Esta semana, rompemos la barrera temporal preestablecida para hablar de una serie que, sin ser un clásico propiamente dicho, utiliza la retrocontinuidad para narrarnos hechos encajados en un marco temporal concreto. Hay varias series que utilizan esta fórmula, pero hoy hablaremos concretamente de…

LA PATRULLA-X: LOS AÑOS PERDIDOS, DE JOHN BYRNE
por Óscar Rosa Jimenez


Los mutantes hacían su primera aparición en The X-Men #1, de la mano de Stan Lee y Jack Kirby, en el que se nos presentaba un grupo de jóvenes cuyos poderes estaban basados en una alteración genética que los convertía en el siguiente paso de la evolución humana: el Homo superior. El concepto nos mostraba la marginación que sufría un sector de la población debido a sus poderes, a pesar de que su intención no era otra que preservar la paz entre humanos y mutantes, e incluso protegerlos de aquellos que, siendo de su propia especie, utilizaban los poderes recién adquiridos para fines más lucrativos. Esta premisa, no era más que una alegoría de temas sociales como el racismo o las diferencias en las clases sociales, bajo un prisma de ficción.

También es cierto que sus autores no terminaron de desarrollar en exceso el concepto y todo acabó diluido con el paso del tiempo. A esto hubo que unirle una discreta acogida del público, que provocó la suspensión de la serie a partir del número 66. Al contrario que en otras ocasiones, la colección continuó publicándose, manteniendo su numeración, aunque solo se incluían reimpresiones de números anteriores. Así, daba comienzo la etapa conocida como: "Los Años Oscuros de la Patrulla-X".

Dicha época permitió que los personajes no cayeran en el olvido más absoluto, lo que propició la aparición de la mayoría de los personajes en diversos títulos de la editorial. Ya fuera como invitados en la colección de Hulk, o en cualquiera de las dos series que protagonizaba Spiderman, los mutantes mantenían su contacto con el Universo Marvel. También se narraba una historia del Ángel en solitario, que se publicaba como complemento en dos números de la serie protagonizada por Ka-Zar, y que tendría su continuación en Marvel Tales Vol. 2 #30. Un relato que sería la fuente de Byrne para algunos de sus argumentos en la colección que hoy nos ocupa.

Otro de los momentos importantes de esta etapa oscura se narró en Amazing Adventures Vol. 2 #11- 16. Allí podemos ver como La Bestia se acaba convirtiendo en un ser de azulado pelaje, dando un mayor sentido al apodo que eligió cuando se unió a la Patrulla-X. Con este nuevo aspecto pasaría a formar parte de Los Vengadores por obra y gracia de Steve Englehart.

Más tarde, a pesar de la formación de una nueva Patrulla-X en Giant-Size X-Men #1, el Ángel y el Hombre de Hielo se unieron a un grupo afincado en Los Ángeles, llamado Los Campeones, bajo las ordenes de la Viuda Negra, acompañados de Hércules y el Motorista Fantasma. Dicha formación es recordada con cariño por los seguidores, a pesar de su corta vida, aunque no tuvo el éxito esperado, porque se canceló tras 17 números. El propio John Byrne realizó un puñado de historias en dicha colección (Selecciones Marvel nº 9) siendo, según cuenta la leyenda, el premio de consolación por no poder dibujar la serie de la Patrulla-X; algo que acabaría consiguiendo posteriormente.

Los llamados Años Oscuros concluían con la aparición del mencionado Giant-Size X-Men #1, en el que los mutantes comenzaban una Segunda Génesis que los conduciría a unas altas cotas de calidad, proporcionándoles la tan deseada fama. Atrás quedaban esos Años Oscuros. No obstante, esa época se convertía en el caldo de cultivo perfecto para cualquier autor que quisiese ahondar un poco en aquella época. Byrne sería el precursor de la idea y, aprovechando que en 1999 Bob Harras era el nuevo Director Editorial de Marvel, le planteó su proyecto. La premisa tuvo muy buena acogida y, en diciembre del mismo año, salía a la calle el primer número, bajo el título X-Men: The Hidden Years.

A pesar de ser una obra contemporánea y comparable a otras de similar factura realizadas por el autor, aquí se le nota un mayor celo a la hora de desarrollar el concepto. El primer acierto fue escoger a Tom Palmer como entintador, porque ya fue el autor que entintó a Neal Adams durante los compases previos al paréntesis mutante y, por ende, los números que enlazaban con el inicio de esta nueva colección. También he notado un cierto intento del autor por emular el rompedor estilo narrativo de Neal Adams. Salvando las distancias, porque Adams es mucho Adams, creo que consigue un resultado final muy satisfactorio en el apartado gráfico. Logra una narrativa fluida y un toque de espectacularidad en cada página, revelándose un Byrne en estado de gracia con los lápices.

El segundo acierto recae en el desarrollo de los personajes, ya que se nos presentan de manera fidedigna las personalidades de los componentes del grupo, tal y como eran en aquella época. La Bestia adorna sus diálogos con rimbombantes palabras; Cíclope representa el papel de líder maduro y audaz que se ha ganado la confianza de sus compañeros; el Hombre Hielo y Kaos continúan sus rencillas con el fin de llamar la atención de Lorna Dane, aunque la bella muchacha parece que ya ha elegido; y la Chica Maravillosa intenta desarrollar y controlar sus nuevos poderes telepáticos. Todos están perfectamente retratados.

Quizá, el Profesor Xavier sea el que aparece más desdibujado, porque, debido a acontecimientos recientes, sus alumnos ya no confían plenamente en él. Sin embargo, no está muy alejado de la figura manipuladora que han pretendido mostrar otros autores a lo largo de los años. Un personaje lleno de secretos que, en su inmensa mayoría, siempre repercuten en la relación con sus alumnos y protegidos.

Pero Byrne mostró en esta serie una enfermiza pasión por el detalle, por nimio que fuera. Los números ocultos en las portadas, que continuaban la numeración original de la serie para que los lectores lo ubicaran en su lugar cronológico, es uno de ellos. Aunque a mí el que más me ha llamado la atención es que requiriera los servicios de Joe Sinnot para entintar las figuras de Los 4 Fantásticos en su aparición en la serie. También cabría destacar el uso constante de referencias a hechos ocurridos casi treinta años atrás, de forma que todo encaje de forma milimétrica. Todo un desafío para el lector más veterano.

Sin embargo, uno de los mayores aciertos de esta colección es la elaboración de tramas y el desarrollo como serie coral que podemos disfrutar en todo su esplendor. De esa forma, vemos como, en la localización donde se desarrolla el inicio de la serie, comienza una diseminación de personajes que los llevará a los rincones más insospechados del Universo Marvel. Desde la Tierra Salvaje, pasando por África y el espacio, hasta la mismísima Atlantis, son algunos de los escenarios que aparecen en la colección. Tramas olvidadas del pasado como el destino de los padres de Warren, la alianza entre Magneto y Namor contra el mundo de la superficie o las viejas rencillas con el Hombre Topo, son algunos de los temas que trata el autor a lo largo de los 22 números que alcanzó la serie.

No obstante, el autor va un paso más allá e introduce aportaciones propias, como un primer encuentro con Ororo, mucho antes de que formara parte del grupo. Incluso se desvela la formación de un grupo de mutantes muy anteriores a la Patrulla-X, cuyos poderes nacían de forma natural (sin ninguna relación con la radiaciones atómicas tan en boga en los inicios del Universo Marvel), que se unían con la finalidad de proteger el futuro de una inminente guerra contra los mutantes. Se autodenominan La Promesa e hibernan durante periodos de 10 años, por lo que su aspecto físico y su edad resultan chocantes.

Pero también es cierto que el aire vintage imprimido en la obra muestra tanto lo bueno como lo malo de aquella época. Por lo tanto, entre otras cosas, podemos ver un abuso del recordatorio de hechos narrados pocas páginas atrás y la sensación constante de que algunos sucesos no encajan demasiado bien. A pesar de ello, en líneas generales, me parece una lectura muy amena y divertida. Byrne dota a la serie de un ritmo frenético, en el que los personajes no tienen un momento de respiro y las situaciones límite se suceden una tras otra. De esa forma, las posibles carencias quedan superadas por una desbordante imaginación, que combina muy bien los elementos que todos conocemos con algunos de nueva factura. Además, las tramas están muy bien enlazadas unas con otras, devolviéndonos la sensación de historia río, muy habitual en la serie de la Patrulla-X tras la Segunda Génesis.
John Byrne ha demostrado a lo largo de su carrera que era capaz de hacer tebeos de dos tipos: muy buenos y no tan buenos, siendo bastante amable. Quizá, en esta ocasión, nos encontremos en un término medio. Sin embargo, no me cabe la menor duda que el autor puso todo su empeño en esta obra, colmada de homenajes a grandes autores del cómic y que a mí ha conseguido convencerme. Una obra con un sabor clásico, en ocasiones incluso un poco añejo, que la dota de cierto encanto, y muy respetuosa con el pasado. Ya quisieran algunos hacer algo mínimamente parecido en sus mejores momentos.

Para aquellos que pudiesen estar interesados en esta obra, podéis acercaros a la última edición publicada por Panini en Colección Extra Superhéroes nº 26. En dicha edición, también se incluye The Incredible Hulk Annual #7 (1978). Sinceramente, me parece un contenido bastante cuestionable. No por la calidad del mismo, ya que hablamos de una historia escrita por Roger Stern y dibujada por John Byrne y Bob Layton. En ella se narra una historia, situada tras la disolución de Los Campeones, donde Hulk, que ocupa un papel más secundario del que debiera, se enfrenta al centinela llamado Molde Maestro, con la ayuda del Hombre de Hielo y el Ángel. La historia está muy bien, pero no entiendo qué pinta ahí, sobre todo teniendo en cuenta que es un tomo ya de por sí bastante voluminoso. Todo un misterio editorial…

Pero lo realmente importante es que se puede disfrutar de la colección de manera íntegra en un solo tomo; un formato que le viene muy bien a las características de esta obra de corte clásico. Estamos hablando de una colección que nos permite ver los últimos coletazos de un autor que se dirigía a la decadencia, pero que aquí aún conserva parte la magia con la que nos hizo disfrutar en el pasado.

Una oda a los mutantes, una ovación al pasado y a su historia, cargado de sentimentalismo al más puro estilo John Byrne. Y es que los viajes al pasado están de moda, sí no que se lo pregunten a Bendis.


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