien a nuestro villano favorito y sus Minions (quiero decir, Topoides, en qué estaría yo pensando). Si bien el Halcón fue clave en la resolución de esa historia, empezó a asomar un complejo de inferioridad respecto al Capi y sus capacidades, lo que dio como resultado un conflicto con Spiderman, al querer Sam probar sus habilidades contra él y demostrarse que era igual de bueno que el Capi. El pobre señor Wilson no salió muy bien parado de esa historia, ya que además de confundir torpemente a Harry Osborn con Spiderman, nuestro amistoso vecino le fue propinando una paliza detrás de otra hasta que le metió algo de sentido común en la cabeza. Lo más destacable de esta ristra de números llega en el relevo artístico en el apartado gráfico, dejando Gene Colan los lápices a cargo del muy capaz John Romita, por lo que vemos que la calidad del dibujo no se resintió un ápice.

Mientras tanto, la relación con Sharon y SHIELD se convirtió en un pequeño quiero y no puedo, donde el Capi seguía colaborando con ellos pero sin terminar de solucionar los temas pendientes. Esto acabó realmente en la siguiente gran saga, que ocupó varios números y que enfrentó a nuestros héroes con un enemigo más apropiado para alguien como Thor: la Gárgola Gris. En el transcurso de esta saga, Steve Rogers se enfundó el traje de policía a petición del comisario para investigar la desaparición de varios de ellos, lo que lo llevó al enfrentamiento con la Gárgola, un conflicto que fue elevando su nivel con el paso de los números hasta necesitar de la intervención de toda SHIELD. Argumentalmente, además, esta historia marcó la retirada de Stan Lee de la serie, quedando en manos de Gary Friedrich, si bien en la práctica no se notó mucho el cambio ya que la manera de escribir fue muy continuista. Realmente Friedrich no estaba destinado a marcar una época en la serie, sino más bien a convertirse en un escritor de transición.

Una vez solucionado el problema de la Gárgola, la colección volvió a los temas raciales utilizando a una especie de agitador gurú de los derechos de los negros en Harlem, que causó toda una serie de disturbios que pusieron en jaque al Halcón en primer lugar, y al Capitán América en segundo por simpatía. Pero esta historia fue un verdadero saco de sorpresas: el agitador, en un alarde de ironía, resultó ser el mismísimo Cráneo Rojo. Mientras tanto, el Halcón siguió a vueltas con su intento de adquirir personalidad propia, y cambió su traje. Abandonó su primera y desafortunada vestimenta verde y naranja para adoptar los colores icónicos que le han caracterizado desde entonces: el rojo y el blanco. Y, además, dio por rota su asociación con el Cabeza Alada, aunque esta decisión inmediatamente se convirtió en intrascendente, ya que casi de manera simultánea se tuvo que hacer frente a una nueva facción de Hydra liderada por un Hydra Supremo al servicio de Kingpin. La explicación de por qué Kingpin se encontraba liderando Hydra se antoja un poco cogida por los pelos, pero no se puede negar que la aventura es muy entretenida en sí misma. Posteriormente, se descubrió que el misterioso Hydra Supremo era en realidad el mismísimo hijo de Wilson Fisk, pero que en realidad todos estaban siendo manipulados por un Cráneo Rojo que se revelaba a sí mismo como la mente detrás de todas las apariciones anteriores de Hydra, aunque hoy en día esa afirmación suena a mentira y gorda. Kingpin se implicó en el conflicto a favor del Capi puesto que él era muy malo, pero era un malo muy americano al que no le gustaban nada los nazis, mientras que su hijo solo quería llamar la atención de papá. Un auténtico lío. Y aunque Sharon Carter estuvo presente en toda la línea argumental, también asistimos al comienzo de una especie de relación entre el vengador de las barras y estrellas con la Condesa Valentina "Val" Allegra de Fontaine. Ella y Sharon se encontraron al frente de un escuadrón de SHIELD que colaboraba con el Capitán llamado la Fuerza Femenina, compuesto enteramente por mujeres en un extraño y desconcertante ejercicio de feminismo. Entre ambas saltaron chispas, aunque realmente Steve nunca considerara a Val más que una amiga y siguiera bebiendo los vientos por Sharon... lo que no le detuvo a la hora de irse de cena con ella mientras Sharon estaba convaleciente en el hospital. En realidad, Cráneo Rojo tenía un nuevo plan de dominación que implicaba al quinto y definitivo Durmiente, argumento que había planeado por la serie hasta la saciedad y que aquí se zanjó definitivamente con un final épico y a la altura. Destacar que varios de estos números fueron realizados por el siempre eficaz Sal Buscema, y aunque evidentemente el bueno de Sal no es ni Gene Colan ni John Romita, siempre cumplirá con nota.

El Capitán América ya se había convertido plenamente en el personaje seguro de sí mismo, audaz y de fuerte personalidad que todos conocemos en la actualidad. Su inseguridad era cosa del pasado y ya no era un motivo argumental principal. La diferencia entre el Capi del principio del tomo y el del final es patente y notoria. Pero como sabemos, nada es eterno en los cómics Marvel, y un personaje sin conflicto no es un personaje interesante... pronto llegaría Steve Englehart a la serie para realizar su memorable etapa, con el firme propósito de volver a poner patas arriba el mundo de Steve Rogers. Aunque en este caso, para madurar. Pero esa será, nuevamente, una historia para otro momento.


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