ECC recupera, de nuevo, otra de esas obras publicadas por Marvel en el pasado, que posiblemente nadie pensaba ver reeditada jamás. Bueno, quizá jamás es un poco exagerado, pero desde luego no era algo especialmente demandado, ni siquiera esperado por el fandom. Así que la editorial nos sorprende con la publicación de…

MARSHAL LAW: MIEDO Y ASCO
por Óscar Rosa Jimenez


Para comprender cómo Marvel pudo publicar una obra tan transgresora como esta, debemos trasladarnos a 1982. En dicho año, Jim Shooter ponía en marcha una nueva línea editorial llamada Epic Comics. El editor en jefe de Marvel engendraba un proyecto en el que los creadores de las obras mantenían el control de las mismas en todo momento. Además, los autores podían quedarse los derechos de los personajes que habían concebido, algo que convierte la reedición de estas obras, en muchos de sus casos, en una auténtica odisea. El personaje que inauguraría esta línea sería Dreadstar, nacido de la imaginación de Jim Starlin, al que le seguirían muchos otros como el singular Groo o el violento Marshal, nuestro peculiar protagonista de hoy.

Otra de las características de la línea era la sustancial mejora en cuanto al papel de la edición, algo que hoy nos puede parecer lo más normal del mundo, pero que en su momento era toda una novedad. Así, nacía una línea bajo el sello de Marvel, que, a pesar de que iba en grapa, suponía el primer paso hacia las ediciones de lujo. Además, la libertad creativa la dotaba de una interesante variedad temática, junto a la proliferación de obras tan atrevidas como la que hoy nos ocupa.

El autor inglés Pat Mills fue uno de los creadores de la revista 2000 A.D., una publicación que ha generado una ingente cantidad de grandes autores, y su trabajo con el Juez Dredd es aclamado por la crítica. Con esta obra, el autor británico se suma a la deconstrucción del héroe que hacían compatriotas suyos, como cierto barbudo, con los que compartía cierta animadversión hacía los superhéroes y su género. De esa forma, podemos ver reflejado en el protagonista ese odio visceral hacia las capas a lo largo de toda la historia. Autor y creación fundidos en una idea que apoya la desmitificación de los superhéroes, compartiendo puntos en común con obras tan celebres como Watchmen o Return of the Dark Knight, pero lejos del reconocimiento de ambas y la fama de sus autores, acabó cayendo en el más oscuro ostracismo. No voy a decir que atesora la calidad de las obras antes mencionadas, porque, sinceramente, no lo creo, pero sí que merece cierto reconocimiento por la influencia que tuvo posteriormente.

En el apartado gráfico tenemos a Kevin O'Neill, sumamente conocido por The League of Extraordinary Gentlemen, cuyo estilo encaja muy bien con el tono oscuro y provocador, incluso algo desagradable, que pretende transmitir la obra en todo momento. Un autor cuyo estilo ha sido tachado como demasiado ofensivo para los estándares del Comics Code Authority. También cabe destacar la expresividad de sus rostros, con esa tendencia a la exageración en los gestos faciales, una de las principales características de su sello personal. Otro punto remarcable sería la cantidad de detalles que se pueden encontrar en cada viñeta, sobre todo en los fondos, donde podemos encontrar multitud de frases acordes con el humor satírico e irreverente que se pretende imprimir, junto a esa ambientación oscura y postapocalíptica. En esta ocasión, el trabajo del dibujante se extiende al coloreado con lo que tenemos una de sus obras más personales, mostrándonos una nueva faceta que parece dominar tan bien como la suya habitual.

La historia traslada al lector a un futuro distópico, en el que los científicos consiguen crear a superhumanos, genéticamente modificados para no sentir el dolor, que utilizan como soldados. Toda una generación de estos soldados, llamados superhéroes, fueron lanzados a una guerra que presenta multitud de similitudes con la Guerra del Vietnam. Este conflicto generará dos clases sociales dentro de esta "nueva especie": los excedentes de la guerra, aquellos soldados que habían quedado con algún tipo de tara (mental o física); y los superhéroes como Espíritu Público. Un personaje que representa el paradigma de héroe, el cual dirige a una agrupación de superhéroes tan aclamada como él. Aquí se nos presenta una perversa visión de la JLA, el grupo insigne de DC, mucho más sutil que la mostrada posteriormente por Garth Ennis en The Boys. Una parodia llena de componentes religiosos, otro de los conceptos presentes en esta obra. De hecho, podríamos decir que estamos ante una obra de similar planteamiento 25 años antes que, sin perder la crítica, no se deja llevar por macarradas sin sentido, ni violencia gratuita. Aquí todo tiene un trasfondo que poco a poco se nos va revelando a través de unos protagonistas complejos y ricos en matices; unos personajes que apoyan la profundidad y el análisis crítico del género en el que se encuentra ubicada esta obra. Todo ello nos llevará a un intrincado análisis psicológico con diferentes niveles de lectura, que no dejará indiferente a nadie.

La acción se centra en la ciudad de San Francisco, rebautizada como San Futuro, que representa un escenario postapocalíptico tras un terrible terremoto, llamado El Grande, que asoló la ciudad. Un cúmulo de desgracias que acontecieron tras la marcha de su mayor héroe, Espíritu Público, a un proyecto espacial que duró 25 años. Además, la sociedad presenta una mezcla entre odio y devoción a los superhombres, mientras la policía persigue, casi de forma clandestina, cualquier tipo de desviación legal de gente con poderes. Marshal Law pertenece a ese extraño cuerpo de policía, en el cual debe proteger su identidad llevando un uniforme, que parece habérselo pedido al fallecido cantante de Queen, añadiéndole cierta personalidad orientada al sadomaso con un toque fascista. Un agente de la ley que focaliza todo su odio en los superhéroes, ya que, según él, han dejado de comportarse como tales. Aunque tampoco deja de lado la posibilidad de desprestigiar al más respetado de todos, pese a que los mecanismos legales (y algunos no tantos) parecen protegerlo a todos los niveles de lo que Marshal entiende por justicia.

Nuestro aguerrido agente de la ley fue uno de esos soldados que, tras regresar de la guerra, utiliza sus nuevas aptitudes para la ley y el orden. De esa forma, además de seguir a los héroes desviados, se enfrenta a violentos criminales que aterrorizan la ciudad al caer la noche. La temible banda de Gangrena será uno de sus enemigos recurrentes, a los que solo Marshal parece capaz de enfrentarse.

La trama gira en torno a la resolución de los asesinatos de varias mujeres que llevan puesto el traje de una superheroína, la cual está a punto de contraer matrimonio con Espíritu Público. El autodenominado Hombre Sueño no se contenta con matarlas, sino que además las viola. Todo se complica cuando una de las víctimas está relacionada con Marshal Law. A partir de ahí, la justicia se torna venganza conduciendo al lector por un tortuoso camino que al final da un giro totalmente inesperado.

Pero más allá del suspense, o de la caza despiadada y sangrienta de los superhéroes o supervillanos, tenemos una historia en la que se analizan las relaciones sexuales entre humanos y superhéroes. En una ciudad, con tendencia a la depravación, se establece una pauta específica para los contactos llenos de lascivia, mostrada sin pudor por el dibujante. Sin embargo, estas dosis de sexo, poco habituales en la época, son solo una pequeña porción del interesante análisis psicológico al que Mills somete al superhéroe. Un complejo examen que disecciona al superhombre de manera muy acertada, desvelando cierto comportamiento pueril y sexista. Por otro lado, tendremos a un villano que presenta un complejo de Edipo acuciante, exento de figura parental, que fomentará un intenso drama familiar. Una amalgama de elementos que da como resultado una obra tan arriesgada como profunda, que estoy convencido que gana mucho con las relecturas.

Una historia que supuso un gran impacto en su momento, por la forma de mostrar la violencia y el sexo, que a pesar de los 25 años transcurridos sigue manteniendo su fuerza, aunque es obvio que ya no impacta tanto como antes. También cabe destacar su carácter innovador, ya que tiene una clara influencia en muchas obras posteriores de afamados escritores como Mark Millar, Garth Ennis o el mismo Warren Ellis. Tras esta publicación la editorial ha recuperado el resto del material del personaje, del que posiblemente hablemos otro día. Mientras, debemos volver a San Futuro, porque todavía quedan héroes que cazar.


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