ALPHA FLIGHT DE JOHN BYRNE
por Adamvell


Alpha Flight fue el grupo de superhéroes canadienses creado por Chris Claremont y John Byrne en su memorable etapa setentera en la Patrulla-X, si bien es prácticamente unánime la opinión de que su creación se debe en la práctica al segundo. El grupo estaba compuesto por Vindicador (después Guardián), amigo personal de Lobezno y que portaba un traje energético; Shamán, mago perteneciente a los pueblos indios de Canadá, pero médico en el mundo del hombre blanco, que portaba una bolsa sin fondo de la que extraía hechizos diversos; Sasquatch, científico que podía mutar a voluntad en la forma de una peluda y poderosa bestia naranja, después de simular un accidente como el que creó a Hulk; Estrella del Norte y Aurora, gemelos mutantes voladores hiper rápidos que deslumbraban cuando entraban en contacto físico; y Ave Nevada, transformista que podía asumir la forma de cualquier animal de los climas helados.

El grupo apareció por primera vez en las páginas de la Patrulla-X como adversarios bienintencionados en medio de una disputa por la jurisdicción sobre Lobezno. Estos héroes canadienses pretendían que Lobezno, agente entrenado por su gobierno durante muchos años, en el que habían invertido mucho dinero y que había desertado para unirse a la Patrulla-X, volviera a sus filas, mientras que la Patrulla pretendía ayudar a Lobezno a mantener su independencia. Hasta ahí tenemos el típico enfrentamiento entre superhéroes de la Casa de las Ideas. Muy bien planteado, pero muy típico y tópico. Tras una segunda historia, también en la serie de la Patrulla-X, en la que ambos grupos colaborarían en la captura del Wendigo, John Byrne los tomó bajo su ala definitivamente para dar rienda suelta a sus creaciones. Para ello añadió varios personajes más a la serie: Puck, enano saltimbanqui de gran corazón y con un secreto a sus espaldas; Marrina, alienígena acuática; y más adelante se unieron también Talismán, hija de Shaman y con la capacidad de hacer de manera innata lo que su padre debía convocar mediante hechizos; Box, minusválido sin piernas que se fusionaba con un robot gigante de su creación; y, finalmente, Madison Jeffries, que podía controlar las máquinas y los metales. Ganaría también protagonismo Heather, esposa de Guardián, por hechos que es mejor no desvelar si no se han leído.

Si bien su origen fue muy común, el Alpha Flight de John Byrne es, desde el principio de su andadura en solitario, una serie de superhéroes que escapa a sus tópicos. Muchos piensan que los Defensores son el no-grupo por excelencia de Marvel, pero deberían echar un vistazo a estos Alpha Flight antes de seguir adelante con esa opinión…

Si bien el grupo, en un primer momento, se presentó al servicio del gobierno canadiense a través del Departamento H, esta relación se vio rota a las primeras de cambio, lo que fue desencadenante de hechos posteriores de gran trascendencia para los personajes y la serie. De hecho, para su primera aventura, en la que se enfrentaban a la amenaza de Tundra, se hizo necesario reunirlos de manera algo improvisada, ya que el grupo estaba totalmente disgregado: ni siquiera existía ya como tal. John Byrne planteó la serie como una sucesión de relatos personales de cada uno de sus miembros, que sólo se reunían ocasionalmente para atajar las crisis más graves. Además, en esas reuniones podíamos constatar lo espantosamente mal que se llevaban algunos miembros entre sí, con el antipático Estrella del Norte en el centro de la mayoría de las disputas, o las relaciones que iban surgiendo entre ellos, como el tórrido romance entre Sasquatch y Aurora. Y ya que hablamos de Aurora, este personaje es especialmente destacable, ya que sufría un trastorno psiquiátrico grave, con dos personalidades opuestas pugnando por tomar el control de su mente: la mojigata y religiosa Anne Marie, y la extrovertida, y sexualmente activa, Aurora, su identidad superheroica.

Cada uno de los personajes viviría sus aventuras en solitario como si fuera el protagonista absoluto en lugar de coral. Sólo ya por ello esta serie tendría un marchamo peculiar. No obstante, no es sólo eso. Byrne se empeñaba en forzar la imaginación a cada relato, sin obviar tratar temas realmente escabrosos para su época. ¿Tenía realmente Estrella del Norte un pasado terrorista? ¿Era Estrella homosexual en una Marvel que oficialmente no tenía gays? ¿Por qué odiaba Talismán a su propio padre? ¿Cuál era el origen de Marrina? ¿De dónde proviene la transformación de Sasquatch? ¿Sufrió abusos Aurora en su internado de monjas? ¿Ella y su hermano tuvieron… algo? Muchas de esas preguntas y otras más quedan en el aire, a la interpretación del aficionado. Y a Byrne tampoco le temblaba el pulso para dar golpes de mano que dejaran patidifuso al lector. Si un miembro del grupo nos parecía imprescindible, era muy probable que el autor decidiera deshacerse precisamente de él. En cambio, si los lectores odiaban a un personaje, éste destacaba sobre los demás. Estas contradicciones provocaron que muchos lectores se alejaran de la serie al no entender bien la propuesta de Byrne, buscando algo más convencional. El mismo Byrne quedó desencantado por no ser entendido por una mayoría de lectores.

Era en las contadas ocasiones en las que se reunía el grupo cuando Byrne elegía darnos estas bofetadas en la cara. Mientras que en las historias en solitario, Byrne nos ofrecía todas aquellas pinceladas que enriquecían el pasado y la personalidad de sus componentes, la grandiosidad de las historias en las que reunía al grupo queda fuera de toda duda…

De la galería de villanos creados por John Byrne durante esos memorables números podríamos destacar a tres. Las Grandes Bestias, un grupo de seres demoníacos extradimensionales atados a Canadá, que son para mí los villanos por antonomasia del grupo, y el hilo conductor invisible que une a muchos de sus miembros. La amenaza de las Grandes Bestias se viene gestando a lo largo de toda la serie empezando por el primer número con el ataque de Tundra, para luego ir dando pinceladas en aventuras sucesivas de Ave Nevada, Shaman o Talismán, y terminar explotando y afectando en gran medida a Sasquatch. Ello provocó otra de las reuniones del grupo en la que debieron viajar a la desolada y ausente de color dimensión de las Bestias. El otro gran villano sería el Amo del Mundo, al que podríamos denominar el Doctor Muerte de Alpha Flight, por talante, ambición y porte, y por convertirse en el futuro en un enemigo recurrente. Y después estaba Omega Flight, la cruz de la moneda del grupo canadiense. No olvidemos que Alpha estaba en su origen al servicio del Gobierno de Canadá mediante el Departamento H, y éste tenía otros superhumanos en entrenamiento para otra escuadra llamada Beta Flight. Omega Flight estaba compuesta por aquellos miembros resentidos que no lograron dar el salto a Alpha, por lo que el componente personal estaba muy marcado al conocerse todos los miembros de ambos grupos. Dentro de Omega se encontraban personajes que dieron mucho juego en el futuro, no sólo de Alpha Flight sino en otras series, como el mutante Chico Salvaje, Flashback o Diamante Lil. El ataque de Omega Flight tuvo repercusiones dramáticas…

Y no sólo ellos se pasearon por estas páginas, ya que Byrne se dedicó a crear toda una galería de villanos exclusivos de la serie, sin apenas recurrir a villanos tradicionales ya establecidos. Némesis, Lily Dorada, Mortal Ernest, Perla Rosa… un torrente creativo de extravagantes antagonistas en el que en cada número veíamos un concepto o personaje nuevo siendo este uno de los puntos fuertes de la colección, casi como si Byrne quisiera emular a Stan y Jack en los 60…

Choca mucho saber la pobre opinión que tiene el propio John Byrne de su trabajo en esta serie, a la cual considera un trabajo menor y muy lejos de sus mejores obras. Choca porque no puedo estar más en desacuerdo, ya que es para mí su mejor trabajo en solitario en el campo de los superhéroes sólo por debajo de sus Cuatro Fantásticos. Es verdad que existe cierta ausencia de fondos en algunas ocasiones y que el resultado mejora cuando se deja entintar por otros, ya que el trazo de Byrne deviene demasiado grueso en ocasiones, pero estamos ante un Byrne en su apogeo narrativo e imaginativo, que sabe utilizar todos los recursos que el formato secuencial proporciona y los maneja con destreza. Cuentan que realmente Byrne no tenía nada previsto para estos personajes, y al protagonizar su propia serie se dedicó a darles personalidad y pasado sobre la marcha. Quizá sea esa misma creatividad improvisada la que confiere frescura a la propuesta. Quizá ese desapego hacia los personajes le permitió arriesgar con estas historias un tanto diferentes y permitirse el lujo de acabar con varios de ellos en menos de treinta números sin que le temblara el pulso por ello…

Y ahora pasamos a la edición de Panini de esta serie, en su formato Marvel Héroes. El tomo que nos presenta es completísimo: quizá demasiado. Incluye sus primeras apariciones en la Patrulla-X así como numerosos extras, lo cual es verdad que confiere al tomo un valor como integral del trabajo de Byrne en la serie. No obstante, este carácter integral hace que el volumen sea un tanto inmanejable: es demasiado grueso, demasiado pesado y demasiado voluminoso. Un poco demasiado de todo. La impresión de que la encuadernación no resistirá el paso del tiempo, aunque el tomo se quede sin tocar en la estantería, es para mí muy fuerte.

He dejado para el final el tema del precio: 60 euros. Es totalmente excesivo, y más teniendo en cuenta el número de páginas y precio de tomos anteriores de la misma línea. Por unas cien páginas más tenemos un incremento de 18 euros. Es un incremento que la editorial, en un gesto que le honra y casi sin precedentes, ha intentado explicar como ha podido. A mí me sigue pareciendo un tomo carísimo, teniendo además las pegas señaladas. No me puedo quitar de la cabeza la impresión de que cuando se incrementó en cinco euros el precio de aquel Omnigold de Spiderman y las ventas no se resintieron, los lectores le mandamos un mensaje a la editorial de que podía poner todo más caro, que le íbamos a seguir comprando igual. Por mi parte, si tener tomos con tantas páginas repercute tanto en el coste final, sería mejor no planificar tomos de esta extensión y dividir la obra de manera que los tomos sean más manejables, tengan una menor apariencia de fragilidad y un coste/unidad más asequible. Pero claro, yo no soy editor y parece que el lector les ha dado la razón: al parecer, y sin tener más datos que mi propia impresión, ha sido todo un éxito por lo que la editorial no creo que dude a la hora de sacar más materiales en tomos similares. La duda es saber hasta dónde se puede subir la paginación con tal de que el lanzamiento sea unitario, y cuál es el precio máximo que la gente está dispuesta a pagar por un solo tomo por muchas páginas que tenga. En fin, doctores tiene la Iglesia, que dicen.

Mientras tanto, consolémonos en la lectura de este clásico de un John Byrne en su plenitud, que merece ser revisitado de vez en cuando y hacernos esbozar una media sonrisa: "¡Pero qué bueno eras, John…!"


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