Esta semana, retomamos como protagonista al no-grupo por excelencia de la Casa de las Ideas, a cuya colección llega un autor que nos deja una etapa para el recuerdo. Asistimos a este hecho tan importante en la cronología de los Defensores en el tomo...

MARVEL GOLD LOS DEFENSORES: COLMILLOS DE FUEGO Y SANGRE
por Óscar Rosa Jiménez


Tras la estancia de Len Wein, como guionista en The Defenders, hace acto de presencia Steve Gerber. Al parecer, ambos estaban cansados de sus respectivas colecciones, por lo que deciden llegar a un acuerdo a través del cual se intercambian sus asignaciones. De esta forma, Gerber podría escribir una serie coral, algo que le hacía mucha ilusión, mientras que Wein se encargaría de la colección protagonizada por Daredevil. Un intercambio que realmente no se llegó a producir, ya que Len Wein solo escribiría algunas páginas de Daredevil #124, siendo Marv Wolfman el que finalmente se encargaría de ella.

Steve Gerber, nacido en Sant Louis (Missouri) en 1947, había llegado a Marvel desde el mundo de la publicidad, gracias a su amistad con Roy Thomas. Ambos autores se habían hecho amigos mientras participaban activamente en el naciente fandom durante los años sesenta. Cuando Thomas se convirtió en editor de Marvel, no dudó en ayudar a su viejo amigo, cuyo trabajo no parecía satisfacerle. En 1972, el de Missouri comenzó su andadura en la Casa de las ideas en Adventure into Fear #11, donde uniría su destino al Hombre Cosa, consiguiendo una serie regular para el personaje, además de crear a cierto pato extradimensional del que ya hablamos en esta sección. También escribiría, entre otras cosas, The Incredible Hulk #158, junto al propio Thomas, tres números en The Invencible Iron Man, once números en la serie protagonizada por el rey de Atlantis y veinte números en la mencionada colección del guardián de la Cocina del Infierno.

Tras su periplo por diferentes títulos de la editorial, Gerber recae en The Defenders, aunque no comienza en la serie regular, sino que lo hace en Giant-Size Defenders #3. En su primera historia del no-grupo, para que la transición no fuese brusca, colabora con Len Wein y con Jim Starlin, que aporta su dibujo y algunas ideas. La historia narra como el Gran Maestro y el Ajedrecista se disputan nuestro planeta mediante un juego en el que cada uno elige a unos participantes. El primigenio escoge a los Defensores, con la participación como invitado de Daredevil, tras su experiencia con los Héroes más Poderosos de la Tierra. Ya sabéis aquello de que cualquiera que se cruce con el no-grupo acaba formando parte de él. Por otro lado, el robot creado por el Dr. Muerte en Strange Tales #167, durante la magnífica etapa de Jim Steranko dirigiendo los pasos del James Bond de Marvel, elige a un grupo de alienígenas cuyas habilidades pueden contrarrestar los poderes de los héroes.

El relato no está nada mal. Tenemos la recuperación de Namor, aunque solo sea de manera momentánea, volviendo a reunir al trío que fundó este novedoso concepto; la utilización de un villano algo inesperado; el toque cómico esperado en un proyecto en el que está involucrado Starlin; mucha acción y un concepto arquetípico que, con los años, sería bastante utilizado, sobre todo en eventos y miniseries. La aportación de Gerber queda un poco eclipsada, aunque tenemos varios textos ilustrados que son un aviso de las ideas revolucionarias del autor. Quizá solo es un aperitivo de lo que está por llegar. Por cierto, esta historia no se sitúa al principio del tomo, sino que Panini lo ubica en su lugar cronológico con respecto a los personajes, lo cual me parece un acierto; aunque lo realmente novedoso, es que el tebeo estaba inédito en nuestro país hasta el momento.

Tras esta pequeña toma de contacto, Steve Gerber aterriza en la serie regular, concretamente en The Defenders #20, y lo hace por todo lo alto, con un crossover. En Marvel Two-in-One #6, comienza una historia en la que el verdadero enemigo es el Destino, al estilo del film titulado Destino Final. La cuestión es que el Doctor Extraño acaba formando equipo con La Cosa, para evitar que unos inocentes elijan un camino para el que no estaban predestinados. La trama enlaza con la búsqueda que la Valquiria está realizando, la cual trata de descubrir quién es realmente. Tras haber sido sometida a la magia de la Encantadora, se encuentra atrapada en el cuerpo de Bárbara Denton, pero sin ninguno de sus recuerdos. Gerber utiliza muy bien el ignoto origen del personaje, para conectarlo con el del propio no-grupo, además de revelar un matrimonio que nos trae a un nuevo personaje secundario. Desde el primer momento, el autor incide en el desarrollo del personaje ligado a Asgard. Ella y Halcón Nocturno son las piezas clave del inicio de su etapa. Posiblemente, porque ambos personajes no tienen serie propia, facilitando así su desarrollo, sin tener que coordinar nada con otro guionista. Tanto es así, que incluso se coquetea con la posibilidad de que ambos desarrollen algún tipo de romance, aunque la idea parece desechada por el momento.

Los primeros pasos de Gerber parecen seguir la estela de Len Wein, ya que los Defensores se mantienen en su evolución hacia un grupo más cohesionado, pese a las especiales características del mismo. No obstante, en The Defenders #21 tiene su primera aparición el grupo de villanos más pintoresco del Universo Marvel: los Hombres Cabeza. Tengo que reconocer mi debilidad por esta grotesca formación, la cual inicia su andadura de una forma bastante tímida. Y es que solo el lector es testigo de su fechoría. Halcón Nocturno se cruza con uno de ellos, pero no consigue verlo con claridad. De hecho, su plan es todo un éxito, quedando para el futuro su reaparición como la extravagante amenaza que en realidad son.

El trío de villanos procede del pasado de la editorial. En Mystery Tales #21, surge el Dr. Arthur Nagan; Tales of Suspense #9 recoge la primera aparición de Chondu el Místico; finalmente, World of Fantasy #11 es la procedencia del Dr. Jerold Morgan. Tanto por la elección de los personajes como los recónditos lugares de los que provienen, nos podemos ir haciendo una idea de qué clase de revolución nos trae Steve Gerber a esta colección. Sinceramente, a mí me encanta ese punto freak, algo extravagante y, en cierto modo, tan original, con el que el autor mantiene la esencia de la serie, pero, a su vez, insufla una frescura inesperada. En solo dos números, junto a los dos de la serie de la adorable Cosa de ojos azules, consigue que mi interés por las aventuras del no-grupo se multiplique.

A continuación, volvemos a hacer un alto en el camino y nos trasladamos al Giant Size #4, otro tebeo que no había sido publicado en nuestro país. Si el anterior servía para profundizar en la Valquiria, en éste se disputan el protagonismo Halcón Nocturno y Hank Pym en su identidad de Chaqueta Amarilla. Una vez más, tenemos a un exvengador uniéndose a los Defensores, y no será la última. También podemos constatar que el autor sigue teniendo predilección por aquellos personajes que "vagan" por el Universo Marvel sin dueño.

Kyle Richmond es atacado mediante una bomba, que explota al arrancar el coche cuando salía de un concierto con su novia, Trish Starr, sobrina de Cabeza de Huevo, un viejo enemigo de Pym. Ambos se debaten entre la vida y la muerte, mientras que los héroes buscan al responsable. Por un lado, tenemos a los Defensores, que se vuelven a ver las caras con el Escuadrón Siniestro; por el otro, Chaqueta Amarilla intuye que todo es culpa del tío de Trish. Para mí, de los dos especiales incluidos en el tomo, éste es el mejor. Además, poco a poco vemos como el autor se va sintiendo cómodo en la exposición de varias tramas en paralelo. Aunque ciertos personajes tienen mayor protagonismo, se respeta muy bien el aspecto coral necesario en este tipo de planteamiento grupal. Acción desbordante, una pizca de intriga y un toque de dramatismo final, son los ingredientes con los que Gerber va forjando la leyenda en la que se va a convertir su etapa. Y esto no ha hecho más que empezar...

Volviendo a la serie regular, tras calentar motores, tenemos un arco argumental que transcurre en The Defenders #22-25. El tema principal de esta saga es el racismo y la xenofobia. Sinceramente, no me esperaba este tipo de crítica social. Incluso, llama la atención cómo los argumentos esgrimidos por los villanos pueden ser perfectamente aplicables a la actualidad. Pese a la profundidad del mensaje, Gerber lo plantea como una excusa para recuperar a los Hijos de la Serpiente, que anteriormente se habían enfrentado a Los Vengadores. En esta ocasión, el guionista recurre a viejos colaboradores del no-grupo, para que les ayuden a liberarse de sus enemigos. Power Man, Daredevil y Hellstorm se unen a Hulk para la desarticulación de la organización racista. También tendremos la recurrente presencia de Chaqueta Amarilla.

La historia está francamente bien. Me atrevería a decir que es lo mejor del tomo. El magnífico tratamiento de los temas sociales, la perfecta interactuación de una ingente cantidad de personajes, junto a un giro final totalmente inesperado, que atañe a unos de los miembros del no-grupo, nos demuestra que el interés mostrado por Gerber hacia esta colección no era baladí. Hasta este momento, la serie ha tenido momentos mejores y peores, pero cuesta encontrar uno en el que tengamos una combinación tan acertada de elementos. De ese modo, hemos podido ver una evolución constante desde la llegada del guionista, alcanzando su cenit en la parte final de este tomo.

Por último, me gustaría resaltar un detalle en el que el autor hace hincapié a lo largo de estos números: la presentación en sociedad de los Defensores. Esto es un dato que llama poderosamente la atención, ya que pese a haber tenido un cruce con los Vengadores, el no-grupo no es una asociación conocida dentro del propio Universo Marvel. Tanto es así, que cuando solicitan la ayuda de Daredevil, éste desconfía un poco porque no ha oído hablar de ellos. Es curioso, por las páginas de la serie no paran de pasar personajes invitados, pero nadie parece haber considerado importante mencionar que hay un nuevo grupo de héroes en la ciudad. Soy consciente de que no es algo necesariamente incoherente con lo visto hasta el momento, pero sí que choca un poco esta posición marginada respecto al resto de superhéroes, que, de alguna forma, va de la mano con la consideración de serie minoritaria que siempre ha tenido la colección.

En el aspecto gráfico tenemos a Sal Buscema, del que ya hemos hablado anteriormente en el artículo dedicado a los inicios de la serie. El trabajo del dibujante mantiene su estilo habitual, donde la narrativa es el punto fuerte. Quizá ha perdido la dosis de espectacularidad de números anteriores, pero su trazo sirve para identificar la imagen icónica del no-grupo, algo que no me parece desdeñable. También es cierto, que el constante cambio de entintador no beneficia demasiado al menor de los Buscema, sobre todo si vemos en los créditos el nombre de Vince Colleta...

Steve Gerber ya está aquí, junto a sus extravagantes ideas, las cuales dotan a su etapa en The Defenders de cierto halo de misticismo. Afortunadamente, ya no hace falta recurrir a las vetustas ediciones de Vértice para poder conocer en primera persona cómo se forja una leyenda. ¡A mi dadme Defensores!


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