SPIDERMAN DE STAN LEE Y STEVE DITKO (II): SI ÉSTE ES MI DESTINO…
por Morgan: Challenger of the Unknown


En enero de 1965, la colección The Amazing Spider-Man alcanzaba la veintena de números publicados. En ese punto, la serie ya se había establecido como uno de los títulos superheroicos más interesantes del momento. Sin embargo, la mayoría de las mejores historias firmadas por Lee y Ditko todavía estaban por llegar.

LA EDAD DORADA (II): GABARDINAS Y MÁSCARAS

Jameson ha contratado los servicios del patético detective Mac Gargan con el fin de que espíe a Peter Parker y averigüe cómo consigue fotografiar al lanzarredes con tanta frecuencia. Las intenciones del viejo Jonah son coherentes con el carácter suspicaz del personaje y plantean una situación de una lógica aplastante, pero que apenas sería retomada en historias posteriores. Sin embargo, el editor cambia de opinión al conocer al Dr. Farley Stillwell, científico especializado en mutaciones animales, que le promete la creación de un ser más poderoso que Spiderman. Convencido del plan, Jameson ofrece una generosa cantidad de dinero a Mac Gargan para que se someta al experimento que habrá de convertirle en el superior del trepamuros. El proceso es un éxito, consiguiendo dotar al detective de los poderes aumentados de un escorpión.

Se trata de un relato de estructura clásica, en el que las respectivas pasiones de los personajes les arrastran a un torbellino de acontecimientos de nefastas consecuencias. Stillwell paga con su vida la osadía de desafiar a las leyes de la creación. Mac Gargan, a causa de su ambición, renuncia a su humanidad y se convierte en un ser monstruoso. El odio que siente Jameson arrasa su integridad moral y le inflige la humillación de ser salvado por Spiderman, el hombre a quien quería destruir.

El origen del Escorpión es una de las mejores historias protagonizadas por un villano muy popular, pero que no participaría en demasiadas aventuras memorables. Además, este relato sería retomado en el futuro, abordando las implicaciones éticas de la participación de Jameson en la creación del monstruo. También serviría como modelo para la presentación de otro enemigo del héroe, la Mosca.

Una historia más ligera que la anterior es la que ofrece el relato que enfrenta a Johnny Storm y Peter Parker por las atenciones de Doris Evans. Asimismo hace su aparición el Escarabajo, que combate contra Spiderman y la Antorcha Humana. No se trata de una aventura demasiado estimulante aunque es cierto que, como tantos otros encuentros anteriores entre el arácnido y el joven miembro de los Cuatro Fantásticos, funciona como una suerte de precedente estilístico de la colección Marvel Team-Up, uno de los títulos más artísticamente irrelevantes de su época.

Más interesante resulta el enfrentamiento del lanzarredes contra el Circo del Crimen, la antigua banda criminal del Jefe de Pista. El dibujo de Ditko constituye el mayor punto de interés del relato. Los miembros del Circo del Crimen son retratados como rarezas extravagantes; caracteres extraños que, en los lápices de Ditko, parecen surgidos de una pesadilla. En este sentido, destacan el malvado payaso de turbias intenciones y la sugerente Princesa Pitón. La coreografía de los combates también está muy lograda, en especial la pelea del trepamuros contra una serpiente gigante. Es una aventura que no deja mucho espacio a la vida civil del protagonista, que sigue marcada por la evolución del triángulo sentimental que conforman Betty, Peter y Liz.

Como curiosidad, en este número destaca una viñeta que muestra a Jameson visitando una galería de arte. Oculto tras una columna aparece un artista lamentándose por no poder dibujar los pies humanos tan bien como el autor del cuadro que está mirando. Se trata de una respuesta irónica del propio Steve Ditko a los detractores de su trabajo.

Otro villano que regresa a la colección es el Duende Verde. Sus intenciones cada vez están más claras. Pretende dominar el hampa de Nueva York. Para conseguirlo, intenta liderar la banda del mafioso Lucky Lobo, quien no piensa consentirlo. A fin de que sus enemigos se eliminen mutuamente, el Duende Verde conspira para que Spiderman se enfrente a la banda de Lobo.

También regresa en esta historia Frederick Foswell. Tras haber pagado su deuda con la sociedad, el periodista sale de prisión y es admitido de nuevo por Jameson en la redacción del Daily Bugle. El propio Jameson forma parte del selecto club de ejecutivos de Midtown que, en esta aventura, hace su primera aparición junto a algunos de sus interesantes miembros.

Peter se muestra ya con un look decididamente juvenil, alejado de las corbatas y jerséis de pico de los primeros números, a los que todavía regresaría eventualmente. Además, Ditko dibuja a Peter con la cara menos alargada, la nariz más pequeña y el pelo y patillas un poco más largos y descuidados que en sus inicios. El personaje ha ido evolucionando lentamente hacia unos rasgos más finos.

La siguiente aventura también goza del protagonismo de Jameson. Tras haber escrito infinidad de editoriales intentando desprestigiar a Spiderman, el editor decide cambiar de estrategia. Para ello, el Daily Bugle realiza una serie de entrevistas a ciudadanos anónimos para que opinen sobre el trepamuros. Sin embargo, se censura deliberadamente cualquier opinión positiva sobre el héroe, lo que enfurece al joven Flash Thompson.

Por su parte, Spiderman está sufriendo de extrañas alucinaciones, en las cuales cree ver a sus más terribles enemigos atacándole. Estas experiencias, junto con el hecho de que la mayor parte de la opinión pública se pronuncie ahora en su contra, le hacen temer que esté perdiendo la cordura. En busca de ayuda, acude al Dr. Ludwig Rineheart, un prestigioso psiquiatra interesado en el lanzarredes, que ha sido entrevistado recientemente por el Daily Bugle.

Se trata de una sencilla y efectiva historia con final sorpresa, muy beneficiada por el dibujo de Steve Ditko. En concreto, destaca el enfermizo y sudoroso rostro de un paranoico Peter Parker, que muestra una de las facetas del estilo característico del dibujante y que puede disfrutarse también en todo su esplendor en sus historias de terror y ciencia ficción de los años cincuenta. Un argumento muy similar al de este número aparecería en las tiras de prensa de Stan Lee y John Romita, en una historia en la que el Dr. Muerte pretende desenmascarar a Spiderman.

Tras la aventura anterior, se presenta el Dr. Smythe con su temible Mata-Arañas, ingenio tecnológico que sería rediseñado en diversas ocasiones con el fin de enfrentarlo al amistoso arácnido. Smythe ofrece su invento a Jameson quien, tras ser convencido por Peter Parker, decide contar con el Mata-Arañas para capturar al héroe.

Es interesante que sea el propio Peter quien, deseoso de humillar a Jameson, le anime para que utilice el Mata-Arañas. Esto descarga al editor de cualquier responsabilidad moral ante el lector. Es, por tanto, un caso distinto al de la creación del Escorpión, dejando al margen eventuales responsabilidades legales de Jameson por ambos actos.

Por otra parte, en este número se presenta también a Mary Jane Watson, aunque el lector no pueda verla, pues queda oculta tras una planta del salón de los Parker. Sí la ven unas asombradas Betty y Liz, que llevan tiempo disputándose la atención de Peter y ahora descubren que tienen otra competidora.

El siguiente arco argumental presenta al Amo del Crimen, un gangster que pretende hacerse con el control de las bandas de malhechores que operan en Nueva York. Ataviado permanentemente con traje, guantes, sombrero y máscara, su desconcertante aspecto es muy similar al de otros personajes creados por Steve Ditko (Mr A., The Question), o inspirados en su trabajo (Rorschach, de Watchmen).

El Amo del Crimen forja, en principio, una alianza con el Duende Verde, villano recurrente que cada vez se muestra más sediento de poder. Ambos conocen la identidad secreta del otro, por lo que sus movimientos están limitados. Debido al ninguneo al que el Amo del Crimen pretende someter al Duende Verde, los dos villanos separan sus caminos e intentan, por su propios medios, hacerse con las riendas del crimen organizado. Mientras el Amo del Crimen asesina a los delincuentes que se oponen a sus deseos, el Duende Verde pretende mostrar su poder al hampa venciendo a Spiderman.

Por su parte, el trepamuros investiga los movimientos del periodista Frederick Foswell, sospechando que probablemente se esconda tras las máscaras del Duende Verde o del Amo del Crimen. Foswell, que anteriormente había intentado fundar un imperio criminal como el Gran Hombre, regresa al mundo del hampa bajo otra identidad con intenciones más nobles.

El baile de sospechas y máscaras finaliza con la muerte del Amo del Crimen. Su final ocurre, de forma insólita y genial, fuera de plano, siendo su verdadera identidad desconocida para el lector y para el héroe. En lugar de desvelarse satisfactoriamente uno de los principales enigmas de la historia, se sigue sembrando la duda acerca de la identidad del Duende Verde.

Las fotografías que ha tomado Peter del lanzarredes en acción se las vende a uno de los diarios rivales del Bugle, el Daily Globe. Harto de la tacañería y el mal humor de Jameson, decide hacer algo tan lógico como buscarse un mejor trato en otro lugar. Sin embargo, pronto descubre que Jameson también tiene sus propias virtudes. Por lo tanto, decide seguir trabajando para él. Esta situación, junto con otras dinámicas y elementos característicos de la presente etapa, sería retomada en el posterior trabajo del guionista Marv Wolfman en la colección.

Por otra parte, los acontecimientos relativos al Amo del Crimen y al Duende Verde serían profusamente matizados en la colección Untold Tales of Spider-Man de Kurt Busiek y Pat Oliffe. Es un material muy recomendable, pero que no es en absoluto necesario para disfrutar de la historia original de Lee y Ditko, una las mejores de su etapa. Cabe destacar el magnífico dibujo de Steve Ditko, en concreto su malvado Duende Verde, una de las mejores representaciones gráficas del personaje, junto con las de otros grandes artistas como John Romita, Gil Kane o buenos artesanos como Sal Buscema.

La siguiente aventura presenta a un villano que no disfrutaría de excesiva grandeza durante la trayectoria editorial arácnida, el Hombre Ígneo. Esta historia ofrece, además, la graduación de Peter. El joven termina la escuela, consiguiendo una beca para estudiar en la universidad. A pesar de que el abandono del ambiente escolar implique la desaparición de algunos secundarios, se garantiza la continuidad en la colección de uno de los personajes más importantes, Flash Thompson. El capitán del equipo de fútbol recibe una beca deportiva para estudiar en la misma universidad en la que lo hará Peter.

Por otro lado, también se mantiene en la colección el malvado Escorpión, que ha conseguido escapar de la cárcel. Jameson, temeroso de su venganza, urde un plan para que Spiderman vuelva a dar la cara por él. Se trata de un número muy sencillo argumentalmente, pero que cuenta con una excelente caracterización de Jameson, varios diálogos memorables y una buena pelea entre el Escorpión y el simpático héroe.

Asimismo, se incide en el alejamiento entre Betty y Peter. Ned Leeds ha vuelto a Nueva York y las atenciones de la chica son ahora para él. Sin embargo, el tono más amargo lo pondrá un ligero desvanecimiento de la frágil tía May. Es un adelanto de lo que ocurrirá en los próximos números.

Por su parte, el segundo anual de la colección ofrece una historia muy alejada del ambiente urbano habitual del personaje. Se trata de una aventura bastante irrelevante, más allá de la anécdota de reunir a Spiderman y al Dr. Extraño, los dos personajes insignia de Steve Ditko en Marvel.


LA EDAD DORADA (III): EL CAPÍTULO FINAL

Se introduce la figura del Gato Ladrón, delincuente común que está equipado para ejecutar audaces robos. Uno de los perjudicados por su actividad es el cascarrabias de Jameson. Enfurecido por haber sido robado, el editor ofrece una gran recompensa por su captura. Lo mejor del número son los chispeantes diálogos del propio Jameson, angustiado por la posibilidad de tener que pagarle la recompensa al trepamuros.

Se trata de una divertida aventura ligera, de tono urbano y con un enemigo que no conocería demasiada continuidad, más allá de algún homenaje aislado. Por otra parte, en este número Betty y Peter prácticamente ponen fin a su agonizante relación. La chica ha recibido una propuesta de matrimonio de Ned Leeds. A pesar de sus sentimientos hacia Peter, está dispuesta a aceptar. Además, Liz Allan, que se había despedido amargamente de Peter el día de su graduación, realiza la que durante mucho tiempo sería su última aparición en la colección. Queda así disuelto el triángulo amoroso que ha marcado la vida sentimental del personaje durante la mayor parte de la presente etapa.

En esta aventura se presenta, también, una banda armada que viste extraños uniformes y máscaras. Según los diálogos, se trata de la banda del Gato Ladrón. Argumentalmente, no tiene demasiado sentido que el villano disponga de un grupo de sicarios a sus órdenes y nunca haga uso de ellos. Gráficamente, tampoco se ofrece nada concluyente que relacione al Gato Ladrón con los hombres uniformados. Como se vería más adelante, la banda está realmente a las órdenes de otro enemigo que permanece entre las sombras.

Al respecto de estos errores de diálogo, se ha comentado tanto que fue una pequeña confusión de Stan Lee, como que, por aquel entonces, Lee no estaba al tanto de los argumentos detallados de la colección, ya que únicamente dialogaba los cómics que Ditko realizaba en solitario. Por lo tanto, Lee no podría conocer por las viñetas del dibujante quiénes eran realmente los enmascarados. El propio Ditko constaba desde el número 25 de la serie como argumentista, además de dibujante, entintador y portadista. Mientras, Stan Lee seguía apareciendo en los créditos como guionista, a pesar de que, al parecer, su labor se limitaría a la de dialoguista. Esta circunstancia explicaría varias incoherencias argumentales del final de la presente etapa, así como el hecho de que, aparentemente, se redibujase alguna viñeta por un artista distinto de Ditko, con la finalidad de que el dibujo encajase con los diálogos de Lee.

La aventura con el Gato Ladrón funciona también como introducción del siguiente arco argumental. Varios de los elementos que han sido dispuestos en los números anteriores se retoman para dar forma a la saga más larga, compleja y merecidamente recordada de la etapa, La Saga del Planeador Maestro.

Spiderman vuelve a enfrentarse a la misteriosa banda enmascarada. Esta vez han robado material atómico de una base portuaria. Tras una dura pelea, el lanzarredes les pierde la pista. Sin embargo, se le revela al lector que los extraños criminales disponen de un cuartel general oculto en las profundidades marinas.

Por su parte, la anciana tía May, que ya había dado muestras de debilidad, cae gravemente enferma. La mujer que ha ejercido de madre para Peter podría hallarse a las puertas de la muerte. El diagnóstico de los médicos es muy pesimista.

Paralelamente, Peter empieza las clases en la universidad. Se presentan dos nuevos personajes que tendrán una importancia capital en el futuro, Harry Osborn y Gwen Stacy. El primero desprecia a Peter al no poder ganarse su amistad. En cambio, Gwen se interesa vivamente por él, a pesar de la indiferencia del joven Parker. La salida de la colección de Liz y el inminente compromiso de Betty han dejado libre el camino para la introducción de nuevos intereses románticos. Sin embargo, nuestro héroe está angustiado por la salud de tía May y no responde a las atenciones de sus nuevos compañeros, lo que le granjea la enemistad de la mayoría de ellos.

Tras numerosos análisis, Peter recibe una dura noticia. Los médicos descubren que un elemento radioactivo en la sangre de tía May está acabando con su vida. Lo que ellos no saben es que dicho elemento tiene su origen en la transfusión de sangre de Peter a tía May en una aventura anterior. Muy preocupado por la posibilidad de perder a su única familia, Spiderman le pide ayuda al Dr. Connors, el brillante científico que había quedado en deuda con él. Connors le advierte de que podría haber una posibilidad de salvar a la paciente si dispusiera de un suero especial, el ISO-36. Sin embargo, la dosis enviada a Nueva York es robada por los hombres del misterioso Planeador Maestro.

El tiempo para tía May parece agotarse. Spiderman, totalmente desquiciado, presiona con métodos bastante expeditivos a los miembros de los bajos fondos, en busca de la información que le permita encontrar al Planeador Maestro. Finalmente, da con su guarida submarina. Desgarrado por la angustia, el lanzarredes derrota fácilmente a todos sus sicarios. Tras acabar con ellos, se encuentra frente a frente con su antiguo enemigo, el temible Dr. Octopus, que es desvelado como el intrigante Planeador Maestro. El arácnido no da cuartel al villano y, debido a la frenética batalla entre ambos, parte de las instalaciones se vienen abajo. El trepamuros queda atrapado bajo toneladas de escombros. La presión del mar aplasta la maltrecha fortaleza. El suero que espera una agonizante tía May está a su alcance, pero aparentemente es imposible que Spiderman pueda escapar de la tumba acuática.

El joven héroe, espoleado por el triste recuerdo de la muerte de tío Ben y por la angustiante posibilidad de perder a tía May, hace acopio de todas sus fuerzas para, en una progresiva secuencia gráfica, liberarse del peso que le mantenía inmovilizado. Mientras la base de su enemigo se cae a pedazos, un magullado Spiderman, ya con el suero en su poder, inicia su penoso recorrido hacia la superficie. Antes de alcanzar la libertad, un nutrido grupo de soldados de Octopus intentan cortarle el paso. El lanzarredes, completamente exhausto, pelea con ellos con fiera desesperación y consigue vencerles, en el que es uno de los momentos más intensos de esta aventura.

El trepamuros, desfallecido pero esperanzado, entrega en el hospital la solución preparada por el Dr. Connors a partir del ISO-36. Gracias al valor y a la férrea determinación mostrada por Peter, su anciana tía May salva la vida.

Si bien la parte aventurera de esta celebrada historia es excelente, el mayor interés de la misma estriba en el crecimiento interior de su protagonista. Peter salda consigo mismo una vieja cuenta pendiente. La arrogante omisión que causó la muerte de tío Ben queda, en cierto modo, compensada por todas las acciones que realiza Peter para poder salvar a tía May. El fantasma de la culpa y el anhelo de redención recorren esta magnífica historia. En el salón de los Parker, una fotografía de Ben y May preside la desesperación de Peter. En la tumba submarina, sus imágenes atormentan a Spiderman. Finalmente, un Peter destrozado por la batalla y al borde del colapso se sonríe frente al lecho de la anciana: "-¡Esta vez no te abandoné, tía May!". En cierto modo, se está dirigiendo a su añorado tío Ben.

El héroe ha sorteado su prueba más significativa. Las dudas que le atenazaban han quedado en el pasado. Ya en el siguiente número Peter se reafirmaría: "- Soy Spiderman… y siempre lo seré."

Como curiosidad queda la página de la liberación del protagonista. Además del excelente trabajo gráfico, supone un homenaje de Steve Ditko a la novela La rebelión de Atlas (Ayn Rand, 1957), obra henchida por la filosofía objetivista que tanto influenciaría al autor y a su trabajo. La portada de algunas ediciones de dicha novela muestra a Atlas, titán condenado a soportar sobre sus hombros el peso de La Tierra, una imagen que el mismo Spiderman emula en esta historia.


EL FIN DE UNA ERA

Tras la intensidad de la aventura anterior, la etapa entraría en una dinámica crepuscular. Si bien los argumentos de las siguientes historias mantienen el interés, lo cierto es que ya no transmiten la naturalidad y el encanto de los números precedentes. Por su parte, el dibujo de Steve Ditko también se resiente. Probablemente, el autor sentía cercana su marcha de Marvel. Por lo tanto, estas últimas aventuras funcionan como un epílogo a su estancia en la colección.

El primero de estos números presenta, bajo una excelente portada, el regreso de Kraven, el cazador. Se trata de una historia poco memorable, en la que destaca el detalle de que el villano intente suplantar a Spiderman, disfrazándose como él. Esta situación se repetiría posteriormente en el celebrado arco argumental La última cacería de Kraven, si bien con un tono e intenciones muy distintas a las de la presente aventura.

El siguiente relato ofrece la segunda aparición del Hombre Ígneo, un enemigo de escasa entidad. La portada que Ditko dibujó originalmente para este rutinario número no es la que sería efectivamente publicada. Marvel decidió que la ilustración mostraba a Spiderman en una posición demasiado sugerente, así que debía modificarse. El cambio quizás satisficiera los deseos de la empresa, pero la portada finalmente publicada no tiene demasiado sentido. Muestra al lanzarredes en una posición muy extraña respecto del resto de la composición.

Tras la aventura anterior, se presenta un nuevo enemigo, el Saqueador. El origen de sus poderes es moderadamente interesante y algunas de sus motivaciones son coherentes. Sin embargo, el tratamiento del personaje es bastante pobre, por lo que resulta un villano poco carismático e impactante. Quizás por esto, conocería un exiguo recorrido en las colecciones arácnidas. El nombre original del villano, Looter, fue tomado por Ditko de la obra de Ayn Rand anteriormente referenciada.

Por su parte, la vida civil del héroe continúa evolucionando. La ruptura con Betty, que ha abandonado la ciudad, permite a Peter prestarle más atención a Gwen Stacy, su nueva compañera de estudios. La chica se siente irremediablemente atraída por él pero, debido a sus inexplicables desapariciones en momentos de peligro, sospecha que es un cobarde. Esta dualidad sería una situación recurrente en la posterior etapa de Stan Lee y John Romita. Otro elemento característico de su colaboración sería la constante aparición de manifestaciones estudiantiles. Éstas aparecen ya en la presente etapa, si bien la crítica visión que se ofrece en estas historias dista mucho de la idealización con la que se abordarán durante la citada estancia de John Romita en la serie.

Otros acontecimientos que tendrían lugar en dicha excelente etapa están relacionados con el penúltimo número dibujado por Steve Ditko. La historia presenta al antiguo compañero de celda de Frederick Foswell, que ha sido puesto en libertad. Se trata del Dr. Mendel Stromm. Tal y como sospechaba el periodista, lo primero que hace Stromm al salir de prisión es tratar de vengarse del hombre al que culpa de su desgracia. Éste es su ex-socio, al que acusa de robarle sus diseños tecnológicos y de tenderle la trampa que le llevó a la cárcel. El lector descubre que tal personaje es uno de los ilustres miembros del exclusivo club de ejecutivos de Midtown del que Jameson forma parte. Su nombre es Norman Osborn. Es el padre del Harry, compañero de Peter en la universidad.

Stromm fabrica diversos robots con el fin de atacar los negocios de Osborn y amenazar su vida. Por su parte, Spiderman intenta ayudar al rico industrial, creyéndole una víctima inocente. Sin embargo, el ruin comportamiento de Osborn revela al lector que su antiguo socio tiene justificadas razones para odiarle. El devenir de los acontecimientos impide a Stromm culminar su venganza, subrayando la villanía de Norman Osborn.

La última aventura realizada por Ditko se sumerge superficialmente en los ambientes pugilísticos, introduciendo a un nuevo personaje. Joe Smith es un torpe aspirante a boxeador que, aconsejado por su representante, prueba suerte en el mundo del espectáculo. Tras sufrir un accidente durante el rodaje de una película, Joe se convierte en un ser de poder formidable. Por su parte, Norman Osborn continúa con sus malvadas maquinaciones. Esta vez ofrece al mundo del hampa una recompensa por la cabeza del simpático lanzarredes.

En la última página de esta historia, un abatido Peter Parker regresa a casa junto a tía May. Sube las escaleras que le llevan a su habitación y desaparece para no volver jamás. Por supuesto, el mes siguiente se editaría un nuevo número de la colección. Pero ya sin Ditko. El autor abandonaba Marvel. Y Spiderman ya no volvería a ser nunca el mismo.


EL LEGADO

La marcha del artista pudo estar relacionada con diversos motivos. Por una parte, el autor probablemente consideraría insuficiente su acreditación como argumentista de la colección, entendiendo que él era realmente el guionista, mientras que Stan Lee se ocupaba únicamente de los diálogos. Esta falta de reconocimiento artístico implicaba también una retribución económica menor de la que le hubiera correspondido en caso de constar también como guionista de la serie. Por otra parte, el artista habría recibido de Martin Goodman, el editor de Marvel, la promesa de que los bajos salarios que la compañía pagaba a sus trabajadores aumentarían una vez ésta incrementase sus beneficios. Sin embargo, a pesar de que era obvio que la empresa estaba obteniendo mayores ganancias, al parecer, Goodman no cumplió su palabra. Tampoco Steve Ditko, ni el resto de autores de la editorial, participaron de los enormes dividendos que recibía Marvel por licenciar productos basados en el esfuerzo de sus trabajadores.

Asimismo, Goodman no estaba satisfecho con el enfoque que se le estaba dando a la colección. Por este motivo, criticaba constantemente el trabajo de Ditko, a pesar de que las ventas de la serie aumentaban sin cesar. El artista también mantenía ciertas diferencias creativas con Stan Lee, con el que, en el momento de su marcha, llevaba meses sin hablar. Es célebre la anécdota acerca del desacuerdo que ambos autores mantenían sobre la verdadera identidad del Duende Verde. Al respecto, el propio Ditko afirmó muchos años después que sus intenciones en este aspecto coincidían con la solución que adoptó finalmente Stan Lee una vez Ditko había abandonado la serie.

En cualquier caso, ambos autores realizaron juntos unos cuarenta números dedicados a Spiderman. Se trata de una obra, en cierto sentido, cerrada, pero con una influencia posterior definitiva que continúa trascendiendo su época. Todas las etapas posteriores del personaje beberían, en mayor o menor medida, de este trabajo. Se han indicado, a lo largo de la presente reseña, algunos homenajes y préstamos que tienen su origen en esta etapa, a mero ejemplo ilustrativo y sin ningún afán exhaustivo. Sorprenden, sin embargo, la literalidad de algunos asfixiantes tributos puramente formales. Es el caso de la etapa de Marv Wolfman y Keith Pollard o, en menor medida, la de David Michelinie y Erik Larsen, ambas en The Amazing Spider-Man.

La mayor parte de situaciones que el héroe estaría condenado a repetir a lo largo de los años; su interactuación con ciertos personajes secundarios; el equilibrio necesario entre su vida civil y su faceta aventurera; la forma de relacionarse con el mundo de ficción al que pertenece; gran parte de la galería de villanos clásicos y su precisa y exacta caracterización, quedarían ya profusamente retratados en esta etapa.

Sin embargo, debe tenerse en cuenta que parte de la influencia de la presente etapa llegaría a autores posteriores destilada a través de la, también, capital etapa de Stan Lee y John Romita. Ésta no se trata de una verdadera ruptura formal con el trabajo previo, si no de una cierta pérdida de identidad autoral de la colección, del celebrado abrazo de un agradable convencionalismo que también llevó a la serie a unas cuotas de excelente calidad, pero que la alejaron, en cierto modo, del espíritu original del personaje y de la serie, al que nunca se regresaría.

Ningún autor posterior recogería el testigo de Lee y Ditko en cuanto a la originalidad de los planteamientos mostrados en estos primeros números. La mayoría tomaría como base los numerosos aciertos formales de la presente etapa, (ya sea de primera mano, o acudiendo a su reflejo ofrecido en las magníficas etapas de Lee y Romita, o de Gerry Conway), y se limitaría a repetirlos, con mayor o menor fortuna. Quedarían como honrosas excepciones aquellas etapas que también dotaron de variaciones a la dinámica de la colección e implementaron una evolución real en el devenir vital del personaje.

El trabajo de Steve Ditko como dibujante también sería imitado de forma más o menos evidente por distintos artistas que se harían cargo posteriormente del personaje. En este sentido, destacan nombres como Keith Pollard, Ron Frenz, Todd McFarlane o Marcos Martín. En cualquier caso, la influencia de Ditko nunca sería tan asfixiante como la de su sucesor, el magistral John Romita, si bien éste, paradójicamente, imitaría conscientemente el estilo de Ditko durante sus primeros números en la serie.

Por otra parte, no se puede reducir la etapa de Lee y Ditko, tal y como han pretendido algunas plúmbeas revisiones, a la estricta importancia histórica y posterior influencia. Hay historias de gran calidad por derecho propio en estos números. El reparo es que la etapa es algo irregular en este sentido. Si bien la colección tiene interés desde el primer momento, lo cierto es que, más allá de arqueologías varias o puntuales excepciones, toma altura definitivamente una vez ha alcanzado el ecuador de esta etapa.

De la misma forma, el arte de Steve Ditko acompaña esta evolución. Su dibujo, uno de los grandes atractivos de estas historias, es quizás también el principal escollo al que debe enfrentarse el lector actual. El estilo de Ditko puede parecer más avejentado que el de otros reputados artistas de su época. Por otra parte, aunque sus diseños resulten apasionantes desde la primera historia, es inevitable advertir ciertas carencias en, por lo menos, la primera docena de números del autor. Esos cómics son, además, los más necesitados de su genio, por cuanto los argumentos tampoco habían alcanzado todavía su mejor nivel. Esta constante evolución positiva, tanto en lo gráfico como en lo argumental, se detuvo tras la imprescindible Saga del Planeador Maestro, que funciona como auténtico broche de oro a la etapa de Steve Ditko. Han quedado, en consecuencia, bastante olvidados los auténticos últimos y desencantados cómics del autor en el título.

La lectura completa de esta etapa deja, por lo tanto, una sensación agridulce. La de haber disfrutado de una gran obra finiquitada de forma prematura. Posiblemente, los mejores números de Steve Ditko en la colección se repartan entre aquellos que entregó una vez la serie tomó altura y aquellos que desafortunadamente ya no pudo realizar debido a su salida de la editorial. Es una verdadera lástima, incluso para un rendido admirador de la posterior etapa de John Romita en la colección, que Ditko no prolongase su estancia en la serie. Sirva esta reseña como humilde homenaje a uno de los artistas más geniales y apasionantes que pasaron por la editorial, creador, junto a Stan Lee, de uno de los más populares personajes de la Historia del cómic.


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