por Óscar Rosa Jimenez Como ya ocurriera en el anterior tomo, el dibujante de gran parte de éste es Sal Buscema. Si en aquella reseña hacía hincapié en la evolución del dibujante a lo largo del voluminoso tomo, aquí no solo me ratifico, sino que diría que estamos ante el mejor trabajo del menor de la familia Buscema. Esto es debido al entintado de Gerry Talaoc, que se convierte en otra parte fija de este equipo creativo. La magnífica narrativa de Sal Buscema cobra mayor fuerza bajo el entintado de Talaoc, dejándonos escenas en la que el monstruo gamma genera auténtico terror. De ese modo, tenemos un equipo creativo estable que nos lleva de la mano por los diferentes estadios emocionales de nuestro protagonista. Y es que, sin lugar a dudas, en este segundo tramo de la colección escrito por Mantlo, presenciamos una evolución constante del personaje que, al final, vuelve a la casilla de salida. De esta forma, Joh Byrne lo recoge en su estado habitual de "Hulk aplasta". Aunque la historia planteada por Mantlo mantiene una línea armónica y continuada, me parece ver tres partes perfectamente diferenciadas. No me refiero a que sean historias con principio, nudo y desenlace, ya que el autor opta por una historia-río casi constante, pero sí hay una división acorde con la evolución del personaje. Así, podemos ver como, en el inicio del tomo, tenemos diferentes tramas que fluyen en paralelo, debido a la gran cantidad de personajes secundarios que forman parte de la serie. No obstante, el propio autor afirmaba no tener demasiado interés en todos los que rodean a Hulk, por lo que, poco a poco, va eliminando cualquier estorbo para centrarse en quien realmente le interesaba, y cuyo nombre figuraba en la portada de la serie. Así, sin más dilación, comenzamos por la parte que titularemos…. La radiación gamma al servicio de la humanidad Aquí se nos presenta un Bruce Banner totalmente aislado de la humanidad. Pese a haber conseguido una amnistía, el rechazo de la mujer que ama, Betty Ross, le lleva a buscar consuelo en su trabajo. Desde el observatorio Northwind, mantiene su vista fijada en el universo, estudiando las consecuencias de la radiación gamma en nuestro planeta. No tiene más compañía que la Grabaesfera, un artefacto robótico que hace las funciones de ayudante, a la cual dota de ciertas cualidades humanas. Esto provocará que, poco a poco, le florezcan sentimientos por su creador. Un complejo de Edipo que recuerda poderosamente al que sufre Ultrón con Henry Pym. En este escenario, tendrá su primera aparición Kate Waynesboro, quien está destinada a convertirse en la siguiente relación sentimental de Bruce, tras la abrupta separación de Betty. Aunque primero tendrá que lidiar con los celos de la creación de Banner, además de revelar que es una agente científica de SHIELD. Así, la organización le facilita una ayudante para evitar su soledad y mantenerlo vigilado, por si desaparece el control que ejerce sobre el lado salvaje de Hulk. Sin embargo, este atisbo de felicidad, que lo acerca a una vida normal y satisfactoria, esconde un temor oculto en su interior: la posibilidad de perder el control sobre un Hulk capaz de arrasar todo a su paso. Esta enorme responsabilidad recae sobre los débiles hombros de Bruce que, pese a las pesadillas nocturnas que padece, hará lo posible por utilizar sus increíbles conocimientos para redimir sus actos del pasado. Unos lo verán como un héroe, otros como un mágico salvador, pero él solo se siente apesadumbrado por todo el mal que ha causado a otras personas y del que apenas guarda recuerdo. Asimismo, se potencia ese sentimiento de monstruo automarginado de la sociedad que, por mucho que intenten consolarlo, no puede huir de una maldición que lo acosa hasta en sueños. Esta parte es vital para comprender los caminos por los que Mantlo va a llevar al personaje. Aquí podemos ver quién es realmente Bruce Banner y cuál es su relación con Hulk. Bruce, una de las mentes más brillantes del Universo Marvel, es incapaz de alcanzar la felicidad; es un hombre desdichado, perseguido por la mala suerte; es un hombre en busca de una paz que parece que se le niega eternamente. Un personaje imbuido de un dramatismo que le obliga a estar en una constante superación personal, que él mismo la sitúa a un nivel inalcanzable. A pesar de todo, en estas páginas, podemos ver a Bruce como un verdadero héroe. Posiblemente, Hulk nunca hizo tantas heroicidades juntas. Ni siquiera creo que haber visto nunca tanta reivindicación sobre la importancia de su papel como salvador del mundo por parte de otros héroes. En este contexto, tenemos el decimosegundo anual de la serie, donde Herb Trimpe vuelve a dibujar al Gigante Esmeralda. Una historia autoconclusiva en la que Hulk resulta abducido, para llegar a un planeta que se encuentra en guerra. El conflicto hunde sus raíces en el racismo y la religión. La llegada del Piel Verde propicia el cumplimiento de una anhelada profecía que traerá libertad a un pueblo oprimido. El parecido con la saga titulada Planet Hulk, escrita por Greg Pak, es innegable. Incluso las razas alienígenas son de color rojo y verde. Aunque el giro final me parece excepcional. Es posible que sea algo predecible, pero las últimas escenas llegan al alma. La impotencia de Hulk queda perfectamente reflejada por los lápices de Trimpe, que hace un trabajo destacable en un anual inédito hasta la fecha. Con esta especie de prólogo, da comienzo un tomo que muestra desde el principio la capacidad de transmitir sensaciones a través de Hulk. Hasta la fecha, uno podía esperar estremecerse de emoción en un tebeo del monstruo gamma, pero Mantlo demuestra que, con un personaje abocado a la violencia, se pueden explorar otros géneros como el drama. En muchas ocasiones, la tristeza de Bruce traspasa las viñetas y te llega al corazón. Esta es una de esas ocasiones. Por si fuera poco, el autor utiliza la historia para hacer una crítica implícita: en ninguna guerra hay vencedores; ni tampoco buenos y malos. Una guerra es el peor mal creado por el hombre. Todo esto acompañado de connotaciones religiosas, lo que dota de mayor fuerza a la historia. Cuando culmina la lectura, la reflexión está garantizada. En The Incredible Hulk #286, volvemos a la serie regular con otra historia autoconclusiva de temática similar. Aquí, Mantlo cambia ligeramente el esquema, ya que analiza el término héroe bajo el influjo de una guerra sin sentido, en un futuro distópico dominado por uno de los mayores enemigos de los Vengadores. Una vez más, tenemos un análisis sobre el carácter conflictivo de la humanidad, cuyo final aporta el punto dramático al relato. De ese modo, el tomo empieza con dos historias similares que sirven de antesala al posterior vagabundear del personaje por lugares ignotos en la fase final de la etapa. Pese al poco interés de Mantlo por los personajes secundarios, algunos adquieren tanto protagonismo como el propio Hulk. La más perjudicada es Bereet, la cual descubre que seguía sin ser considerada una artista seria, estando sometida al capricho del público, como en su planeta de origen, y acaba siendo olvidada por el guionista. Nunca más se supo de ella. En contraposición, Kate Waynesboro, convertida en la nueva pareja sentimental de Bruce, acapara bastante protagonismo, sobre todo cuando es raptada por IMA, protagonizando una relación sexual de lo más inquietante. Por otro lado, tenemos al General "Trueno" Ross, que se alía temporalmente con Modok para intentar acabar con la que él piensa que es una amenaza latente: Hulk. De esa forma, el militar permite que el villano libere a la Abominación, con la promesa de que se encargue del álter ego de Bruce Banner, antes de utilizar al recién liberado contra IMA. Toda esta complicada trama nos lleva a comprender cuán grande es el odio que siente Ross por el hombre que ama su hija. Tanto es así, que llega a cometer un acto de traición a su país. Esta historia tiene varios puntos de interés. El más destacable es la coalición de varios enemigos de Hulk, que repetirían algo similar en la defenestrada etapa de Loeb. Pero el más remarcable es la representación del que estuvo a punto de ser suegro de Banner. Su actitud deleznable lo convierte en un villano despreciable. De nuevo, tenemos esas sensaciones que demuestran lo bien que representa el autor a los personajes. En ciertas ocasiones, el lector puede odiar al general, que siente el rechazo de su propia hija al conocer sus actos. En este sentido, cabría destacar The Incredible Hulk #291, donde tenemos uno de los mejores cómics del tomo, coincidiendo con el "Mes de los editores asistentes". Mantlo introduce en dicho número a Ann Nocenti, que tiene una conmovedora charla con Hulk en las oficinas de Marvel. De una forma íntima, se profundiza en los actos cometidos por el General "Trueno" Ross para, a continuación, centrarnos en la biografía del personaje, de manera que podamos comprender qué clase de peso tendrá que soportar el resto de su vida. También resulta vital para entender el porqué de su obsesión por acabar con Hulk, sobre todo teniendo en cuenta que es un hombre nacido para la guerra. Tanto su tradición familiar como su incapacidad para estar lejos de la acción, le llevan a buscar metas que le mantengan en una guerra constante. Creo que no hay mejor historia para comprender al personaje, sus motivaciones y su relación de odio con Bruce. Sin duda, aquí vemos como el desarrollo y la profundización en los personajes es uno de los puntos fuertes de esta etapa. Una de las motivaciones que mueve a Banner, en estos compases de la serie, es utilizar la radiación gamma para beneficio de la humanidad. Para ello, tenemos una serie de números en los que vemos como experimenta para potenciar el crecimiento de alimentos, intentando acabar con el hambre en algunas zonas de mundo. Incluso busca la fórmula de utilizar la radiación gamma con fines curativos, como la cura del cáncer. Obviamente, ambos proyectos están en fase experimental, aunque la impaciencia humana propiciará que se intente acelerar todo. Fijaos con que sutileza se trata un tema tan poco utilizado en aquella época. Estamos ante un superhéroe que quiere marcar una diferencia en el mundo. Huye de la violencia, pese a que inevitablemente se ve perseguido por ella, buscando soluciones para el bien común. Se trata de un héroe con los pies en la tierra, por muy poderoso que sea el álter ego que alberga en su interior. En esta tesitura, tenemos la historia titulada "Asesino", en la que Bruce es víctima de un intento de asesinato. Tras ser detenido el agresor, nuestro protagonista se interesa por los motivos que le llevan a cometer semejante acto. De ese modo, conoce la triste historia de un hombre que perdió todo lo que tenía por culpa de la ira incontrolable de Hulk. En esa faceta de héroe a pie de calle, Banner contrata a cierto abogado ciego para que libere a su agresor, y reconstruye el pueblo que destruyó en pocas horas. De nuevo, Mantlo opta por las historias humanas llenas de sensibilidad, que nos llevan a ese camino de redención que recorremos junto a Hulk. En The Incredible Hulk #294, vemos como la radiación gamma sana a un perro de una desconocida enfermedad ósea. Este hecho será el desencadenante del regreso de Bumerang, que es liberado de la prisión por Max Stryker, un mafioso aquejado de cáncer. Tras oír hablar de la milagrosa cura de los rayos gamma, utiliza al supervillano para presionar a Banner secuestrando a Kate, obligándolo a que utilice dicho descubrimiento en él. Pese al color verde que adquiere su piel, Max supera el cáncer. Antes de que Hulk pueda reunirse con su amada, se ve sumergido en las Secret Wars, momento que aprovecha el antiguo mafioso para dedicarse a sanar a diestro y siniestro, sin tener en cuenta las posibles consecuencias de su actos, las cuales nos llevarían a… La muerte de un héroe Las Secret Wars suponen un punto de inflexión importante en esta etapa, aunque no tenga relación directa con los hechos sucedidos en la miniserie. Aún así, Hulk viene ligeramente cambiado del planeta al que el Todopoderoso le envió. Quizá no sea un cambio tan llamativo como el que sufre Spiderman, pero hay una clara diferencia en el personaje. No me refiero a esa moderna muleta que le permite andar con su pierna lastimada, sino a algo mucho más profundo: Hulk comienza a mostrar cierta irascibilidad que lo vuelve algo violento. Parece que los peores temores de Banner se están haciendo realidad. Con esta nueva actitud, Mantlo inicia una trama que nos lleva a la destrucción de esa armonía mental en el interior del personaje. Recordemos que el autor dirigió al Gigante Esmeralda hacia esa estabilidad emocional, pero ahora decide dar un cambio de rumbo radical, destruyendo lo que él mismo construyó. Desandando el camino recorrido, asistiremos a la involución de Hulk hasta límites inexplorados, ya que se transforma en un monstruo balbuceante que apenas emite gruñidos. No obstante, esta situación no está planteada al azar, sino que ha sido trabajada a fuego lento, dando explicación al sueño recurrente que atormentaba a Banner. Una vez más, el autor demuestra que sus planes a largo plazo están milimétricamente planeados. Como decía, todo comienza tras el regreso de las Secret Wars, intensificándose al encontrarse con Max Stryker, que ha utilizado sus descubrimientos para curar a mucha gente. Parece que el exmafioso ha emprendido una misión redentora, aplicando de forma altruista la misma cura a la que él se ha sometido. Pero, claro, sin los conocimientos científicos de Banner, desconoce los posibles efectos secundarios de la radiación gamma en un proyecto experimental de estas características. El resultado final es catastrófico. Las personas sanadas, además de adquirir un color de piel verduzco, comienzan a volverse extremadamente violentas. De esa forma, Stryker se vuelve un Hulk de segunda que acaba midiendo sus fuerzas con el monstruo gamma original, quien comienza a sentir cómo aumenta su rabia, estando a punto de matar a su oponente. Con el dibujo de Sal Buscema, podemos ver perfectamente esa bipolaridad emocional en el momento en el que Bruce se da cuenta de lo que está a punto de hacer. En el interior de su mente hay una encarnizada lucha, y el monstruo sin razón está venciendo a la mente científica. Ni siquiera el poder de Rom, capaz de curar al resto de afectados por la radiación gamma, puede hacer nada para ayudarle. Comienza un duro camino que acabará situando al personaje en el estado más destructivo y salvaje que hayamos visto nunca. La aparición del Caballero Espacial tiene lugar en The Incredible Hulk #296, pero por motivos de derechos aparece mutilado en esta edición. Rom es un personaje basado en un juguete fabricado por Parker Brothers, cuya licencia fue obtenida por Marvel en 1979. Como ocurriera con otros personajes de similares características, como los Micronautas, Bill Mantlo fue el encargado de dar vida al campeón de Galador, dotándolo de una interesante historia, y tomando prestadas ideas de la Distinguida Competencia, concretamente del Cuerpo de Green Lanterns. En su interminable lucha contra la raza alienígena conocida como los Fantasmas, acabó recalando en la Tierra, introduciéndose en el Universo Marvel y paseándose por multitud de títulos de la editorial. Incluso tendría una temporada como compañero al sidekick definitivo, Rick Jones. Por lo tanto, no es de extrañar que el autor aprovechase ser el guionista de ambos personajes para utilizar al Caballero Espacial, lo que, a la postre, ha resultado un pequeño lastre para las reediciones de la serie. Pero pese a la mutilación, la historia se lee bastante bien, sin perder el hilo de la trama. En The Incredible Hulk #297, Mantlo continúa con sus planes, mostrando quién está detrás de la caída en desgracia de Bruce. Se trata, nada más y nada menos, de Pesadilla que, a través de los perturbadores sueños de Banner, planta una semilla con el fin de dirigir al monstruo de jade contra su peor enemigo, el Doctor Extraño. Así cobra sentido toda esa inseguridad del personaje. Esos miedos han sido implantados de forma que florecen en su mente provocando su pérdida de la razón. Ahora, su meta consiste en encontrar al Hechicero Supremo para que le ayude, aunque parece estar predispuesto a lo contrario, de modo que se produzca el encontronazo esperado por el villano. Hostigado mentalmente, Hulk marcha en busca del Sancta Santorum del mago, creando un auténtico caos a su paso. Ni siquiera SHIELD parece ser capaz de pararlo, en una situación que provoca la ruptura de los lazos entre Kate y Bruce. Una relación que prometía, pero que ha resultado ser efímera y quizá demasiado corta en el tiempo. Pese al buen desarrollo de los personajes, el autor parecía tener este desenlace preparado, aunque nos ha dado tiempo de cogerle cierto cariño a Kate. Estamos ante una mujer que comparte las metas científicas de Bruce y que, además, sabe defenderse bastante bien, por lo que parecía un buen partido para nuestro protagonista. Sea como sea, es otro de los personajes que acaba cayendo en el limbo, aunque Greg Pak lo recuperaría muchos años después durante su etapa en la serie. De hecho, Pak hizo lo mismo con muchos otros conceptos salidos de la mente de Mantlo, como la estatua de adamantium, símbolo de la inquebrantable fuerza de voluntad del homenajeado. Se ve que le tenía cierto aprecio a esta etapa. El encuentro con su antiguo compañero en los Defensores no se hace esperar. Rápidamente, el Dr. Extraño revela la verdad e intenta ayudar a su viejo amigo. La única forma de hacerlo es despertar la consciencia de Bruce en su mente, para que él mismo pueda expulsar al responsable de su terrible situación. Una vez más, tenemos el contraste entre el mundo onírico y mental del personaje y el mundo real del Universo Marvel. Hulk es una bestia sin control, henchida de rabia contra todo lo que le rodea. Mientras, en el interior de su mente, se produce una lucha de proporciones cósmicas. En el mundo real, los Vengadores, y la plana mayor del Universo Marvel, intentan parar al que fuera miembro fundador del grupo, pero la verdadera lucha debe afrontarla Banner en solitario. Sin duda, una situación que se ha repetido a lo largo de toda su vida. No obstante, el verdadero punto de interés reside en el acto realizado por Bruce para expulsar a Pesadilla de su mente: eliminar su consciencia para así dejar de existir en la mente de Hulk. De esa forma, el monstruo gamma da el último paso hacia la perdida de su humanidad, y se convierte en una fuerza de la naturaleza imparable. Ante la imposibilidad de contenerlo, el Dr. Extraño decide exiliarlo a un lugar donde sea incapaz de hacer daño a nadie, y donde quizá pueda encontrar la felicidad. Así comienza el acto final, conocido como la Encrucijada. En estos compases de la historia, cabe destacar el increíble dibujo de Sal Buscema, capaz de mostrarnos perfectamente esa expresión de ferocidad de Hulk. Esa fuerza imparable traspasa las viñetas, trasmitiéndonos impactantes momentos en los que medio Universo Marvel hace todo lo posible por frenar al que consideran su amigo. Por otro lado, me parece destacable la evolución orgánica de la trama. Incluso la desaparición paulatina de los secundarios pasa totalmente desapercibida, ya que toda la atención queda centrada en el drama psicológico que sufre el protagonista. Momentos de tensión perfectamente coreografiados, que nos dejan la tristeza por el aparente fin de Bruce, acompañado del interés por el nuevo viaje que acaba de comenzar. De esa forma, llegamos a… El principio del fin Prácticamente la mitad del tomo está ocupado por una de las sagas más esperadas por los fans del personaje: la Encrucijada. Una de las virtudes de esta recopilación es hacerle justicia a una historia que, en su día, fue publicada por Forum como complemento de la serie Alpha Flight. Como viene sucediendo en la larga trayectoria editorial del personaje, las ventas no fueron lo suficientemente provechosas como para mantener su serie regular. De modo que la recuperación de esta etapa adquiere un punto de interés añadido. La Encrucijada es, como su propio nombre indica, un cruce de caminos místico que alberga un nexo dimensional, en el que se unen diferentes realidades, permitiendo a sus visitantes viajar entre dimensiones. Durante 13 números y un anual, Hulk deberá atravesar diferentes portales en un intento por volver a su hogar. Además, el Dr. Extraño le implanta un hechizo inconsciente en lo más profundo de su mente para que, cuando el Gigante Esmeralda se sienta desencantado con el lugar elegido, vuelva al punto de partida en la Encrucijada. De ese modo, el monstruo gamma puede elegir un nuevo camino que quizá le lleve a un mundo donde encuentre la felicidad sin sufrir ningún daño, ni causarlo a los habitantes de la dimensión o planeta en el que se encuentre. Se trata de una búsqueda incesante de una felicidad que parece seguir siéndole negada. En esta ocasión, tenemos a una encarnación de Hulk en la que prima la simplicidad. Un monstruo casi mudo y sin recuerdos, privado de inteligencia, y vagando por mundos desconocidos plagados de peligros. Cuán diferente es este personaje del que vemos al inicio del tomo, y cuanta tristeza evoca la imagen de soledad constante que deberá afrontar a lo largo de la saga. En ausencia de diálogos del protagonista, la prosa de Mantlo gana enteros. Quizá la escritura del autor nunca ha sido suficientemente valorada, pero, a lo largo de todo el tomo, da muestras de ser un escritor en uno de sus mejores momentos. Pese al esquema estructural inicial que parece plantear la trama, cada historia encierra una pequeña moraleja o reflexión. La inconsciencia de la niñez, la amistad y la traición, temas recurrentes a lo largo de toda la etapa junto a la venganza, incluso la lucha contra la opresión y la tiranía, son algunos de los temas más destacables de este largo periplo por un paisaje bizarro y alucinógeno. Por otro lado, el autor emplearía una amalgama de géneros que se adaptarían perfectamente al extraño escenario. Desde la fantasía heroica, pasando por la ciencia ficción, hasta el misticismo más propio de la etapa de Ditko en Dr. Extraño que de una serie protagonizada por el monstruo de jade, se dan la mano para mostrarnos un mundo de fantasía sin parangón. Pese a la soledad imperante, Hulk recibe la visita de viejos enemigos: los U-Foes, buscando la inalcanzable venganza; o Klaatu, perseguido por Xeron el arponero, en una analogía con el capitán Ahab y su incesante búsqueda de Moby Dick. Incluso mediría sus fuerzas con los N'Garai, una antigua raza de demonios que gobernó la Tierra hace eones. Todas y cada una de las aventuras vividas por el Gigante Esmeralda, aunque contienen ese carácter autoconclusivo, forman parte del siguiente paso en la recuperación del Hulk más tradicional, en un nuevo psicoanálisis de los traumas de Bruce. Cabría destacar el episodio relacionado con las Secret Wars II, bajo el título "Monstruo", en el que asistimos a una revisión de la vida de Banner desde su nacimiento. De esa forma, el autor profundiza en la relación de Bruce con su padre, mostrándonos a un hombre egoísta y celoso de su propio hijo, que se acaba convirtiendo en un borracho que asesina a su mujer. Esta infancia dramática es el germen de la personalidad apocada de Bruce, que le lleva a reprimir toda su ira, dejándola reservada para su álter ego gamma. De nuevo, asistimos a un magnífico desarrollo de personajes que ayuda a comprender mejor las motivaciones de los protagonistas. Además explica las imágenes mentales que evoca Hulk, dividiendo sus diferentes estados emocionales en seres que rememoran objetos de su infancia feliz, cuando aún vivía su madre. Un concienzudo análisis psicológico que añade un gran valor a la trama urdida por Mantlo. El autor, lejos de quedarse en la superficie, escarba en la dramática vida de Bruce hasta al centro de sus problemas para, finalmente, hacerlo avanzar hacia un nuevo estadio emocional. Pocos autores han sido capaces de extraer tanto de un personaje que muchos han tildado de simple. Llegando al final de la Encrucijada, Mantlo se plantea que quizá ha contado todo lo que tenía que contar sobre el personaje. En esos momentos de indecisión, recibió una llamada de John Byrne, que le ofreció intercambiar Hulk por Alpha Flight. De esa forma, se plantea un crossover entre ambas series en el que se produce la salida del Piel Verde del cruce de caminos místico. Así comenzaría una nueva etapa tanto para los autores como para los personajes. Atrás quedaba una etapa que había servido para evolucionar e involucionar a uno de los iconos más reconocibles de la editorial. El encargado había sido un autor que, poco tiempo después, sería olvidado tras alejarse de los cómics para ejercer la abogacía. El 17 de julio de 1992, fue atropellado por un coche que se dio a la fuga, quedando en coma hasta despertar en fechas recientes. Una pena que su trabajo eficiente y concienzudo fuera recordado a raíz de su trágica historia. Sirva esta humilde reseña para homenajear a un autor que nos dejó para el recuerdo una de las mejores etapas de Hulk; una de esas que hay que leer antes de morir. |
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