MARVEL GOLD LOS VENGADORES COSTA OESTE: EL ATAQUE DEL ZODÍACO
por Óscar Rosa Jiménez


Con la publicación de este tomo, Panini Comics afronta la recuperación del tercer año de la colección The West Coast Avengers, continuando la etapa orquestada por Steve Englehart. Se trata de una serie de números en los que el guionista sigue en su línea continuista, con una mirada constante al pasado, pero donde sus argumentos comienzan a mostrar un descenso de calidad significativa con respecto a su trabajo en lo que llevamos de colección. Hasta el momento, Englehart ha sido capaz de adaptarse a los nuevos tiempos, reformulando y ampliando tramas de diferentes momentos de la historia del Universo Marvel, principalmente relacionada con el entorno de los Vengadores. No obstante, a pesar de mantenerse en esa línea de trabajo, las aventuras de los Vengadores Costa Oeste pierden cierto dinamismo, viéndose lastradas por un abuso casi constante a referencias del pasado. En ciertos momentos, el lector tiene que hacer memoria sobre acontecimientos pasados cada pocas viñetas, lo que provoca que se pierda cierta fluidez en la lectura, como si el apabullante flujo de información no permitiera avanzar demasiado la historia, la cual, todo hay que decirlo, tampoco parece ir a ningún lado. De ese modo, mientras Englehart mantiene el interés en una serie de subtramas y su desarrollo de los personajes, pieza fundamental de toda su etapa en esta cabecera, el resto de elementos muestran síntomas de desgaste y un acusado estilo setentero, en el aspecto más negativo de la expresión. Tras una saga tan interesante y bien construida como "Perdidos en el espaciotiempo", parece que el guionista había alcanzado ya su punto álgido en esta serie y solo nos queda comenzar el descenso...

Aunque en líneas generales este tomo me parece el menos interesante, incluso algo aburrido en ciertos momentos, de todos los editados hasta el momento, también debo decir que no solo veremos el trabajo de un autor que claramente está en un momento de decadencia dentro de su carrera. Si bien es cierto que el foco central de la serie parece estar perdiendo fuelle por momentos, el desarrollo y tratamiento de los personajes sigue estando a un buen nivel, como cabría esperar de un guionista de corte clásico como Englehart. De hecho, quizá sea lo único realmente destacable de este volumen de la colección. Por otro lado, el autor cambia un poco de registro, ya que de momento se había centrado en trazar planes a largo plazo, pero llegaba el momento de ir solucionando algunos temas, a la vez que veríamos en esta fase como Englehart utiliza en varias ocasiones el número autoconclusivo para atar algunos cabos antes de seguir adelante con sus historias. El ejemplo más claro lo tenemos en The West Coast Avengers #25, donde prácticamente tenemos una especie de epílogo de la saga anterior y un prólogo de la siguiente, mientras se resuelven algunas de las tramas que se habían mantenido latentes casi desde el inicio de la cabecera como la formación del propio grupo.

No se puede negar que el de Indiana había sabido sacarle bastante jugo al tema de la constitución de un equipo más o menos sólido para esta rama de los Vengadores afincada en la Costa Oeste de Estados Unidos. Esto había propiciado la aparición y desaparición de varios personajes pertenecientes al Universo Marvel. Sin embargo, tras la incorporación del Caballero Luna el tema parecía zanjado, aunque de momento solo estaba en periodo de pruebas. A pesar de ello, sin que el lector tuviese la seguridad de la permanencia del nuevo vengador, Englehart no deja pasar la oportunidad de explorar en su torturada psique, siguiendo un poco los pasos de su creador: Doug Moench. Para ello comienza a potenciar uno de los aspectos que nos devuelven a los inicios de personaje, que no es otro que la influencia que ejerce en él la Luna, así como su nexo de unión con la astrología. Algo bastante adecuado cuando a la vuelta de la esquina tenemos el regreso del Zodíaco, ¿verdad? Pero sin lugar a dudas lo más interesante es retomar el tema de las distintas personalidades del Caballero Luna, las cuales luchan en su mente por ocupar su espacio, aunque por ahora la predominante será Marc Spector, nombre con el que se presentará a sus compañeros de equipo. Además, esto propiciará una mayor conexión con el dios Konshu, que se convertirá en otro elemento de su desequilibrada consciencia, aunque Englehart opta por mostrar esta relación de forma ambigua, dejando a una libre interpretación si de verdad hay una presencia sobrenatural rondando al héroe o si su fracturada psique ha incorporado a una nueva personalidad más al ya de por sí abundante elenco de identidades. Curiosamente, tenemos aquí las bases sobre las que se asentaría el trabajo del novelista Charlie Houston con el Caballero Luna más de 20 años después en el quinto volumen de su colección.

Si bien es cierto que la nueva incorporación del equipo recibirá cierta atención a lo largo de este volumen, estamos ante una serie coral, en el más amplio significado de la palabra. Y si hablamos de tramas que llegan a su desenlace, no podemos olvidarnos del Hombre Maravilla. Simon Williams es uno de los protagonistas con mayor evolución en este título. Su carrera en el mundo del cine se verá por fin refrendada con un importante estreno cinematográfico en el que comparte cartel con Arnold Schwarzburger en Arkón IV. Este éxito le permitirá sentirse más seguro de sí mismo, uno de los aspectos en los que ha estado trabajando Englehart, y que se consolida totalmente durante su enfrentamiento con un viejo conocido de Hulk durante su presencia en un estudio de televisión. Aunque en un principio este aumento de la confianza parece que podría representar una despedida, solo consigue reforzar aún más su permanencia en el grupo, acrecentando su compromiso con los Vengadores y aprendiendo a trabajar en equipo. Prácticamente se puede apreciar como en esta colección se va conformando el germen de lo que años más tarde se convertirá en su primera serie regular, incluso con la aparición de algunos de los principales secundarios de dicho título. Por cierto, la película de Simon es una parodia obvia a cierta superproducción de Hollywood interpretada por un antiguo deportista de halterofilia que más tarde sería gobernador, incluso los productores son versiones en clave de humor de Dino de Laurentiis y Menahem Golan, dos importantes figuras dentro del mundo del cine. Según parece, Englehart quiso introducir aquí una pequeña crítica a la industria cinematográfica con la que no tuvo una buena experiencia.

Otro de los miembros de los Vengadores Costa Oeste que afianza su posición en el equipo es Hank Pym. Tras superar su crisis existencial, en la que estuvo a punto de quitarse la vida, uno de los miembros fundadores del grupo original deja atrás su etapa de múltiples identidades para abrazar con fuerza un nuevo comienzo en el que su principal característica es su seguridad en sí mismo. En esta fase de científico aventurero, Pym potencia uno de sus aspectos que en ocasiones anteriores era su excusa principal para alejarse del grupo y dejar su vida superheroica. Ahora, habiendo superado todas sus inseguridades, se muestra como un importante componente de este cada vez más sólido equipo, siendo capaz de asimilar con suma facilidad la incorporación temporal de la Avispa, cuya relación acabó de forma tan drástica.

Pero si hay un personaje que acapara especialmente nuestra atención es Pájaro Burlón, que tras su encuentro con el Jinete Fantasma guarda un secreto que la martiriza. Bobbi es una mujer fuerte capaz de superar una violación como la que ha sufrido en todos los aspectos posibles, pero deberá afrontar que su pasado como agente de SHIELD ha quedado atrás y que ahora es una vengadora, cuyo código ético está por encima de la venganza personal. Esto implica que un vengador, bajo ninguna circunstancia, debe permitir que una vida se extinga si está en sus manos evitarlo. De manera simultánea se genera un debate interno en el equipo, en un intento por asimilar que los tiempos han cambiado y que los enemigos bien podrían merecer un trato distinto. Pero la realidad es que la esencia del grupo, y más teniendo en su seno a varios miembros fundadores, está íntimamente ligada a uno de los principales valores del superhéroe clásico, por lo que matar no entra dentro de su vocabulario. De ese modo, Bobbi se encuentra en una encrucijada moral en la que ve como su matrimonio se tambalea ante la presencia de un secreto que pesa sobre su consciencia y que quizá desencadene una ruptura inevitable. A esto habría que sumarle el regreso a su vida del propio Jinete Fantasma, más fantasma que nunca, que pone de manifiesto que la muerte en el Universo Marvel dista mucho de ser algo definitivo. No obstante, no deja de ser un interesante recurso para explorar el sentimiento de culpa de Bobbi, cuyo calvario personal parece estar lejos de acabar.

Más allá de las situaciones personales de cada uno de los protagonistas, aunque realmente sea el apartado más interesante de la colección, los Vengadores Costa Oeste deberán seguir su particular lucha contra el mal, y para ello nada mejor que un viejo enemigo de los Vengadores: el Zodíaco. La primera aparición de este cártel criminal tuvo lugar en The Avengers #72 durante la etapa guionizada por Roy Thomas. Sus miembros, doce en total, representan cada uno un signo del Zodíaco y el concepto en cierta forma partía de ampliar una idea original de Jim Steranko, que incluía a Jacob Furia, el Escorpio original, durante su etapa al frente de Nick Fury, Agent of S.H.I.E.L.D., incluyendo el principal objeto de poder que esgrimía este peculiar personaje, y que acabaría siendo conocido como la Llave Zodiacal. Englehart bucearía por el pasado de este grupo de villanos, no solo para intentar resolver todos los misterios que envolvían a Escorpio, sino también para reunir a las dos formaciones que nacieron en los setenta con este nombre: uno formado por Simulacros Dotados de Vida (SDV) y otro fundado por Cornelius Van Lunt, más conocido como Tauro. Una vez más, Englehart vuelve a sumergirse en el pasado para retomar tramas olvidadas, demostrando sus conocimientos enciclopédicos del Universo Marvel. El principal problema es que el desenlace al que nos lleva el arco argumental es decepcionante. Incluso la trama por la que nos conduce hasta allí no presenta demasiado interés. Quizá lo único destacable es la inclusión de algunos infiltrados en el seno del grupo, pero en líneas generales no consigue transmitir la sensación propia de una historia donde hay una ingente participación de enemigos a lo largo de ella. Además, al tema de la llave y su procedencia se le ha dado tantas vueltas que al final tampoco le añade nada de interés. Por lo tanto, la sensación de recuperar algo sin un fin determinado aumenta y la decepción es aún mayor.

Una vez superado el plato fuerte del tomo, los guiones de Englehart muestran una decadencia preocupante. Alienígenas de un lejano planeta que no pueden derrotar a cada uno de los Vengadores en solitario, en una historia que parece querer mostrar el valor intrínseco de cada miembro dentro del grupo, para enfatizar el valor del trabajo en equipo, así como la recuperación de un concepto que nos recuerda poderosamente al Superadaptoide. Como relato para seguir el desarrollo de los personajes está muy bien, pero como historia en sí misma cae en los tópicos más absurdos de los sesenta, donde las razas alienígenas eran repelidas por superhéroes en cada entrega de la colección. Es absurdo y desfasado, además de aburrido. Después regresa Arkón, un viejo conocido de los Héroes más Poderosos de la Tierra, que parece estar molesto con su versión cinematográfica. Creo que el soberano de Polemacus se merece un trato mejor que la de mero sparring de Simon Williams. Para rematar tenemos la presencia de Yetrigar, uno de los monstruos que se pasearon por la serie Godzilla, y que estoy seguro que muchos ni recuerdan ni conocen, ni tampoco aporta nada especialmente interesante. No son más que una sucesión tras otra de personajes y elementos de los rincones más recónditos del Universo Marvel, sin ningún motivo de peso y sin contar nada relevante con ellos. Yo soy el primero que valoro tanto conocimiento, sobre todo cuando se utiliza con un fin, obteniendo resultados interesantes, pero por el mero hecho de incluir cameos en cada número, llega un momento en que la solidez argumental se ve resentida y el resultado es tan pobre como el que podemos ver en este tomo. Además, es curioso ver como la propia cohesión del universo de ficción lastra la lectura, ya que tenemos la marcha de Iron Man del grupo, debido a sucesos ocurridos en su propia colección, siendo sustituido temporalmente por la Avispa. Esto, debido al retraso de los Marvel Gold del Vengador Dorado, supone un pequeño desconcierto en el lector, al menos si no ha leído la famosa “Guerra de las Armaduras” (BoME Iron Man: La guerra de las armaduras). Aunque esto no debería ser un problema para un lector acostumbrado a este tipo de sucesos, la verdad es que el problema radica en la narrativa de Englehart, que en muchos momentos es confusa y parece haber perdido el rumbo de la serie, desorientado entre tanta subtrama que no le permite esgrimir un argumento central para recuperar el tono habitual de la cabecera. Una auténtica lástima, porque a pesar de sus momentos chanantes y su uso continuado de conceptos de otras décadas, el trabajo de Englehart había demostrado hasta el momento ser bastante sólido. No obstante, todo parece un espejismo cuando leemos este tomo, donde reina el desconcierto general.

Otro de los aspectos que quizá influya en esta decadencia de la serie sea el apartado gráfico. Hasta el momento, Al Milgrom conseguía tapar sus carencias gracias al trabajo impecable de Joe Sinnott. Tras la marcha de este entintador llega a la serie Mike Machlan, estableciéndose de manera regular en el título, procedente de DC Comics, donde trabajó con Roy Thomas y Jerry Ordway en la creación del grupo Infinity Inc. El estilo de Machlan no está mal, pero su trabajo es bastante irregular, igual que el de Milgrom. Por lo que podemos ver viñetas de una calidad aceptable para, a continuación, ver otras que están sensiblemente peor. Es una auténtica montaña rusa de la ilustración donde podemos ver lo peor y mejor de los artistas. Ni siquiera la participación puntual de veteranos como Dave Hunt o Tony DeZúñiga mejora el resultado final, por lo que esa sensación de decadencia aumenta y se constata que estamos ante el peor volumen de la colección hasta el momento.

En definitiva, en este volumen la serie baja muchos enteros con respecto a lo que venía ofreciendo la colección, de manera que Englehart afronta la fase final de su etapa en su momento más bajo, en contraposición a lo que se pudo ver en el tomo anterior (Artículo 111). Y es que ni la carta astral menos favorable hubiese podido predecir este devenir de la colección. ¿O sí?


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