A principios de la década de los ochenta, la Patrulla-X se había convertido, por méritos propios, en el centro de todas las miradas. Chris Claremont, tomando el relevo de Len Wein, había conseguido situar en primera fila a los mutantes, lo que propiciaría la creación de una nueva serie que él mismo escribiría. Así nacieron...

LOS NUEVOS MUTANTES
por Óscar Rosa Jimenez


Estos primeros pasos, de lo que en un futuro sería denominado como franquicia mutante, partieron de una idea inicial de Jim Shooter, el por entonces Director Editorial de la Casa de las Ideas. Shooter tenía en mente recuperar parte de la esencia primigenia que presentaron Stan Lee y Jack Kirby en, el ya mítico, The X-Men #1. Esto no era más que un back to basics en el que Xavier volvería a dirigir una Escuela de Jóvenes Talentos, haciendo especial énfasis en su faceta de estudiantes. Huelga decir que Claremont no estaba muy por la labor de dirigir la serie de La Patrulla-X por esas directrices, alejándose, a su vez, del tema en el que pensaba que debían centrarse los mutantes: el odio de la humanidad hacia las personas con extraños poderes, con el consiguiente mensaje implícito contra el racismo. El autor había conseguido que, además de desarrollar personajes de forma interesante, la serie se convirtiera en un púlpito para luchar a favor de la igualdad en un escenario de ficción. Todo ello, con mucha maestría y una calidad indiscutible. Pero la perseverancia del editor tuvo sus frutos; ya sabemos como se las gastaba Shooter

Ante tal pertinaz insistencia, acabaría por ver la luz el personaje de Kitty Pryde, el cual se acercaba más al canon que el editor quería para la serie. Pero a pesar de ello, Shooter no cejó en su empeño. Cuando se fijó en las buenas ventas de las colecciones protagonizadas por Spiderman, planteó a Tom DeFalco la posibilidad de publicar un nuevo título del arácnido. Sin embargo, éste, ni corto ni perezoso, le sugirió la posibilidad de sacar al mercado una segunda colección de mutantes, teniendo en cuenta que The Uncanny X-Men era la serie más vendida en aquellos momentos. A Shooter le pareció bien la idea, y DeFalco se puso en contacto con Mark Gruenwald para comenzar a dar forma a un nuevo grupo, que estaría afincado en la Costa Oeste.

Cuando Louise Simonson, la editora de los mutantes, se enteró de este plan, no tardó en llamar a Claremont para concebir un proyecto que colmara los deseos de Shooter, de forma que el autor pudiese mantener el control del naciente cosmos mutante. Con la recuperación del concepto de escuela, Claremont consideró conveniente rescatar el título que inicialmente quiso poner Stan Lee a la colección de La Patrulla-X, pero que a Martin Goodman no le pareció muy oportuno. Así, se ponían en marcha Los Nuevos Mutantes, una nueva generación de alumnos que se matricularían en la, cada vez más poblada, Escuela de Jóvenes Talentos.

No obstante, el comienzo de la serie no estuvo exento de vicisitudes. Cuando Bob McLeod, el encargado de crear gráficamente al nuevo grupo, se puso manos a la obra con el primer número de la colección, que tenía que ser doble, los altos cargos de la editorial decidieron que el trabajo realizado iría destinado a Marvel Graphic Novel #4. Este giro de los acontecimientos obedeció al retraso sufrido en la entrega de los primeros números de la colección de novelas gráficas. Los diferentes autores que se habían comprometido habían fallado, por lo que se utilizó el trabajo de McLeod, que llevaba varios meses de adelanto. Esto supuso que el estreno de Los Nuevos Mutantes fuera de auténtico lujo, pero el autor tuvo que terminar el entintado en su noche de bodas. Desde luego, la época de Jim Shooter está llena de este tipo de curiosidades que van en contra de los derechos de los trabajadores de la editorial.

Centrándonos en los integrantes del grupo, la primera en aparecer es Rahne Sinclair, que adoptará el nombre de Loba Venenosa. Bajo la tutela de su tío, el Reverendo Craig, había sido aleccionada bajo una severa doctrina cristiana, que la hacía dudar de sí misma constantemente, autoflajelándose psicológicamente por su condición de mutante. Sus poderes le dan la habilidad de trasformarse en una loba, aunque también tiene la habilidad de adquirir un estado intermedio entre mujer y el susodicho animal; algo que había consolidado el terror inoculado por su educación religiosa, llevándola al extremo de estar oculta a los ojos de la gente en una alejada población escocesa.

El siguiente miembro del grupo, que muestra su poderes, es Roberto DaCosta, posteriormente conocido como Mancha Solar. Un chaval de 14 años, perteneciente a una familia adinerada de nacionalidad brasileña, cuyos poderes le dotan de una fuerza y resistencia sobrehumanas. Su condición de mutante sale a la luz durante una trifulca en un partido de fútbol. Cabe destacar su apariencia oscura, rodeada de pequeñas manchas, de las cuales proviene su nombre de guerra, que al parecer fueron un homenaje a Kirby, ya que son conocidas como "Kirby-Krackle".

Posteriormente, conocemos a Sam Guthrie, que optará por el sobrenombre de Bala de Cañón. Un joven trabajador de una prospección minera, que, en un día de trabajo como otro cualquiera, vive en primera persona el derrumbe de la mina en la que trabaja. En un momento de impotencia y desesperación, su cuerpo se ve rodeado por una energía que lo protege, ayudándole a salir de la excavación sin daño alguno; momento que aprovecha para intentar ayudar a algunos de sus compañeros. A pesar de ser el de mayor edad del grupo, tiene bastantes dificultades para controlar su poder. Además, en sus inicios, coquetea con la posibilidad de unirse a Donald Pierce, quien posteriormente se uniría al Club Fuego Infernal, muy presente en las primeras aventuras del grupo.

A continuación, se introduce a Danielle Moonstar, una joven india, afincada en Colorado, cuyos poderes le permiten un contacto íntimo con los animales (algo muy conveniente teniendo en cuenta los poderes de uno de sus compañeros) y la capacidad de exteriorizar los miedos más profundos de los que la rodean. La osadía que le caracteriza la convertirá en la líder natural del grupo. Su abuelo, Águila Negra, la incita a que se una a Xavier, con la intención de que pueda aprender a controlar sus poderes. En un principio, adoptará el nombre código de Psique, pero con el tiempo lo cambiará por Espejismo, y en el futuro sufrirá más cambios, digamos que de carácter divino.

Para concluir esta variopinta formación, se incorpora a Xi'an Coy Manh, una joven vietnamita a la que conoceremos como Karma. Este personaje tuvo su primera aparición en Marvel Team-Up #100, de la mano de Chris Claremont y Frank Miller. La joven está siendo estudiada por Xavier y Moira MacTaggert, una "casualidad" que propicia su inclusión en el naciente grupo. De todas formas, Claremont comentó que tenía en mente una muerte prematura para el personaje, pero no acabó consumándola. Sin embargo, terminará desapareciendo tras el enfrentamiento con Víbora y el Samurai de Plata. Sus compañeros de grupo creerán que había muerto, pero mucho tiempo después se descubrirá que no fue así…

Con este plantel de protagonistas, la serie une dos conceptos de forma clara: jóvenes inexpertos que aprenden a usar sus poderes en la escuela y miembros de diferentes nacionalidades, pero Claremont otorga un énfasis mayor al primer concepto. Estamos, pues, ante el máximo exponente de lo que significa el día a día en una escuela, en este caso de chicos con talentos especiales. Algo que, recordemos, era la premisa que tanto interesaba a Shooter, pese a que Claremont no perdió de vista aquello que realmente le interesaba: el odio visceral del mundo hacia los mutantes. En esta ocasión, en concreto, el autor utiliza a los miembros del Club Fuego Infernal, completando el esquema con la megalomanía habitual de aquellos que pretenden conseguir la dominación mundial. Siempre me ha parecido una forma curiosa de tratar el racismo o la xenofobia, aunque también hay que destacar que no solo hay odio, sino que todo se acaba mezclando en un irresistible temor hacia lo desconocido.

Sin embargo, no estamos ante una serie con un tratamiento habitual, sino que estamos ante una colección donde los protagonistas intentan vivir sus vidas, pero no como superhéroes, sino como mutantes capaces de controlar sus poderes sin hacer daño a los que les rodean. Sin misiones ni enemigos, aunque, a medida que pasas las páginas, acaban ocurriendo al menos uno de los dos tópicos del género. No obstante, no es la premisa inicial; no reutiliza los conceptos de la Patrulla-X original, a pesar de las similitudes: es algo nuevo y diferente.

Como suele ser habitual en Claremont, el desarrollo de personajes es el punto fuerte de los primeros compases de la serie. Personalidades muy definidas, que va moldeando en beneficio de las historias, dando lugar a una serie coral muy bien engranada. También se recupera a Moira MacTagger, que obtiene cierto protagonismo tras los momentos dramáticos acontecidos, poco tiempo antes en su vida, debido a los descontrolados poderes de su hijo, Proteus.

Otra de las secundarias habituales es Stevie Hunt, la profesora de baile, aunque siempre será mucho más que eso. De hecho, en The New Mutants #4, protagoniza una historia tremendamente dramática que te llega al alma, donde se mezcla la tensión de un acoso con un amor imposible. ¿Quién no se ha sentido atraído por alguna profesora en su época estudiantil? Pues por ahí nos lleva Claremont, desembocando en un final que nos humedecerá los ojos.

Pero si hay algo realmente importante en los inicios de la serie, es la constante conexión con sus vecinos, La Patrulla-X y, por ende, de su colección. Tal es así, que la formación del grupo no fue más que un plan trazado por Xavier, en cuyo interior tenía implantado un huevo de la reina del Nido. Este descubrimiento da un giro a los acontecimientos, complementándose con la lectura de The Uncanny X-Men #167, donde Xavier debe clonar su cuerpo para poder sobrevivir a la alienación interna que ha sufrido. Esto le proporcionará la posibilidad de volver a andar, al menos por un tiempo; ya sabemos como son las cosas del destino…

De esa forma, el naciente cosmos mutante se va asentando bajo la proverbial batuta de un Claremont en plenas facultades, cimentando una relación entre ambas series que se mantendrá de manera constante. A pesar de ello, la serie de los bebés-X no perderá su autonomía, sino que formará parte de un tapiz mayor; uno en el que la cohesión es su máximo exponente.

En el apartado gráfico, arrancamos con Bob Mcleod, como ya he mencionado antes, cuyo trabajo más sobresaliente se encuentra en la novela gráfica, aunque en líneas generales me parece bastante aceptable. También debo decir que parece tener cierta dificultad a la hora de dibujar los rostros, porque, a veces, no dibuja la cara de un personaje igual en más de dos ocasiones. Posteriormente, llega Sal Buscema, cuyo trabajo, en mi opinión, es superior al de McLeod. Aquí, podemos ver como, a pesar de sus limitaciones técnicas, es capaz de realizar algunas viñetas que rozan la brillantez, algo similar a lo que pudimos ver en el cruce de Los Vengadores con Los Defensores. Sin embargo, tiene un importante bajón cualitativo cuando es entintado por Tom Mandrake; este no consigue realzar los lápices del menor de los Buscema, dando lugar a un resultado menos agraciado visualmente.

Transcurrido el primer año de colección, queda claro que Claremont apuesta por su sello más característico, el mismo que hizo triunfar a La Patrulla-X. Quizá podríamos hablar de repetición de esquemas o de explotación de recursos, sin embargo, la serie mantiene cierta frescura, a pesar de la reutilización de conceptos. Eso sí, con un lavado de cara importante. Claremont tiene dos puntos fuertes a los que sabe sacar mucho partido en esta serie: el primero es el desarrollo de personajes.

A pesar de la unidad como grupo, de los uniformes y toda la parafernalia, que nos recuerdan a los inicios de la Patrulla X, el autor dota a cada uno de los personajes de una personalidad marcada, cuya individualidad repercute en la convivencia del grupo. Esto, que para algunos parecerá una tremenda obviedad, no debe serlo tanto cuando tenemos series actuales de grupo cuya "coralidad" es nula, o incluso en las que el desarrollo de personajes no existe. Aquí, no solo tenemos todo lo contrario, sino que además los hace mejorar, controlar sus poderes y, en definitiva, evolucionar. Tenemos a Rahne, cuya educación la tiene demasiado marcada, mostrando una personalidad que es todo lo opuesto a la manifestación animal de sus poderes; Roberto es quizá aquel sobre el que más atención recae, ya que conocemos mejor a su familia que termina desestructurándose; Danielle demuestra ser una cándida joven, cuyo valor es su máxima virtud; Sam consigue controlar algo mejor sus poderes, además de mostrar esa personalidad arquetípica del modesto chico de campo estadounidense. Quizá Karma sea la menos desarrollada, ya que, al salir de forma prematura de la serie, queda un poco eclipsada por Magma, que se convierte en su sustituta de forma natural.

También tenemos muy bien expuesta la convivencia entre todos ellos, transmitiendo perfectamente todas las sensaciones y emociones típicas de los adolescentes. Los enamoramientos estarán a la orden del día, lo que nos traerá, por añadidura, los celos, pese a que, como es normal, lo tendremos todo salpicado de la inseguridad propia de la edad, junto a un valor poco meditado, incluso algo irresponsable. Pero por encima de todo, hay un fuerte sentimiento de amistad; una amistad fiel y verdadera.

El otro punto fuerte de Claremont es su capacidad de planear tramas a largo plazo, además de ir moldeando un cosmos mutante a su antojo. Algo que destaca más viendo las cosas con la perspectiva que da conocer el futuro de algunas tramas. Estoy convencido de que, a estas alturas, el autor estaba disfrutando plenamente de su trabajo, algo que se trasmite muy bien en esta serie. No cabe duda de que la franquicia mutante va cobrando forma, y la unión con la serie hermana es cada vez más patente. De hecho, la participación de Kitty Pryde es uno de los primeros indicadores. Para ver el segundo, hay que fijarse en cierto amigo informático de la propia Kitty.

Cabría destacar que Claremont fue el principal artífice de la unión del Samurai de Plata y Víbora, una alianza que, aunque no haya sido especialmente sólida, sí que se ha recuperado en algunas historias de los últimos tiempos. Todo nace de la fértil mente del patriarca mutante, que, además, nos conecta con la primera miniserie de Lobezno, Honor, coescrita con Frank Miller. También tenemos la presentación de importantes personajes como Selene, cuyos ambiciosos deseos de poder la llevan a devorar la energía de sus presas.

Las maquinaciones de Selene repercuten en una nueva incorporación al grupo, que, como no, es una chica llamada Magma. La debilidad por los personajes femeninos de Claremont es más patente que nunca en esta serie. Amara Aquilla, su nombre "real", posee el poder de hacer surgir magma del interior de la Tierra y provocar volcanes y terremotos, de ahí su apelativo. Todo lo que rodea a sus orígenes supone una de las ideas más frescas e interesantes de la serie hasta el momento. Es cierto que no es un concepto nuevo, pero introducido en este microcosmos sí que lo es. Además, tendrá su importancia en el futuro. Oriunda de Nueva Roma, una ciudad perdida en la jungla amazónica brasileña, cuyos habitantes creen ser descendientes de antiguos colonos romanos, se convierte en una chica anclada en otro tiempo y que debe adaptarse a un mundo que le es totalmente desconocido, tras ser rescatada de las garras de Selene por Los Nuevos Mutantes.

La siguiente incorporación no podemos considerarla como tal, ya que pululaba por la mansión previamente a su afiliación, aunque debido a su corta edad no llamaba demasiado la atención. Hablamos de Illyana Rasputin, que se convertiría en otra de las "chicas Claremont". La hermana pequeña de Coloso, uno de los miembros de La Patrulla-X, viviría una experiencia traumática que acabaría convirtiéndola en Magik, una combinación de mutante y hechicera demoníaca, tras el abrupto final de su infancia durante su estancia en el Limbo. De esa forma, se conectaba, de nuevo, con acontecimientos que habían ocurrido en la serie de los pupilos mayores de Xavier, donde pudimos ver como era arrastrada por Belasco a sus dominios en The Uncanny X-Men #160.

La historia es narrada en una serie limitada, de cuatro entregas, bajo el título de Magik. Allí, acompañada de los magníficos lápices de John Buscema, en sus dos primeros números, podemos ver como la joven trata de escapar de su horripilante prisión. Durante siete largos años, Illyana es aleccionada en el arte de la magia por una versión envejecida de Tormenta, que intenta evitar, a toda costa, la corrupción del alma de la inocente niña. Aunque también recibe enseñanzas del propio Belasco, que pretende utilizarla para desencadenar el caos en la Tierra, utilizando los poderes de la que, a la postre, se acabaría convirtiendo en la niña oscura del Universo Marvel.

Durante su estancia en el Limbo, Illyana conoce a unas versiones alternativas de los compañeros de equipo de su hermano. Todos son pertenecientes a una realidad en la que ella había muerto, mientras que la Patrulla-X quedaba atrapada en los dominios de Belasco: algunos con un dramático final, otros adoptando roles totalmente diferentes de lo que conocemos. A la mencionada Tormenta se le une una versión alternativa de Kitty Pryde, cuyo seudónimo de Gata Sombra se le ajusta con mayor exactitud. Un personaje lleno de odio, movido por la venganza y cuyas habilidades mutantes van acompañadas del domino de la espada, una habilidad que enseñaría a Illyana con cierta dureza. También tenemos una versión de Rondador Nocturno, relegado a la servidumbre y protección de Belasco.

Otro personaje que juega un papel relevante en esta miniserie es S'Ym, un demonio al servicio de Belasco, cuya lealtad cambia de bando tras la derrota del mismo a manos de Illyana, convirtiéndose en un aliado muy útil durante las idas y venidas al Limbo de la joven, al menos durante un tiempo. Ya se sabe que las lealtades de los demonios son algo fluctuantes. Esta capacidad para transportarse, a través de unos discos de energía, sería parte de su poder mutante, el cual comienza a vislumbrarse durante su primera estancia en el Limbo. Esto la dota de la capacidad de teletransportarse en el espacio y el tiempo. Aunque, de momento, con poca precisión, lo que provocaría, en ocasiones, la entrada y salida de indeseables y terroríficos seres. Un poder que, junto a la capacidad de generar una espada mágica, sería de gran utilidad para que pudiese regresar a la Escuela de Xavier, ya con 14 años. Apenas habían pasado unos instantes para la Patrulla-X, pero ella había pasado la mitad de su vida en el Limbo, algo que plasman los dibujantes en la logoforma de la miniserie, donde podemos ver el paulatino crecimiento del personaje. Además, Illyana regresa con un poder oscuro que oculta a todos por miedo a ser rechazada. De todas formas, el secreto no dura demasiado, ya que en The New Mutants #14 reciben la visita de S'Ym, en lo que supone un epílogo de la miniserie.

Resulta curioso, ya que la historia transcurre entre viñetas de The Uncanny X-Men #160, pero al estar narrada en pasado y enlazada con hechos que transcurren en la colección de Los Nuevos Mutantes, se convierte en un complemento más valioso para la serie de los bebés-X, que para La Patrulla-X. También es cierto que encaja bien en ambas series, pero me parece un acierto que Panini haya incluido la miniserie dentro del tomo MG Los Nuevos Mutantes: La niña oscura, sobre todo teniendo en cuenta el protagonismo que adquiere el personaje en los números inmediatamente posteriores de la serie. Lo realmente importante, es que volvemos a tener un ejemplo más de la cohesión que quería imprimir Claremont a ambas colecciones. Y lo consiguió de forma magistral, ya lo creo que sí.

La siguiente saga de The New Mutants abarca tres números, que, una vez más, conecta con hechos de la serie hermana. Kitty Pryde había sido apresada por Emma Frost, en su intento por frustrar la incorporación de Doug Ramsey a la Escuela de Massachussets. Debido a la ausencia de los héroes mayores, por su participación en Secret Wars, Illyana, preocupada por la ausencia de su amiga, decide animar a Los Nuevos Mutantes para que vayan en su busca a la Escuela de Massachussets. Su precaria situación les obliga a romper las huchas y viajar en autobús para enfrentarse, una vez más, a otro de los miembros del Club Fuego Infernal. Pero en esta ocasión, también se encuentran con unas contrapartidas acordes con su edad: Los Infernales. Estamos ante un equivalente a Los Nuevos Mutantes, pero bajo la tutela de la Reina Blanca, que se esfuerza en explotar el lado más tenebroso de los jóvenes portadores del genoma X. Una situación peliaguda de la que consiguen salir gracias a aquella a quien iban a rescatar. Increíble, pero cierto.

Así, a grandes rasgos, la serie alcanza diecisiete números y una novela gráfica publicados. Tras el acaparador protagonismo de Illyana, Claremont volvería sobre sus fueros y se centraría en un nuevo personaje femenino: Danielle Moostar. Sus miedos más profundos volvían para acecharla, y con ellos teníamos la llegada de una revolución artística; la serie pegaba un salto cualitativo, visualmente hablando, a la vez que arriesgado. Había aterrizado en la colección Bill Sienkiewicz. Pero eso, amigos míos, será una historia para otro día.


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