Hace poco, vimos cómo nacía una nueva colección del cosmos mutante, y cómo alcanzaba un punto de inflexión claro. Esta semana, intentaré hablaros del cambio que sufrió la serie de los Bebés-X; una transformación que coincidió con la llegada de un dibujante que rompió todos los esquemas en un cómic de superhéroes. Hoy hablamos de...

LOS NUEVOS MUTANTES CON BILL SIENKIEWICZ
por Óscar Rosa Jiménez


En The New Mutants #17, se produjo la primera toma de contacto de Bill Sienkiewicz con los Nuevos Mutantes, pero su labor se ciñó al entintado de la portada. En el número siguiente, comenzó su etapa como dibujante, dando lugar al inicio de un cambio visual en la serie, tan original como arriesgado, que, a la postre, supuso uno de los momentos dorados de la colección. Lo realmente curioso, es que el autor solo iba a dibujar una saga, dos o tres números a lo sumo, pero disfrutó tanto de la experiencia que supuso trabajar con Claremont, que acabó prolongando su estancia durante dos años. Aunque como dibujante su trabajo culminó en The New Mutants #31, se mantuvo como entintador fijo varios números después.

Bill Sienkiewicz nació en Blakely, Pensilvania, en el año 1958. Irrumpió en la industria del cómic a finales de la década de los setenta. Su primer trabajo para la Casa de las Ideas fueron unos complementos, publicados en Hulk Magazine, protagonizados por el Caballero Luna. Allí quedaba patente que la gran influencia del autor era Neal Adams. Sobre ese tema, ambos autores tendrían un duelo artístico, que desconozco si fue algo serio o más bien una broma. Con el ego de los autores nunca se sabe. Tras las historias de complemento, vino la primera serie regular del Caballero Luna. Posteriormente, recaló en Fantastic Four, también junto a Doug Moench. La siguiente propuesta fue Uncanny X-Men, tras colaborar en el sexto anual de la serie y en Uncanny X-Men #159, aunque la rechazó, aduciendo que era demasiada responsabilidad. No obstante, la posibilidad de trabajar en el spin-off mutante le resultó mucho más acorde a sus expectativas.

Sienkiewicz está fuertemente influenciado por el expresionismo y la abstracción, corrientes del arte pictórico. Centrándonos en su trabajo en los cómics, el autor fundamenta su narrativa en el expresionismo, un movimiento artístico nacido en Alemania como respuesta al Impresionismo. Este predominio artístico recae sobre la representación de las emociones, haciendo hincapié en lo dramático. Sienkiewicz utiliza como herramienta un dibujo sin cánones preestablecidos, donde la deformación de las figuras responde sobre todo al estado de ánimo del autor y a una paleta de colores más oscuros. Gracias a la libertad creativa de la que gozó, y a la caracterización de los personajes en The New Mutants, el estilo expresionista se convierte en el lenguaje ideal para la obra. De esa forma, para hablar de esa oscuridad o angustia existencial, ¿qué mejor que una serie donde sus personajes son unos adolescentes? Ya no estamos ante los primeros estudiantes de la Patrulla-X, porque prácticamente todos habían llegado al instituto habiendo experimentado mucho dolor. Este detalle se hace patente en la mayoría de rostros, en los que se ve reflejado el dolor que sienten. En algunas viñetas resulta hasta exagerado para lo que era en esos momentos el cómic de superhéroes. También nos encontramos con cierta "experimentación" en cuanto a la disposición de las viñetas. Eso, también, responde a la deformación de las figuras, que no es un mero capricho sino una forma de expresar lo incontenible de las emociones. A grandes rasgos, estas son las claves para comprender la clase de trabajo revolucionario, para el medio, que nos encontramos aquí.

Centrándonos en la parte argumental, me da la sensación de que Claremont quiso explotar al máximo las habilidades del dibujante con el que colaboraba. No era la primera vez que el autor se dejaba influenciar por un dibujante. Quizá, el caso de Byrne fue el más palpable, pero Dave Cockrum sería otro ejemplo más o menos claro. En este caso, el tono de las historias, los escenarios elegidos y los personajes que se van añadiendo, me hacen pensar que el guionista busca la forma de que Sienkiewicz se encuentre cómodo; además de potenciar esa creatividad arrolladora que muestra el dibujante en esta etapa.

El punto de partida se encuentra en The New Mutants #18, y abarca hasta The New Mutants #20, donde se desarrolla la que, posteriormente, se conocería como "La saga del Oso Místico". Como ya comentamos, ampliamente, en el anterior artículo, Claremont tiene debilidad por los personajes femeninos. De esa forma, no nos puede extrañar que, una vez más, se centre en una de ellas para contarnos una historia; sobre todo, teniendo en cuenta que ya había dejado pistas al respecto.

Danielle Moonstar sufría el acoso, en sueños, de la aterradora efigie responsable de la muerte de sus padres. Un ser con el cuerpo de un oso, que atesora un poder sobrenatural, ansiando ampliar los límites oscuros de sus dominios. Dani acaba plantando cara a su opresor, junto con sus miedos más ancestrales, para acabar herida de muerte en mitad de la noche. Mientras ella se debate entre la vida y la muerte, en una intervención quirúrgica, sus amigos encuentran la forma de trasladarse al mundo en el que habita el Oso Místico, a caballo entre una tierra onírica y un mundo portador de magia oscura, para frenar la amenaza latente que supone la criatura. Un enfrentamiento que sobrepasa los límites del joven grupo, pero que logran superar gracias al incipiente poder de Illyana Rasputin, a la cual comienza a surgirle una armadura plateada que le cubre el cuerpo como medida de protección. Los poderes de la nueva señora del Limbo son una caja de sorpresas.

Aparte del giro final, que no revelaré por motivos obvios, tenemos una historia que cambia totalmente el rumbo de los nuevos alumnos del Profesor Xavier. Es el inicio de un camino en el que deben enfrentarse a situaciones que escapan a su comprensión, adquiriendo tintes metafísicos en algunos casos. Una lucha entre el bien y el mal de forma primordial, pero que narrado por Sienkiewicz se convierte en una sinfonía de sensaciones llenas de expresividad. Mi impresión es que esta saga es lo mejor del autor en toda su etapa; el resto seguiría a un gran nivel, pero un poco por debajo. Sienkiewicz había dejado de ser un autor convencional, rompía todos los moldes y la colección nunca volvería a ser la misma. Da igual las veces que relea la historia, siempre acabo teniendo la misma sensación cuando la termino.

Sin embargo, como he repetido en algunas ocasiones, Claremont siempre lleva diversas tramas en paralelo, una constante en esta serie. Una de ellas supondría una simpática incorporación: Warlock (nada que ver con cierto mesías cósmico). Un extraño ser de origen extraterrestre, que llega a la Tierra huyendo de la tradición familiar de su planeta, la cual le obliga a ganar el derecho a la supervivencia enfrentándose a su propio padre, Magus. De momento, tengo que decir que evita la confrontación, pero cualquiera que conozca a Claremont sabe que los cabos sueltos no son lo suyo, y este se ata con funestas consecuencias.

Durante una fiesta de pijamas, Warlock irrumpe en las inmediaciones de la escuela donde viven nuestros protagonistas, aunque adoptando una forma de meteorito. Nadie sospecha, cuando recogen el objeto, que en realidad es una forma de vida tecnorgánica. Debido al largo viaje, se encuentra desfallecido, por lo que busca alimento en todo aquello que le rodea, convirtiendo plantas o animales en materia tecnorgánica de la cual se nutre. Esto crea cierta confusión inicial, hasta que encuentra un enchufe cuya corriente le facilita la restitución de sus fuerzas. Finalmente, sella su incorporación con un buen apretón de manos, siendo el primer alumno que es "adoptado" por los miembros de la escuela, antes que por el propio Xavier.

En esta historia, será de vital importancia la colaboración de Doug Ramsey, que en mitad de la noche es despertado para descubrir que es un mutante capaz de interpretar cualquier lenguaje. Más allá de la poca sutileza de sus amigos al revelarle su condición de mutante, no podía sospechar que conocería a alguien que, con el tiempo, se convertiría en su inseparable amigo.

El aspecto de Warlock, similar a un montón de circuitos y maquinaria, solo podía haber nacido de la mente de Sienkiewicz. Difícilmente me puedo imaginar a otro autor creando a este personaje, de ahí que afiance aún más mi opinión de que Claremont adaptaba sus ideas al dibujante con el que colaboraba.

Además, cabría destacar la paulatina incorporación de Doug Ramsey al grupo, algo que no tiene demasiado eco en la colección. Incluso da la sensación de que transcurre en algún otro lugar. Adoptando el nombre código de Cifra, demostrará que, a pesar de ser el más débil, físicamente hablando, de sus compañeros, tendrá su importancia en momentos tan oportunos como el primer anual, situado tras The New Mutants #21.

Dicho anual supone un paréntesis dentro de la etapa de Bill Sienkiewicz, ya que se recuperan los lápices de Bob McLeod, el cocreador de Los Nuevos Mutantes. Aquí, podemos encontrar la dura rehabilitación que vive Dani, con la ayuda de Stevie Hunter, pero cabe destacar, sobre todo, la primera aparición de Lila Cheney. Se trata de una cantante de rock que ofrece un concierto al que acuden nuestro protagonistas, en el cual se desvela un plan para robar la Tierra y venderla a una raza alienígena con un vocabulario similar a Yoda, el maestro Jedi de la saga Star Wars. Lila se desvela como una mutante capaz de teletransportarse a través del espacio, pero emplea sus habilidades para negocios poco lícitos. Los Nuevos Mutantes inician una aventura intergaláctica, en la que nace un peculiar romance entre la cantante y Sam Guthrie.

Volviendo a la serie regular, Claremont continúa con su trabajo de cohesión del cosmos mutante. Pero antes retoma la trama narrada en Marvel Team-Up Annual #6, donde Mancha Solar y Loba Venenosa habían sido infectados con la misma droga que dio poderes a Capa y Puñal, aunque en esos momentos los habían perdido. La condición mutante de los dos miembros de Los Nuevos Mutantes repercute en su capacidad de controlar el poder de la luz y la oscuridad, que, a pesar de los intentos de Magik por exorcizarlos, deberán volver a las jóvenes víctimas de la terrible droga. De nuevo, la rompedora narrativa de Sienkiewicz, junto a la trama, que nos lleva a los límites de la realidad, se me antoja una simbiosis perfecta, difícilmente llevada a cabo por otro dibujante en los mismos términos. Una historia que, además, trata el duro tema de las drogas, tan candente en los años ochenta, y profundiza en los personajes de Capa y Puñal; unos jóvenes que tras perder sus poderes se sienten perdidos, ya que no pueden proteger a los niños inocentes de ser engañados como lo fueron ellos. Ambos deben tomar una dura decisión, que los reconforta a la vez que los convierte en mártires de una sociedad que demanda un producto nocivo para la salud; una sociedad en la que unos jóvenes deben autoprotegerse de sí mismos. Un drama llevado al cómic, que Sienkiewicz retrata con tintes de película de terror, personificados en las transformaciones que sufren los dos miembros de Los Nuevos Mutantes.

La siguiente historia rescata otra subtrama, en la que se revela el secreto más oculto de Gabrielle Haller, una antigua amante de Xavier cuya tórrida historia de amor se narra en The Uncanny X-Men #161. Esto nos lleva a la primera aparición de David Haller, que resultará ser el hijo del propio Xavier, aunque él lo desconocía. Nacido mutante, como su padre, heredaría poderes de naturaleza psiónica, que aparecerían al presenciar la muerte de su abuelo a manos de unos terroristas. Este hecho traumático, junto a su inexperiencia, provocó que utilizara dichos poderes para incinerar los cerebros de los asesinos, manteniendo un contacto telepático mientras morían, lo que propició que se sumiera en un estado catatónico. Moira McTaggert se encargó de él cuando salió del coma y se convirtió en un joven autista, pero, posteriormente, David comenzó a manifestar su poder absorbiendo las mentes de personas que se encontraban en las instalaciones de la Isla Muir. El siguiente paso es pedir la ayuda de Xavier, que acude con algunos de los miembros de Los Nuevos Mutantes. Juntos deberán introducirse en la mente de David, que se encuentra fragmentada en múltiples personalidades, la cuales luchan entre sí. De nuevo, nos encontramos un escenario perfecto para los lápices de Sienkiewicz, que se mueve como pez en el agua en paisajes alejados de la realidad. Además, nos encontramos con una trama sumamente densa, que se complica por momentos. Creo que es una de esas historias que necesitan de un par de relecturas para asimilar del todo el complejo análisis psicológico que realiza Claremont en esta saga.

Cabe destacar, también, el importante papel que juegan Magik y Espejismo, prestando ayuda a un Profesor Xavier lejos de su mejor momento tras la paliza que le propinan al final de The Uncanny X-Men #192. Y es que, a estas alturas, la cohesión del cosmos mutante es tal, que la serie se convierte en una extensión de Uncanny X-Men, habiendo constantes referencias a la serie hermana. Incluso enlazando acontecimientos y apariciones entre ambas. Toda una complicada madeja que empieza a tejerse sobre un nutrido grupo de personajes que cohabitan en un mismo universo de ficción, rico en matices, pero que deja de ser tan accesible, aunque la época de los crossovers estaba lejos aún.

Uno de los ejemplos claros, de esto que digo, se palpa en una serie de subtramas que van en paralelo y que apenas tienen trascendencia en la serie. La primera de ellas se produce en escenas que recuperan a unos enemigos recurrentes: el Club Fuego Infernal. Selene y el padre de Roberto DaCosta se unen al grupo de confabuladores. También tenemos la llegada de Rachel Summers a la mansión, o el tórrido romance que vive Magneto, en una apartada localización, con Lee Forrester, hasta que la inminente llegada del Todopoderoso en Secret Wars II, provoca que Xavier le pida que lo sustituya en la dirección de la escuela.

Además, Secret Wars II interrumpe la historia que nos trae de vuelta a Dazzler, a través de Lila Cheney, retomando la historia de los Gladiadores, que se pudo ver en la miniserie The Beauty and the Beast. Aunque Claremont obvia la parte en la que la cantante inicia un romance con la Bestia, entre otras cosas, posiblemente porque aquella idea surgió de Ann Nocenti sin consultarle a él. También hay quien afirma que esto es debido a que el autor no controlaba a ambos personajes, ya que Hank militaba en aquellos momentos en Los Nuevos Defensores. Bueno, ya hemos dicho algo sobre el ego de los autores, ¿no? Claremont no iba a ser menos, sobre todo con lo protector que se acabaría volviendo con los mutantes. Por cierto, tampoco debemos olvidar que aquí se produce la primera aparición de Guido, futuro miembro de Factor-X por obra y gracia de Peter David.

La trama se inicia con el secuestro de Magma y Mancha Solar, con la idea de utilizarlos, bajo coacción, en el espectáculo de gladiadores del que había conseguido escapar Dazzler. Cuando Magik y Bala de Cañón están, irrumpe Magneto y se los lleva a la escuela. En Secret War II #1, el Todopoderoso activa el lado maligno de Illyana, produciéndose una transformación que augura el futuro de la Niña Oscura, provocando su huida al Limbo con algunos de los presentes: Kitty Pryde, Rachel Summers, Dazzler y Bala de Cañón. Como podemos ver, esta situación nos depara protagonistas muy diferentes a los habituales. Un hecho que desconcierta un poco y del que es tan culpable el autor como el crossover.

El mencionado grupo será el encargado de volver al mundo de los Gladiadores para rescatar a sus amigos, aunque la sorpresa vendrá cuando conozcan quien está detrás de todo. Nada más y nada menos que Karma, la otrora primera líder del grupo, cuya figura está muy desmejorada (por decirlo suavemente), y parece estar poseída por un odio irracional hacia Xavier y sus pupilos. Tras desmantelar el espectáculo, tan sangriento como clandestino, Karma consigue huir, lo que provoca que sus antiguos compañeros quieran salir a buscarla, produciéndose la unificación del grupo, que en esos momentos cuenta con ocho componentes.

Aquí tenemos un nuevo punto de inflexión por dos motivos: primero, la marcha de Sienkiewicz de los lápices, aunque volverá tres números después para encargarse del entintado; segundo, tras diferentes aventuras, el grupo volvía a estar unido. Atrás quedaban las revolucionarias viñetas del dibujante para dar paso a Steve Leialoha, que solo permanecería tres números, pero sobre todo, se reunificaban las líneas argumentales. De esa forma, la serie retomaba un tono más "estándar", pero la etapa pasaría a la historia por la simbiosis de elementos que podemos encontrar en ella, y que, aunque sé que me repito, no hubiera sido la misma con otro dibujante que no fuera Sienkiewicz.

En manos de Leialoha recae narrarnos el porqué del comportamiento de Karma, en una historia que compartimos con Los Nuevos Mutantes, ya que ellos también necesitan una respuesta. Pero a pesar de contar con la agrupación al completo, el poder de posesión de Karma es muy superior al que ellos conocían, por lo que necesitarán la ayuda de Tormenta, pese a que, en esos momentos, estaba sin sus poderes elementales. La persecución nos lleva por escenarios como Mandripur, donde Karma es una mafiosa de peso (en todos los aspectos), finalizando en El Cairo. La última localización será la clave para descubrir qué le pasó a Karma tras su supuesta muerte. Había sido sometida por Farouk, quien había tomado el control de su cuerpo. Bajo su posesión, fue sometida a abusos y depravaciones, corrompiendo su cuerpo y transformándola en una parodia obesa de sí misma. Finalmente, sus compañeros consiguen liberarla de la posesión. Su destino y recuperación estará ligado a la próxima aventura, en la que Claremont vuelve a insistir (¡bendita insistencia!) en la cohesión mutante, produciéndose el primer crossover oficial entra las dos colecciones del cosmos mutante, incluyendo un nuevo elemento a la ecuación: los dioses. Pero eso, si Odín quiere, será un tema para el próximo día.


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