por Adamvell Aunque, al igual que en el anterior volumen, vamos a tener que esperar un poco para entrar en harina. Al principio, tenemos tres insulsos y a ratos ridículos fill-ins que no sólo sirven para engordar el grosor de este voluminoso Marvel Gold, con las dudas que ello provoca de cara al aguante futuro de la encuadernación, sino que cortan drásticamente el hilo argumental que se venía desarrollando. Uno se pregunta por la necesidad de verlos incluidos de esta manera. Ciertamente, una vez pasada la oportunidad de incluirlos donde correspondía y habiendo decidido publicar los primeros 300 números de la colección sin hacer distinciones, había que meterlos en algún lado. Pero ya que parece que este tomo tenía que ser el "agraciado" con estas historias, ¿no se podían meter en la parte final, como extra, en lugar de al principio, dado qué de todos modos están fuera de sitio? Así el contraste con las historias del tomo anterior no hubiera sido tan marcado. De vuelta al argumento principal, se hace necesario recordar mínimamente el contexto por el que Henry Peter Gyrich había recortado los privilegios de los Vengadores al considerarlos una amenaza para la seguridad, llegando a dictar el número de miembros e incluso sus identidades, imponiendo la membresía del Halcón como cuota racial. Los Vengadores habían vuelto de su aventura en Wundagore y se estaban recuperando de la pelea contra el robot Arsenal. El Halcón dio por superados mágicamente sus temores respecto a su validez como miembro del grupo, y por fin se encontró satisfecho con su papel de vengador. Quizá la interpretación de este tema se deba a que vio que había sustituido a gente mucho más poderosa que él, y que no tenía que intentar estar a su altura. No me termina de convencer esta explicación, pero no veo otra aparentemente. Tuvo Sam, además, un intento de reconciliación con un Ojo de Halcón que estaba por allí después de ayudar en el asunto Arsenal, pero digamos que la reacción de Clint Barton ante el intento de acercamiento de Sam Wilson se puede calificar de todo menos amigable... Ojo de Halcón salió amargado de la mansión, todavía lamentándose de haberse quedado fuera de los Vengadores en lugar del Halcón, y con su orgullo herido. De vuelta a su vida fuera del grupo, Clint Barton no conseguía adaptarse, resultándole extraño tener que ganarse la vida para vivir, porque no sabía hacer otra cosa que ser un superhéroe. Finalmente, encontró trabajo como jefe de seguridad de la Cross Corporation, que tenía problemas de robos en su factoría. El destino quiso que el ladrón fuera un ser alado: en un primer momento Clint Barton lo confundió con el Halcón, lo cual le venía de perlas, pero finalmente resultó ser Ave de Muerte, que buscaba componentes para poder reparar su nave y volver a la galaxia Shi'ar. Más adelante, este trabajo en la Cross llevaría a Ojo de Halcón a conocer a Pájaro Burlón en su propia miniserie, y de ahí saldría el germen de los Vengadores Costa Oeste… ¡Casi nada! Mientras tanto, en la mansión, Henry Gyrich parecía cada vez más satisfecho: había conseguido que los Vengadores se adaptaran a su manera de trabajar y a los procedimientos. Así que una vez todo estaba en orden, se aprestó a ordenarle a la Bruja Escarlata que volviera al servicio activo… sólo para encontrarse con que Wanda quería tomarse un descanso del grupo después de su emocionalmente agotadora aventura en Wundagore, que vimos en el tomo anterior. Esto enervó tantísimo a Gyrich que retiró definitivamente los privilegios al grupo, lo que provocó que los Vengadores decidieran de una vez por todas defenderse del burócrata por la vía del enfrentamiento, provocando una sesión de control del Congreso para tratar el enquistado problema… ¡Una cosa era dictar la alineación del grupo, pero pretender que alguien sea miembro en contra de su voluntad fue una línea roja del sentido común de la que no se pudo pasar! La vista fue pública, de manera que se convirtió en un circo mediático. Es de destacar el magnífico ejemplo de universo compartido que se nos ofreció en unas pocas páginas: al habitual abogado de superhéroes Matt Murdock, alias Daredevil, se unieron Jeryn Hogarth, abogado de los Héroes de Alquiler, y Emerson Bale, abogado de los Campeones. Y durante la vista, aparecieron testigos provenientes de historias de otras cabeceras de Marvel en un maravilloso ejercicio de continuidad integradora. Y sin necesidad de absurdos crossovers ni de cambiar el rumbo de las series para mostrar artificialmente lo que se puede hacer de manera natural: dar la sensación de que todas las colecciones ocurren en el mismo mundo, pero que a la vez se respeten las unas a las otras. Con este panorama, mientras Gyrich intentaba por todos los medios desacreditar a los Vengadores, apareció una amenaza que sólo los Héroes más Poderosos de la Tierra podían atajar. Tras tratar de acusarles de estar detrás del ataque para hacerles quedar bien, a Gyrich no le quedó más remedio que mandarlos a detener dicha amenaza, después de quedar en ridículo gracias a la Bestia, que le ofreció que se ocupara él mismo del problema... entregándole un palo a modo de arma. La amenaza en cuestión parecía ser un ente hecho de piedra, que avanzaba por la ciudad destrozando todo a su paso. Los Vengadores, acompañados de Daredevil, fueron a enfrentarse al monstruo. Pero aquello no era lo que parecía: en realidad se trataba de la Gárgola Gris que, aprovechando el elemento sorpresa, fue capaz de derrotar al grupo de manera fulgurante, petrificando a varios de sus miembros, y escapar tratando de buscar una de sus antiguas guaridas. O lo hubiera hecho de no ser porque el Halcón se lanzó a perseguirlo. El problema fue que donde la Gárgola pensaba que encontraría uno de sus refugios lleno de sus probetas químicas, se encontró que, ante el impago del alquiler, había una nueva inquilina, de manera que el Halcón se vio obligado a intervenir contra un enemigo mucho más poderoso que él para salvarle la vida: fue el do de pecho de Sam Wilson en su primera etapa como vengador. Sabiendo que le sería imposible derrotar a la Gárgola Gris, el Halcón se limitó a intentar armar todo el ruido posible, de manera que el resto de los Vengadores pudiera localizar la batalla, tratando de mantenerse a sí mismo y a la rehén fuera del toque petrificador del villano. La táctica dio su fruto a duras penas, y en el mismo momento en el que el Halcón se daba por perdido apareció el resto del grupo que, esta vez sí, acabó con la amenaza de la Gárgola Gris por la vía rápida. El conflicto sirvió perfectamente para escenificar la necesidad de un grupo como los Vengadores, y de darles facilidades para que pudieran intervenir rápida y eficazmente: Gyrich perdió la vista del Congreso, dejando de ser el enlace con el Gobierno y los Vengadores recuperaron sus privilegios y su nivel de prioridad ante los estamentos oficiales. Gyrich se tuvo que marchar con el rabo entre las piernas, convencido de que seguía teniendo razón. Fue ésta la despedida de Byrne de la serie, pero no fue una despedida amarga, porque nos dejó a un sustituto de renombre y a la altura de las circunstancias: George Pérez. Tras un par de capítulos de relleno, Pérez se incorporó para ofrecernos otra tanda de capítulos a cual más memorable. El Halcón se despidió del grupo con cordialidad al finalizar la cuota racial de Gyrich, prefiriendo trabajar en solitario. La Visión tuvo un magnífico soliloquio, con Yocasta como convidada, mientras trataba de gestionar sus sentimientos humanos al estar separado de su esposa, que había dejado el grupo en solitario para reflexionar. Sufría tanto por esa separación que trataba de ignorar ese sufrimiento asumiéndose como nada más que un robot, en una impresionante secuencia de exhibición de sus poderes que nos dejó un personaje completamente humano que trataba de negar su condición escondiéndose detrás de su piel de máquina. Curiosa la tensión sexual que se puede palpar en una escena entre dos androides como eran la Visión y Yocasta. Mientras que la Visión sufre indeciblemente la ausencia de la Bruja Escarlata, Yocasta palidece de admiración por su compañero robótico, y se enternece por los sentimientos del mismo. Dos androides empatizando. Una de mis secuencias favoritas de la historia de la serie. Seguidamente, nos encontraríamos con el debut del Supervisor, un villano que ha dado tantísimo juego a lo largo de los años, como gerente de una serie de escuelas de matones a sueldo de los villanos de turno, donde entrenaba a esos segundones bajo la fachada de una institución respetable, hasta que el fallo de uno de esos gerentes hizo que la Avispa fuera raptada y los Vengadores se vieran involucrados en unos estupendos números en los que los "pequeñajos" de la mansión (Chaqueta Amarilla, el Hombre Hormiga y la Avispa) tuvieron la oportunidad de demostrar que eran tan válidos como cualquiera, y que un ejército de miles de hormigas voladoras lejos de ser ridículo era una amenaza real y auténtica. El Supervisor, tras hacer gala de sus habilidades y dar un pequeño repaso a los miembros del grupo más fuertes, conseguía escapar como casi siempre desde entonces, no sin antes habernos regalado una espectacular historia de los Vengadores. Y de paso nos daban una explicación plausible a de dónde salían todos esos mercenarios a sueldo que cualquier villano parecía saber contratar sin ningún problema. De aquí saltamos a otra de esas historias que hacen grupo: el enfrentamiento con el Ronin Rojo. A estas alturas de la serie estaba ya claro que la Bestia y el Hombre Maravilla habían conectado más allá de ser meros compañeros de grupo. Su amistad iba creciendo con el paso de los números, y aquí ya nos los mostraron directamente volviendo de juerga a las tantas de la madrugada con una borrachera impresionante y cantando tonterías. Diría que sin esta escena en concreto, la famosa amistad entre estos dos personajes se hubiera convertido en pura anécdota, pero en apenas un par de páginas se nos quedó marcada a fuego de una manera imborrable. La borrachera se les pasó de golpe cuando vieron aparecer al robot gigante que arrasaba todo a su paso, y se incorporaron al grupo para tratar de detener al científico loco que trataba de salvar a la Humanidad provocando la 3ª Guerra Mundial. A partir de ahí, la historia se convierte en una ensalada de tortas más que en otra cosa, con lo que cuesta entender un poco la fama que acumula. Quizá se deba a lo pintoresco del enemigo, pero el hecho es que es una de esas aventuras vengadoras que permanece en el imaginario colectivo. Y pasamos a la historia que da título al tomo: el destino de Ms. Marvel. Una saga que a mi juicio es de lo peor de todo el recopilatorio, y forma parte de las peores historias del grupo. A lo largo de los números anteriores se fue desarrollando esta trama que nos mostraba que algo le estaba pasando a Ms. Marvel, hasta que descubrimos el problema: estaba embarazada. Y cualquiera diría que estaba embarazada por el Espíritu Santo, ya que en un giro curioso Carol confesó que era imposible porque no había echado el correspondiente casquete… lo cual no se sabe si quiere decir que la pobre era virgen o es que hacía mucho que no tenía el placer. Me inclino por la segunda opción, ya que la primera es totalmente inverosímil en una mujer seguro de sí misma, con un carácter fuerte, y hermosa como Carol. La segunda tampoco me convence mucho, pero imagino que de alguna manera había que justificar que el embarazo no era algo normal… El caso es que de aquí en adelante se sucedieron una serie de despropósitos importantes: ante el evidente trauma que para Ms. Marvel supuso el embarazo, sus compañeros vengadores se comportaron como perfectos imbéciles: desde felicitarle efusivamente por el mismo hasta comprarle patuquitos al bebé con toda la ilusión, mientras a Carol se la llevaban los demonios. El espectáculo bochornoso continuó cuando al poco nos dimos cuenta de que el embarazo tenía poco de normal, ya que en pocas horas la gestación avanzó varios meses. Carol ya no estaba disgustada sino aterrada y, lejos de empatizar con ella, sus compañeros siguieron actuando entre el jolgorio y la curiosidad por el fenómeno. El tema fue incluso a peor cuando nació el niño: conforme empezó a crecer de la misma manera antinatural que progresó el embarazo, la pobre Carol quedó completamente de lado, ya fuera por las perturbaciones temporales que obligaron a sus "compañeros" a salir de la mansión o porque siguieron actuando todos como zotes. Y el acabose culminó al final de la historia, cuando nada más que una tímida protesta se alzó, para ser acallada prácticamente sin discusión, cuando se nos contó la más inverosímil de las historias sobre un padre que preña a su esposa de sí mismo de manera que es padre e hijo al mismo tiempo, y encima se lleva a la desgraciada y desquiciada madre al limbo con él porque está enamorada, y sus compañeros apenas alzan media ceja para preguntarse si algo va mal ahí. Imagino que el guionista sintió que estaba llevando a cabo una compleja obra maestra de la ciencia-ficción, pero resultó esperpéntica no ya como concepto, sino en todo su desarrollo. Vamos, que no me extraña que Claremont, pasados unos años, pusiera a caer de un burro a todos los implicados en esta historia, enmendándoles la plana en un anual posterior. No es para menos. Uno se pregunta si realmente hacía falta armar este despropósito con la única finalidad de quitarse al personaje de Ms. Marvel de en medio, dando un pretendido cierre a la historia del personaje. Hay veces que no se llega a entender la razón por la que los autores se lían tanto la manta a la cabeza para según qué cosas, las cuales terminan acabando en bochorno. La siguiente historia tiene como protagonista a Ultrón. Aquí realmente ninguno de los implicados, ni autores ni personajes, da el do de pecho pero tampoco podemos decir que sea aburrida. Cabe destacar la poderosa imagen final de un Ultrón encerrado en adamantium y que en esta historia se habla otra vez de cómo la inteligencia artificial ha podido ir sembrando órdenes posthipnóticas a nuestros protagonistas, cosa que se ha dedicado a hacer desde el principio con la Visión y que fue utilizado de nuevo hace poco para La Era de Ultrón. El tomo termina con una simpática historia de un Jarvis, que por aquel entonces a era un elemento imprescindible en la mansión, casi más que cualquier otro vengador, y que nos enseña una faceta suya poco conocida: la de un tipo que sabe muy bien cómo cuidar de sí mismo y que tiene un carácter a prueba de bombas. En resumen, este Marvel Gold es una mezcla de grandes historias con fill-ins de medio pelo con un capítulo principal que roza lo vergonzoso. Dista mucho de ser redondo, pero merece la pena aunque solo sea por ver el final de la etapa Byrne y el debut del Supervisor. No obstante, quizá nos estén haciendo pagar un precio excesivo por tener estas excelentes historias al mezclarlas con material tan sumamente mediocre. |
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