Una noche de 1971, en una solitaria carretera de Carolina del Norte, un accidente de tráfico le costó a un joven conductor su familia, y por poco su vida. Apenas un solo hueso de su cuerpo quedó intacto. Los doctores estaban seguros de que jamás podría moverse... Pero triunfó sobre sus discapacidades y se convirtió en el héroe más salvaje de todos los tiempos... ¡Por qué es real!

LA MOSCA HUMANA
por Óscar Rosa Jiménez


Con esta peculiar presentación, típica de la década de los setenta, nacía un nuevo personaje bajo el amparo creativo de Bill Mantlo. Estamos ante uno de los trabajos del autor caído en el más absoluto ostracismo, y del que pocos se acuerdan. Hoy voy a intentar comentar esta obra que, aparte de no ser más que una anécdota en una de las décadas más importantes del Universo Marvel, presenta conceptos interesantes, aunque no recibiera el apoyo del público.

La colección arrancó con fecha de portada de septiembre de 1977, extendiéndose a lo largo de 19 números, todos escritos por Bill Mantlo. La serie tiene muchas peculiaridades, aunque la más impactante, y recalcada en el encabezamiento, es que estamos ante un superhéroe real. Atrás quedan los grandes superpoderes o los orígenes ligados a la ciencia ficción. El autor, como ya hemos visto en otros de sus trabajos, hace hincapié en el carácter humano del personaje, una cualidad que prácticamente lo mantiene alejado del universo de ficción en el que nace, si no fuera por algunos invitados que se pasan por la serie. Además, esa cercanía a la realidad se obtiene basando el personaje en una celebridad de carne y hueso, algo que queda explicado en un artículo del primer número.

La Mosca Humana es un personaje inspirado en un especialista y acróbata canadiense llamado Rick Rojatt. De hecho, la presentación con la que empezábamos este artículo, es la historia real de Rick, que demostró un increíble afán de superación y muchas ganas de seguir viviendo. Bajo el nombre artístico de The Human Fly, el mismo que daría título a la colección, Rick Rojatt realizó hazañas como las de su versión impresa: sobrevoló a 250 millas por hora el desierto de Mojave, atado por un arnés a las alas de un DC-8; o saltó 27 autobuses en una moto modificada con cohetes, durante el intermedio de un concierto de Gloria Gaynor. Al igual que otro candidato a superhéroe real, Santo el Enmascarado de Plata, solía llevar la máscara en sus apariciones públicas, incluso en el bar. Por algún motivo que desconozco, se ha confundido a Rick con Joe Ramacieri, aunque parece estar totalmente descartado que este fuese la fuente de inspiración de Mantlo. Por último, cabría destacar que el acróbata vestía exactamente igual que el personaje del cómic, enarbolando los colores de la bandera canadiense: el rojo y el blanco. Está claro que el homenaje no pretendía ser nada sutil, sino que fuese algo totalmente reconocible.

En el apartado gráfico, destaca con gran fuerza Lee Elias, un dibujante bastante desconocido nacido en Inglaterra en 1940. Inició su carrera en DC Comics, donde realizó multitud de números en diferentes series genéricas de la editorial, sin recalar en un género concreto. Posteriormente, trabajó en Harvey Comics, editorial en la que destacó por la serie Black Cat. En ella se narran las aventuras de Linda Carter, que adquiere su doble identidad investigando a unos presuntos espías nazis, y acaba convirtiéndose en superheroína. Tras realizar más de medio centenar de números, Lee Elias acabó en Mavel, donde mantuvo un deambular errático similar al que tuvo en la Distinguida Competencia. Captain America, Daredevil y Power-Man, sobre todo en el último, serían algunos de los títulos en los que trabajaría el dibujante. Sin embargo, en ninguno estuvo demasiado tiempo. En The Human Fly, solo realizaría diez de los diecinueve números.

Pese a la inestabilidad artística, la colección muestra cierta cohesión gráfica, posiblemente debido al entintado de artistas como Jim Mooney, Mike Esposito, Dan Green o Don Perlin. Aún así, tanto la narrativa de Elias como la importante consistencia gráfica, nos dejan un trabajo bastante notable. En su ausencia, veríamos a autores de la talla de Carmine Infantino y Frank Robbins. Este último sería quien más números realizaría; todos de una bella factura.

Las historias, sin ser nada del otro mundo, cumplen perfectamente el objetivo de entretener al lector. Quizá, lo más destacable sea su componente social, en el que se mantiene un mensaje constante: la esperanza. La Mosca Humana no es un superhéroe al uso, incluso reniega de la violencia. Tanto es así, que en la mayoría de sus aventuras corre raudo a llamar a la policía, ya que su papel no es el de enfrentarse a villanos, sino el de rescatar a personas que necesitan su ayuda. Pero si hay algo que destaca en este personaje es su papel de héroe de la esperanza. Sinceramente, Mantlo demuestra una gran capacidad para retratar a un personaje puramente humano, sensibilizado con las minorías y los discapacitados, por los cuales efectúa acrobacias mortales con fines benéficos. Tras haber sobrevivido al accidente, la Mosca Humana intenta proclamar a los cuatro vientos que todo es posible con fuerza de voluntad y el entrenamiento adecuado. Todo su afán es llevar al mundo un mensaje evangelizador, en el que insufla vida a los afligidos y a los más necesitados de esperanza. Un concepto tratado con toda la profundidad posible, pero qué, quizá, acaba enterrado entre el ritmo trepidante de cada número. Me resulta curioso ver como un autor que desconocía cual sería su futuro, realizó una serie que muestra ciertas similitudes con su rehabilitación tras el trágico accidente que lo dejó en coma. Las vueltas que da la vida...

Pese al importante componente social, la serie adolece de una estructura más o menos repetitiva a lo largo de los diecinueve números. Prácticamente todos son autoconclusivos, excepto varias historias relatadas en dos partes, pero el esquema sigue presente: una actuación con fines benéficos; durante el acto ocurre alguna tragedia y el personaje acaba salvando a algún niño con discapacidad física. Esto no resta ni un ápice de entretenimiento a la lectura, ya que el autor imprime un ritmo frenético a todas las historias. No obstante, la simplicidad argumental es evidente, la cual confronta con la importante labor en pro de una comunidad marginada por sus limitaciones físicas. Hoy en día, esto puede resultar algo banal, pero en plena década de los setenta había importantes barreras arquitectónicas para este colectivo, complicando su integridad social. Con esta serie, Mantlo combina ese mensaje de esperanza con una evidente crítica social, homenajeando a esas personas cuya vida se ha visto dificultada por el destino. Quizá peque de sentimentalismo, pero el gesto del autor me parece muy bonito y heroico.

El primer número de la serie cuenta con una espectacular portada de Rich Buckler y Al Milgrom, que me encanta. Creo que capta a la perfección esas constantes proezas que veremos hacer al protagonista. En el interior, conoceremos al plantel de personajes que conforman la serie.

La Mosca Humana, el gran protagonista, se mantiene en el anonimato hasta el final de la serie. Solo asistimos a un flashback sobre su accidente y la sustitución de la mayoría de sus huesos por acero. El misterio de su identidad parece estar en consonancia con la modestia que exhibe de manera constante. Aunque no posee poderes, su gran corazón, su incapacidad para odiar y su continua disposición a sacrificar su vida por los demás, le sitúan en el papel arquetípico del héroe más clásico. Mantlo consigue un retrato tan bueno, que es imposible no cogerle cariño al personaje, sobre todo cuando destina su vida al bien de los demás, a través de asociaciones benéficas a las que dona todo el dinero que consigue, salvo lo necesario para sufragar sus gastos. Esto último, con el tiempo se deja de mencionar, como si restara un ápice de heroísmo a los actos de la Mosca Humana. Sin embargo, es un ejemplo de lo conectada con la realidad que está la serie en todo momento.

El acróbata cuenta con un fiel equipo que le acompaña a todas partes: Blaze Kendall, una piloto que tras tener un accidente pierde la confianza en sí misma, pese a que consiguió salvar a todos los pasajeros; Ted Locke, un ingeniero que perdió ambas manos en la Guerra de Vietnam, el cual construye todos los artilugios para los trucos de la Mosca Humana; y Arnie Berman, relaciones públicas del protagonista, que dejó su trabajo de periodista sensacionalista tras salvar la vida al acróbata. Todos tienen una cosa en común: la Mosca Humana les ayudó a superar sus inseguridades, les insufló el ánimo de querer vivir, incluso les salvó la vida. A partir de aquí, nace una amistad que se convierte en camaradería. El único origen que no se narra en este número es el de Arnie, que le servirá al autor para utilizarlo como ejemplo contra una periodista que acosa a la Mosca Humana, y que acaba convirtiéndose en una verdadera creyente.

Como sucediera en otras series de la época, el primer número de la colección muestra un reclamo para los lectores: la aparición de Spiderman. Esto es debido a que Peter Parker se encuentra dentro de un avión lleno de periodistas, que es secuestrado durante la actuación de la Mosca Humana. En el segundo número, el protagonista participa en una carrera mortal junto al Motorista Fantasma. Hay que reconocer, que la unión de ambos personajes es bastante acertada; incluso la trama de conspiración está bastante bien. El tema de la misteriosa identidad de la Mosca Humana parece que va a ser una constante, pero a medida que avanza la serie, queda en un segundo plano.

Más adelante, se dejan caer Héctor Ayala, más conocido como Tigre Blanco, y Daredevil, con los que formaría equipo contra Cabeza de Cobre, aunque realmente centraría todos sus esfuerzos en salvar a los niños que se encuentran encerrados en el museo, donde el villano intenta robar una gigantesca vasija. De esta forma, Mantlo introduciría al personaje en el Universo Marvel, siempre ligado a superhéroes urbanos sin grandes poderes; manteniendo la coherencia con esta continúa adherencia a la realidad. Además, no deja de ser otro recurso más para hacer hincapié en el concepto de superhéroe sin supervillanos, algo que resulta realmente extraño y que aguanta bien a lo largo de toda la colección. Por cierto, esta historia sería de las pocas narradas en dos partes, quedando el final inédito en nuestro país, tras la cancelación de la colección publicada por Bruguera.

Pero la ausencia de villanos, nos deja como antagonista a la rubia y atractiva periodista Harmony White, obsesionada en descubrir la identidad secreta del protagonista, y escéptica ante la solidaridad del equipo. De esa forma, número tras número, persigue a la Mosca Humana con el único afán de desacreditarlo, mostrando ciertas similitudes con J. Jonah Jameson. Aunque ese papel quizá se ajuste mejor a su jefe, Carl Braden. Harmony acaba convencida de la sinceridad y la buena voluntad del acróbata, lo que le llevará a perder el empleo. La Mosca Humana la incluye en su equipo, aunque después le ayuda a recuperar su trabajo, al salvar la vida de Carl Braden, pese a que su actuación casi los lleva a la muerte.

El intento de Mantlo por mantenerse cerca de la realidad se acrecienta en The Human Fly #11. El número se centra en una acrobacia que tuvo lugar en Montreal el 7 de octubre de 1977, durante el descanso de un concierto, como se narra aquí. Este no sería el único ejemplo, ya que muchas de las actuaciones que prepara la Mosca Humana en la serie son remedos de espectáculos reales. Otro detalle más que hace especial a esta colección.

Es obvio que la corta extensión de The Human Fly es debido al poco éxito cosechado en Estados Unidos, pero en nuestro país tampoco saldría mejor parada. La editorial Bruguera, famosa por sus atentados al material original del que se abastecían, solo consiguió publicar ocho números, a pesar de ser una de las colecciones que publicó casi en paralelo con Marvel. Sin embargo, parece que el público no estaba receptivo al mensaje de esperanza de Mantlo, encarnado en un especialista capaz de realizar proezas inimaginables con el único poder de la convicción y su fuerza de voluntad. Una obra cargada de optimismo que no caló en el fandom y que acabó relegada al olvido. Curiosamente, en 2012, salto la noticia de que Paramount Pictures estaba interesada en producir una película protagonizada por la Mosca Humana, basándose en el cómic de Marvel Comics Group. El proyecto, como muchos otros, no acabó materializándose, algo que tampoco sorprendió, teniendo en cuenta lo desconocido del personaje.

En definitiva, tenemos una rareza propia de los setenta, que quizá no destaque por su increíble calidad, pero sí lo hace por la forma tan humana en la que el autor intenta hacer una campaña por el bienestar social. Posiblemente nunca volvamos a ver esta serie en nuestro país, ni nadie se acuerde de ella, pero la lucha de valores que expuso Mantlo hace más de treinta años, bien vale una reflexión y, sobre todo, no está pasada de moda. Que comience el espectáculo, el héroe de la esperanza ha llegado.


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