EL HIJO DE FU-MANCHÚ: UNA REVISIÓN DE MASTER OF KUNG-FU (III)
por Taneleer Tivan


3. JUEGOS DE MUERTE Y ENGAÑO

Aunque Moench ya estaba vendiendo guiones para las revistas de James Warren desde finales de los sesenta, cuando Gulacy y él se hicieron cargo de Master of Kung-Fu, no dejaban de ser sino dos jóvenes melenudos, con brillantes ideas, que aún estaban dando sus primeros pasos con vistas a que sus nombres destacasen en la industria.

Doug Moench había llegado a Marvel gracias a una llamada de teléfono de Roy Thomas, a través de Marv Wolfman, que era quien se lo había recomendado para trabajar en los magazines a blanco y negro con los que en aquella época Marvel se empezaba a expandir en el mercado. Aficionado desde muy joven a las viejas películas de la Hammer, sus primeros trabajos fueron apareciendo de manera alternativa y regular en títulos como Dracula Lives!, Vampire Tales, Frankenstein, Savage Tales, Adventure into Fear, Creatures on the Loose, etc. Aproximadamente se hallaba escribiendo cinco series diferentes cuando Thomas le encargó que se hiciese cargo de otras dos más, que luego al final serían tres, y que a la larga iban a tener una importancia definitiva en su carrera. Así, con fecha de portada de Agosto de 1974, Moench aparecía como nuevo guionista regular de Werewolf by Night # 20 (serie en la que acabaría presentando al Caballero Luna, personaje que daría lugar años más tarde a uno de sus trabajos más recordados en el mundo del cómic) y de Deadly Hands of Kung-Fu # 3, siendo esta última la que se extendería al mes siguiente al Master of Kung-Fu, el título que lo iba a consagrar como un escritor reconocido y de éxito.

Paul Gulacy era bastante más recién llegado que Moench al mundo de los tebeos. Con apenas 22 años, Gulacy era un joven admirador de Jim Steranko, al que había llegado indirectamente a través de su predilección por el género de espías y las películas de James Bond, lo que le había llevado a convertirse en un verdadero fan de su Nick Furia, de sus splash-pages y de su manera de ilustrar comics. A través de su amigo, Val Mayerik, había empezado a trabajar como ayudante con el veterano Dan Adkins, quien se convertiría a partir de entonces en su mentor y sería el encargado de presentar sus primeros trabajos a Marvel. Curiosamente, se suele contar como anécdota que las páginas de Gulacy que Adkins le presentó por primera vez a Roy Thomas iban sobre un personaje chino y una caja mágica que tenían bastante rollo místico de por medio, circunstancia que de alguna manera debió llamar la atención de Thomas a la hora de darle el personaje de Shang-Chi. Antes, Gulacy tendría que pasar por un número dedicado a Morbius en el Adventure Into Fear #20, su primer trabajo profesional para Marvel, dibujado varios meses antes de graduarse en la Escuela de Arte.

Cuando Moench y Gulacy se hicieron cargo de la serie, aproximadamente un año antes de que la empezasen a convertir en uno de los cinco títulos más vendidos de la Marvel, ni siquiera sabían cuánto tiempo iban a permanecer en ella. Sin embargo, con un año de estancia a sus espaldas y un buen respaldo popular, no sólo tenían claro que querían quedarse en ella sino que además tenían la suficiente confianza como para ir un poco más allá de lo que hasta entonces habían estado planteando en la serie. Especialmente Paul Gulacy, que quería plasmar de alguna manera su veneración por el género de espías y de acción, como el que precisamente Steranko había llevado a los comics, o como el que James Bond ponía regularmente al servicio de Su Majestad en la famosa y exitosa saga cinematográfica. No en vano, Clive Reston se había presentado a sí mismo en el Giant-Size MOKF # 3 como hijo del mismísimo James Bond y sobrino nieto de Sherlock Holmes.

El cambio de perspectiva planteado por Gulacy fue inmediatamente compartido por Moench, quien, a su vez, empezó a escribir guiones de alguna manera más sofisticados para la serie, siendo tan absoluta la compenetración entre ambos autores que acabó trascendiendo el terreno profesional y derivando en una relación de amistad que motivaría numerosas colaboraciones juntos en años posteriores. Cada uno aportaba su punto de vista sobre el personaje. Moench estaba interesado en los aspectos filosóficos de Shang-Chi, mientras que Gulacy estaba más interesado en el terreno de la acción. Como el propio Gulacy explicaría de manera muy gráfica años más tarde en Comic Book Artist, Moench veía a Shang-Chi en un templo; Gulacy lo veía conduciendo un jeep.

Bajo el título la Conexión de Cristal, el MOKF # 29 iniciaba una saga que se completaría con los dos números siguientes, abarcando los MOKF 29-31. La primera página de aquel número tras la icónica splash-page inicial era la que se encargaba de oficializar la relación entre el Servicio Secreto británico y el hijo de Fu-Manchú, pasando éste a formar parte del MI-6 y asentando, a partir de ese momento, su residencia en Londres. Smith y el reaparecido Petrie eran quienes le explicaban que Fu-Manchú no era la única responsabilidad de Scotland Yard y del MI-6, solicitando su ayuda para eliminar a un hombre, un villano del estilo de los que aparecían en las pelis de Bond llamado Carlton Velcro, traficante de heroína y una de las fortunas más importantes del mundo. Tarr y Reston formaban también parte de la reunión, partiendo éste último a la residencia de Velcro en la costa de Marsella, una fortaleza llena de mercenarios en la que Reston había conseguido infiltrarse bajo la tapadera de un traficante interesado en negociar con Velcro, mientras que Shang-Chi y Tarr eran los encargados de introducirse en ella de manera clandestina a través del mar. La saga presentaba, además, a dos de los villanos que con el paso de los años tendrían su recorrido a lo largo de la serie. El primero de ellos era un mercenario llamado Puños de Navaja, cuyos brazos aparecían sustituidos por cuchillos, y la otra era Pavane, una mercenaria rubia vestida de cuero, en plan fetichista y con látigo incluido, que aparentemente también trabajaba para Velcro.

Con todo, si hubiera que mencionar algo específico y verdaderamente característico que saltase a la vista nada más leerse las páginas de aquella saga, era que Bruce Lee aparecía ahora encarnado en la figura de Shang-Chi, apropiándose incluso en ocasiones de sus rasgos, y apartándose así definitivamente el MOKF de la estela de la serie televisiva marcada por Englehart que lo había originado todo.

El responsable de que Bruce Lee acabase protagonizando aquellas "películas" de James Bond que comenzaron a aparecer a partir de ese momento en las páginas del MOKF era también Paul Gulacy. A Moench no le interesaba demasiado el Kung-Fu y no había sido un gran fan de la serie televisiva. A él, lo que en realidad le atraía era el aspecto del "extraño en una tierra extraña" que emanaba del personaje y el viejo sabor pulp que suponía tener a Fu-Manchú en el tebeo. Gulacy, por el contrario, era el que acababa de descubrir Furia Oriental gracias a Val Mayerik, llegando a ver la película casi una docena de veces. Siendo dibujante profesional, la mejor manera que se le ocurrió de plasmar en su trabajo aquel interés que sentía necesidad de expresar a través del tebeo que dibujaba, fue alquilando junto con un amigo una copia de la película a un distribuidor local de su ciudad para proyectarla en una sala de la universidad e ir congelando imagen a imagen todas las escenas de acción, siendo así como Shang-Chi acababa adoptando en las páginas del MOKF todas las posturas y movimientos que Bruce Lee protagonizaba visualmente en la gran pantalla. Obviamente, antes de que los más jóvenes se lleven las manos a la cabeza ante semejante situación, hay que ver las cosas con perspectiva y situarse en una época en la que aún no existía el VHS y en la que el DVD y el Blu-Ray no dejaban de ser sino el típico sueño alucinógeno propio de aquellos años. Visualmente, la acción aparecía además mostrada de una manera claramente cinematográfica a lo largo de toda la saga y Gulacy no se cortaba ni un pelo a la hora de emplear ángulos y perspectivas utilizadas por Steranko, quien, años después, llegaría a decir que ver los dibujos de Gulacy en aquellos números del MOKF era como estar viendo su propio trabajo, pero con la enorme ventaja de no haber tenido que pasar por el dolor de crearlo.

No había duda sobre lo que allí se buscaba. Independientemente de la propia presentación de los créditos, la splash del MOKF # 31 podía pasar perfectamente por un cartel cinematográfico exactamente igual al que podía haber aparecido para presentar en la gran pantalla cualquier película de espías o de acción de la época. Incluso podía reconocerse en ella una vocación de gran superproducción, identificando sin demasiado esfuerzo a Bruce Lee como Shang-Chi, a un Sean Connery con bigote como Tarr y a James Coburn como Reston. El tema de Coburn estuvo cerca de plantear problemas lo que motivó que tuviera que ser rápidamente abandonado, siendo a partir de ese momento los rasgos de un joven Basil Rathbone los que Gulacy asociaría con más frecuencia al personaje de Clive Reston.

En cualquier caso, el tema de proporcionar rasgos cinematográficos a los personajes estaba allí para quedarse y convertirse en un tema recurrente de la serie. Hay que decir que el verdadero aficionado al cine era Moench, quien ya lo había utilizado sin ir más lejos con Groucho Marx, pero en este caso era Gulacy quien había hecho suya la idea, en realidad sin otro motivo más que el recién graduado dibujante tenía un montón de influencias de los actores que le gustaban y a los que había ido tomando como modelos para realizar sus propios bocetos durante sus años de aprendizaje. Sea como fuere, Moench empezó a plantear en sus guiones personajes que encajasen con los papeles que hubieran podido interpretar actores de la vida real, siendo así como además de Bruce Lee, Connery, Rathbone o Groucho, irían apareciendo en la serie Marlene Dietrich, Marlon Brando, Faye Dunaway, Christopher Lee o David Niven. Ni él ni Gulacy llegaron a pensar jamás que aquellos juegos y referencias que utilizaban a modo de guiños y de particular homenaje, acabasen convirtiéndose en algo que pudiera dar que hablar o que de algún modo acabase siendo objeto de culto años más tarde.

Paul Gulacy solía tardar alrededor de un par de días en llevar a cabo una página, lo que suponía una media de 36 días para realizar cada tebeo. Para mantener la cadencia mensual de la serie, precisaba que otro dibujante le reemplazase cada tres números a fin de poder volver a incorporarse a continuación sin que su dibujo se resintiese por el apresuramiento de tener que cumplir con las entregas mensuales. El primer encargado de sustituirle en el MOKF # 32 fue Sal Buscema, al que el veloz Mike Esposito no se puede decir que le hiciera ningún favor. Todo lo contrario, por ejemplo, de lo que le sucedía a Gulacy, pues era su propio mentor, Dan Adkins, quien por cierto también había entintado a su amigo Jim Steranko en el Nick Furia que ambos habían llevado a cabo años atrás, el que le estaba haciendo unos acabados fantásticos a los dibujos de Gulacy desde el MOKF # 30. Argumentalmente, el MOKF # 32 presentaba una historia más o menos entretenida que recordaba un poco al estilo de las novelas de Agatha Christie. En este caso durante el regreso de Marsella a Londres en barco que emprendían Smith, Tarr y Shang-Chi, mientras Reston y Petrie realizaban el trayecto en avión. El motivo de que los tres hicieran por separado el viaje de regreso a la capital londinense obedecía a la necesidad de proteger a un agente británico que custodiaba importantes documentos, y que viajaba en el mismo trasatlántico que ellos tomaban.

Mucha mayor relevancia iba a tener el regreso de Gulacy, quien volvería a tomar el relevo con la siguiente saga de tres números que abarcaría los MOKF # 33-35. El primer número de aquella nueva saga suponía la presentación de un nuevo miembro del reparto de secundarios, la agente Leiko Wu, experta en artes marciales y que se convertía oficialmente en el interés romántico de Shang-Chi a partir de esta historia. La trama se iniciaba tras el regreso de Marsella, cuando Reston recogía al grupo de Smith en la Estación Victoria, siendo, en ese momento, objeto de un atentado por parte de un asesino robótico. Los indicios apuntaban a un agente libre, un asesino profesional denominado Mordillo que habitualmente trabajaba para los chinos y los soviéticos. En el centro de todo, un arma solar de destrucción masiva desarrollada por los británicos y cuyo diseño había caído en manos de Mordillo.

Reston trasladaba a Shang-Chi a la residencia que Smith le había montado en Londres, siendo allí donde tenía lugar la sensual aparición de Leiko Wu, quien se presentaba como la antigua novia de Reston y actual pareja de otro agente al que nadie encontraba en esos momentos, Simon Bretnor, que al final resultaba ser el propio Mordillo infiltrado bajo las mismas narices del MI-6. Cuando todo salía a la luz ya era demasiado tarde y Mordillo se dirigía hacia su isla privada en el Mar de China con Leiko Wu en su poder, pues era a ella a quien precisamente se le había implantado subliminalmente la información necesaria para desarrollar el proyecto.

Con Shang-Chi, Reston y Tarr dirigiéndose al Mar de China, los MOKF # 34 y 35 ponían de manifiesto que Mordillo era en realidad un demente con complejo de Peter Pan que se había construido una ciudad mecánica en su inexpugnable isla privada. Su amante resultaba ser Pavane, la mercenaria de aspecto sadomaso que ya había aparecido en los MOKF # 29-31 trabajándose a Carlton Velcro. Por su parte, la isla privada de Mordillo resultaba ser un evidente homenaje a la Isla de Scaramanga que había aparecido en El Hombre de la Pistola de Oro, última película de Bond que se había estrenado el año anterior en la gran pantalla. Indudablemente, aquel recuerdo iba inevitablemente asociado con la presencia de Brynocki, el pequeño ayudante de Mordillo, un robot con los rasgos de Pinocho que iba cambiando de vestimenta según las necesidades de su jefe, exactamente igual que hacía el pequeño Nick Nack con Scaramanga en El Hombre de la Pistola de Oro, personaje al que los más veteranos recordarán interpretado por el diminuto Hervé Villechasze, aquel actor que presentaba un parecido más que razonable con el antiguo presidente del gobierno Felipe González en las parodias televisivas que se hicieron en su época.

A lo largo de aquel año 1975, Doug Moench decidió por fin descargarse de trabajo y optar por centrar los guiones para Shang-Chi únicamente en lo que Gulacy y él estaban llevando a cabo juntos en el MOKF. Habiéndose ganado el derecho a trabajar en exclusiva con el personaje y aprovechando la promoción que se pretendía hacer de otros personajes de artes marciales, los DHKF #12-14 y 16-18 serían los que verían aparecer las últimas historias regulares protagonizadas por el hijo de Fu-Manchú en el magazine a blanco y negro, siendo reemplazado a partir de entonces por el Puño de Hierro de Chris Claremont. La despedida de Shang-Chi del magazine tendría lugar con una complicada saga en seis partes que sería bautizada como la Saga del Dragón Dorado y que presentaba dibujos del filipino Rudy Nebres. En ella, Shang-Chi ayudaba a una misteriosa joven, llamada Shareen, a recuperar una pequeña estatua de oro macizo tallada con la imagen de un dragón, cuyo corazón se suponía que era el rubí más perfecto que existía. La trama se complicaba al descubrirse que tanto los chinos como los británicos, un peligroso maestro del kung-fu, y un destacado miembro del mundo criminal occidental, se hallaban también interesados en la pequeña estatua.

Mientras todo aquello iba teniendo lugar, el relevo que precisaba Paul Gulacy en la serie principal para ir cumpliendo con las fechas de entrega, sería aprovechado en los MOKF # 36 y 37 para reciclar un material que originalmente estaba destinado a aparecer en el Giant-Size MOKF # 5, pero que no había llegado a publicarse al decidir Marvel la cancelación de aquella línea trimestral que tan buenos resultados le había llegado a dar. La historia, con dibujos de Keith Pollard y Sal Trapani, presentaba a Shang-Chi acudiendo a un espectáculo teatral llamado el Carnaval del Misterio y ayudando a un anciano chino y su hija a afrontar una serie de misterios espirituales que planteaban los extraños participantes del mismo. La verdad es que el estilo de aquel Giant-Size reciclado venía poco a cuento con lo que en aquellos momentos se estaba contando en la serie, pero lo peor es que en su conjunto resultaba una historia bastante confusa y olvidable.

Con Gulacy incorporado de nuevo a los lápices, los MOKF # 38 y 39 serían sin embargo los encargados de presentar dos de los números más memorables en la historia de la serie, una saga que se iniciaba bajo el título de Gato y cuyo doble significado hacía referencia tanto al oponente con el que Shang-Chi se enfrentaba como al felino siamés que aparecía en la historia y que iba a ser finalmente adoptado por Shang-Chi.

Amparada en un guión estupendo, el aproximamiento secuencial de cada viñeta y de cada página que Gulacy llevaba a cabo a lo largo de aquellos dos números hacía que la narración de la historia resultase totalmente cinematográfica. En el desarrollo de la acción, Gulacy ya venía utilizando desde sus primeros números un recurso muy propio del cine: el desplazamiento lateral de cámara en un mismo plano secuencia, escenificación que Gulacy adaptaba magníficamente al cómic utilizando viñetas separadas sobre un mismo fondo común, representándose así en cada viñeta un instante de la acción que luego se iba continuando de una a otra. Pues bien, a modo de experimentación, Gulacy incluso iba evolucionando el sistema a lo largo de aquella saga, desplazando al personaje dentro del mismo plano y la misma secuencia de viñetas, proporcionando así un sentido de velocidad y de ritmo vertiginoso a las peleas de kung-fu, a las persecuciones, y en general a la manera de describir la acción.

Y no era aquella la única innovación. En la composición de las páginas, por ejemplo, Gulacy llegaba a utilizar los adornos de cristal de los cortinajes como viñetas, realizando toda una serie de cortos y pequeños primeros planos sobre los que dialogaban los personajes, en este caso Shang-Chi y Juliette, quien aparecía, además, retratada con los rasgos de una de las grandes reinas del cine, Marlene Dietrich. En otros casos, las secuencias en flashback se alternaban con las viñetas que narraban el momento presente de la acción, separando ambas de manera alternativa de una forma muy inteligente, y que permitía seguir los dos momentos temporales de la narración al mismo tiempo. A mayor enriquecimiento de aquel original despliegue gráfico, el entintado de Dan Adkins resultaba perfecto para las estilizadas figuras de Gulacy y los evocadores y enigmáticos ambientes portuarios de Hong-Kong, que era donde tenía lugar la historia.

Muchos seguidores del MOKF consideran estos dos números como los mejores de la serie. Y posiblemente no les falte razón. Gráficamente, el trabajo de Gulacy resultaba verdaderamente innovador; de hecho, incluso leyéndolo hoy, hay cosas que no se ven en los tebeos actuales. Con todo, aquellas experimentaciones e innovaciones gráficas venían además acompañadas de un guión muy sólido en el que Nayland Smith enviaba a Shang-Chi a Hong-Kong para recuperar unos importantes documentos y poner a salvo al agente que los custodiaba, quien resultaba ser Juliette, la cantante de un local portuario conocido como el Pavo de Jade. Shang-Chi debía además protegerla de un peligroso maestro del kung-fu llamado Shen Kuei, conocido como Gato y que se suponía trabajaba para los chinos. Años más tarde, Moench y Gulacy comentarían haber visto juntos la película Yakuza de Sydney Pollack, reconociendo su influencia a la hora de visualizar los tatuajes y el ambiente en el que se movía Shen Kuei, para cuyo nombre habían llegado a utilizar también las técnicas de interpretación del I Ching, buscando en este caso una oposición al propio nombre de Shang-Chi.

En lo que a la historia se refiere, esta vez nada resultaba ser como Smith le había contado al hijo de Fu-Manchú. Juliette se hallaba enamorada de Shen Kuei y no quería regresar a casa. Los documentos se encontraban en poder de agentes del gobierno chino, quienes negaban habérselos robado a los británicos y los reclamaban como suyos, acusando a Shang-Chi de estar robándoselos a ellos. Finalmente, el engañado y enamorado Shen Kuei descubría el doble juego de Juliette y amenazaba con matarla, obligando al hijo de Fu-Manchú a enfrentarse contra su voluntad en un duelo a muerte con un hombre que en otras circunstancias hubiera podido ser su amigo. El triste desenlace de la historia dejaba a un Shang-Chi decepcionado y furioso por verse mezclado en lo que acababa bautizando como los Juegos de Muerte y Engaño de Smith, regresando a Londres tras haberse deshecho de los documentos que le habían encargado recuperar y sin llegar nunca a darse cuenta de que trataban sobre el siguiente movimiento que planeaba llevar a cabo su padre.

En aquellos momentos el MOKF era uno de los éxitos de Marvel, pero con la Opus Magna de Moench y Gulacy a punto de comenzar, aquellos dos tebeos venían a situar en todo lo alto el estandarte de una serie que no dejaba de recibir elogios de todos los sectores de la crítica y que con aquellos dos autores al frente se había acabado convirtiendo en uno de los tres títulos más vendidos de Marvel, tan sólo por detrás de Spiderman y Conan el Bárbaro. Lo cierto es que incluso hoy, con muy pocas menciones y sin ninguna reedición que la haya mantenido viva en la memoria de los aficionados, ha acabado siendo incluida dentro de las diez mejores series publicadas en la década de los 70 por la reconocida Comics Bulletin. No obstante, antes de que aquella gran saga final de Moench y Gulacy diese comienzo, iba a aparecer el único Anual del que disfrutaría la serie. Publicado a principios de 1976 y con dibujos de Keith Pollard, su planteamiento resultaba ser estrictamente comercial, teniendo como único objetivo reunir por primera vez en una misma historia a las dos grandes estrellas que Marvel tenía en su línea de comics dedicados a las artes marciales, Shang-Chi y Puño de Hierro. Sin tener mucha más historia, el MOKF Annual # 1 contaba como Danny Rand llegaba a Londres en busca de Colleen Wing y acudía a Shang-Chi en busca de ayuda, acabando ambos en la dimensión de S´ahra Sharn, la ciudad opuesta a K´un-Lun.

Con Gulacy entintándose a sí mismo, sería el MOKF # 40 el que daría comienzo a la mencionada saga que llegaría hasta el MOKF # 50 y que les llevaría a ambos autores a obtener el Eagle Award de 1977 por aquella última historia juntos, que traería consigo el impactante regreso del Dr. Fu-Manchú a la serie. En este caso, pretendiendo sacar la Luna de su órbita, y con el objetivo de crear un nuevo mundo a su imagen y semejanza.

La trama se iniciaba tras haber conseguido Tarr convencer a Shang-Chi para que se quedase con Smith y el resto del grupo tras lo sucedido en Hong-Kong. Varios agentes del MI-6 estaban siendo asesinados y eso indicaba la presencia de un traidor dentro de la organización, siendo prioritario descubrir lo que estaba sucediendo. Smith enviaba a Leiko a Suiza, puesto que tenía un agente dentro del Si-Fan al que resultaba necesario poner a salvo, siendo ella misma quien sugería a Shang-Chi y a Tarr que reclutasen a alguien de fuera sin implicación en las actuales actividades de la agencia. En este caso, un antiguo agente experto en demoliciones llamado James Larner, cuyos rasgos esta vez iban a corresponderse con los del actor Marlon Brando.

Tras un necesario fill-in, que hubo de ser llevado a cabo en el MOKF # 41 (una historia de juventud de Shang-Chi y Medianoche, sin ninguna continuidad con lo que estaba sucediendo), para que Gulacy pudiese encargarse sin interrupción de toda la saga hasta su conclusión. La trama continuaba en el MOKF # 42, que suponía la presentación de la nueva secretaria de Smith y sobrina de Shan Greville, Melissa Greville, cuyos rasgos recordaban en aquella primera aparición a los de Faye Dunaway, así como la de un nuevo villano, Lancaster Sneed, un sobrino de Nayland Smith y antiguo agente del MI-6 conocido oficialmente como Onda de Choque. Tras haber sido desfigurado por una explosión, Sneed había sido expulsado de la agencia por sus problemas mentales, transformándose a continuación en un tanque humano gracias a un exoesqueleto experimental, que le proporcionaba una fuerza extraordinaria y emitía potentes descargas eléctricas. Combinando el presente y el flashback, en la narración, la historia avanzaba con Smith sufriendo un atentado con bomba en su propio despacho, acudiendo Tarr y Shang-Chi al Soho en busca de respuestas y encontrándose allí con Onda de Choque, que a punto estaba de matar a Shang-Chi. Lo sorprendente quedaba para el final, donde se descubría que el traidor dentro del MI-6 era el propio Dr. Petrie, y que trabajaba con Sneed para alguien cuyo nombre no se pronunciaba, pero que no hacía falta mucha imaginación para deducir su identidad.

El MOKF # 43 era el encargado de dirigir la trama hacia su punto de ebullición. Shang-Chi era enviado a Suiza, a la mansión de otro agente del MI-6, sir Herbert Griswold, con la misión de reunirse con Leiko Wu y su misteriosa acompañante, quienes trataban de llegar hasta allí, tras descubrir que sus perseguidores eran miembros de una misteriosa secta oriental denominada las Dagas Doradas. Al mismo tiempo, mientras Shang-Chi volvía a verse de nuevo las caras con Onda de Choque en los Alpes suizos, Black Jack Tarr saltaba por los aires en su despacho a causa de otra bomba instalada en la sede del MI-6, descubriéndose, en la última página del número, que el infiltrado de Nayland Smith dentro del Si-Fan al que estaba protegiendo Leiko Wu resultaba ser Ducharme, la esclava y amante del Dr. Fu-Manchú, quien en el número siguiente era presentado con los rasgos del actor Christopher Lee.

Todas las piezas quedaban definitivamente situadas en el tablero con el MOKF # 44, que constituía el Prólogo oficial para el gran serial sobre Fu-Manchú que se anunciaba inmediatamente a continuación. Con Black Jack Tarr convaleciente de sus heridas y Larner tratando de descubrir el origen de las bombas, Reston era enviado a Suiza a reunirse con Shang-Chi y Leiko Wu, descubriendo que quien estaba detrás de sus perseguidores y de los atentados en Londres era Fah-Lo-Suee, la hija de Fu-Manchú, encontrándose todos ellos en medio de la guerra civil interna que tenía lugar en el Si-Fan entre padre e hija con un propósito aún desconocido. Al mismo tiempo, Nayland Smith descubría que Petrie era esclavo de la voluntad del Dr. Fu-Manchú, pero eso no impedía que recibiese un disparo de su mejor amigo antes de poder dar la voz de alarma sobre lo que estaba sucediendo.

La recta final en la que todo se desarrollaba hasta llegar a su épica conclusión comprendía seis partes (MOKF # 45-50), cuyo denominador común era que cada una de ellas estaba contada desde el punto de vista de uno de sus protagonistas. El propio Moench comentaría años más tarde que el motivo de haberlo hecho así fue la intención de distinguir la gran historia sobre Fu-Manchú de alguna manera especial más allá de su evidente extensión, siendo el estilo narrativo en primera persona que utilizaba Shang-Chi el que le había inspirado para extender ese mismo sistema de narración al resto de personajes. De esta manera, la primera parte del relato se le dedicaba a Shang-Chi, la segunda a Clive Reston, la tercera a Leiko Wu, la cuarta a Black Jack Tarr, la quinta a sir Denis Nayland Smith, y la última, la conclusión, al propio Fu-Manchú.

La parte inicial narrada por Shang-Chi evidenciaba la confusión que éste experimentaba hacia todo lo que estaba sucediendo mientras se enfrentaba con Reston a Fah-Lo-Suee y sus seguidores, siendo Leiko Wu quien salvaba la vida de ambos en el último momento. En la persecución de la hija de Fu-Manchú, sólo Reston era capaz de alcanzar el yate en que huía Fah-Lo-Suee, desenmascarando a Griswold como uno de sus agentes y viéndose separado de Leiko y Shang-Chi, que se quedaban cortados en los muelles del lago Ginebra sin poder seguirle. A continuación tenía lugar la parte de Reston (MOKF # 46), narrada en flashback puesto que la acción comenzaba durante su interrogatorio en las oficinas del MI-6 en Londres. Reston había acabado siendo capturado por la hija de Fu-Manchú, sometiéndole a su hechizo y obligándole a actuar a su lado antes de abandonarle y partir hacia el Ártico detrás de su padre. Shang-Chi y Leiko habían conseguido colarse en su nave como polizones, siendo la última noticia que Reston tenía de ellos.

La historia continuaba en el MOKF # 47 con la parte dedicada a Leiko Wu, quien lograba utilizar la radio del avión para informar al MI-6 de las coordenadas hacia las que se dirigían antes de aterrizar en el Ártico y ser allí descubiertos por Fah-Lo-Suee. Smith había sobrevivido al atentado contra su vida y enviaba a Reston y a Larner al Polo Norte, mientras Petrie era sometido a un tratamiento de desprogramación para tratar de borrar de su mente la influencia de Fu-Manchú, cuyos partidarios acababan arrasando a los de Fah-Lo-Suee en la batalla que tenía lugar en el Ártico. La hija de Fu-Manchú no tenía más remedio que unirse a los agentes del MI-6 para impedir los propósitos de su padre y salvar su vida, mientras Ducharme se revelaba como una agente doble cuya verdadera lealtad estaba al lado del Dr. Fu-Manchú.

La cuarta parte estaba dedicada a Black Jack Tarr (MOKF # 48), que también se desplazaba hasta el Ártico para ayudar a sus compañeros y retransmitir a Smith todo lo que iba sucediendo gracias a un aparato de comunicaciones creado por Ward Sarsfield, el agente encargado de la división tecnológica del MI-6, cuya primera aparición tenía lugar en esta historia. Presentado con los rasgos del actor David Niven, a nadie se le escapaba que el nombre de ese agente que en la ficción estaba haciendo posible que llegase a los lectores el último plan maestro de Fu-Manchú, constituía un evidente juego de palabras con el verdadero nombre de Sax Rohmer, Arthur Sarsfield Ward, lo que en vísperas del inminente número 50 de la serie, no dejaba de ser sino un guiño bastante reconocible hacia el autor literario que lo había iniciado todo.

Con la saga en su nivel de mayor tensión, el penúltimo capítulo aparecía contado desde la perspectiva de Nayland Smith (MOKF # 49), quien asistía como oyente al enfrentamiento final contra Fu-Manchú, con Tarr cayendo ante el doctor diabólico, Shang-Chi enfrentándose a la última creación de su padre, su propio antepasado Shaka Kharn, y Larner dando todo lo que tenía para enterrar en el hielo la base ártica de Fu-Manchú, aunque sin conseguir evitar que la nave del Señor del Si-Fan partiera hacia el espacio con la Luna como objetivo. Reston y Shang-Chi eran los únicos que lograban introducirse a bordo de la nave de Fu-Manchú, perdiéndose desde ese momento todo contacto con ellos.

A modo de conmemoración y como homenaje al personaje literario que lo había originado todo, la estratosférica conclusión del MOKF # 50 estaba contada desde el punto de vista del propio Dr. Fu-Manchú, siendo aquella la primera vez que los lectores tenían acceso a los pensamientos más íntimos del doctor diabólico sobre lo que estaba sucediendo. Lógicamente, la trama acababa desembocando en el enfrentamiento final, cara a cara, entre padre e hijo, con un buen puñado de sueños y decepciones desvaneciéndose en el espacio de la misma manera que lo hacía el inmortal Fu-Manchú como desenlace y conclusión final de la historia.

El epílogo de la magnífica saga, considerada hoy como uno de los grandes clásicos de la Marvel, tenía lugar en el MOKF # 51, con dibujos del debutante Jim Craig, el sustituto de Gulacy, quien se despedía del MOKF haciendo después de casi tres años la que iba a ser su primera portada para la serie. El epílogo mostraba como lo sucedido había marcado profundamente a todos los que se habían visto involucrados en la batalla final contra Fu-Manchú, puesto que no sólo era Shang-Chi quien decidía abandonar a Nayland Smith y sus Juegos de Muerte y Engaño, sino que Leiko Wu también decidía acompañarle. En la misma situación se encontraban Reston y Black Jack Tarr, quienes también se apartaban del MI-6 siguiendo los pasos de Leiko y Shang-Chi.

Con Smith quedándose solo al frente de la organización mientras todos los demás le abandonaban, una nueva era sin Paul Gulacy estaba a punto de comenzar. Stan Lee le había llegado incluso a llamar por teléfono para ofrecerle más dinero a cambio de continuar en la serie, pero Gulacy ya tenía tomada su decisión y tenía muy claro que su marcha no era cuestión de dinero sino de la necesidad de emprender nuevos caminos. Desgraciadamente, como Gulacy y Moench se encargarían de revelar años más tarde, atrás iba a quedar un inacabado proyecto que nunca llegaría a ver la luz, un soñado team-up entre el MI-6 de Shang-Chi y la Shield de Nick Furia, con Fu-Manchú y Garra Amarilla como oponentes.

Doug Moench iba a permanecer al frente de la serie, pero sin Paul Gulacy a cargo del apartado gráfico lo cierto es que se avecinaban tiempos de incertidumbre para el MOKF, algo que resultaba bastante palpable viendo aquel epílogo dibujado por Craig. Desgraciadamente, las comparaciones iban a resultar inevitables.

Continuará…


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