En la década de los 70, Marvel comenzaría a explorar el mercado en busca de temáticas alejadas en un principio del corsé superheroico. Quizá no sea del todo apropiado hablar de un Universo Marvel perfectamente asentado; pero sí que podríamos hablar de un universo de ficción en vías de expansión, en el que parecía apropiado probar nuevos géneros, entre ellos las artes marciales. Así que hoy, en aras de la diversificación, vamos a hablar de…

SHANG CHI, MAESTRO DE KUNG-FU
por Óscar Rosa Jimenez


Para ponernos en situación debemos trasladarnos a los primeros compases de los años 70, de esa forma podemos constatar que uno de los géneros en boga por aquella época eran las artes marciales. Una "moda" que aguantaría hasta mediados de los 80, cuyo mayor presencia estuvo reflejada en las salas de cine. ¿Quién no recuerda haber ido con su padre a ver aquellas películas del lejano oriente que copaban las carteleras?

Un servidor recuerda aquella época con cierta nostalgia, a pesar de que la calidad cinematográfica no era para tirar cohetes. Sin embargo, todos disfrutábamos de aquellas peleas perfectamente coreografiadas que venían unidas a una interesantísima cultura, cuyo transfondo apenas se tocaba en aquellas cintas. Otro de los desencadenantes de la elección de este género, sería el éxito alcanzado por la serie de televisión "Kung Fu", protagonizada por David Carradine. Como podéis ver la situación propiciaba un caldo de cultivo perfecto para la creación de un nuevo personaje como el que nos ocupa hoy.

Si hay algo que Marvel siempre ha sabido aprovechar son las sinergias, así que en Special Marvel Edition #15 hacía su primera aparición Shang-Chi. En aquella historia quedaba constancia de que Marvel iba a introducir algunos elementos que se diferenciaran del género de las artes marciales tal y como lo conocíamos, apostando además por una combinación de géneros, principalmente el espionaje. De esa forma se introducía al MI-6, la famosa agencia del imperio británico. Además esto daba pie para presentar a Sir Denis Nayland Smith, un personaje creado por Sax Rohmer y que protagonizaba una serie de novelas policíacas, aunque no sería la única creación del novelista que se incorporaría a la serie. Allí conocimos a nuestro protagonista, para descubrir que en realidad era el hijo de Fu Manchú, criado bajo su tutela y adiestrado en artes marciales para convertirlo en el arma definitiva que golpearía a sus enemigos.

Shang-Chi es enviado para matar al Dr. Petrie, pero se encuentra con que toda su vida ha sido una mentira orquestada por su padre; así comienza una rivalidad entre padre e hijo que es muy importante para conocer al personaje.

Me parece interesante destacar que Fu Manchú ya tenía una contrapartida en los comics, se trata de Garra Amarilla, cuya primera aparición tendría lugar en Yellow Claw #1, donde se enfrentaba a Jimmy Woo, que se acabaría convirtiendo en su rival por antonomasia.

Aquí se nota cierta inspiración con respecto a las novelas de Sax Rohmer, aunque con la llegada de Shang-Chi y la adquisición de los derechos por parte de Marvel no habría necesidad de este tipo de "inspiraciones"; algo que a día de hoy supone un obstáculo para la reedición de los comics donde aparecen los personajes creados por el novelista.

Steve Englehart y Jim Starlin serían los encargados de dar forma al maestro de artes marciales, que tras dos números conseguiría apropiarse de la colección debido al éxito cosechado entre los lectores, lo que le llevaría también a protagonizar algunas historias en la serie genérica Deadly Hands of Kung Fu. Otro título nacido de la moda de la época, que coexistiría en el tiempo, donde reinaría la diversificación de protagonistas y supondría el primer contacto de Doug Moench con Shang-Chi. Una serie olvidada que supuso la plataforma para dibujantes como John Byrne, y su posterior trabajo con Puño de Hierro, o los primeros pasos de un joven George Pérez que ilustraría los seriales protagonizados por los Hijos del Tigre y Tigre Blanco.

Como íbamos diciendo, en el número 16 da comienzo la andadura de la colección protagonizada por el maestro de las artes marciales; una colección que alcanzaría la nada despreciable cantidad de 125 números. Un par de números después, en el 18, entra en la colección un dibujante llamado Paul Gulacy, en una etapa donde la serie tiene constantes cambios y no mantiene un rumbo fijo. Todo parece indicar que Steve Englehart tras la creación del personaje no supo muy bien que hacer con él, por lo que la llegada de Doug Moench supuso un momento importante para el personaje, y por ende, para la colección.

Paul Gulacy sólo permanecería hasta el número 20, aunque volvería en el número 22 para formar pareja con Doug Moench por primera vez. Aquí estamos ante una reunión casi profética, teniendo en cuenta la revolución que iniciarían ambos en la colección pocos números después.

Dicha reunión se volvería a repetir en el número 25, y sería recurrente desde el número 29 hasta el 51, salvo por algunos números puntuales. A partir de aquí, llega la que para mí es la mejor etapa del personaje; una que mostraría una perfecta simbiosis creativa, que supuso la evolución de Paul Gulacy en el tablero de dibujo.

Mi primer acercamiento a parte de esta etapa sería gracias a un primo mayor mío, quien cada vez que iba a su casa tenía la gentileza de regalarme un tebeo de los que guardaba en su cajón de la mesita de noche. Alguna que otra joya saldría de aquel cajón casi mágico, pero quizá la que más me marcó fue Relatos Salvajes Vol. 2 nº 10 (Vértice) .

En solo tres números acabaría atrapado por una historia donde conocería a Leiko Wu y Clive Reston, ambos formaban uno de esos triángulos sentimentales que son una constante en la Marvel de la época, aunque con mucho menos dramatismo y un final algo inesperado. Los tres se enfrentaban al malvado Fu Manchú, intentando proteger a una espía que trabajó muchos años para el villano y el culto de asesinos llamado Si-Fan. Rápidamente, la historia llega a su clímax cuando Shang Chi debe enfrentarse a su propia hermana, Fa Lo Suee, mientras sus amigos son atrapados debido a cierta corrupción de la agencia británica. Esto deja la historia en suspense, con un Clive Reston retenido y acosado por una visión en la que se ve rodeado de arañas. Tardaría muchos años en leer el desenlace de aquella historia, aunque aquello no me frenó para que releyera aquel tebeo una y otra vez sin un ápice de cansancio.

Forum publicaría 3 tomos, con la etapa completa, bajo el título Shang-Chi: Master of Kung-Fu, que teniendo en cuenta lo complicada que se antoja una reedición, son un pequeño tesoro. De esa forma, pude acceder a una etapa que de niño me encantó, pero en la que solo había llegado a atisbar una ínfima parte de su valor.

La primera característica importante de esta etapa, es el aspecto gráfico. Estamos ante un Paul Gulacy en estado de gracia capaz de combinar cierto realismo con una narrativa cinematográfica espectacular. Sinceramente, es como ver una película convertida al comic, capaz de transmitir los trepidantes momentos de acción que se acumulan en estas páginas. Una algarabía visual que no puede dejar a nadie indiferente y que se convierten en el sello personal del autor; aunque en pocas obras posteriores sería tan logrado como aquí. También hay que destacar que a pesar de su explosión creativa, acentúa su influencia de Jim Steranko, aunque consigue ir un paso más allá, sobre todo en la narrativa con el innovador efecto travelling o la forma de escenificar los flashbacks.

En esta revolución gráfica, tendríamos el acercamiento estético de Shang-Chi a uno de los actores más conocidos del género, Bruce Lee. Una vez más, en Marvel aprovechan las sinergias que comentaba antes, para lo que, imagino, sería un reclamo más para los hipotéticos compradores del título.

Pero no sería la única cara conocida, ya que el autor incorpora la cara de actores conocidos a más personajes: Black Jack Tarr, una de las nuevas incorporaciones al elenco de secundarios, cuyo parecido con Sean Connery es innegable; Clive Reston tiene rasgos de Marlon Brando; mientras que el villano principal, Fu Manchú, está claramente inspirado en Christopher Lee. Otros autores representados serían Marlene Dietrich y David Niven, en papeles más secundarios.

Pero el aspecto gráfico no sería lo único destacable, ya que como decía antes, la simbiosis creativa era total. Doug Moench supo dotar a la serie de interesantes tramas donde se potenciaba el monólogo interior del protagonista, en el que se debatía constantemente, sobre todo por su peculiar situación familiar. Tampoco hay que olvidar que Shang-Chi era todo un maestro cuyos valores le instaban a buscar opciones paralelas ante de cualquier enfrentamiento. Además de que matar no era nunca una opción deseable, o de que se sentía responsable de los mezquinos actos de su padre, motivo por el cual colaboraba con el MI-6. Además la etapa no estaría exenta de incorporaciones interesantes, y que trascenderían con el tiempo, como la de Shen Kuei, el Gato, Puños de Navaja, o el villano Onda de Choque entre otros.

No obstante, los autores añadirían otro ingrediente más a esta serie; la ciencia ficción. No hablamos de naves espaciales ni nada similar, pero sí se introduce una tecnología adelantada a su tiempo que supone un rico elemento a esta combinación que nace de las artes marciales, y que alcanza una categoría tan indefinida como interesante. Un auténtico espectáculo digno de cualquier producción de Hollywood actual, aunque han pasado prácticamente cuarenta años desde que este se realizara.

Tras la marcha de Gulacy, comenzaría un baile de dibujantes, en el que Jim Craig se llevaría el gato al agua. Posteriormente llegaría Mike Zeck entintado por Gene Day, el cual acabaría sustituyendo al dibujante. Finalmente, en el 120, Doug Moench abandona la colección, la cual queda sin rumbo y acaba siendo cancelada cinco números después. Así acaba la época dorada del personaje. La etapa de Mike Zeck, si no me falla la memoria, está inédita en España, aunque se habla de ella como el trampolín del dibujante hacia las cabeceras del Capitán América, Secret Wars y Punisher. La de Gen Day tuvo la suerte de publicarse en Tesoros Marvel Especial B/N. Ambas merecen un artículo para ellas solas, así que dejamos la puerta abierta para el futuro…

A continuación comenzaría un autentico vagabundear por distintas cabeceras de la editorial que introducirían al personaje de lleno en el universo de ficción cohesionado de la editorial, aunque ya tuvo sus escarceos con el Universo Marvel en Marvel Two-In-One Vol. 1 #29; The Mighty Thor Vol.1 #271; o junto al mismísimo Spider-Man en Marvel Team-Up Vol.1 #84 - 85; incluso una rocambolesca aparición en ROM Vol. 1 #38 - 39 justo antes de la cancelación de la serie en junio de 1983.

Varios años después protagoniza un serial en Marvel Comics Present (Héroes Marvel: Master of Kung-Fu), donde Doug Moench retomaba al personaje tras 5 años para imprimirle un tono más oscuro y violento, acorde con los tiempos, seguido de un especial titulado Master of Kung-Fu: Bleeding Black, donde se anunciaba a bombo y platillo el regreso del personaje. Un regreso que se conformaría al conocer al Capitán America en su propia colección (Captain America Vol. 1 #412 - 414) y a Daredevil en su décimo anual. Así continuaría con apariciones y seriales aquí y allá, hasta que Moench y Gulacy se vuelven a reunir para contar su última historia con el personaje en una mini serie bajo el sello MAX (MAX: Maestro del Kung-Fu).

La verdad es que estuvo muy bien, aunque ya no era lo mismo. Ocurrió algo similar a la historia realizada por ambos con Batman en Batman: Presa, quizá se le podría aplicar aquella famosa frase de: "las segundas partes nunca fueron buenas". Pero tampoco diría tanto, sólo que no tenían la misma fuerza; no había tanta complicidad, ni tanta innovación. Eran historias de otro tiempo, por lo que sólo eran homenajes a tiempos mejores y por lo tanto carecían de la originalidad que le dotaron en su momento. No obstante, siguen siendo unos tebeos más que dignos, pero lejos de la obra de culto en la que se convirtió su anterior trabajo.

A día de hoy, el Capitán América lo introdujo en un grupo secreto de Vengadores, quedando ligado a una organización clandestina liderada por el hijo de Nick Furia; en lo que parece un intento por devolverlo al mundo del espionaje, donde tuvo su mejor momento. Pero la "moda" pasó y con ella el personaje, a pesar de que se ha mantenido más o menos presente, dejándonos para el recuerdo una de las joyas más olvidadas de los 70, la cual merece un pequeño recordatorio.

Si tenéis oportunidad de leerla, no lo dudéis ni un minuto, merece mucho la pena.

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