por Angelus Nacido en Brooklyn (Nueva York) en 1927, a John le tocó crecer en una de las épocas más duras de los Estados Unidos, pero también asistir al alzamiento de ese país como gran potencia mundial. No sólo como un mero espectador o trabajador anónimo, si no como alguien que, con su trabajo, acabaría convirtiéndose en una de las influencias del arte pop de la que bebería, en muchas ocasiones, el fenómeno ascendente del cómic americano. De John Buscema se suele destacar habitualmente lo poco que le entusiasmaba el género superheroico y el hecho de que su obra brillara con luz propia en publicaciones como Conan. Salvo para aquellos que tuvieran la gran suerte de conocerlo, y compartir confidencias con él, el resto no podemos si no especular sobre ello, aceptando o no lo que se nos ha contado hasta ahora. En mi opinión, esto no obedece a una cuestión de gusto por el género si no más bien a lo que el género pudiera aportarle a su propio oficio; así veo yo a John Buscema. Cuando se habla de sus influencias, se cita a los Rockwell, Foster y, en menor medida, a los artistas del Renacimiento, con quien veo más puntos en común. Y es que los orígenes italianos de la familia, personalmente, creo que influyeron de forma notable en su formación. Que complementara sus estudios en la escuela de arte con clases de anatomía en el Museo Brooklyn, nos habla de alguien cuyo objetivo era ser un dibujante completo, cuyo dominio de la técnica le permitiese tener más de una salida, es por eso que Buscema tuvo la oportunidad de convertirse en un artista freelance sin quedar constreñido a un solo género. De hecho, esa versatilidad le permitió a John Buscema, tras colaborar brevemente con Timely Comics (más tarde Atlas Comics), probar suerte en el ámbito de la ilustración cinematográfica o la elaboración de story boards, hasta que, finalmente, a mediados de los sesenta, se incorporó a Marvel como dibujante en series regulares, siendo uno de los autores que tuvo la oportunidad de poner su talento al servicio de casi todos los personajes de la editorial. Observando sus trabajos en Marvel, y varios de sus apuntes, es fácil reconocer en ellos las bases del dibujo que se pueden enseñar en cualquier escuela de arte. En su caso evidencian lo que comentaba sobre sus raíces renacentistas, donde, ciñéndonos al cuerpo humano, la figura no es simplemente una pose predeterminada, si no que cada gesto y cada movimiento responde al carácter del personaje que se desea dibujar. Esto, aparentemente parece sencillo, pero no lo es si no se reflexiona sobre ello, y en este caso, me parece claro que Buscema era alguien que lo tomaba en consideración antes de ejecutar sus obras con gran rapidez. Tanta era su velocidad que se asegura que era capaz de dibujar siete páginas diarias, de hecho, se suele contar una anécdota según la cual, John se ponía un despertador para medir su rapidez, como si esto fuera un truco con el que uno puede pasar a mejorar automáticamente. Lo único cierto es que este tipo de "trucos", se usaban y se siguen utilizando en cualquier clase de dibujo al natural con modelo vivo. Así que, nuevamente, más que hablar de lo rápido que uno pueda llegar a dibujar, lo que enseña ese proceso es como analizar la figura en su conjunto para ver cómo acometer cada una de sus partes. Esto me lleva a comentar algo sobre las críticas hacia Buscema, sobre todo en sus últimos trabajos, referentes a lo aparentemente inconclusos que quedaban sus lápices, como si esos bocetos fueran en realidad sólo síntomas de una falta de interés por el cómic o un cierto aburguesamiento. También existe la posibilidad de que John entendiera que sus bases eran lo suficientemente sólidas como para que el siguiente en la cadena, el entintador, si de verdad era un profesional, trabajase sin problemas, aunque a este respecto, debería profundizar de forma que probablemente me desviase en exceso del tema del artículo. Sin embargo, que Buscema volviese a Marvel dibujando sobre los bocetos de un tal Kirby, aunque sólo sea una coincidencia, me recuerda de nuevo a la costumbre de los talleres renacentistas, en las que los maestros dejaban que sus alumnos más aventajados hicieran los acabados e incluso, en casos excepcionales, se les dejaba pintar una parte de la composición desde cero. ¿Estaría buscando a algún joven talento que pudiera sucederle o era sólo esa desgana que tantas veces se le atribuye? Por desgracia, es algo que difícilmente podremos averiguar. Incluso se ha llegado a afirmar que Buscema le molestaba tener que seguir la estética de Kirby. Sin embargo, yo opto por creer que, como buen artista, no sólo respetaba a un colega que lo era todo en su profesión, sino que como todo alumno que pretende superar al maestro, le "robó" al Rey parte de su capacidad para narrar las historias de los cómics. Otro de los aspectos que se suelen destacar, incluso se lo habréis leído a Stan Lee, es el carácter difícil de John Buscema, algo que me parecía de una importancia menor hasta que me puse a pensar en este artículo. En un autor de tan extensa trayectoria en Marvel, resulta difícil huir de lo subjetivo para elegir un solo trabajo, pero para mí, sus mejores trabajos los encontramos en Conan y Thor. Ahí es donde, como sucede casi siempre, un autor de manera consciente o inconsciente acaba retratándose a si mismo. No solo en el aspecto exterior, sino en su personalidad. Y qué mejor forma para hacerlo que utilizar a un bárbaro o un dios, dos personajes a quienes parece importarles poco hacer una competición para conseguir amigos. Pueden dar la sensación de ser personajes ariscos e incluso prepotentes, pero tienen su corazón y son pocos los elegidos para llegar a él. No es ningún secreto que aunque a Buscema, sugerido por Roy Thomas como dibujante para Conan, fue rechazado por su caché en favor de un joven Barry Windsor Smith. Aunque, finalmente, consiguió hacerse con la colección, donde se evidenciaba su pasión por las historias de espada y brujería. No hay nada que motive más a un artista que trabajar en un proyecto que pueda sentir como suyo y, en el caso del cimmerio, se nota a la legua que John había imaginado una y mil veces cómo era el mundo en el que se desarrollaban sus aventuras. Y no sólo eso, sino que no dudó ni un instante en redefinir la imagen del personaje, haciéndolo más grande, más fuerte y, a pesar de ser un bárbaro de aspecto frío, mucho más humano. Ese interés por reflejar el carácter de los personajes mediante su aspecto físico, también está presente en la numerosa galería de villanos y en la sensualidad y el misterio que emanaban sus personajes femeninos, en los que, en muchas ocasiones, a juzgar por la voluptuosidad de sus formas, se adivina la fascinación que ejercían los mitos eróticos de la época, cuyo ejemplo más palpable es Sofía Loren. Esa imagen definitiva de un personaje no se limita únicamente a Conan, para muchos es imposible no asociar a personajes como la Visión, Estela Plateada, Loki, Mefisto y muchos otros al nombre de John Buscema. El simple hecho de que algo así pueda suceder, ya nos da una pequeña idea del talento de "Big" John Buscema, cuyo apodo no responde únicamente a su talla. De los personajes mencionados, quizás los dos primeros también tengan mucho que ver con el carácter del autor. Sin embargo, siendo pura especulación, a mí me parece que en ellos, Buscema, de forma menos consciente, acaba reflejando esos momentos dolorosos en los que un dibujante se siente demasiado solo y aislado del mundo, mientras se ve enfrascado en la búsqueda de algo que ni él mismo sabe qué es o cómo conseguirlo. Siendo un autor tan prolífico en la editorial y habiendo dibujado tantas series en su dilatada carrera como autor marvelita, estoy seguro de que podemos encontrar retazos de su personalidad en cada uno de sus personajes así que, dado que una imagen, afortunadamente, siempre valdrá más que mil palabras, lo único que me queda por hacer, es recomendaros que os acerquéis a su obra, sin decantarme por ninguna, para extraer vuestras propias conclusiones. Con John Buscema, quizás por eso mi respeto y admiración hacia su trabajo ha ido creciendo con los años, comparto la necesidad, aunque sea en campos distintos, de dibujar para ser realmente feliz. Aunque toda comparación siempre sea odiosa, me sorprende haber encontrado a más personas que le consideran el Miguel Ángel de los cómics, pero no se me ocurre nada más acertado. He disfrutado tanto de la fuerza y la elegancia de su dibujo, que si algún día, la Capilla Sixtina se cae, y le encargan a Marvel reconstruirla, lo mejor sería resucitar a John Buscema. |
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