MARVEL GOLD CAPITÁN AMÉRICA: SHOCK DEL FUTURO
por Óscar Rosa Jimenez


Pese a que, hasta el momento, el tándem creativo formado por J. M. DeMatteis y Mike Zeck estaba demostrando una evolución constante, en este tomo, comenzamos con una pequeña ausencia del dibujante. En anteriores entregas, era el guionista quien cedía su puesto a favor de David Anthony Kraft. Ahora, debido al retraso en las entregas que iba acumulando Zeck, Mark Gruenwald, el editor de Captain America, decidió sustituirlo temporalmente por Sal Buscema. El menor de los Buscema había trabajado en la colección en varias ocasiones durante la última década, por lo que la elección, a priori, me parece acertada. Aunque debo decir que se nota demasiado que su trabajo consistía en realizar poco más que bocetos, dejando el acabado en manos de Kim DeMulder, cuyo resultado final me parece bastante irregular. También es cierto que, a medida que avanzan las páginas, se nota una evolución positiva. Aun así, cuando Mike Zeck regresa en Captain America #286, la serie recupera un estándar de calidad mucho más apropiado para los interesantes guiones de DeMatteis.

En este bloque de historias, cabe destacar que todo gira en torno a los tres protagonistas de la serie en aquellos momentos: el Capitán América, Bernie Rosenthal y el nuevo Nómada. De esa forma, el guionista crea diferentes líneas argumentales en paralelo que ayudan al desarrollo de los personajes, manteniendo la estructura serializada que hemos visto en anteriores entregas, una de las características que hicieron grande a la Casa de las Ideas.

El eje central de este trío, como no podía ser de otra forma, es Steve Rogers. El héroe de las barras y estrellas sigue luchando por conseguir hacer realidad el sueño americano. Aunque, esta vez, veremos cómo enfoca esa utopía hacia su encarnación civil. Es decir, la relación con Bernie le hace acariciar la felicidad que tanto ha predicado; vivir la vida plena que siempre ha defendido para los demás. Todo esto choca frontalmente con su obligación constante de mantener a salvo al mundo y a su país. Por lo tanto, Bernie vive en sus carnes una experiencia similar a Lois Lane: el hombre que ama debe elegir entre ella y su deber con la humanidad. Se trata de una difícil situación que hará tambalear los cimientos de la relación, sobre todo el día que debe conocer a la familia de Bernie, dejándola plantada para salvar al mundo de un futuro apocalíptico. No obstante, en la cruda realidad, las parejas se fortalecen en los momentos difíciles, y ese parece ser el camino elegido por ambos. Sinceramente, leyendo esta etapa, cuesta no ver a Bernie como la pareja más sólida que ha tenido Steve. Los giros que da la vida…

Curiosamente, la vida civil del Capitán América se sigue reforzando, pese a que mantiene su molesta doble identidad. Entiendo que sea un elemento más de la búsqueda de esa vida normal que se le pretende imprimir al personaje, sin embargo, es uno de los conceptos que no termina de encajar bien en las diferentes tramas. Las excusas no resultan convincentes. Nunca terminaré de comprender por qué se mantiene a estas alturas un concepto obsoleto para el personaje que, además, supone un lastre para algunas situaciones.

Por otro lado, tenemos la relación de Nómada con su héroe idolatrado. Nos encontramos una combinación de hombre fuera de su tiempo y aprendiz que debe comenzar a valerse por sí mismo. Quizá llamarlo sidekick sea algo exagerado, más que nada porque me parece un concepto más propio de adolescentes, pero sí es una representación más de un concepto que acaba pasando al siguiente paso de su evolución. Su serie de los años noventa es el mejor ejemplo de ello. Jack Monroe dejaría atrás la inocencia que vemos en estas historias, para convertirse en un arquetipo acorde con la década que puso de moda las cazadoras de cuero y los fastuosos arsenales de armas. Poco o nada tiene que ver con ese joven fuera de su tiempo que vemos aquí, incapaz de comprender la sociedad de los ochenta, algo que le pasa factura cuando conoce a una hermosa mujer, tras salvarla de unos atracadores.

Pero si hay algo realmente interesante en el nuevo compañero del Capitán América, consiste en ver cómo el propio Steve se ve reflejado en él. Por eso, intenta ayudarle a adaptarse al cambio generacional, mientras él mismo tiene sus propias dificultades al hacerlo. Incluso tenemos momentos en los que no parece haber superado esas décadas de retraso. La posibilidad de conocer a unos hipotéticos suegros más o menos de su edad, o puede que algo más jóvenes; su gusto cinematográfico tan clásico; y su dificultad a la hora de expresar sus sentimientos, algo que en su época iba aparejado a las campanas de boda, pero que en los ochenta era otra historia, son algunos ejemplos de su propia dificultad. Todo este tipo de situaciones sirven para reflejar las inseguridades que debe afrontar una leyenda viviente, las cuales debe dejar a un lado para ayudar a Jack Monroe. Sin duda, todo un acto de heroísmo, que quizá pasa algo desapercibido, pero que retrata qué clase de persona es el Capitán América; un símbolo americano, pero también de algo tan universal como el bienestar humano. Nosotros lo podemos considerar una gran persona.

Centrándonos un poco en las historias, iniciamos el tomo con una serie de números autoconclusivos. En Captain America #284, tenemos una crítica social pura y dura. Leyendo el relato, no puedo dejar de pensar que la crisis que nos azota lo convierte en algo cercano a la realidad actual. No deja de llamar la atención que algo narrado hace más de treinta años tenga su eco en la rabiosa actualidad. Y es que ver como un hombre sin trabajo, y sin ninguna prestación, se ve abocado al intento de suicido, junto al de su mujer, desgraciadamente es algo más habitual de lo que debiera. Una compleja situación en la que podemos ver el lado más humano y social del personaje. Si anteriormente hacía mención a las cualidades como persona del Capitán América, aquí tenemos un ejemplo perfecto. Aunque también se plantea otro concepto: su inseguridad ante situaciones que podrían ser atajadas con más dureza, pero la importancia de mantener la vida humana se lo impide. Estamos ante el estereotipo de héroe que se resiste a desaparecer en la noche de los tiempos, pese a la evolución social, manteniendo unos ideales por encima de todo. Una seña de identidad que, quizá, los héroes de verdad nunca deberían perder.

También me gustaría destacar una pequeña escena que nos demuestra cómo el Universo Marvel puede estar cohesionado sin agobiar al lector con constantes eventos. Hasta el momento, hemos podido constatar que tanto SHIELD como Nick Furia son prácticamente secundarios de la serie. Por lo tanto, veremos como tras la afección cardiaca de Dum Dum Dugan en el número anterior, Furia decide convertirlo en subdirector de la organización. Así, de un modo sutil, el autor comienza a plantear que la vieja morsa y sus compañeros de fatigas en la Segunda Guerra Mundial son demasiado mayores para estar en primera línea. Este hecho tan importante conllevaría una solución tan drástica como acabar repartiendo la fórmula Infinito por medio SHIELD, ralentizando el paso del tiempo a ciertos personajes. La inmortalidad a cualquier coste, pero de eso aquí, no se hablaría más.

En Captain América #285, tenemos el regreso del Puercoespín. Se trata de Alexander Gentry, un diseñador de armas al servicio del gobierno de los Estados Unidos. El trabajo mal pagado (otra conexión más con la actualidad) le provocó una insatisfacción laboral que le llevó a convertirse en un megalómano más del Universo Marvel. Todo esto sucedió en Tales to Astonish #48, donde debutó enfrentándose al Hombre Hormiga y la Avispa. Volvería al ataque en Tales to Astonish #53, y aparecería en la primera boda de la Casa de las Ideas, celebrada en el tercer anual de Fantastic Four, para acabar convirtiéndose en un enemigo poco valorado; un hijo de otro tiempo bajo los ecos de la Guerra Fría. En su vagar por el Universo Marvel, tendría varios enfrentamientos con el Capitán América. Aquí tenemos uno de ellos, en el que se nos presenta con un nuevo y revolucionario traje con el que por fin cree que será capaz de alcanzar sus objetivos criminales. Hay que reconocer que se lo pone difícil a Steve, que se beneficia de la ayuda del Nómada. No obstante, nuestro protagonista estaba distraído con una promesa que tenía que cumplir a un viejo amigo: el Patriota. Amistad, lealtad y toda una serie de cualidades que vuelven a incidir en el lado más humano del Capitán América. DeMatteis sigue perfilando al personaje incluso en números de aparente intrascendencia como éste, en el que todo parece girar en torno al enfrentamiento típico de un héroe y un villano.

Para terminar este pequeño inciso, tenemos el séptimo anual de la serie. Una historia escrita por Peter Gillis y dibujada por Brian Postman. Sinceramente, los nombres no me dicen nada, pero tras este relato se aprecia la influencia del editor, Mark Gruenwald. Todo gira en torno al Cubo Cósmico, sobre el que se profundiza en su origen, enlazando con hechos ocurridos en la magnífica etapa de Gruenwald en Marvel Two-In-One. Allí se nos presentó el Proyecto Pegaso, una instalación gubernamental que se dedica a investigaciones científicas de diversa índole, la cual también aparece aquí. También se recupera a Aquariano, quien forma pareja con el Capitán América en un intento por evitar que el artefacto, con su increíble poder, caiga en manos de IMA. Cabe destacar lo bien hilvanada que está la trama, creando lazos con los más recónditos lugares del Universo Marvel en su vertiente cósmica. Posiblemente estamos ante la historia definitoria de uno de los objetos más poderosos de este universo de ficción que, desde su primera aparición en el lejano Tales of Suspense #79, siempre ha estado ligado al Capitán América y sus más acérrimos enemigos.

En Captain America #286, vuelve Mike Zeck, haciéndolo por la puerta grande. Nunca sabes cuánto echas de menos a un dibujante hasta que regresa a una colección. Desde el inicio de esta etapa, he intentado hacer hincapié en su evolución gráfica. En esta saga, que abarca tres números, vuelve a demostrar que su estilo depurado encaja a la perfección en esta serie. La fluidez de su narrativa; el movimiento de sus figuras estilizadas; el cuidado de los detalles; y las icónicas portadas, son algunas de las características más destacables del autor. Sin duda, esta etapa no sería igual sin él.

Tras las historias autoconclusivas, DeMatteis vuelve a elaborar una trama de mayor recorrido recuperando un cabo suelto en la vida de Luther Manning, más conocido como Deathlock. Se trata de un personaje nacido de la mente de Doug Moench y Rich Buckler en Astonishing Tales #25. Estaba situado en una realidad alternativa donde los héroes son exterminados en el año de 1985. En aquellos momentos, la colección de Captain America se acercaba a dicho año, por lo que parecía un buen momento para cerrar una trama que estaba pendiente desde 1977. La historia combina de forma acertada la ciencia ficción con el género superheroico que primaba en el Universo Marvel. Así, podemos ver como Deathlock, mitad hombre, mitad máquina, debe encontrarse a sí mismo en todos los sentidos imaginables, incluso físicamente. Además, tenemos conceptos que nos recuerdan a la eterna lucha de la humanidad contra las máquinas plasmadas en las novelas de Isaac Asimov; una lucha por la supervivencia, en la que los sentimientos y la conciencia humana son el arma más potente para enfrentarse a su extinción. Un viaje a través de la mente, que nos lleva por el espacio y el tiempo, en el que el héroe de las barras y estrellas debe evitar el apocalipsis de los superhéroes. Como no podía ser de otra forma, este entramado incluye una la conspiración a través de la Corporación Brand, una filial de Roxxon Oil, la empresa que representa el paradigma perfecto de la maldad de las grandes multinacionales. Diría que estamos ante una alegoría del fin del mundo provocado por los poderes fácticos. Quizá quede enmascarado en un escenario de ficción que nos parece lejano, pero, una vez más, quizá estamos ante una conspiración más cercana a la realidad actual de lo que parece. Al menos, creo que nos deja una reflexión interesante.

Captain America #289 es el último número del tomo, en el que podemos ver dos partes bien diferentes. En la primera, una vez resuelto el destino de Deathlock y sus compañeros, tenemos un epílogo en el que el Centinela de la Libertad utiliza su información privilegiada para evitar los planes del Proyecto Enésimo. Con él, la Corporación Brand pretende dar un giro al orden mundial, eliminando a los superhéroes de la ecuación. Una batalla contrarreloj en la que su fuerza mental es primordial para evitar el desastre.

En la segunda parte, con motivo de la celebración del Mes de los Editores Asistentes en la Casa de las Ideas, tenemos una historia en clave de humor, presentada por el propio Mike Carlin, ataviado con la vestimenta del Vigilante. En ella, Bernie Rosenthal sueña con intercambiar los papeles con Steve Rogers. De esa forma, la joven adopta la identidad de Bernie América, pese a que pretende mantener su verdadera identidad bajo el mayor de los secretos. Estamos ante una historia muy divertida, que sirve de herramienta al guionista para seguir profundizando en la relación de amorosa de ambos personajes. Además de ver como afectaría a Steve los continuos abandonos de su amada. Digamos que DeMatteis utiliza el humor para enarbolar el feminismo. Ya sabemos cuánto ha sufrido la mujer en el Universo Marvel…

Por último, me gustaría destacar un extra que Panini ha incluido en este tomo, y que se ha extendido a otros de la línea de clásicos: la inclusión de fichas de personajes y objetos del Universo Marvel. Tengo que reconocer que me ha sorprendido mucho este detalle, ya que en la era globalizada en la que vivimos cualquier información está disponible a un clic de nuestro ratón. Sin embargo, la editorial italiana incluye, nada más y nada menos, seis páginas con algo que pensé que no volvería a ver en una edición española. Sinceramente, no sé qué pensar. Es evidente que esta línea es bastante cara y, por ende, una reducción de páginas podría suponer rebajar un poco el precio de estos tomos. No obstante, tampoco voy a negar que lo que pudiera ser un extra anacrónico para algunos, bien podría ser un aspecto nostálgico para otros, que va en consonancia con el aire retro de los contenidos. Sea como sea, vuelven las fichas, y quizá no sea un regreso muy celebrado, ¿o sí?


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