MARVEL GOLD IRON MAN: EL ENEMIGO INTERIOR
por Óscar Rosa Jimenez


Tras la recuperación del Capitán América realizado por DeMatteis y Zeck, ahora le toca el turno a otro de los miembros de los Héroes más poderosos de la Tierra. Pese a que, en un principio, no parece tener una periodicidad fija, todo apunta a la posibilidad de que la editorial italiana vaya a reeditar la etapa del Hombre de Hierro perteneciente a la primera mitad de la década de los ochenta. Obviamente, bajo el marchamo de "si las ventas responden", una canción que deberían saber de memoria los seguidores de los clásicos en nuestro país. Sea como sea, este volumen tiene cierta importancia, ya que cada vez se va publicando más material que no pudo salir en la fenecida línea Excelsior. Además, se comienza a apostar por etapas menos laureadas de los ochenta, lo que nos permite ver el cuadro más completo de una de las mejores décadas del Universo Marvel.

Cuando hablamos del Iron Man clásico, nuestra mente piensa instintivamente en la etapa realizada por el equipo creativo formado por David Micheline, Bob Layton y John Romita Jr., de la que hablamos en una de las primeras entregas de esta sección. Aquellos autores marcaron un antes y un después en la serie del vengador dorado. Tras ellos, llegaría una pequeña etapa de transición para, a continuación, ser relevados por el tándem formado por Dennis O'Neil y Luke McDonnell. De ese modo, en este tomo, podemos ver dos partes bien diferenciadas. En la primera de ellas, tenemos esa etapa de transición y un anual, mientras que en la segunda tenemos el inicio de una larga trama que se desarrollaría hasta The Invincible Iron Man #200, por lo que espero que se venda lo suficientemente bien para no quedarnos a medias.

Dennis O'Neil es un autor cuyo trabajo más destacable se encuentra en la Distinguida Competencia, donde es recordado por revitalizar a Batman junto a Neal Adams. Durante dicha colaboración, el autor creó a Ra's Al Ghul y su hija Talia, dos villanos que tendrían gran importancia en el futuro del personaje. Además, realizó diversas labores editoriales e introdujo temáticas sociales y políticas durante su estancia en la Liga de la Justicia, un trabajo que sentó las bases de su etapa en Green Lantern. Curiosamente, en dicha serie redefinió el aspecto de Green Arrow, al que trasformó en compañero de Hal Jordan en una road movie que mostraría uno de los episodios más crudos relacionados con las drogas publicado en un cómic; también apoyado por el magnífico trabajo de Neal Adams. Quizá su trabajo más desconocido sea la revitalización de Wonder Woman junto al dibujante Mike Sekowsky, en el que suprimió poderes al personaje y la convirtió en una exiliada de la comunidad de las amazonas. Esta decisión le granjeó multitud de críticas, principalmente del sector femenino que seguía con fervor la colección de Diana. Con este currículo a sus espaldas, no parece una mala elección para la serie del vengador dorado, pero de momento no se aprecia ningún mensaje social, una herramienta que tanto utilizó en los setenta, ni ninguna característica especialmente brillante si lo comparamos con otros trabajos suyos.

Por su parte, Luke McDonnell no contaba con una brillante trayectoria en aquellos momentos; y me atrevería a decir que hoy día tampoco. De hecho, su carrera profesional se inició en 1980. Su debut en Marvel consistió en dibujar Star Trek #12, algo más de un año antes de su estreno en la serie protagonizada por Iron Man. Justo después de su paseo por la Enterprise, comandada por el capitán Kirk, el dibujante recaló en esta colección. Por lo tanto, tenemos una extraña combinación de veteranía e inexperiencia muy similar a la del anterior equipo creativo estable de la serie.

Desde luego, el inicio de este volumen no podía ser más descorazonador. The Invincible Iron Man #158 tiene el dudoso honor de ser el peor número del tomo. Escrito por el propio Dennis O'Neil y dibujado por una leyenda del medio como es Carmine Infantino, tenemos una horrible historia que combina la tecnología con los poderes sobrenaturales, añadiendo una compleja relación entre madre e hijo con ciertas connotaciones macabras. Si bien es cierto que el autor que dibujó "El Flash de dos mundos", uno de los hitos del cómic superheroico, no destaca demasiado, pese a contar con el entintado de Dan Green y Al Migrom, el guionista tampoco es que esté muy acertado al narrar una historia en la que la mitad de ella está protagonizada por un Iron Man al descubierto, sin que el famoso Anthony Stark sea reconocido en ningún momento.

Tras este lamentable comienzo, tenemos un fill-in realizado por Roger McKenzie, el autor que escribía Daredevil cuando Frank Miller aterrizó en dicha serie. A este guionista se le une un primerizo Paul Smith, llegado del mundo de la animación. Este es el segundo trabajo del dibujante para Marvel, tras la historia secundaria de Marvel Fanfare #1, protagonizada por el Hombre sin Miedo, y poco antes de convertirse en el dibujante regular de The Uncanny X-Men, donde acabaría alcanzando gran fama y consideración en el medio. Ambos realizan una historia que, pese a ser considerada de relleno, busca sus raíces en la continuidad del Universo Marvel. Tanto es así, que McKenzie recupera a Diablo, el villano de procedencia española y enemigo de los 4 Fantásticos, tras los hechos ocurridos en Fantastic Four #232. De ese modo, lo que a priori debería ser una historia intrascendente, se convierte en una entretenida secuela de una trama creada por John Byrne. Además, cabe destacar el maravilloso dibujo del joven Paul Smith, o el enfrentamiento entre la alquimia y la tecnología moderna, en una especie de lucha generacional entre dos métodos científicos alejados por siglos de diferencia; aunque todo quede reducido a algo mucho más simple: la ciencia contra la magia.

Continuamos con otro relato escrito por Dennis O'Neil, que poco a poco se va asentando como el guionista fijo de la colección. De hecho, a partir de este número, salvo el anual, todas las historias surgen de la mente de este veterano autor. En esta ocasión, está acompañado de Steve Ditko, uno de los principales creadores del Universo Marvel. De ese modo, de manera fugaz, volvía a la colección el autor que definió cromáticamente el aspecto de la armadura del Hombre de Hierro, en el lejano Tales of Suspense #48; definición que duró gran parte de la historia del personaje. Además de por el estilo clásico, y añadiría que algo irregular, el relato destaca por su insistencia en mantener a Tony Stark sobrio. El estilo de vida de un playboy millonario, obligado a asistir a diferentes eventos acompañado de una mujer pegada a una copa (o a una petaca), no ayudan demasiado a la férrea voluntad del personaje, que casi se alegra de que un zoológico sea atacado por una de las encarnaciones del Escuadrón Serpiente, durante la demostración de un sistema de vigilancia fabricado por Industrias Stark. En esta ocasión, se trata de un grupo formado por Anaconda, Mamba Negra y Víbora Mortal, que se reunían de nuevo tras el fracasado intento de hacerse con la Corona Serpiente en Marvel Two-In-One #65.

En The Invincible Iron Man #161, tenemos un número con estructura team-up que reúne a los millonarios Tony Stark y Steve Grant en unas instalaciones submarinas, mientras sufren un ataque de IMA. Pese a lo reducido del escenario, O'Neil se las ingenia para que ambos personajes se separen de forma que el Hombre de Hierro y el Caballero Luna no lleguen a verse en toda la historia. Así, ambos héroes contribuyen a salvar vidas sin que unos conceptos tan radicalmente opuestos choquen en absoluto; porque no todo el mundo puede ser un héroe tan versátil como el Trepamuros. Sea como sea, el guionista consigue que la historia funcione, manteniendo el tono autoconclusivo que viene arrastrando la colección. Por otro lado, en esta entrega, vemos por primera vez en acción a Luke McDonnell que, a la postre, se convertiría en el dibujante regular de la serie, junto al entintador Steve Mitchell. Aunque eso no sucedería hasta The Invincible Iron Man # 163. Posiblemente, sea el número más flojo de este equipo creativo que, si bien mostrará ciertas carencias en esta fase inicial, desde el principio presenta un trabajo con cierta solidez.

Para terminar esta primera parte de transición, Panini introduce el quinto anual de la serie. Tengo que reconocer que la historia es bastante buena, posiblemente de las mejores del tomo, pero no acabo de entender esta ubicación. En la Biblioteca Marvel se publicó en el último número, tras la etapa Micheline/Layton/Romita Jr. Al incluirlo en este volumen, en lugar de hacerlo en el anterior, aumenta la sensación de transición alargada. Estamos hablando de números que van de lo mediocre a lo directamente malo, salvo algún caso puntual, y que provocan que esta primera parte del libro se haga eterna, aunque nadie quiere que se los salten, por aquello del completismo. Aún así, la inclusión de este especial, por mucha calidad que tenga, retrasa demasiado el inicio de una etapa que es lo realmente destacable para el lector.

Dejando de lado las cuestionables decisiones editoriales, podemos disfrutar de una historia de 39 páginas que vuelve a utilizar el recurso narrativo del team-up. Pero, en esta ocasión, tenemos una colaboración entre dos compañeros de filas en los Vengadores. Esta cooperación llevará a Tony Stark a Wakanda, el reino de T'Challa, más conocido como Pantera Negra. En la tierra del Vibranium, se desarrolla una trama en la que ambos deben evitar un atentado al trono del país africano. Peter Gillis recupera a Erik Killmonger, sin alterar el magnífico trabajo de Don McGregor en Jungle Action, pero utilizando muy bien los elementos habituales que rodean al hijo de T'Chaka. De hecho, el relato nos deja una imagen final que explica a los lectores quién está verdaderamente detrás del ataque a la monarquía wakandiana. El autor también recupera a Madam Slay, amante de Erik y su compañera de fechorías habitual, lo que me parece todo un acierto.

La perfecta ambientación, gracias al trabajo de Jerry Bingham, junto al desarrollo de una idea compartida con Ralph Macchio, nos traslada perfectamente a un escenario tan particular como es la tierra natal de Pantera Negra. A esto hay que añadirle un perfecto tratamiento de los personajes y una buena integración de los conceptos que representan ambos protagonistas. Una historia que encantará al lector, sea seguidor del Hombre de Hierro o de Pantera Negra, ya que consigue una magnífica cohesión de los dos mundos. Todo rematado con una fenomenal portada. Posiblemente sea el número más redondo del tomo y hay que reconocer que los autores consiguieron que el primer anual de la serie, tras cinco años de barbecho, mereciese realmente la pena.

Después de este variopinto contenido, volvemos al concepto de serie regular, en el que se inicia una larga trama que pondrá en jaque al vengador dorado a través de diversos ataques hacia su persona, enmascarados en una ofensiva contra Industrias Stark. Lo que en un principio parece ser una serie de incidentes aislados que afectan a la multinacional, acaba cobrando la forma de una partida de ajedrez mortal, que pone en juego la vida del multimillonario playboy. De ese modo, O'Neil deja de lado el relato intrascendente para centrarse en una planificación a largo plazo, que queda inconclusa al finalizar este volumen. El autor retoma el elenco de secundarios propio de la colección, dotando de mayor protagonismo a Vic Martinelli en su papel de jefe de seguridad tras la marcha de Bethany Cabe, que había dejado la vida de Tony en una emotiva despedida en The Invincible Iron Man #153. El hueco dejado por la guapa guardaespaldas en la vida amorosa de Stark es cubierto, por los autores, con un personaje de nuevo cuño, Indries Moomji. Se trata de una joven a la que Iron Man salva de ser aplastada en su coche durante una visita por la fabrica y que, rápidamente, causa una gran impresión en Tony.

Con todos los elementos sobre el tablero, el guionista crea un villano que permanece en la sombra, aunque Raimón Fonseca se encarga de revelarnos su identidad en el prólogo, dirigiendo una partida de ajedrez con fines asesinos. Si bien es cierto que el suspense no es el punto fuerte de la historia, ya que el más mínimo intento de ello queda diluido totalmente por el frenético ritmo repleto de acción, O'Neil consigue suscitar un interés creciente en el lector, que aumenta a medida que avanza la trama. A pesar de que los diferentes antagonistas del Hombre de Hierro, presentados con nombres basados en piezas de ajedrez, no parecen oponentes con carisma y poder suficientes, sí consiguen crear una sensación de peligro real en cada uno de los combates a muerte contra el vengador dorado. Sin duda, esta etapa no parece estar sometida a sesudas intenciones soterradas en el argumento, al menos no en esta parte inicial. Ni siquiera parece estar a la altura de las grandes obras que marcaron la década de los ochenta, pero todo indica que, aunque carezca de relevancia, contiene grandes dosis de entretenimiento puro y duro, algo que no me parece nada desdeñable. En este mismo tomo, tras los preámbulos propios de una transición, se observa un in crescendo continuo, dejando al lector con ganas de más, olvidando el apático comienzo del volumen. Esperemos que su continuación pueda ver la luz a lo largo de 2015, para poder corroborar que el interés suscitado se mantiene y no se diluye con el paso de los números.


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