MARVEL GOLD LOS VENGADORES COSTA OESTE:
PECADOS DEL PASADO

por Óscar Rosa Jiménez


En este tomo, asistimos al momento en el que el sólido equipo creativo formado por Steve Englehart, Al Milgrom y Joe Sinnott se muestra más asentado que nunca, continuando la senda marcada por las aventuras de los Vengadores Costa Oeste en el anterior volumen (Artículo 83). El de Indiana reafirma su apuesta por el desarrollo de los personajes, consiguiendo un resultado francamente bueno y consistente, que nos devuelve a una época en la que la cohesión del Universo Marvel era un hecho y se cuidaba al milímetro. Asimismo, el guionista aprovecha la ocasión para mostrar una faceta continuista de su etapa anterior con el grupo, pero sin olvidar todo lo que hicieron otros autores tras su marcha del medio. Bajo mi punto de vista, tenemos un ejemplo perfecto de documentación, que le permite dirigir a los personajes hacia nuevos caminos que explorar, sin la necesidad de que el lector sea incapaz de reconocer a los protagonistas; algo que desgraciadamente cada vez es más habitual de lo que debiera. Si bien es cierto que Englehart no está en su mejor momento como guionista, colándonos algunas situaciones chanantes, incluso quizá podríamos decir que, a pesar de la época en la que se publicaros estos tebeos, tienen un estilo que nos retrotrae a la década anterior, no es menos cierto que el autor mantiene cierta coherencia argumental y es capaz de dotar a la colección de un tono coral indiscutible, así como de elaboradas tramas que transcurren en paralelo. Y qué duda cabe que esto caló profundamente en los lectores, cosechando un gran éxito, posiblemente más de lo esperado. Englehart volvía con fuerzas renovadas y, en estos primeros compases de la cabecera, a mí me recuerda algunas de las razones por las que me enganché a los cómics Marvel. Pero sobre todo donde residía la magia de un grupo como los Vengadores, que tan buenos ratos me hiciera pasar en el pasado. No me extraña que a los que disfruten de este tomo piensen en ello como los pecados del pasado, aunque quizá tampoco haga falta expiarlos, ni sentirse culpable por ello.

Aunque Englehart explotará ese aire culebronesco tan ligado a los Héroes más Poderosos de la Tierra, con relaciones entre sus miembros y una historia-río constante, hay un argumento que destaca sobre los demás: la metamorfosis de Tigra. Greer Nelson es un personaje que surgió durante la década de los setenta en una iniciativa de Stan Lee y Roy Thomas, la cual consistía en dar un mayor peso a la presencia femenina en el Universo Marvel tanto dentro como fuera de las viñetas. Más adelante, cuando hablemos de otro personaje que surgió de esta propuesta trataremos el tema más extensamente, pero basta decir que aquellas colecciones protagonizadas por féminas y escritas por mujeres no obtuvieron el éxito deseado y ninguna duró más de cinco números. No obstante, las nuevas creaciones no cayeron en el más absoluto de los ostracismos, sino que fueron incorporadas al Universo Marvel a la menor ocasión. De ese modo, Greer Nelson, que debutara como la Gata en The Cat #1, pasaría a convertirse en Tigra en Giant-Size Creatures #1, un one-shot que pretendía sumarse a la imperante moda del género de terror, a la vez que abría nuevos horizontes creativos en la Casa de las Ideas, siempre dispuesta a experimentar en la década por antonomasia de las flores y el amor fraternal. Mucho tiempo después, pasaría a engrosar las filas de los Vengadores, pero fue el propio personaje, o puede que los autores, quién sabe, el que se negó a sí mismo su potencial, dejando el grupo. Englehart, por el contrario, tras incluirla en la formación de los Vengadores Costa Oeste, decide profundizar en el personaje y añadirle una compleja encrucijada moral, ya que debe elegir entre ser fiel al código del grupo o acabar consumida por su alma felina, que domina sus emociones y le provoca una atracción desmedida hacia todos los hombres. Dicha trama se inició en el tomo anterior y concluye en este, poniendo al personaje en primera fila y aceptando así todo su potencial. Además, contribuye a esa sensación de introducir la colección por la senda de lo sobrenatural, sobre todo colocando a Pandemonium como enemigo recurrente y una pieza clave en el problema que acosa a Tigra.

Siguiendo con esta tendencia hacia el misticismo, en los números incluidos en este volumen tenemos las claves para entender a Pandemonium, volvemos a encontrarnos con el Pueblo Gato, incluso tendremos la presencia testimonial de Mefisto, y se incluyen a dos personajes invitados de excepción: Daimon Hellstrom y Patsy Walker; dos investigadores de lo oculto más conocidos por sus respectivos nombres de guerra: Hijo de Satán y Gata Infernal. Se trata de un matrimonio bien avenido cuya relación surgió en las páginas de la colección regular de los Defensores. Tras dejar el grupo, ambos inician su lucha contra lo sobrenatural a través de un consultorio privado. Englehart muestra una vez más su profundo conocimiento del Universo Marvel y rescata a dos personajes que encajan a la perfección en sus planes.

Hellstorm es otro de esos personajes surgidos a rebufo de la moda que impregnó a la Casa de las Ideas allá por a década de los setenta, en su intento por explotar el género del horror. De hecho, su primera aparición tendría lugar en Marvel Spotlight #12, título en el que debutó el Motorista Fantasma, con el que llegó a compartir una historia, la cual serviría para presentar al que, a la postre, se convertiría en el protagonista de la colección a partir del número siguiente, prolongándose hasta el veinticuatro, en el que cedería el puesto a diversos personajes como Simbad, el Espantapájaros o el Caballero Luna, entre otros, para protagonizar su propia serie regular: Son of Satan. Sin duda una de esas curiosidades que merecería la pena rescatar, que contó con la participación de autores como Steve Gerber, Gene Colan, Gil Kane, Sal Buscema y Chris Claremont, por citar solo algunos nombres, ya que no se han vuelto a reeditar en nuestro país desde la recordada con cariño Escalofrío, una revista publicada por Vértice nada menos. Además, durante aquella etapa se perfilaría al personaje y su distópica familia, que incluye a figuras como Satán, Mefisto o la sensual Satana. Sin duda todo un lío infernal, en el amplio sentido de la palabra, que el propio Englehart explica con detalle en estos números.

No obstante, en esta pareja de invitados la que acapara toda nuestra atención es Patsy Walker. Esto es debido a que la otrora protagonista de una serie regular con su nombre en los años cuarenta, que alcanzó la nada despreciable cantidad de 124 entregas y que estaría a caballo entre el cómic romántico y las aventuras adolescentes de Archie, un personaje que pondría nombre a todo un sello editorial, es la que mayor relación tiene con los Vengadores y principalmente con Tigra, al poseer el uniforme creado para ella en sus inicios como la Gata. Estamos ante un personaje que reciclara el mismo Stan Lee, colándolo de soslayo, prácticamente como un cameo en homenaje al pasado de la editorial, en Fantastic Four Annual #3, asistiendo a la boda de Reed Richards y Susan Storm. Sin embargo, Englehart sería el que la introdujera en la órbita de los Héroes más Poderosos de la Tierra, utilizándola en el serial protagonizado por la Bestia en Amazing Adventures, donde la apariencia de Hank se vuelve más acorde con su nombre, poco antes de unirse a los Vengadores. Esto provocará que la arrastre con él a la colección, para que el de Indiana la convierta en la sucesora de Greer Nelson y por ende en la Gata Infernal, que tras un periodo con los Vengadores pasa a unirse a los Defensores, un grupo en el que acaba encajando mucho mejor, permaneciendo con ellos una buena temporada. Por lo tanto, su presencia aquí es de lo más adecuada, ya que nadie mejor que Patsy para ayudar a Tigra en su peculiar problema, cerrando así el círculo en lo que podríamos definir como una pelea de gatas en el mismo infierno.

Continuando con Greer, los Vengadores Costa Oeste tendrán un nuevo encuentro con otro viejo conocido de esta colección y de los Héroes más Poderosos de la Tierra, Gravitón. En esta ocasión, el megalómano villano se obsesiona con la joven, quedando patente una vez más la abrumadora capacidad de Tigra para levantar pasiones en el sexo opuesto. Aunque lo realmente destacable son los aliados Mediavida, Zzzax y Quantum. Los dos primeros son antiguos enemigos de cierto Gigante Esmeralda, mientras que el tercero es creado para la ocasión. Un trío de lo más peculiar que aúna ciencia y misticismo, dos elementos que comienzan a ser una constante en la colección.

Otra de las tramas que concluye en este volumen es la inclusión del sexto miembro, que tendrá un giro final de lo más inesperado. Principalmente porque la situación de los Vengadores en esos momentos permitía mayor flexibilidad en ese tema. A pesar de ello, Englehart lo utiliza como base para incluir en el grupo a la Cosa, que se había separado de los 4 Fantásticos tras la maxiserie Secret Wars, siendo posiblemente el vengador que menos tiempo ha permanecido como miembro oficial del grupo. Curiosamente, esto es debido no a cuestiones argumentales, sino más bien a temas editoriales, ya que en la Casa de las Ideas pensaron que sería una buena idea devolverlo a la Primera Familia con motivo del 25 aniversario de su fundación. Por otra parte, la otra candidata, Ave de Fuego, también acabaría desapareciendo, no sin antes participar en un enfrentamiento entre los Vengadores Costa Oeste y los Rangers; otro ejemplo más de lo mucho que le gustaba al de Indiana utilizar elementos poco convencionales en esta serie.

Si hay algo que realmente llama la atención en esta colección es la habilidad de Englehart para recuperar conceptos del pasado más remoto, o incluso reciente, pero que tienen un carácter minoritario, siendo esto una de las razones por las que quizá algunos aficionados guardamos tanto cariño por esta etapa, sin dejar de reconocer que el autor patina en ciertos momentos. Los Rangers son un buen ejemplo de todo lo bueno y lo malo que puede perpetrar Englehart en The West Coast Avengers, sobre todo teniendo en cuenta el destino final de uno de sus componentes. Este peculiar grupo se unió por primera vez en The Incredible Hulk #265, en plena etapa orquestada por Bill Mantlo y Sal Buscema, y reunía a una serie de personajes de diferentes momentos de la historia del Universo Marvel con un nexo en común: el western. Entre sus miembros se encuentra Tornado Tejano, en cuya primera aparición fue presentado por Roy Thomas como villano y aspirante a miembro de los 4 Terribles en Fantastic Four #177; Lobo Rojo, un personaje creado por Thomas en The Avengers #80 y recuperado por Claremont en Marvel Chillers, donde se encontraría con Tigra; Jinete Fantasma, un eco de la pasión por los westerns de otra época y del que tendremos que hablar un poco más extensamente en el futuro; y Estrella Fugaz, una creación del propio Mantlo, que se sumaría a este elenco de personajes que solo a un guionista como él se le hubiese ocurrido la idea de unirlos. Esto conecta de alguna forma con la pasión de Englehart por el pasado del Universo Marvel y con otro de los protagonistas de esta colección: Henry Pym.

Hank es uno de esos personajes que a medida que avance la cabecera obtendrá mayor protagonismo. Estamos ante uno de esos héroes que ejemplifican aquello de superhéroes con superproblemas. Englehart está dispuesto a seguir la tradición de hacérselo pasar mal, como ya se vio en tomo anterior con Ultrón, pero también está dispuesto a devolverle al estatus de héroe. Además, se mantiene su evolución lógica tras los acontecimientos en la serie principal de los Vengadores, poniendo a prueba su estabilidad emocional con una turbulenta relación con Tigra y el regreso de un viejo conocido: Torbellino. Y aquí es donde Englehart vuelve a rizar el rizo, ya que utiliza a uno de los enemigos que sirvió a Hank para superarse a sí mismo durante su transición de Hombre Hormiga a Hombre Gigante, además de ser el tipo que se obsesionó con su exmujer y uno de los villanos nacidos en el serial Tales to Astonish, que el escritor convertirá en una fuente inagotable de recursos para hacer avanzar a Pym en la dirección deseada; una que deambula entre la superación personal y la más profunda de las depresiones.

Pero dejando atrás esta dicotomía emocional, el mejor ejemplo de superación personal en este grupo se personaliza en el Hombre Maravilla, que prácticamente se convierte en un hombre nuevo y seguro de sí mismo, incluyendo un cambio de vestuario. Según parece, el nuevo uniforme de Simon gustó mucho en la redacción de la Casa de las Ideas, pero no ocurrió lo mismo entre los aficionados, incluso diría que Englehart utiliza a Tigra para señalar algunos defectos en el diseño de Milgrom, que desde luego no estuvo ese día especialmente acertado. Y para completar el cuadro tenemos al matrimonio formado por Ojo de Halcón y Pájaro Burlón, con un líder cada vez más exultante y seguro de sí mismo, unido a una mujer que lo comprende lo apoya y casi se convierte en lo más parecido a una colíder. Todo esto es el resultado del esfuerzo de Englehart por fundamentar las historias en la construcción de los personajes, un recurso que funciona bastante bien y que nos deja como resultado un buen puñado de tebeos con mucho contenido.

Como ya comentaba en el anterior artículo, me está sorprendiendo gratamente esta colección. Soy consciente que la nostalgia juega malas pasadas, y yo guardo un especial cariño por aquellos retapados en los que leí Los Nuevos Vengadores, que incluían complementos de los Nuevos Defensores, donde se reunían un grupo de personajes de lo más variopinto. Sin embargo, honestamente, los dieciséis primeros números de esta colección no están nada mal. Tienen ese regusto a cómic clásico de los setenta y beben directamente del rico pasado de la editorial, además de estar en la línea de lo que estaba haciendo Roger Stern en la misma época en la colección hermana. Quizá el principal hándicap sea el apartado gráfico, donde tenemos al irregular Al Milgrom, pero que convenientemente entintado por Joe Sinnott no solo es digerible, sino que en algunos momentos hasta da gusto verlo, ya que es un autor que narrativamente no lo hace nada mal. Englehart construye un futuro sobre los cimientos del pasado y nos presenta una serie que tiene todos los elementos característicos que no deben faltar en una colección de los Héroes más Poderosos de la Tierra. Si bien es cierto que no se puede negar el componente nostálgico, tampoco se puede obviar que ya me gustaría a mí que en la actualidad se trabajase tanto a los personajes y los escenarios como la hace aquí el guionista, haciendo gala de su oficio en esta fase inicial de la colección. Esperemos que la situación se prolongue, para que esos pecados del pasado no nos estropeen el futuro.


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