Pocas veces un autor ha marcado tanto a un personaje no creado por él como Frank Miller a Daredevil. Desde su estancia en la serie, el tono de la misma quedó fijado con tal fuerza que apenas sí hay excepciones puntuales que se hayan apartado de ese camino. Sin embargo, antes de Miller ya existía Daredevil... por Fer1980(*) Creado en 1964 por Stan Lee y Bill Everett, (aunque existe polémica en torno al diseño del personaje, que muchos atribuyen a Jack Kirby, discusión en cualquier caso que sobrepasa los límites de este artículo) como el último gran personaje de la Era Marvel. Daredevil fue, en gran medida, la sublimación de la idea en torno a la cual se configuraría el primigenio Universo Marvel: "superhéroes con superproblemas". Y es que el "superproblema" de Daredevil (la ceguera) se situaba incluso por encima de sus superpoderes (los supersentidos). Bajo este concepto básico, el Daredevil (nombre, por cierto, heredado de un famoso cómic de los 40, del que Lee se declaraba seguidor) primigenio es a grandes rasgos una suerte de Spiderman entrado en años, y por ese lado vendrían muchos de sus problemas. En realidad, no son pocos los que opinan que la verborrea sin freno de Daredevil (esto es importante: de Daredevil, no de Matt Murdock; todas las taras psicológicas que Miller explotaría más tarde ya estaban desde el principio), su carácter extrovertido y, en cierto sentido, bufonesco eran lo más parecido a un alter ego del propio Stan (al igual que La Cosa/Ben Grimm tenía mucho de Kirby). Como decíamos, y al contrario que otros grandes personajes de la editorial, las bases sobre las que se concibió Daredevil resultaron ser poco sólidas. Estamos ante un personaje de eminente carácter urbano, cuyos poderes relativamente limitados le acercaban mucho más a Spiderman que a cualquier otro personaje de la casa. Esto, unido a su parecido al trepamuros, en cuanto a actitud, terminó siendo un problema, ya que los diálogos chispeantes y las continuas bromas que tan bien quedaban en Spiderman, hacían de Daredevil un personaje redundante. Además, carecía del poder de identificación de aquel. Mientras que el teórico público objetivo al que iban dirigidos estos cómics podían identificarse con el estudiante incomprendido y lleno de problemas llamado Peter Parker, era mucho más difícil que lo hicieran con Matt Murdock, un abogado más cerca de los 30 que de los 20 y con una vida exitosa ya encauzada. Así las cosas, es durante la estancia de Stan Lee al frente de los guiones del personaje (en el que permanecería más o menos 50 números) cuando se establece el tono que tendría la colección antes de la llegada de Miller. Un claro predominio de la aventura, villanos relacionados en gran medida con la faceta laboral de la identidad secreta del personaje y un aire culebronesco que marcaría las relaciones de los tres principales personajes de la serie: Matt/Daredevil, su mejor amigo y socio Foggy Nelson y su secretaria, e interés amoroso de ambos, Karen Page. Situación en la que también se metería Mike Murdock, una bizarrada de Lee que convirtió a DD durante un breve tiempo en un personaje con triple identidad, siendo Mike un falso hermano gemelo inventado por Matt para proteger su identidad como Daredevil (¡¡toma ya!!). Desde un punto de vista visual, tras la marcha de Everett (creador de Namor en los 40) por problemas de salud, y la breve estancia de Joe Orlando (mítico autor/editor de EC), estos primeros tiempos estarían macados, primero, por la llegada de Wally Wood quien, en el número 7 (probablemente el mejor cómic de toda la etapa Lee), fijaría el aspecto visual definitivo del personaje, desterrando el amarillo y añadiendo una segunda D al emblema del pecho. Después, llegaría el gran John Romita Sr., en lo que sería un campo de pruebas para su posterior desembarco en Spiderman. Pero si por algo se caracteriza esta etapa es por la llegada de Gene Colan, el rey de las sombras, que permitió vislumbrar (al menos, si no argumental, sí visualmente) toda la oscuridad que atisbaba el personaje y que permanecería en el mismo cerca de 100 números, con diversas interrupciones, siendo aún hoy el artista que más tiempo ha dibujado al personaje. Así, si bien las bases del personaje estaban lejos de ser sólidas, no se puede negar que, al menos artísticamente, Daredevil tuvo mucha suerte, contando siempre con lápices de autores de primerísimo nivel. Mientras Colan permaneció en el dibujo, salvo excepciones puntales (entre ellas, algún número suelto de Barry Windsor Smith, muy deudor todavía de Kirby), el sustituto de Lee a los guiones, como era habitual en aquellos tiempos, fue Roy Thomas, que permaneció en la colección en torno a 20 números. Su etapa, en cuanto a tono, no se diferenció demasiado de la de Lee: predominio de la aventura, gran importancia de la faceta de abogado de Murdock y profundización en la relación con Karen, ya sin Foggy de por medio. Precisamente, sería en este aspecto donde más relevancia alcanzarían estos números y donde, de manera indirecta, se sentaron las bases de la posterior Born Again. Si como observamos ya desde el principio, Matt tuvo problemas para ocultar su identidad secreta (de ahí, todo lo de Mike Murdock), Thomas da un paso más y decide que Karen descubra la identidad secreta de su amado. Es entonces cuando, incapaz de soportar que Matt ponga en peligro su vida de esa manera, opta por abandonarle e intentar iniciar una (fallida, como luego sabríamos por Miller) carrera en Hollywood. Es un movimiento arriesgado por parte de Thomas y una muestra más de que Marvel en los primeros tiempos no era inmovilista. No solo saca del escenario a uno de los personajes secundarios más relevantes de la serie (que, por cierto, no tenía muchos), si no que elimina de un plumazo la "novia eterna", otro tópico más del género que, la por entonces sí Casa de las Ideas, no dudaba en dar de lado. Por lo demás, la etapa de Thomas permite imbricar algo más al personaje en el Universo Marvel con la presencia de Pantera Negra, que hará buenas migas con DD y con el que visualmente formará un dúo muy potente. Pese a los esfuerzos de Thomas, los problemas de base del personaje siguen ahí: Daredevil no termina de conseguir una personalidad definida, siendo esta demasiado genérica, ni sus contradicciones son explotadas y sigue siendo (pese a rebajarse el tono de los diálogos) demasiado "Spidermaniano". En cualquier caso, si por algo destaca la serie por aquel entonces, y le permite seguir en el candelero, es por su factura visual, con un Gene Colan en plena forma. Su dominio de los claro-oscuros, su personalísima composición de página y la plasticidad del diseño de Wally Wood para el traje, hacen de DD una serie, como mínimo, llamativa. Daredevil and the Black Widow: De Nueva York a San Francisco Tras la marcha de Thomas, sería Gerry Conway, por entonces un autentico niño prodigio, el encargado de seguir las andanzas del cuernecitos, permaneciendo con el mismo cerca de 30 números, acompañado una vez más a los lápices por Gene Colan. La llegada de Conway supuso una autentica revolución en la serie. Y es que si la marcha de Karen había dejado a nuestro héroe compuesto y sin novia, esta situación no duraría mucho tiempo: en el horizonte, asomaba ni más ni menos que Natasha Romanoff, la Viuda Negra. Nacida en las páginas de Iron Man y traspasada luego a las de Los Vengadores, esta ex-espía rusa adquiría tal importancia que llegó a compartir la cabecera durante más de un año, rebautizándose la serie con un explicito Daredevil and the Black Widow. Esto, que hay que ligarlo en cierta medida con el incipiente movimiento feminista de los 70 (Marvel, como siempre. intentando vivir pegada la realidad social en la que se movía, aunque en este caso, sin demasiado acierto... pero ese es otro tema), para Daredevil significaría, no solo compartir su cabecera, sino también cambiar de costa, al trasladarse a San Francisco. Si hoy, tras el paso de Miller por la serie, resulta muy complicado imaginar a DD fuera de Nueva York, entonces, con un personaje no tan definido, no lo era tanto; pretendiéndose, tal vez, una mayor diferenciación del mismo a cuenta del cambio de ciudad. En todo caso, el tono de las aventuras no varía demasiado por ir de Nueva York a San Francisco, y solo la compleja relación entre Matt y Tasha aportaba alguna novedad realmente destacada. Vista con la perspectiva que da el tiempo, la etapa de Conway no deja de ser mediocre, y hasta por momentos aburrida, solo salvada, una vez más, por el excelente trabajo de un Colan, que dibuja una Viuda Negra bella como pocas veces se había visto antes. Sin embargo, no hay que restar mérito al hecho de que se atrevió a que dos héroes vivieran juntos (e imaginamos que harían algo más que vivir), sin pasar previamente por la vicaria, ni tener esta en perspectiva cercana. Algo que hoy puede ser muy normal, pero que entonces, con el Code de por medio y con la mojigatería predominante a nivel oficial, no deja de tener cierto valor. Conway sería sustituido por Steve Gerber, uno de los guionistas más importantes e innovadores de los 70, y que estaría en la serie en torno a 20 números. Gerber contaría al principio con la colaboración de Colan, que pronto sería sustituido por Bob Brown, un dibujante mucho más "académico", que haría que la serie perdiera gran parte de su encanto. Si la etapa de Conway, pese a su mediocridad, tiene una segunda lectura, habida cuenta de la relación entre Matt y Tasha, la de Gerber va aún más lejos. Aunque no estamos ante el Gerber bizarro y desafiante de Howard el Pato o el Hombre Cosa, su etapa en Daredevil es tal vez la más interesante que, hasta entonces, había tenido el personaje. No tanto porque, por fin, consiguiera encontrar una identidad propia para el protagonista (esto hasta Miller no llegaría), sino por las segundas lecturas que asomaban tras los guiones, aparentemente sencillos, de Gerber. En plenos 70, con temas como las drogas, la liberación sexual, los movimientos anti bélicos o el descontento con el gobierno en primer plano, el subtexto de muchas de las historia de Gerber van mucho más lejos de lo acostumbrado. Y, aunque como decíamos, no es Daredevil donde el guionista muestra sus lado más desbocado, sí es cierto que historias como la del hippie desencantado, Angar el aullador, y sus "ilusiones visuales", son muy significativas en los años del LSD; como también lo es la saga del Mandril, villano capaz de dominar a la mujeres y ponerlas a sus órdenes, en una época de lucha por la igualdad plena. Más allá de eso, sería con Gerber cuando Daredevil regresaría a Nueva York, y cuando se formalizaría la ruptura de la siempre tensa relación con Tasha, desencadenada, entre otras cosas, por la negativa de DD a unirse a Los Vengadores. Al borde del abismo Con Gerber fuera, y tras el interludio que supuso la labor de Tony Isabella (en una de las sagas más recordadas del DD setentero, Foggy Nelson agente de S.H.I.E.L.D, en el que probablemente fue el mejor trabajo de Bob Brown en la colección), el encargado de regir los destinos de Daredevil sería Marv Wolfman, que, contando sobre todo con la colaboración de Bob Brown, permanecería en la serie en torno a 20 números. Su aportación más destacada a la colección sería la creación de Bullseye. Con un magnifico diseño de John Romita Sr., el asesino de puntería perfecta estaría todavía lejos de ser la némesis física definitiva del personaje, como sería con Miller. Es más, en manos de Wolfman, es un villano de opereta, que llega a atar a Daredevil a una ballesta gigante como gran plan para vencerlo. Pero más allá de eso, resulta innegable que el aspecto visual del personaje esta muy conseguido, y parece que, por fin. DD va a tener un villano de altura. Si uno analiza la galería de villanos del personaje en estos años, lo cierto es que apenas consigue encontrar rivales de auténtico peso. Quizá, puede nombrarse como tal al recurrente Búho (que tampoco pasó nunca de ser un mafioso de segunda), pero ni Zancudo, ni Matador, ni Rana Saltarina, ni incluso villanos del potencial de Mr. Miedo o El Hombre Púrpura (potencial visto años después en manos de guionistas como de Brubaker o Bendis), dotaban al personaje de una galería de enemigos realmente potente. Antes de la llegada de Bullseye, solo el mencionado Búho y Gladiador (de nuevo con un magnifico diseño de Romita Sr.) parecían un villanos de altura. Si obviamos el hecho de que este segundo en realidad era poco más que un sastre con ansias de dominación mundial, de nuevo sería Miller quien habría de rehabilitar y dar contenido al personaje. Más allá de Bullseye, la etapa de Wolfman destaca tanto por la creación de Heather Glenn, rica heredera y nuevo interés amoroso de Matt, como sobre todo por una cierta profundización en el carácter de Matt, mostrándole como alguien muy seguro de si mismo, y preparado para casi cualquier sobresalto, siendo uno de los guionistas que más se preocupó por dotar al personaje de una identidad más propia y diferenciada. Además de eso, y atisbando el potencial del personaje para el noir, fue uno de los guionistas que más acercó al personaje a esos turbios callejones y matones de poca monta que luego serían seña de identidad. Sea como sea, lo cierto es que, durante la etapa de Wolfman, la serie ya pendía de un hilo, pasando poco después a ser bimestral (por entonces antesala de la cancelación), a lo que tampoco ayudó el que, tras la marcha de Brown, la serie careciera de dibujante regular, pasándose por sus páginas artistas del calado de Gil Kane, Carmine Infantino o el propio Gene Colan, pero sin que ninguno se consolidara; además de ser autores con estilos demasiado divergentes. Con todo, antes del desembarco de Frank Miller, primero como dibujante (DD 158), luego ya como guionista acreditado (165, aunque estuvo co-escribiendo la colección meses antes), serían Jim Shooter y Roger McKenzie (guionista con el que colaboro Miller en sus primeros números) los encargados de regir los destinos del hombre sin miedo. La etapa de Shooter, breve pero interesante, destacó tanto por fijar un tono más oscuro para la colección (que venía como anillo al dedo al personaje), como por profundizar en las mente de un Bullseye, que ya mostraba claros signos de desequilibrio metal. Además de esto, profundizó en la relación entre Heather y Matt, a través de una compleja trama empresarial que terminaría con la chica descubriendo (una vez más) la identidad secreta de Matt. McKenzie, por su parte, sigue el camino trazado por Shooter, haciendo que Heather, al contrario que Karen, asuma y acepte el secreto de Matt, y creando secundarios tan interesantes como la ayudante de Matt y Foggy, Becky Blake, y en general manteniendo un tono oscuro, pero aventurero, que hacía que su Daredevil fuera, como poco, agradable de leer. Haciendo un balance global del Daredevil previo a Miller, es obvio que estamos ante un personaje de un potencial tremendo, pero todavía no explotado. Personaje que, aunque visualmente resulta magnifico (lo que se debe tanto al gran rediseño del traje de Wood, como a la inmensa labor de Colan), tiene todavía gran parte de su personalidad por definir, y resulta, tanto en concepto como en forma de actuar, demasiado deudor de Spiderman. A esto se añade que el plantel de secundarios no sea demasiado elevado y que su galería de villanos sea, cuando menos, cuestionable. Decir que Miller se encontró con una pizarra en blanco cuando llego al personaje sería mentir (además de ser injusto) pero sí es cierto que la pizarra estaba lo suficientemente vacía como para que el genio de Maryland pudiera hacer suyo al personaje, sin traicionar ni contradecir nada de lo que configuraba su pasado. Un pasado que, en cualquier caso, estaba lejos de ser tan glorioso como lo era el de la mayoría de sus compañeros de generación. (*) Fer1980 es un veterano blogger que podéis seguir habitualmente en Mis Cómics, en el que realizó unos interesantes análisis sobre la trayectoria de Daredevil en la sección "Historia de un hombre sin miedo". |
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