LA PRIMERA GRAN PATRULLA-X
por V de Victor


No os dejéis engañar. No hagáis caso de lo que casi todos dicen. La primera gran Patrulla-X no fue la perpetrada por Claremont junto a Byrne, Cockrum y compañía, no. La primera gran Patrulla-X fue la de los señores Roy Thomas y Neal Adams entre los números 56 y 65 de The X-Men, entre mayo de 1969 y febrero de 1970 (con la excepción del número 64, dibujado por Don Heck), con la que, directamente, sentaron cátedra.

Thomas regresó a la colección en el número 55, tras su paso previo por la misma escribiendo los números del 20 al 43, y sería en la entrega 56 donde se reuniría por primera vez con un genio a los lápices llamado Neal Adams. La colección, que siempre adoleció de bajas ventas, amenazaba con ser cancelada desde las altas esferas de Marvel y, desgraciadamente, ni siquiera la espectacular sinergia creativa surgida del tándem Thomas-Adams evitó que en su 66 (uno después de la marcha de Adams) se parase la publicación de entregas originales (desde el número 67 hasta el 93, la colección subsistiría a base de reediciones de números anteriores). Así las cosas, el dúo formado por Thomas y Adams dispuso de tan solo nueve entregas para hacer historia. Y vaya si la hicieron.

Cuenta la leyenda que Stan Lee le dio carta blanca a la hora de elegir colección al dibujante que ansiaba tener entre sus filas por encima de todo. Ante semejante oferta, el bueno de Neal Adams decidió instalarse en la cabecera que menos tirón comercial tenía. Seguramente, el por qué de su decisión se debiese a dos factores que sumados conformaron un cóctel explosivo: la posibilidad de disponer de una libertad creativa plena y sin ataduras editoriales, por un lado, y el exacerbado ego de Adams, por el otro, ya que este le llevaría a pensar que cualquier colección en sus manos se convertiría en un éxito inmediato asegurado. Roy Thomas, por su parte, regresó a la colección por petición expresa del propio Lee, un número antes de la llegada de Adams. Heredando la última trama ideada por su predecesor, Arnold Drake, Thomas daría forma, junto a los dibujantes Werner Roth y Don Heck, al número 55 de The X-Men, número que no terminaría de cerrar el arco argumental del Faraón Viviente iniciado por Drake. Esa tarea, la de concluir dicha historia, sería el primer cometido del equipo Thomas-Adams.

Y entonces llegó el número 56 de The X-Men y todo cambió. Los mutantes de la Patrulla-X empezaron a enlazar una aventura tras otra sin permitirse un respiro y lo hacían luciendo un aspecto nunca visto. Las figuras de Cíclope, la Chica Maravillosa, el Hombre de Hielo, la Bestia y el Ángel, además de las de Polaris y Kaos, se mostraban esbeltas, atléticas y con una expresividad facial y corporal increíbles. Este realismo artístico, sumado al dinamismo en el dibujo, el gusto inmejorable para el color, la originalidad de sus composiciones de página y la cantidad ingente de recursos narrativos distintos que inventará para la ocasión, serán las señas de identidad de un Neal Adams en estado de gracia. No es exagerado decir que el ilustrador neoyorquino, como si de un mutante se tratase, supuso el siguiente paso en la evolución del dibujo y la narrativa del cómic de superhéroes. La mejor prueba de ello es lo increíblemente bien que ha envejecido su obra. Cualquiera puede admirar estos números de The X-Men y comprobar que su dibujo y el diseño de página siguen siendo y resultando sublimes, perfectamente disfrutables hoy día por su contemporaneidad, por su manera de desmarcarse del estilo de dibujo marvelita imperante en la época (el "kirbismo" que le podríamos llamar) y ofrecer algo absolutamente nuevo y diferente a todo lo que le precedía.

Thomas, por su parte, estuvo a la altura de las circunstancias ideando unas tramas tremendamente divertidas y originales, aunque adolecía de cierto clasicismo en su escritura y esto se nota sobre todo en unos diálogos y soliloquios de los personajes que no han envejecido tan bien como el dibujo de Adams. No obstante, otra de las características de esta etapa es que el peso de la narrativa gráfica superaba con mucho al de la media de cualquier cómic Marvel de los sesenta. Algunos números se devoran al no tener interminables parrafadas que lastran el ritmo de lectura, dejándonos así disfrutar de las memorables secuencias de acción de Neal Adams y, de nuevo, colocando a esta colección, maldita desde sus inicios en lo crematístico, a la vanguardia de la Casa de las Ideas. No nos engañemos, Thomas tampoco era manco y tenía sus destellos. En algunos de sus textos explicativos, el guionista nos regala a menudo una buena y oportuna prosa que aporta información o carga dramática a la historia según lo requiera la ocasión.

Lo que está fuera de toda duda es que el resultado de los esfuerzos combinados de Roy Thomas y Neal Adams fue la producción de unos cómics cojonudos. No la de unos cómics que "para ser de aquella época" son cojonudos, sino cojonudos por sí mismos, sin la coletilla, unos cómics absolutamente intemporales. Este tour de force comenzó con la conclusión del arco argumental del Faraón Viviente, en el número 56 de The X-Men, donde se cierra la presentación del hermano de Cíclope, Alex Summers (alias Kaos). A este le seguirían, de forma continua y sin elipsis temporal entre arcos, los números del 57 al 59, con el glorioso regreso de los Centinelas en un arco argumental para el recuerdo, sobre todo por su magistral resolución (he ahí uno de los destellos de Thomas). El recurso del montaje en paralelo (viendo a los personajes en acción, mientras que en esas mismas viñetas podemos seguir una transmisión televisiva al hilo de los acontecimientos), algunas composiciones de página totalmente rompedoras por innovadoras (como la famosa página 12 del número 57, donde aprovecha diagonalmente la página para mostrar una caída desde una gran altura de la Bestia) y el maravilloso diseño del uniforme de Kaos, son algunas de las perlas que Adams ya nos va dejando por el camino. En The X-Men #60 y 61, y enlazando con la aventura anterior, en un "no parar" ya marca de la casa, se nos presenta a un enemigo que, a la postre, será un clásico de la colección: Saurón. Un uso alucinante del color por parte de Adams y la expresividad de los personajes, nos sumergen en una historia cercana al terror que dará paso al siguiente episodio de esta epopeya: el regreso de la Patrulla-X a la Tierra Salvaje en los números 62 y 63 de The X-Men. Allí, nuestros mutantes se reencontrarán con un viejo enemigo al que creían muerto y que, por primera vez, muestra aquí su verdadero aspecto. No deja de ser curioso que el personaje en cuestión mantenga su anonimato al mostrarse sin su uniforme habitual y que el lector solo le reconozca cuando una parte clave de dicho uniforme aparece en la última viñeta del número 62 (el villano, pues, se oculta a cara descubierta, enseñando su verdadero rostro). Para el número 64, Thomas no podrá contar con Adams. En su lugar, Don Heck hace un esfuerzo encomiable para no desentonar demasiado con el virtuoso dibujante al que sustituye y lo cierto es que lo consigue. Con la ayuda del entintado de Thomas Palmer, el dibujo de Heck se acerca al estilo de Adams y da la talla. La historia de este número funciona como un fill-in en toda regla y en ella aparece por primera vez un personaje que sería recuperado para la Segunda Génesis del grupo, el mutante japonés Fuego Solar. El regreso de Neal Adams para el último número que dibujaría, el 65, narra también una historia autoconclusiva (aunque su principal consecuencia se resolverá en el número siguiente), la de la invasión de los alienígenas Z'Nox. Quizás sea este el número que más chirría en toda la etapa. El regreso de Xavier, que se produce en este episodio tras una larga ausencia, no parece tener el impacto que debiera en unos pupilos que lo aceptan con demasiada naturalidad. Negativo para Thomas. Por otro lado, el trabajo de Adams aquí, sin ser malo, no llega a los niveles de los números anteriores. No arriesga casi nada en la composición y el dibujo se siente más funcional que de costumbre. Negativo para Adams. Tal vez, ambos autores eran más que conscientes del inminente final de su andadura en la Patrulla-X y se limitaban a presenciar, impasibles, los últimos estertores del cadavérico título que realizaban mes a mes. O quizás fueron las presiones editoriales y enfrentarse a cosas como la alteración de un dibujo de Adams, que vio transformada su bestia guardiana Z'Nox en un horrible lagarto gigante con cara humanoide (en la página 12 del número 65), lo que hizo que ambos autores perdiesen esa conexión perfecta que se había establecido entre ellos como autores y con la propia colección.

Sea como sea, nadie nos puede quitar esta joya en forma de mini-etapa dentro de una cabecera más bien mediocre como había sido hasta la fecha la de The X-Men. El propio Claremont afirma que cuando tuvo que tomar las riendas de la serie, el reto era tratar de igualar los estándares de calidad que habían alcanzado Thomas y Adams antes de que se parase la producción de números originales en la colección. La suerte para nosotros es que Claremont lo lograría, e iría incluso más allá, dando forma a la mejor etapa del grupo que se recuerda. Pero como ya apuntamos al principio, el origen está aquí, en este puñado de números firmados por los tales Roy y Neal ¡La primera gran Patrulla-X! Y la buena noticia es que si quieres leerlos, lo puedes hacer de muchas formas: 1) En la edición Vértice en blanco y negro, donde los números de Thomas y Adams se encuentran en las entregas 24, 27 - 29 y 39 del Volumen 1 (esta edición altera el material original cambiando páginas, viñetas, dibujos…); 2) Disfrutando de los Clásicos Marvel Vol. 1 de Forum del 20 al 24, donde podrás leer del 57 al 63 (es decir, no recogen la etapa completa); 3) Adquiriendo el tomo Clásicos Marvel Blanco y Negro #1 (también de Forum), donde se editan sin color todos los números de Thomas y Adams (saltándose el 64 que no dibujó Neal Adams); 4) En la colección Grandes Héroes del Cómic, concretamente en los números 8 y 9, publicada por el diario El Mundo y que reproduce toda la etapa de Thomas y Adams, de nuevo en blanco y negro y a tamaño reducido; 5) También en los tomos 8 y 9 de la Biblioteca Marvel: Patrulla-X de Forum, donde otra vez nos encontramos con el blanco y negro y el tamaño reducido; y 6) Por último, la mejor edición hasta la fecha de este material, la que recomendaría a cualquiera sin dudar: el número 21 del Coleccionable Marvel Héroes de Panini, donde encontramos en su tamaño original, a color y en tapa dura, todo el trabajo de Thomas y Adams con los mutantes (número 64 de Heck y número 66 incluidos). Parece posible (de hecho, parece bastante probable) que tengamos en un futuro no muy lejano otra opción más de conseguir este imprescindible material en una edición aún mejor y más fiel a la original que cualquiera de las anteriores. Si Panini lleva a término su intención de recuperar en sendos Omnigolds los primeros números de The X-Men, cuando llegásemos a la altura del número 56, veríamos de nuevo la etapa aquí reseñada reproducida en las páginas del tomo correspondiente. La ventaja de esta edición sería que, además de ser en color y en su tamaño original (virtudes que ya tiene el mencionado tomo Marvel Héroes), estaría reproducida en un papel poroso más cercano al que se utilizó en su momento y, por tanto, reflejaría más fielmente el coloreado de Neal Adams. La desventaja estaría en que los estupendos cómics de los que venimos hablando, se editarían junto a las entregas anteriores de la serie que están muy, pero que muy lejos de la calidad que atesoran aquellos.

Un clásico instantáneo sin sabor añejo. Un cómic que no ha perdido su frescura por lo innovador de sus conceptos. Una maravilla del dibujo, la composición y la narración gráfica. Grandes dosis de aventura, épica y diversión… En fin, que si a estas alturas no te he convencido de leerlo, hazlo igualmente y te darás cuenta de que el problema estaba en que me quedé corto en mis apreciaciones y no hice justicia con estas líneas a esta pieza indispensable para todo amante del séptimo arte que es la Patrulla-X "pre-Claremont" de Roy Thomas y Neal Adams.


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