LOS 4 FANTÁSTICOS DE JOHN BYRNE
por Bruno Orive


A estas alturas creo que nadie se llevará las manos a la cabeza si digo que Stan Lee y Jack Kirby revolucionaron el cómic de superhéroes estadounidense cuando presentaron a Los 4 Fantásticos en Fantastic Four #1. Lejos de los luminosos héroes perfectos que habían constituido la norma hasta entonces, el que los personajes pelearan entre sí o el que uno de ellos fuera monstruoso y malhumorado resultaban aspectos realmente innovadores en aquellas historias que, vistas desde el prisma actual, son bastante ingenuas y entrañables.

En la serie de Los 4 Fantásticos comenzó a construirse lo que hoy en día conocemos como Universo Marvel. Allí aparecieron por primera vez personajes e historias sin los que resultaría imposible concebir este cosmos de ficción, como el Dr. Muerte, Latveria, el Vigilante, los Skrull, los Kree, la Zona Negativa... y, por supuesto, Galactus y Estela Plateada. Mientras El Hombre y El Rey se mantuvieron al frente de la colección, esta fue una auténtica montaña rusa de emociones y aventuras, en las que los personajes fueron creciendo, tanto literal como metafóricamente, y estrechando sus lazos: Míster Fantástico y la Chica Invisible se casaron y tuvieron un hijo, lo que provocó que el ahora quinteto se convirtiera, con más razón que nunca, en una auténtica familia, como se percibe hoy en día.

No obstante, tras la marcha de sus creadores, La Primera Familia se vio pronto superada tanto en ventas como en popularidad por otros personajes. Primero, fue Spiderman, después, Los Vengadores y, por último, La Patrulla-X. Parecía como si nadie que no fuera Lee o Kirby pudiera entender a los personajes y plantear el tipo de historias que necesitaban.

Entonces fue cuando entró en escena John Byrne. El autor británico, canadiense de adopción, ya había tenido contacto previo con el cuarteto ilustrando los guiones de Marv Wolfman y Bill Mantlo entre Fantastic Four #209 y Fantastic Four #218, parte de la cual se ha recuperado en Los 4 Fantásticos: En busca de Galactus. Además, se había encargado como autor completo de una historia promocional para Coca-Cola, que la marca de refrescos rechazó por ser demasiado violenta (¡¿Qué?!) Dicha historia acabó reciclada en Fantastic Four #220 y Fantastic Four #221, los que el propio Byrne ha llegado a calificar como "los dos números más aburridos de Los 4 Fantásticos jamás publicados".

Dados estos antecedentes, tras la etapa de Doug Moench y Bill Sienkiewicz (que seguía imitando a Neal Adams, pese a que ya empezaba a experimentar con su estilo) al frente de la colección, la editorial le cedió las riendas a John Byrne como autor completo a partir de Fantastic Four #232, en un intento de relanzarla. De esta forma, repetían el mismo esquema que tanto éxito había tenido con Daredevil y que poco después repetirían con Thor: le cedían el control creativo a un único autor, con la esperanza de relanzar las ventas. La diferencia es que en este caso se trataba de la joya de la corona, la serie que lo había empezado todo. El hecho de que la etapa de John Byrne al frente de Los 4 Fantásticos se considere la segunda mejor etapa de la historia de los personajes, tan sólo por detrás de la de Lee y Kirby, da una idea de hasta qué punto tuvo éxito la apuesta de La Casa de las Ideas.

Coincidiendo con el estreno de la última producción cinematográfica basada en los personajes, Panini ha reeditado Los 4 Fantásticos de John Byrne en cuatro tomos de la colección Marvel Héroes. Cada uno de los tomos que componen esta etapa puede considerarse como una parte unificada dentro de un todo.

En el primer tomo nos encontramos con "La dimensión desconocida". En su desembarco en la serie, lo primero que hace Byrne es resaltar la faceta elemental del cuarteto, enfrentándolos al alquímico Diablo. La identificación de la elasticidad de Mr. Fantástico con el agua, de la Chica Invisible con el aire, de La Cosa con la tierra y de la Antorcha Humana con el fuego nunca había sido tan evidente. A continuación, el canadiense presenta una serie de historias autoconclusivas, muchas de las cuales se centran en la faceta de aventureros de los protagonistas. Los personajes vuelven a sus esencias de explorar y descubrir nuevos territorios, al igual que hicieran al comienzo de su serie, pese a que el Universo Marvel cuente ya con veinte años a sus espaldas. Precisamente, la historia del vigésimo aniversario del cuarteto será una de las más recordadas, pues el Doctor Muerte consigue acabar con sus enemigos haciendo, en cierta forma, que no existieran. Claro, que hay trampa. Entre estos "misterios sin resolver" se encuentran un hombre que adquiere superpoderes, una legión romana que sobrevive en Wakanda, una alienígena que intenta comprar repuestos, unas criaturas ancestrales que se han hecho amigas de una niña o un mal más antiguo que el tiempo que trae sus peores pesadillas a los que se encuentran alrededor. Quizás el enigma más inquietante es cómo fue John Byrne capaz de retratar a cierta condesa antisistema quince años antes de que su guiñol se convirtiera en Ministra de Cultura. Para eso sí que no hay explicación posible. Para el retrato, quiero decir.

En estas historias Byrne se atreve a lo impensable, es decir, presentarnos a un personaje que llevaba "presente" desde nada menos que Fantastic Four #25, pero a quien nunca habíamos visto: la tía Petunia. La imagen que el canadiense ofreció de la buena mujer nada tenía que ver con las dulces y adorables May Parker, Anna Watson o la señora Jarvis. ¡Si solo les faltó decirles que les había tocado la lotería!

Los personajes se encuentran por primera vez con uno de los grandes conceptos cósmicos que Lee y Kirby no presentaron en su serie: Ego, el planeta viviente. Asistimos a un acontecimiento tan magno como el traslado de Attilan. El plato fuerte de esta primera etapa es sin lugar a dudas la historia que narra el origen de Frankie Raye y la controvertida decisión de Reed Richards de salvar la vida de Galactus. Como era de esperar, esto no quedaría sin consecuencias. Pero me estoy adelantando...

El tomo incluye una segunda celebración, la del Fantastic Four #250, para la que Byrne prepara un enfrentamiento que casi puede parecer profético. Los 4 Fantásticos se ven las caras con Gladiador, pretor de la Guardia Imperial Shi'ar... y uno de los sosias de Superman en el Universo Marvel, personaje al que el autor acabaría revitalizando al dejar esta serie. Pero de nuevo, me estoy adelantando.

Un último aspecto a destacar es la reivindicación del papel de la Chica Invisible que hace en Fantastic Four #245. La que siempre se ha mostrado como el eslabón débil de la Primera Familia da los primeros pasos para empezar a convertirse en el miembro más fuerte del cuarteto.

A modo de extras, este primer tomo incluye un par de números de la serie What if? En el primero de ellos, el propio autor narra como autor completo qué hubiera ocurrido si el vuelo espacial no hubiera dotado de poderes a Reed Richards, Susan Storm, Ben Grimm y Johnny Storm. El segundo profundiza en los sucesos del Fantastic Four #236 y en qué hubiera ocurrido si Ben Grimm hubiera tomado otra decisión. También se incluyen las páginas dibujadas por Byrne del Fantastic Four Roast, un especial dedicado a celebrar los veinte años del cuarteto. La decisión viene dada por la inclusión de las mismas en el recopilatorio estadounidense, pero no deja de ser raro el encontrarse con tan sólo páginas sueltas, aunque sea de una historia tan peculiar como ésta.

El segundo tomo podría tener como gran título "La Zona Negativa". El cuarteto parte en un viaje de exploración por esta dimensión, presentada por Stan Lee y Jack Kirby en Fantastic Four #51. El enclave se explora como nunca antes, presentando todo tipo de civilizaciones peculiares. Aunque, por los acontecimientos subsecuentes, sabemos la naturaleza exacta de las exploraciones que realizaron Reed y Sue, que al final del tomo llevan a que haya que postergar la presentación en el Universo Marvel de Valeria Richards durante veinte años. No sería lo único que depararía este viaje, pues también acarrearía el cambio del uniforme de los protagonistas, en el primero de los tres cruces que Byrne escribió con la serie de Los Vengadores, de la que se encargaba su amigo Roger Stern. También debido a los acontecimientos que rodearon su regreso, Reed y Sue decidieron mudarse a Belleport, Connecticut. Allí establecieron una identidad secreta como la familia Benjamin, en un apacible vecindario en el que también vivían George y Martha Wilson y, por tanto, Daniel el Travieso.

Además, las consecuencias de los sucesos del primer tomo no se hacen esperar, y Reed debe pagar por haberle salvado la vida a Galactus, siendo sometido a un juicio mediático intergaláctico. Se trata de uno de los marrones que Byrne le coló a su antiguo colega Chris Claremont, pues para esta trama recurrió sin consultárselo a Lilandra, la emperatriz Shi'ar, que aparecía por aquel entonces en The Uncanny X-Men. Esto forzó a que el Patriarca Mutante incluyera una escena en The Uncanny X-Men #167 en la que la Majestrix advertía a Mr. Fantástico. El hecho de que el número final de este juicio se publique en el llamado "Mes de los editores asistentes", en el que se dijo que los editores titulares estaban de viaje, lo que provocó que sus ayudantes hicieran todo tipo de tropelías, permitió al autor codearse con Los Cuatro Fantásticos, el Vigilante, Odín o el mismísimo Galactus, sin que por ello la historia perdiera ni un ápice de su seriedad.

Este tomo contiene uno de los números más inusuales, pues está centrado exclusivamente en la figura del Doctor Muerte y en él no aparece ninguno de los protagonistas de la serie. El autor nos presenta aquí una gran caracterización del villano, que de villano tiene poco, del que no tardará en deshacerse en una auténtica batalla campal contra Terrax, el antiguo heraldo de Galactus. ¿O no? Ojo, porque nada es lo que parece... También tenemos la figura de Kristoff Vernard, que se deja entrever ya como futuro sucesor del monarca.

Además tenemos un par de números de The Thing y un cruce con Alpha Flight y el primero de los tres anuales de esta etapa. Curiosamente, los tres tienen a los skrulls como protagonistas, de una forma u otra. En esta primera historia, Byrne retrocede hasta los albores del Universo Marvel, en Fantastic Four #2.

Aún faltaría un gran acontecimiento a reseñar en este tomo, que será el viaje de Reed, Johnny y Ben a las Guerras Secretas, del que este último no regresará. En su lugar, tendremos a una joven alta, esbelta y de un saludable color verde esmeralda, en lo que supondrá el comienzo de un auténtico romance entre autor y personaje.

Este segundo tomo no cuenta con ningún número de complemento, pero sí con multitud de fichas extraídas del Official Handbook of the Marvel Universe. Aunque a día de hoy estén desfasadas, dichas fichas permiten conocer a la perfección cuál era la situación de los personajes en el momento en que se publicaron estas historias.

En el tercer volumen nos encontramos con "Hulka y Los 3 Fantásticos". La incorporación de Jennifer Walters a la Primera Familia, cuya presencia traería de vuelta a Wyatt Wingfoot a la vida del cuarteto, no es sino el contexto general que nos presenta este tomo, que se abre con el segundo anual de la etapa. A pesar de que John Byrne solo se encargó del argumento, sirve para cerrar tramas de "La Saga de Fénix Oscura" y de la mudanza de los Inhumanos al Área Azul de la Luna.

Es en estas historias en las que empieza a fraguarse una relación entre Johnny Storm y Alicia Masters, que acabaría desembocando en matrimonio poco después. Tom DeFalco se encargaría en su etapa al frente del grupo de revelarnos que en realidad no era Alicia, dando lugar a uno de los mejores personajes que pasaron por la serie desde la marcha de Byrne. Lástima que el personaje fuera tan "tomdefalquiano", como dijo Carlos Pacheco, y, a excepción del cruce con Invasión Secreta y el universo MC2, apenas lo hemos visto. La nueva situación de Johnny y Alicia coincidirá con el regreso de Ben y llevará a la ruptura del sobrino de la tía Petunia con sus compañeros de equipo.

Otras historias presentes en este tomo narran cómo Hulka se las tiene que ver con un desaprensivo editor de una revista que tiene unas fotos suyas en top-less, que a mí siempre me ha recordado a Stan Lee, una historia flashback en la que Reed combate a uno de los monstruos de la Era Atlas o el final de la identidad secreta, narrado de forma simultánea a la batalla final de ROM contra los Fantasmas del Espacio.

Destacan por encima de todas tres historias. La primera de ellas es la llegada de Terminus. En ella, se nos presentaba a un nuevo ente que venía a ser el nuevo Galactus y que en realidad fue un visto y no visto. Una gran decepción.

La segunda historia nos llevaría a explorar el árbol genealógico de Mr. Fantástico con la presentación de Nathaniel Richards y el viaje a un futuro alternativo. A pesar de la predicación que tuvo el personaje en etapas posteriores de la serie, a Jonathan Hickman se le metió entre ceja y ceja que éste no era el auténtico, sino una versión alternativa. El auténtico estaba implicado en la creación de SHIELD tal como la conocemos y se codeaba con Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y Nikola Tesla en una historia que se terminará de publicar un año de estos... Por cierto, que Byrne resolvía además la incógnita del origen de cierto villano de Los Héroes Más Poderosos de la Tierra, que llevaba pendiente desde la época de Lee y Kirby.

La última de las historias trascendentales supone una gran evolución para Susan Richards. Tras transformarse en Malicia debido a las manipulaciones del Aborrecedor en uno de los cruces de Secret Wars II, adoptaba el nombre código de Mujer Invisible. Ya iba siendo hora de que la madre por antonomasia del Universo Marvel adoptara un nombre más acorde con su edad y condición.

El tomo se completa con el último anual de la etapa, que forma parte de los últimos dos cruces con Los Vengadores de Stern. Al igual que en los otros, los Skrull tienen un papel importante, en esta ocasión como raza en su conjunto, más que como individuos aislados. El cruce entre los especiales de las dos series tiene la peculiaridad de ser dos historias que convergen en un mismo punto, llegando a mostrar las mismas escenas al final.

El segundo de los cruces es, sin lugar a dudas, el más polémico, pues en él John Byrne, Roger Stern y un todavía fan Kurt Busiek traían de vuelta a Jean Grey. Esto no le haría ni puñetera gracia a Chris Claremont, que no solo veía como se deshacía su trabajo, sino también como se gestaba una serie mutante protagonizada por La Patrulla-X original que escapaba a su control.

A estas alturas de la serie, las relaciones de Byrne con Jim Shooter, el director editorial, ya habían empezado a deteriorarse. En ambas direcciones, además. Por una parte, Byrne cobraba por el trabajo de dibujante a lápiz y el de entintador, cuando en muchos casos había empezado a dibujar las historias a tinta para acabar antes. Esto hizo que se le impusieran entintadores como Jerry Ordway o Al Gordon. Por otra parte, Shooter se empeñó en que una de las historias favoritas de Byrne, "Héroe", publicada en Fantastic Four #285, fuera un cruce con Secret Wars II, por lo que el autor tuvo que incluir a El Todopoderoso en la trama. Tampoco le sentó nada bien al barbudo los cambios que sufrió su explicación sobre la resurrección de Jean Grey, pues Fénix dejaba de ser la entidad maligna que él había concebido para ser una entidad amoral.

El cuarto y último tomo sólo se puede subtitular "Decadencia". Si bien es cierto que aún tuvo tiempo de narrar su historia con el Dr. Muerte, enmendarle la plana a Jim Shooter por la aparición del monarca de Latveria en las Secret Wars y narrar un peculiar viaje en el tiempo, las relaciones con Jim Shooter y con la editorial se habían deteriorado hasta tal punto que la saga que empezó en Fantastic Four #293 tuvieron que terminarla Roger Stern y Jerry Ordway en Fantastic Four #295. John Byrne se marchaba a DC a revitalizar a Superman y la colección quedaba, en cierta forma, huérfana.

Fantastic Four #296 era el número del vigesimoquinto aniversario de la colección. En él, La Cosa regresaba a casa, pero ya no había ni el menor rastro de Byrne. Tras dicho número tomaban el relevo Roger Stern y John Buscema, que tan buenos resultados habían dado en Los Vengadores. Una saga de transición bastante extraña llevaba a la boda de Johnny y Alicia en Fantastic Four #300, con Ben como padrino. A estas historias les siguieron la luna de miel de la pareja, el descubrimiento de los poderes de Franklin y sus escapadas con Power Pack y una "historia imaginaria" de cómo hubiera sido la boda de Ben y Alicia. Nada que ver con lo anterior, por desgracia...

Este último tomo incluye de complemento las dos primeras historias de Byrne como autor completo en la colección, los Fantastic Four #220 y 221, así como Marvel Two-In-One #50, de la que también se encargaba como autor completo.

La gran sorpresa de este tomo es el serial "La Última historia de Galactus", que se publicó originalmente en Epic Illustrated #26-34. A pesar de haber quedado inconclusa debido al cierre de la revista, se nota que el autor puso toda la carne en el asador para narrar el futuro del Devorador de Mundos.

Por último, se incluyen un par de historias cómicas del cómic satírico What The--?!, en las que los 4F se enfrentan a Superman y el Doctor Muerte hace de Papá Noel, además de la historia correspondiente a la serie de La Cosa del "Mes de los editores asistentes", en la que el personaje les decía a los autores lo que opinaba de su trabajo.

Con respecto a la edición, se trata de la tercera vez que la mayor parte de estos cómics se publican en nuestro país. La primera fue en el hoy inencontrable Los 4 Fantásticos Vol.1 de Forum, mientras que la segunda fue en el coleccionable de la misma editorial. La nueva edición no puede batir la inmejorable relación cantidad/precio del segundo, pero subsana dos de sus mayores problemas (no voy a entrar en cuestiones relacionadas con el lugar de inclusión de las portadas): el dejar colgado el final de la historia de Malicia, aunque ocupe tan sólo unas viñetas de Secret Wars II #2, y quedarse a las puertas del número 300, con la reconciliación final de Ben con el resto y la boda de Johnny y Alicia. Hay que reconocer, no obstante, que los Fantastic Four #297-303 se antojan una lectura durilla, y más en comparación con lo que había venido antes.

Aunque algunos no estarán de acuerdo conmigo, se trata de una de las grandes etapas de Marvel, tanto de los 80 como de toda su historia, que merece (re)descubrirse.


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