JOHN ROMITA JR.: LA HERENCIA DIGNIFICADA
por Angelus


Si se atiende a los grandes artistas de cualquier disciplina y cuando me refiero a los grandes es siempre porque su talento es más grande que su ego, todos están de acuerdo en otorgarle un mayor mérito a los pioneros. Esto trasladado al cómic marvelita podría reducirse al cuarteto formado por Jack Kirby, Steve Ditko, John Romita Sr. y John Buscema, a partir de ahí la lista de aspirantes a la sucesión se presta a un debate interesante. En mi caso, tengo bastante claro que el siguiente es John Romita Jr. (Nueva York 1956).

No es usual, en el mundo de las artes, hallar sagas cuyos miembros alcancen éxitos notables sostenidos en el tiempo y que, además, atesoren una calidad indiscutible en términos objetivos. Es más fácil encontrar, no sólo en el mundo del cómic, a autores cuyos parentescos o relaciones personales les han permitido vivir del cuento durante una temporada o incluso toda una vida sin que su obra sea digna de mención.

Que a John Romita se le abrieron puertas por ser "el hijo de..." creo que está fuera de toda duda, pero después de cuatro décadas en la profesión basta con echar un ojo a su currículum para ver que supo aprovechar la oportunidad.

Hablando de oportunidades, ¿qué aspirante a dibujante no estaría dispuesto a casi todo por tener como profesor a John Romita Sr.? Aunque fuera de forma involuntaria, a mí me parece que se hace patente la falacia que supone hablar del talento como algo mágico que sólo poseen determinados "legidos". El dibujo no es sino un lenguaje que se puede aprender y cuya ejecución depende única y exclusivamente del tiempo y la reflexión que se dedique al mismo. Si has convivido con ello desde que naciste, "hablar" ese lenguaje se convierte en algo tan natural como adquirir el acento de determinada zona geográfica. Si es así ¿por qué no hay más hijos de creadores que destaquen? En resumen, simplemente no tienen la necesidad de expresarse y relacionarse con el mundo a través de ese lenguaje.

Afortunadamente, la influencia de su padre no es la única y eso permite que a lo largo de su carrera vaya creciendo hasta adquirir una personalidad propia. El equilibrio entre alumno-maestro es harto difícil en tanto que si la ascendencia del primero es o pretende ser demasiado fuerte malogra las aptitudes del segundo y si el alumno idolatra demasiado al maestro también perderá la capacidad de explorar sus propios límites.

Tras un debut con media docena de páginas en un anual de la cabecera protagonizada por Spiderman, la carrera de Romita Jr. es una continua ascensión. Su capacidad para producir mucho más rápido que la mayoría de dibujantes de la editorial y su sistema de trabajo lo convertían ya desde sus inicios en alguien con quien cualquier autor querría trabajar. El guionista tenía la seguridad de que su idea se iba a transmitir como él quería porque su rapidez permitía realizar las correcciones oportunas y los entintadores tenían en Romita a alguien que les permitía lucir su lado más creativo en tanto que su dibujo no hacía un uso excesivo del énfasis de línea que convirtiera su trabajo en algo mecánico. Su paso por The Invincible Iron Man es quizás uno de los mejores ejemplos de ello y no es extrañar que se convirtiera en un clásico instantáneo, porque incluso en las ausencias de Romita todo parece funcionar a la perfección.

De ahí pasó a The Amazing Spider-Man y The Uncanny X-Men, trabajando con dos primeras espadas como Roger Stern y Chris Claremont. Especialmente significativo me parece su paso por la colección mutante. En una época en la que John Byrne era una estrella con un estilo que lo impregnaba todo, dibujar a la Patrulla-X era todo un desafío del que también salió airoso, aunque se pueden apreciar trazos inseguros y ciertos problemas para hacerse totalmente con todos los personajes de la franquicia.

El cambio de rumbo a Daredevil fue quizás una de las mejores cosas que le pudo pasar. Los guiones de Ann Nocenti devuelven al personaje a primera línea, y el entintado de Al Williamson le permiten concentrarse en su propio desarrollo contando, además, con la seguridad de trabajar con un héroe urbano cuyo entorno, la ciudad de Nueva York, se convertía en un personaje que Romita ha demostrado dominar a lo largo de su carrera. Todo el aprendizaje de esa etapa culmina en la colaboración con su admirado Frank Miller en la miniserie Daredevil: The Man Without Fear, que suponía una acertadísima revisión del personaje y que, además, resultaría decisivo en su desarrollo como dibujante afianzando su gusto por un dibujo en el que la geometría más básica era tan válida como las líneas más bellas que habían encumbrado a otros artistas.

En la década de los noventa, con la avalancha de nuevos dibujantes (que no talentos) y ante una industria que no parece saber de dónde viene ni a dónde va, su trabajo se ve reducido y aun así tenemos trabajos como The Punisher: War Zone, donde Romita sigue demostrando que en la época de los bolsillos y los dientes apretados él seguía dominando el arte de dibujar escenas de acción.

Con el nuevo siglo, se producía su vuelta a The Amazing Spider-Man con el escritor J. Michael Straczynski a los guiones. En esta etapa se ve a un Romita que disfruta con su trabajo porque, aparte de las actividades heroicas del personaje, la galería de secundarios del arácnido y su vida civil como Peter Parker nos permiten observar otra más de sus habilidades: su facilidad para narrar escenas cotidianas con gente normal , utilizando un lenguaje menos expresivo aparentemente. Se aprecia también cierta reflexión acerca de lo realizado anteriormente. Romita le resta corpulencia a Spiderman, consiguiendo que el héroe parezca más vulnerable en la confrontación directa y, sobre todo, más dinámico teniendo en cuenta que su estilo más anguloso podría chocar con la sensación de movimiento que debe transmitir el personaje.

Posteriormente, sigue asociado a guionistas del momento como Greg Pak con quien trabaja en World War Hulk, o Mark Millar primero en la serie de Lobezno y luego en la exitosa primera parte de Kick Ass, publicada por el sello marvelita Icon Comics. También realiza un espléndido trabajo junto a Neil Gaiman reinterpretando a los Eternos de Kirby.

No todo iba a ser trabajar con guionistas brillantes así que a principios de esta década es puesto al frente de los Vengadores con un Brian Michael Bendis que se limita a incluir en cada número a multitud de héroes sin ninguna aportación. Ahí se aprecia uno de los peores trabajos de un Romita al que se le nota excesivamente desganado con la tarea encomendada. Pero antes de su sonado fichaje por la distinguida competencia, Romita nos dejaría una última aportación en Captain America en lo que para mí es un clásico instantáneo. Puede que a muchos, especialmente a los más leídos, la saga de Rick Remender en la Dimensión Z no les diga nada, o que incluso les parezca un mal cómic, pero si se lee a Romita con atención se aprecia un trabajo en el que demuestra no sólo que no ha perdió mano cómo se insinuaba en Avengers, sino que con la historia adecuada es capaz de abocetar o detallar lo que realmente importa en cada momento. Es un trabajo en el que toma realmente el mando y da rienda suelta a la influencia de Kirby para crear un mundo en el que el hombre fuera de su tiempo se convierte también en el hombre fuera de su espacio; donde Romita recupera, aunque brevemente, la faceta artística de Steve Rogers para mostrar al lector que, a pesar de todo, se sigue sintiendo fuerte como artista. Una mención especial merece la forma de representar el ejercicio de retrocontinuidad en el que Remender explica la vida de Steve siendo niño, una verdadera lástima que no se ahondara más en este concepto porque Romita clava la atmósfera de esa época.

Es usual encontrar críticas hacia su estilo por demasiado geométrico como si la belleza fuera patrimonio de la línea curva. "Cabezicubos" y adjetivos similares se utilizan por parte de quienes desconocen que el lenguaje del dibujo no es bueno o malo per se, sino que la sensibilidad y conocimiento del espectador juegan un papel fundamental en la comprensión del mismo. En el trabajo de Romita Jr., especialmente por influencia de Kirby, hay mucho de arte primitivo, de las bases que podemos observar en los niños que empiezan a dibujar algo más que trazos balbuceantes; y ahí sin necesidad de adornos es donde vamos a encontrar lo esencial para entender esta disciplina.

Por otro lado, con toda lógica, tendemos a mitificar a quienes han dejado de producir minusvalorando a nuestros contemporáneos, y si algo hay que tener en cuenta para juzgar a un artista es su capacidad para describir su época. El tiempo dará y quitará razones, para mí, Romita Jr. es uno de los mejores narradores de la época que me toca vivir y por eso creo que entra merecidamente en el Olimpo Marvelita.


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