por Taneleer Tivan A principios del año 1981, cuando Mike Zeck salió del MOKF con destino al Capitán América y el editor Jim Salicrup decidió situar al canadiense Gene Day como nuevo dibujante regular de la serie, el MOKF era un tebeo prácticamente imprescindible para sus aficionados, pero al que desgraciadamente no se le incorporaban muchos nuevos. Con Doug Moench todavía como alma máter del proyecto, el título seguía dando buenos resultados, pero su techo de ventas, que se movía alrededor de los 130.000 ejemplares, resultaba bastante discreto, lejos de las cifras que podían llegar a manejar los grandes títulos de la época, que oscilaban entre los 240.000 y los 298.000 ejemplares. En este escenario iba a ser en el que aterrizase Gene Day, quien hasta entonces se había venido ocupando de entintar a Mike Zeck, y del que en realidad no puede decirse que se tratase de un verdadero profesional de las tintas, sino más bien de un excelente dibujante que resultaba ser más rápido entintando los lápices de otros que desarrollando su propia obra. De hecho, más que entintar, Day ya venía acabando los lápices de Zeck desde el MOKF # 94, teniendo además en su haber uno de los números de fill-in que Marvel guardaba en stock en previsión de posibles problemas con las fechas de entrega (precisamente el que se acabaría publicando dentro del MOKF # 102), así como la parte inicial del especial que se acababa de llevar a cabo con motivo del MOKF # 100. Ante la marcha de Zeck y el resultado obtenido en aquel número centenario, sería el propio Salicrup quien decidiese situar a Gene Day al frente del apartado gráfico de la serie. Como dibujante y guionista de sus propias historias, Gene Day se había empezado a dar a conocer unos años antes con una serie de historias cortas, de seis o siete páginas de extensión, aparecidas dentro de una publicación en blanco y negro dedicada al género fantástico, la revista Star*Reach de Mike Friedrich, haciendo también diversos trabajos en esa época para Warren y Heavy Metal. Su estilo detallado y realista llamaba bastante la atención, pero ante el escaso beneficio económico obtenido, decidió buscar trabajo rápido de realizar y bien pagado, encontrando ese trabajo en Marvel como entintador. Su debut tendría lugar a finales de 1978 dentro de las páginas de Star Wars, añadiéndole en este caso un poco de lustre a los lápices del veterano Carmine Infantino, a quien entintaría en numerosas ocasiones durante los dos años siguientes. Otro título que tocaría durante aquellos inicios sería Pantera Negra, esta vez junto a Jerry Bingham, destacando también unas magníficas y ocasionales tintas para John Byrne en los Vengadores. Su labor acabó llamando la atención de Jim Salicrup, que fue quien a su vez se lo recomendó a Roger Stern, decidiendo éste llevárselo con él a dos de los títulos que por aquel entonces tenía a su cargo, el MOKF y el Marvel Two-In-One, siendo también el propio Salicrup quien le ofrecería su primer trabajo como dibujante dentro de la editorial, el Marvel Premiere #54, dedicado al pistolero Caleb Hammer. Además de aquellos primeros trabajos para Marvel, Gene Day vería también publicada a lo largo del año 1979 su primera y única antología de historias, Future Day, una novela gráfica en la que presentó varias historias cortas de carácter fantástico íntegramente realizadas por él como dibujante, guionista y entintador. Viendo las cosas en perspectiva, Gene Day se hizo cargo del apartado gráfico de la serie en un momento editorialmente complicado para el MOKF, no ya sólo por la marcha de Mike Zeck, sino por la propia situación en que se encontraba Doug Moench a causa de sus cada vez más frecuentes desencuentros con Jim Shooter. Las relaciones entre ellos habían comenzado con muy mal pie, al haber sido uno de sus guiones puesto como ejemplo por parte de Shooter de lo que éste no quería que fueran los guiones que se escribieran para Marvel. La situación, en la que Moench no había permanecido callado, derivaría con el paso de los años en un auténtico enfrentamiento personal entre ambos. Con aquellas circunstancias como telón de fondo, el mes que Gene Day necesitaba para ponerse al día en su nueva función dentro de la serie, sirvió para que aquel antiguo fill-in que había realizado tiempo atrás viera por fin la luz en el MOKF # 102, siendo de ese modo como tenía lugar su debut como dibujante regular del MOKF. La historia presentaba un guión de Peter B.Gillis que se desarrollaba en la Provenza francesa, donde Shang-Chi acudía por encargo de Investigaciones Independientes con la misión de proteger a la anciana propietaria de una refinería petrolífera. A nivel de guión, la historia iba de más a menos, pero el trabajo de Day mostraba un estilo brillante y una clara preferencia por la narrativa cinematográfica utilizada por Steranko, responsable de haber llevado al MOKF a vivir su edad dorada dentro de la Marvel a través del talento de Paul Gulacy. Los nazis y sus antiguos secretos militares, que Spielberg acababa de poner de moda en la primera entrega de Indiana Jones, sirvieron para inspirar la puesta en escena de la primera saga de dos números con la que el equipo creativo formado por Doug Moench y Gene Day debutó oficialmente en los MOKF # 103 y 104. La presentación de la saga era una doble página de Day en la que las propias viñetas formaban las letras del título de la historia, Una Ciudad, Un Mar, diseño que iba a suponer una perfecta introducción a todo lo que el canadiense llevaría a cabo en números posteriores. La acción transcurría en el puerto de Hong-Kong, en la ciudad flotante que formaban los juncos atracados frente al Mar de China, siendo el regreso al escenario portuario de los Mares del Sur el que propiciaba las que serían las últimas apariciones de Juliette y Shen Kuei en la serie. Juliette volvía a ser de nuevo el contacto de los británicos para llegar hasta Shen Kuei, con quien se hallaba infiltrada Leiko Wu, que esta vez actuaba por su cuenta. Como centro de los acontecimientos, se situaba un antiguo carguero nazi hundido por los norteamericanos en alta mar durante la II Guerra Mundial y que transportaba un valioso mineral con propiedades únicas para la creación de Pulsos Electromagnéticos. Los MOKF # 105 y 106 serían los encargados de traer consigo el regreso de Carlton Velcro, o al menos de lo que quedaba de él, puesto que el antiguo magnate de la droga aparecía ahora convertido en un cyborg deseoso de venganza contra todos los que le habían conducido a aquella situación. La reaparición de Velcro vino a su vez a conllevar la de dos de sus viejos conocidos, aunque quizá sería mejor hablar de tres, puesto que el fallecido mercenario conocido como Puños de Navaja aparecía ahora duplicado en dos guardaespaldas idénticos creados por Velcro para su protección. El otro personaje que regresaba a la serie era Pavane, la mercenaria sadomaso a la que Velcro tampoco perdonaba su traición con Mordillo. En el apartado gráfico, Day aprovechaba la saga para homenajear muchas de las viñetas más recordadas de la trilogía original, pero su lento y meticuloso trabajo comenzaba a pasarle factura: sus sesiones de trabajo a lápiz y a tinta le empezaban a llevar más tiempo del previsto, haciéndose necesario acudir a la ayuda de otros profesionales para que entintasen sus lápices. Armando Gil y el veterano Jack Abel serían quienes se harían cargo de la tarea de entintar a Gene Day en los números que vendrían inmediatamente a continuación. Con todo, lo más relevante de aquellos inicios sucedía fuera de las viñetas. Con un buen ojo profesional, Doug Moench se había dado cuenta desde el principio de que Gene Day no era un simple entintador con aspiraciones a dibujante, sino un artista innovador que había llegado al MOKF dispuesto a hacerse un nombre, estableciéndose desde el primer momento una perfecta compenetración entre ambos autores. Aunque Day no llegaría a participar tanto en los argumentos como lo había hecho Gulacy, lo cierto es que acabaría colaborando en ellos de una manera bastante activa, no teniendo nada que ver su modo de abordar los guiones de Moench con el que por ejemplo había llevado a cabo Mike Zeck. Haciendo una comparativa de su método de trabajo con los tres artistas, el propio Doug Moench llegaría a comentar años más tarde que precisamente era con Gene Day con el que más tiempo permanecía hablando por teléfono, discutiendo la manera de desarrollar los guiones y la planificación de cada historia. Desgraciadamente, a pesar de aquella estrecha colaboración juntos, los dos autores nunca llegarían a conocerse personalmente a causa del prematuro fallecimiento del artista canadiense. Fruto de aquella intensa colaboración, los MOKF # 107-109 traerían consigo la incorporación de un nuevo personaje para la serie. Abandonada definitivamente la opción de Rufus Carter como miembro permanente del reparto de secundarios, la antigua agente y desertora de la KGB conocida como Ángel Oscuro, sería quien finalmente se acabaría integrando en el personal de Investigaciones Independientes bajo la nueva identidad de Mia Lessing. Su presentación en el MOKF # 107 se enmarcaba al enviar Smith a Shang-Chi desde Nápoles hasta Roma con la misión de proteger la vida de la desertora rusa y trasladarla a salvo a Escocia. La KGB por su parte enviaba a uno de sus mejores asesinos para eliminarla, Sata, uno de los antiguos guerreros si-fan que había pertenecido a la elite de Fu-Manchú, entablándose así un duelo a muerte entre ambos maestros del kung-fu con el antiguo Coliseo romano como escenario de su enfrentamiento. A medida que se iba desarrollando la nueva época diseñada gráficamente por Day, las páginas del MOKF iban descubriéndose como pura experimentación, con cada vez más evidentes influencias de Steranko y con resultados que llamaban la atención en el uso de las dobles páginas y las composiciones narrativas que se utilizaban a través de ellas. Desde esta nueva perspectiva gráfica, el MOKF # 108 era el encargado de continuar la trama iniciada en el número anterior, con la KGB realizando un nuevo y camaleónico intento por recuperar a su desertora, siendo Reston y Shang-Chi quienes se encargaban de evitarlo. La saga de presentación de la espía rusa concluía finalmente en el MOKF # 109, que mostraba las consecuencias que el Beso del Ángel Oscuro iba a traer para dos de las parejas que se habían ido formando a lo largo de la serie. En un primer plano, era Clive Reston quien abandonaba a Melissa Greville, marchándose ésta de Stormhaven para no volver jamás. Reston no tenía ningún problema en mostrar abiertamente su nuevo interés por la antigua espía de la KGB, siendo las lágrimas de Melissa Greville las que se ocupaban de echar el cierre a la historia. La otra ruptura que narraba el MOKF # 109 era la de Zaran y Fah-Lo-Suee. La hija de Fu-Manchú era ahora la nueva directora del MI-6 y ya no necesitaba a su lado al enamorado maestro de armas al que había convertido en su hechizado esclavo. Zaran culpaba a la desertora de la KGB de su caída en desgracia ante Fah-Lo-Suee y se trasladaba a Escocia en busca de venganza. A continuación, los MOKF # 110 y 111 serían los encargados de presentar una historia en dos partes en la que Gene Day aparecía acreditado por primera vez como coargumentista. En ella, la nueva Mia Lessing advertía a Smith de la existencia de un plan para asesinar a la reina de Inglaterra, utilizándose para ello armas químicas desarrolladas por el propio ejército británico. El inminente atentado era responsabilidad de un renegado de la KGB llamado Grigori Sovchenko, conocido por el sobrenombre del Creador de Fantasmas. Sovchenko era el resultado de un proyecto secreto de intercambio militar entre chinos y soviéticos, habiendo sido entrenado desde su niñez en un estilo de lucha capaz de convertir cualquier objeto en un arma letal. Con autorización del MI-6, Shang-Chi, Black Jack Tarr y Leiko Wu eran enviados a la fortificada base militar de Sussex en la que se custodiaba el arma buscada por Sovchenko, un agente químico capaz de transformar la lluvia en ácido. El asalto del Creador de Fantasmas y su grupo de mercenarios era aprovechado por Day para montarse unas espectaculares escenas de acción, destacando especialmente la lucha que mantenían el Maestro del Kung-Fu y su adversario en las alturas de la fortificada mansión de Dragonfly Spire, cuyas elaboradas y detalladas torres eran utilizadas por Gene Day como fondo del enfrentamiento. Tras casi un año de estancia en la serie sin haber fallado ni una sola entrega, Gene Day se encontraba a esas alturas muy cerca de las fechas límite establecidas por Shooter, siendo el entintador Rick Magyar quien se haría cargo de los lápices de la serie durante los MOKF # 112 y 113. La historia se iniciaba esta vez con un atentado contra la vida de Smith durante una reunión que éste mantenía en Londres con un miembro del MI-6. Intentando averiguar lo que estaba sucediendo, Shang-Chi, Leiko Wu y Clive Reston eran los encargados de seguir al agente británico hasta Canadá, donde averiguaban que el atentado estaba relacionado con un documento de alto secreto memorizado por Smith décadas atrás, siendo ese el inicio de todo lo que sucedía a continuación. En el lado positivo, aquella inflexión temporal de dos meses iba a marcar el punto de transición hacia los mejores números que Gene Day llevaría a cabo en el MOKF. Como a todo buen dibujante, a Gene Day le gustaba pasar a tinta sus propios dibujos, dándose además la circunstancia de percibirse más dinero por página llevada a cabo como dibujante y entintador que únicamente como dibujante. Aquella circunstancia económica venía a coincidir con la ambición puramente profesional de tener todo el control sobre el resultado de su trabajo, decidiendo Gene Day tomarse ese periodo de dos meses para ganar tiempo de cara a poder volver a entintar sus propios lápices. Desgraciadamente, en el lado negativo, su decisión le llevaría a hacer un sobreesfuerzo en sus ya de por sí sobrecargadas sesiones de trabajo. Y es que, aparte de su lentitud, uno de los problemas de base a los que Gene Day tenía que enfrentarse todos los días a la hora de sentarse ante la mesa de dibujo, era que a Jim Shooter no le gustaba absolutamente nada la experimentación que destilaban sus historias. No había un número en el que no le hiciese repetir alguna página, alegando que le resultaba narrativamente incomprensible y haciéndole trabajar siempre bajo la presión de las fechas de entrega. Al no ser un artista demasiado rápido, si Day quería entintarse a sí mismo, la única opción que le quedaba para poder cumplir a tiempo era llevar a cabo sesiones de trabajo verdaderamente brutales, en ocasiones de hasta más de 15 horas seguidas ante el tablero de dibujo. Como llegó a comentar Joe Rubinstein, tan sólo paraba cuando su hermano le llevaba café y algo de comer, cayendo inmediatamente desplomado en la cama cuando terminaba. Abusando además del tabaco, semejante esfuerzo diario frente al tablero le dejaba completamente extenuado, provocándole además frecuentes dolores de espalda. Sea como fuere, con dibujos y tintas del propio Gene Day, su regreso en el MOKF # 114 resultó ser magnífico, con uno de los guiones más inspirados de Moench durante aquella última época y con un resultado gráfico que ha convertido este número en uno de los favoritos de muchos seguidores de la serie. De nuevo con una desgraciada historia de amor como telón de fondo, Una Fantasía de la Luna de Otoño obtenía su título y su propia ambientación argumental de la festividad china de la Luna de la Cosecha, la primera luna llena del Otoño, siendo esa la época del año en que Smith volvía a enviar al hijo de Fu-Manchú a Hong-Kong. Su misión consistía en detener a un asesino aparentemente sobrenatural, uno de los antiguos si-fans de su padre que llevaba décadas persiguiendo de manera implacable a una pareja de amantes, un antiguo miembro de la orden de los arqueros ciegos y su joven esposa, haciéndose hincapié durante la narración en el reflejo que existía con una de las leyendas más conocidas de la festividad china de la Luna del Otoño, la historia de la joven Chang´e y el arquero Houyi, con otra joven inmortal y otro arquero ciego también como base del mito. En esta ocasión, Shang-Chi tenía que proteger a Mara Ling, una de las antiguas novias de Fu-Manchú, quien se había entregado al Señor del Si-Fan a cambio del Elixir Vitae suficiente como para que ella y su amante pudiesen vivir juntos para siempre. Consumado el trato, Fu-Manchú había decretado que un guerrero sin nombre de su propia élite de asesinos tomase también el Elixir Vitae, con la única misión de perseguir a los dos amantes por toda la eternidad hasta acabar con sus vidas. En el constante equilibrio de fuerzas sobre el que Moench y Day habían asentado la serie, el MOKF # 114 acababa desprendiendo más filosofía que artes marciales, incluso más poesía que acción, con un lirismo que quedaba patente en su final a través del propio villano de la historia, cuya sonriente e inescrutable máscara permanecía inalterable hasta los últimos compases del inevitable desenlace que tenía lugar. Sin embargo, a pesar de la belleza y el nivel gráfico que contenía la historia, editorialmente nada había cambiado. El estilo experimental e innovador de Gene Day seguía sin gustarle absolutamente nada a Jim Shooter. Y lo peor era que las ventas no mejoraban, lo que constituía un argumento a su favor. A pesar de las críticas más que favorables que el MOKF obtenía en las reseñas de las revistas especializadas, lo cierto es que el público ya no respaldaba al tebeo. Y esa, desafortunadamente, era la realidad. Ante aquella situación, Shooter comenzó a llamar insistentemente a Day, indicándole que se dejase de una vez de tanta experimentación y se dedicase a hacer los seis paneles clásicos por página con algún que otro lapso ocasional para hacer lo que le viniese en gana, reprochándole también que hiciese aquellos fondos tan detallados y ornamentados que se iban continuando de panel en panel. Sin embargo, Day era un admirador de los trabajados fondos de Steranko, al que idolatraba, y al igual que a éste, los fondos le parecían tan importantes a la hora de narrar una historia como las propias figuras, con lo que el conflicto artístico que se acabó planteando entre ambos resultaba irrenunciable por parte de Day. Según el propio Jim Shooter, el MOKF podía estar vendiendo alrededor de unas 105.000 copias durante su última época, una cifra que, siempre según Shooter, hubiera sido exitosa para cualquier tebeo publicado por DC, pero bastante próxima a los límites de la cancelación según los estándares que él manejaba en Marvel, concretamente un 30% por encima de la cifra en que el tebeo dejaría de dar beneficios. Ante la necesidad de proporcionar un nuevo impulso a las ventas, se decidió que era el momento de llevar a cabo un nuevo enfrentamiento con Fu-Manchú. De este modo, los planes que originalmente estaban previstos llevarse a cabo en los MOKF # 116-118, una trilogía profundizando en la trama del Angel Oscuro que iba a contener importantes revelaciones sobre el personaje, quedaron definitivamente aparcados en beneficio del regreso del Dr. Fu-Manchú. A diferencia de las anteriores sagas sobre Fu-Manchú, en esta ocasión no se llegarían a plantear toda una serie de argumentos desarrollados a lo largo de varios meses y destinados a resolverse en una gran saga final, básicamente, porque esta vez no había tiempo para hacerlo así, y además, porque Jim Shooter no estaba en aquella época por la labor de publicar largas sagas argumentales, sino preferiblemente números autoconclusivos accesibles a cualquier lector que se incorporase por primera vez a un tebeo Marvel. De este modo, un único número sería el que acabase sirviendo como toda preparación al evento, siendo en este caso el MOKF # 115 el destinado a utilizarse como inicio argumental del esperado regreso del Señor del Si-Fan. La historia comenzaba planteando un grave problema financiero para Smith. Las deudas contraídas para la restauración de Stormhaven y la creación de Investigaciones Independientes, parecían abocarle a la ruina y echarle en manos de un negocio muy sucio que le era propuesto por Fah-Lo-Suee: eliminar a un agente del MI-6 que aparentemente resultaba ser leal a la corona. A pesar del rechazo que la aceptación de Smith causaba al resto del grupo, era Black Jack Tarr quien descubría que Nayland Smith tenía sus propias razones para aceptar la misión, revelándose que aquel agente era en realidad el Repartidor de Muerte, uno de los asesinos si-fan pertenecientes a la élite de Fu-Manchú, siendo el propio Smith quien confesaba a continuación a Shang-Chi haber estado sintiendo durante las últimas semanas la inequívoca presencia de su padre a su alrededor. Bajo estas premisas, la trama se desarrollaba rápidamente en los MOKF # 116 y 117. El primero de ellos, presentado a través de una impactante portada de Day que homenajeaba tanto al Conan el Vengador de Frazetta como al Laboratorio de Frankenstein de Bernie Wrigthson, contaba como Shang-Chi, Leiko Wu y Black Jack Tarr se desplazaban al almacén del anciano chino de Limehouse al que Tarr había estado espiando anteriormente, siendo atacados por asesinos si-fan antes de que pudieran descubrir su papel en lo que estaba sucediendo. Al mismo tiempo, Smith era capturado en Stormhaven por agentes desconocidos y Fah-Lo-Suee advertía a su hermano de que su padre seguía vivo y quería su sangre. Y esta vez la quería de una manera literal, pues como Shang-Chi acababa descubriendo mientras se desangraba lentamente atado a una mesa de laboratorio al final del episodio, el supuesto anciano sobre el que giraba la trama resultaba ser un envejecido Fu-Manchú, cuyo organismo se había acabado inmunizando a los efectos del Elixir Vitae y ahora precisaba la sangre de sus hijos, su propia sangre, para impedir que su cuerpo rechazase sus efectos. El MOKF # 117 mostraba a continuación cómo Shang-Chi lograba escapar de la cripta en la que Fu-Manchú tenía su laboratorio, pero llegaba demasiado tarde para impedir que su hermana cayera en manos de su padre. Asqueado de los términos a los que estaba dispuesto a llegar el inmortal Fu-Manchú con tal de prolongar su vida, la rabia de Shang-Chi no encontraba límite cuando Mia Lessing le confirmaba que el responsable del secuestro de Fah-Lo-Suee era idéntico al propio Shang-Chi, mostrándole Leiko una fotografía tomada en la fortaleza de Honan que revelaba la imagen de alguien que sólo podía ser un clon del propio Shang-Chi, un oscuro gemelo creado genéticamente por el Dr. Fu-Manchú. La gran conclusión tenía lugar en el MOKF # 118, un especial de 38 páginas en el que Shang-Chi regresaba al lugar de su nacimiento, pero esta vez decidido a completar el círculo que allí se había iniciado con el fin de poder renacer libre de cualquier influencia que sobre él hubiera tenido su padre. La acción se iniciaba con Reston, Black Jack Tarr y Shang-Chi lanzándose en paracaídas sobre la fortaleza de Fu-Manchú en Honan. El recorrido que Shang-Chi iba realizando a través de los patios y estancias en que había transcurrido su infancia, ponía de manifiesto las mentiras con las que Fu-Manchú había pretendido moldear y pervertir su espíritu, convirtiéndose en un auténtico descenso a los infiernos a medida que iba enfrentándose a sus enemigos y recorriendo la fortaleza en busca de su padre. En esta ocasión, el enfrentamiento final entre padre e hijo no iba a tener lugar en los cielos, sino en el inframundo, en las entrañas de la propia fortaleza de Fu-Manchú en Honan, coincidiendo con el momento en que Leiko Wu y Mia Lessing localizaban en las callejuelas de Londres a un herido Nayland Smith que se negaba a rendirse a sus captores. Y mientras el anciano Smith renacía, era un Shang-Chi como nunca se había visto hasta entonces, el que acababa de una manera implacable y definitiva con la maldad que representaba su padre, quien sin poder alimentarse de la sangre de sus hijos, iba envejeciendo a su vez de manera inexorable mientras su mundo y su fortaleza se derrumbaban a su alrededor. Aunque en aquella ocasión tampoco habría cadáver, lo cierto es que el desenlace resultó ser tan definitivo que Shooter no tuvo reparos en no volver a renovar la licencia sobre los personajes de Rohmer, cancelándose la serie apenas seis meses más tarde. La última viñeta de aquella magnífica saga final de Fu-Manchú, en la que Shang-Chi proclamaba al anciano Smith como el verdadero padre que nunca había tenido, probablemente hubiera supuesto un final mucho más adecuado para el MOKF que el que finalmente acabó teniendo lugar. La monumental tarea de llevar a cabo aquel especial de 38 páginas, con varias de ellas obligadas a ser repetidas por Shooter, motivó que Gene Day tuviera que volver a ser reemplazado al mes siguiente por un jovencísimo Marc Silvestri, a fin de que el canadiense pudiera volver a ajustarse a los plazos de entrega. A Silvestri, que llevaría a cabo en aquel MOKF # 119 uno de sus primeros trabajos para Marvel, sería a quien le correspondería presentar el día después de aquella última saga de Fu-Manchú y el regreso a la serie del pequeño y voluntarioso ayudante de Mordillo, el robot Brynocki, que en esta ocasión decidía secuestrar a Leiko Wu con el fin de llevarla a la Isla de Mordillo y disponer de sus huesos al lado de los de su antiguo jefe. El regreso de Gene Day tendría lugar al mes siguiente, en el que iba a ser su número de despedida de la serie. El MOKF # 120 presentaba una historia ambientada en las tierras altas escocesas que tenía como argumento el regreso del exagente de la CIA, Rufus Carter, quien acababa de fundar su propia agencia y solicitaba la ayuda de Shang-Chi para proteger a un cliente de unos buscadores de tesoros que invadían su propiedad. Desgraciadamente, el artista canadiense decidía poner el punto y final a su trayectoria en el MOKF con aquel número. El abandono de Gene Day no tuvo otra razón de ser sino que simplemente ya no podía más. Como él mismo llegó a confesar a su compañero Doug Moench, le resultaba imposible soportar las presiones a las que se estaba viendo sometido por Shooter, de modo que en lo que él mismo denominó como "una de las experiencias más traumáticas de su vida", decidió abandonar la serie. La marcha de Gene Day sería seguida apenas unas semanas más tarde por la dimisión del propio Doug Moench, el escritor que durante casi diez años había estado llevando las riendas de la serie. Las versiones de Moench y Shooter respecto a las razones de aquella dimisión son diametralmente opuestas. Según Moench, en una entrevista concedida a The Comics Buyer´s Guide tras su marcha, Shooter tenía intención de llevar a cabo un gran Big Bang en todas aquellas series que no funcionaban como él creía que debían funcionar. Ese Big Bang pasaba por llevar a cabo cambios radicales tanto en las series como en los propios personajes. En el caso concreto del MOKF, Shooter exigió a Moench que se deshiciera de Shang-Chi, puesto que consideraba que el personaje ya no atraía un número suficiente de lectores. Preferentemente podía matarlo, pero también podía sustituirlo por un ninja, hacerle un villano como Fu-Manchú al que persiguiese ese ninja, etc. Debía matar igualmente a todos los secundarios de la serie, incluidos los personajes clásicos que pertenecían a la licencia de Rohmer. La decisión de Shooter era irrevocable, así que si Moench no quería llevar a cabo ese planteamiento, Shooter encontraría a quien se encargase de hacerlo. Jim Shooter, por el contrario, sostiene que todo fueron exageraciones de Moench y que éste malinterpretó lo que él le quería decir. Según Shooter, lo único que le planteó a Moench era que quería un cambio radical en la orientación en la serie, siendo todos los comentarios que le hizo simples ejemplos de lo que podía hacer para llevarlo a cabo. Sin embargo, al presentarle Moench su dimisión, entendió que ya no tenía ningún sentido continuar la serie, siendo entonces y sólo entonces cuando decidió cancelarla. Sea como fuere, Doug Moench no sólo le presentó a Shooter su dimisión respecto al MOKF, sino que abandonó todas las demás series que tenía a su cargo y decidió marcharse a DC para hacerse cargo de las historias de Batman, en principio junto con el propio Gene Day, quien incluso llegaría a realizar la portada del que iba a ser su primer número para la serie, pero desgraciadamente, el inesperado fallecimiento del artista canadiense acabó impidiendo tal circunstancia. A modo de tributo, esa portada de Day sería la que acabase viendo la luz en el Detective Comics # 527, el primer número de Moench. Gene Day falleció en Septiembre de 1982, con 31 años recién cumplidos. Aunque no llegaría a conocimiento de los aficionados hasta varios meses más tarde, su muerte a causa de un súbito ataque al corazón tuvo lugar apenas unas semanas antes de que apareciese publicado su último número para el MOKF, no siendo hasta el MOKF # 122 cuando los lectores tuvieron noticia de lo sucedido a través de una emotiva nota de Archie Goodwin aparecida en el que sería el último correo de los lectores de la serie. La muerte de Gene Day causaría una gran polémica alrededor de la figura de Jim Shooter, sobre todo cuando Doug Moench empezó a conceder entrevistas explicando las presiones y el estrés al que el dibujante canadiense se había visto sometido por Shooter durante su estancia en el MOKF. Con todo lo que había sucedido entre bastidores y la reputación que ya empezaba a circular abiertamente sobre Jim Shooter, Marvel no tuvo más remedio que salir a la palestra y ofrecer una explicación. Oficialmente, lo que se vino a explicar en rueda de prensa por Tom DeFalco es que el trato que se le había dado a Gene Day había sido ejemplar, habiéndole sido ofrecido por Jim Shooter el puesto de dibujante regular de Star Wars tras su salida del MOKF, serie de la que precisamente se había encargado de llevar a cabo los números 68 y 69 antes de su desgraciado fallecimiento. Sin embargo, en otra de esas pequeñas curiosidades del mundo de los tebeos, lo cierto es que Gene Day murió con un inacabado número de las Aventuras de Indiana Jones en su mesa de dibujo, lo que muchos han llegado a interpretar como una manera verdaderamente curiosa de encargarse regularmente de la serie de Star Wars. Las posteriores acusaciones hacia Shooter por parte de Dave Sim, íntimo amigo y discípulo de Gene Day, serían todavía más crueles y devastadoras que las de Doug Moench, pero también es necesario mencionar que fue el propio David Day, hermano de Gene Day, quien se encargaría de precisar que la muerte de su hermano tuvo lugar a causa de una enfermedad cardiaca que no había podido ser detectada a tiempo, y a la que no habían ayudado las agotadoras sesiones y el modo de vida que se imponía su hermano. Mientras todo aquello estaba sucediendo entre bastidores, el MOKF # 121 vino a presentar uno de los fill-in que se tenían almacenados en stock, un número guionizado por Steven Grant que constituiría además el primer trabajo de David Mazzuchelli para Marvel, mientras que el MOKF # 122 iba a presentar otro nuevo fill-in que pasaría como el último guión que llegó a entregar Doug Moench para la serie, una historia centrada en Clive Reston, que aceptaba el encargo de localizar a un antiguo agente del MI-6 que ahora trabajaba para los soviéticos. El MOKF # 122 sería también el que presentase el último correo de los lectores, aunque lo cierto es que la sección llevaba ya varios meses sin aparecer. Posiblemente aquel último correo de la serie tuviese como única razón de ser la de informar oficialmente a todos sus seguidores de la muerte de Gene Day, pues esa era la nota oficial con la que comenzaba. Con todo ya decidido, Shooter se dirigió a Jim Starlin para que fuera éste quien se hiciera cargo del final de Shang-Chi de una manera similar a lo que ya había hecho anteriormente con otros personajes a los que había estado vinculado, como Adam Warlock o el Capitán Marvel. Pero en esta ocasión Starlin no quiso saber nada del asunto. Ante la negativa de Starlin, Shooter optó por reunir un nuevo equipo de autores para llevar a cabo una última saga que echase el cierre definitivo a la serie, los MOKF # 123-125. Los encargados de vestir aquel muerto fueron el guionista Alan Zelenetz, que sería el designado por Shooter para sustituir a Moench en todas las series que éste tenía a su cargo, el recién llegado William Johnson, que también se encargaría de la etapa inmediatamente anterior a Mazzuchelli en Daredevil antes de desaparecer para siempre de escena, y un debutante llamado Mike Mignola que fue quien llevó a cabo la tarea de entintar los lápices de Johnson durante aquellos tres números finales de la serie. Aquella última saga del MOKF, presidida en todos sus aspectos editoriales y creativos por el espíritu de Jim Shooter, resultó ser bastante anticlimática y completamente incoherente con el tratamiento de los personajes que durante años se había ocupado de caracterizar Doug Moench. El MOKF # 123, que era el encargado de iniciar la saga, iba a suponer la segunda aparición de la madre de Shang-Chi en la serie, en este caso para condenar a su hijo por la muerte de su padre. La madre se revelaba como una orgullosa y fiel seguidora de Fu-Manchú que repudiaba a su hijo y ordenaba su muerte en venganza por lo sucedido. El desprecio de su madre trastornaba al Maestro del Kung-Fu, que decidía cuestionarse de repente el pecado que suponía el que un hijo acabase con la vida de su padre, sin ni tan siquiera plantearse las veces que el propio Fu-Manchú había intentado acabar con su vida y la de otros varios millones de personas. Ante tal situación, Shang-Chi acudía al Tíbet y empezaba a recorrer una senda de expiación en solitario, abandonando a Leiko, Smith y al resto del grupo, sin darles la más mínima explicación sobre lo que sucedía y sin que éstos hiciesen nada por ayudarle mientras varios de los antiguos si-fan de Fu-Manchú intentaban acabar con su vida. Con fecha de portada de Junio de 1983, el número final de la serie, el MOKF # 125, un último especial de 38 págs. en el que Paul Kupperberg tuvo que echar una mano a William Johnson para poder acabar el número, mostraba a Shang-Chi regresando a las ruinas de la derruida fortaleza de Honan y llevando a cabo los ritos funerarios de Fu-Manchú, trasladándose a continuación a la provincia de Kwang en dirección al mar. Allí estaba a punto de morir a manos del Maestro Noh, el último si-fan enviado para matarle, pero un mar embravecido por la tormenta salvaba su vida y Shang-Chi sentía por fin purificado su espíritu, decidiendo reemprender su vida a partir de entonces como un simple pescador. Una última página del editor Denny O´Neill, conteniendo un texto zen que era utilizado a modo de elegía para la serie, sería la encargada de echar el cierre a la era de los cómics Marvel dedicados a las artes marciales. Sin duda, lo mejor de aquel final fue la icónica portada de Ron Wilson, el único que conseguiría darle una despedida verdaderamente carismática a la serie. Shang-Chi volvería a aparecer ocasionalmente en otros tebeos Marvel, siendo sus apariciones más destacadas las que tendrían lugar de la mano del propio Doug Moench, ya con Jim Shooter fuera de la editorial. Así, cinco años después del cierre del MOKF, los Marvel Comics Presents # 1-8 presentaron un serial en ocho partes en el que Shang-Chi regresaba de su voluntario exilio para rescatar a la secuestrada Leiko Wu y que acababa viendo como Leiko perdía una mano y el hijo de Fu-Manchú se veía expuesto a un virus que apenas le dejaba un año de vida. Su continuación tendría lugar un año más tarde, en un especial de 80 páginas (que originalmente estaba destinado a ser otro serial para el MCP) dibujado por David y Dan Day, los hermanos de Gene Day, cuyo objeto era la búsqueda del Elixir Vitae de Fu-Manchú como único medio de encontrar una cura para Shang-Chi. Con todo, la aparición más destacada del Maestro del Kung-Fu tendría lugar a través de los propios Doug Moench y Paul Gulacy, en una interesante serie limitada de seis números que apareció publicada dentro de la línea Max a finales del 2002 y que supuso el esperado regreso de ambos autores al personaje. A pesar de todo, tras el cierre de su serie y la pérdida de los derechos sobre los personajes de Rohmer, lo cierto es que ya nada volvería a ser lo mismo para el hijo de Fu-Manchú, a quien incluso no se podía volver a nombrar. Sin la licencia de los personajes de Rohmer, resultaba además imposible de reeditar o de continuar su glorioso pasado, provocando que muchas generaciones de lectores no hayan podido tener nunca acceso a sus páginas, situación que a día de hoy no parece que tenga muchos visos de cambiar. Y con esto, poco más queda por decir. A pesar de todas las vicisitudes a las que tuvo que hacer frente en su camino, el MOKF se ha convertido en uno de los grandes clásicos de la Marvel, un tebeo que consiguió ir más allá de la moda de las artes marciales que lo generó, y más allá también de aquellos viejos pulps bajo cuyo manto se cobijó, convirtiéndose en auténtica obra de culto para muchos aficionados. A modo de despedida, lo único que me queda por decir es que espero que todos los que hemos participado en llevar a cabo esta pequeña revisión de la serie, hayamos contribuido a mantener un poco más vivo su recuerdo. Al menos, hasta que llegue la hora en que vuelva otra vez a crecer y avanzar su espíritu, un espíritu que no es otro que aquél que consigue despertar cariño y admiración hacia los buenos tebeos y nos hace disfrutar con su lectura. Lo demás, aunque resulte obvio decirlo, nunca ha sido lo más importante de esta historia. |
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