El desenlace del Universo Marvel cinematográfico se acerca de manera inminente con Avengers: Infinity War, basada en uno de los eventos más exitosos de la editorial en toda su historia. La llamada Marvel Cósmica está más de moda que nunca y aquí en España, Panini ha aprovechado el acontecimiento para rendir homenaje al guionista Jim Starlin con una nueva colección dedicada a todo el material que este autor escribió desde su retorno a Marvel en 1990 y que contruyó como una historia unitaria, centrada principalmente en el que siempre será su personaje fetiche: Thanos, también conocido como el Titán Loco. Por ello, iniciamos una nueva serie de artículos dedicados enteramente a dicha etapa comenzando por...

EL RENACIMIENTO DE THANOS
por Fernando del Moral


Si fijamos nuestra atención en la faceta cósmica de Marvel, veremos que ésta no siempre gozó de la misma salud y popularidad a lo largo de los años, sufriendo altibajos significativos. Uno bastante destacable se produjo con la entrada de la década de los años ochenta, en la que su principal gurú, Jim Starlin, acabó matando de uno en uno a aquellos personajes que brillaron con luz propia en años anteriores, como Adam Warlock, el propio Thanos y el Capitán Marvel, gánandose a pulso el apelativo de “Mister Muerte”. Ya sin su principal valedor y sus personajes más populares, ese trasfondo cósmico marvelita entraría un poco en crisis, aunque autores como John Byrne, Chris Claremont, Walter Simonson o Roger Stern, y eventos como Secret Wars (artículo 62), todavía indagarían un poco en ese cosmos de ficción, ya fuera usando argumentos y personajes nuevos como antiguos, pero siempre de manera contenida y en sus respectivas cabeceras, pero sin la identidad y personalidad propias de años atrás. Lá épica cósmica estaba en horas más bien bajas.

Esa travesía en el desierto sin embargo parecía tocar a su fin cuando en 1987 y de la mano de Steve Englehart sale a la luz el tercer volumen de la serie protagonizada por Estela Plateada, recuperando junto con Mantis las consecuencias de la famosa bomba genética con la que un año antes Byrne y Stern castigaron a unos skrulls todavía convalecientes por lo que les hizo cierto Devorador de Mundos. De repente, Norrin Radd y su particular tabla de surf cósmica se vieron metidos de lleno, durante más de dos años, en la enésima guerra Kree-Skrull, y no conforme con ello tuvo que lidiar con las maquinaciones de los Primigenios del Universo y sus pérfidas Gemas-Alma que Thanos y Warlock ya usasen en su momento. Englehart no solo estaba continuando la labor que él mismo empezara diez años antes en su etapa al frente de los Vengadores, sino que la complementaba con situaciones y conceptos heredados de Roy Thomas, Bill Mantlo o el mismo Starlin. La Marvel cósmica estaba reclamando el hueco perdido aunque todavía de manera contenida y sin apenas repercusiones para la Tierra, algo que va a cambiar cuando en 1990 vuelva a la editorial un Starlin que acababa de hacerse notar a su manera en la Batfamilia, y lo hace aterrizando precisamente en la cabecera del exheraldo de Galactus a la altura del número 34 y sustituyendo a un Englehart que ya había terminado la historia que quiso contarnos.

Y con Starlin al mando, ya sí que sí: lo cósmico vuelve con toda la fuerza y fanfarria negadas durante mucho tiempo. Con los antecedentes en mano, seguro que en ese momento muchos aficionados de Estela Plateada se encomendarían a la virgen por miedo de que Mister Muerte se llevase por delante al trágico surfista (el perfil del personaje desde luego invitaba a ello) y, sin embargo, que sorpresa cuando vemos que lo primero que hace Starlin no es anunciar muerte, sino vida, ya que nos devuelve al mismísimo Thanos.

Por aquel entonces, y Jean Greys aparte, se respetaban más o menos a los muertos, sobre todo con personajes que acabaron ligados más a un autor en particular que a la propia editorial. Como si de una norma no escrita se tratase, la verdad es que a nadie se le pasaba por la cabeza resucitar a Thanos o a cualquier otro cadáver salvo si lo hacía su mismo asesino. Bien, pues así comenzó la andadura de Starlin por el título Silver Surfer. La mismísma señora Muerte había percibido lo que ella consideraba un desequilibrio universal sin precedentes, y decide resucitar a su más ferviente acólito para rectificar esa situación. Teniamos de vuelta a un Thanos más poderoso y nihilista que nunca, que está dispuesto a todo con tal de satisfacer al que siempre fue el amor de su vida, aunque primero tendrá que sortear algunos obstáculos como Estela Plateada, dándose la curiosa situación de que dos clásicos del entorno cósmico como eran ambos no habían coincidido hasta ese momento.

Pero, no obstante, el tiempo no pasó en balde y aunque regresara con energías renovadas, Starlin era ya un autor más maduro, filosófico y existencial que antaño incluso. Es lógico pues que esos rasgos los refleje en sus historias y personajes. Por tanto, esta nueva encarnación de Thanos no sólo hará gala de esa ambición y megalomanía que fueran su razón de ser, sino que además se iban a sumar una inteligencia fuera de lo común y una actitud mucho más fria, reflexiva y calculadora, convirtiéndole en una amenaza universal mayor que entonces. Como diría Chris Claremont: Thanos murió, y mejoró.

Por ello, los amantes de las tortas gratuitas, tan en boga en esos años en los que Rob Liefeld está a punto de llamar X-Force a los Bebes-X, se llevarán una decepción al comprobar que el primer duelo entre Thanos y Estela Plateada no será tal, o al menos no como se pensaron que sería. En su lugar, el Titán Loco someterá a Norrin Radd primero a una lucha dialéctica existencial a fin de justificar su siniestro cometido. En este punto de partida, es muy interesante ver como Starlin aprovecha la ocasión para hacernos llegar una reflexión y autocrítica acerca de temas delicados como son la superpoblación o el cuidado del medio ambiente aunque sea en clave “thanosiana”. Efectivamente, este Thanos no es ninguna tontería, y su astucia y nivel de manipulación van a más cuando pone de nuevo a prueba al surfista plateado contra poderes aun más grandes y superiores que la fuerza cósmica, como son la burocracia y el desempleo. No, no es broma. La saga de Dynamo City (Silver Surfer Vol. 3 #40-43) nos devuelve ese Starlin ácido y contestatario con el que ya disfrutáramos en su serial publicado en Strange Tales, sólo que en esta ocasión Warlock le pasa el testigo a Norrin a la hora de darse cuenta de como la vida y las personas no son muy distintas aunque hablemos de alienígenas de la otra punta del universo, y es que no todo iban a ser debates filosóficos y existenciales “más grandes que la vida”; aunque tampoco hay que olvidar que el principal motivo de esta saga de marras es darle a Thanos cancha libre para sus verdaderos propósitos. De pronto, lo mismo Estela Plateada no resulta suficiente para frenar la amenaza y hay que echar mano también de los Titanes o de cierto exsaxofonista que, al igual que Thanos, retorna de la muerte para seguir con el cometido que le dió el mismísimo Kronos. Y es que estando Thanos de nuevo en el candelero era inevitable que estos personajes también cobraran importancia.

Dicha amenaza ya se torna grave e irreversible cuando descubrimos la manera en la que Thanos desea complacer a la Parca. A mayores ambiciones, mayores fuentes de poder. El Cubo Cósmico se quedará pequeño, pero no sucede igual con las Gemas-Alma que Thanos quiso usar en los setenta como arma aniquiladora en The Avengers Annual #7, con la diferencia de que ahora había descifrado la verdadera naturaleza de las seis piedras. A partir de este momento dichas gemas se diferenciarán claramente la una de la otra ejerciendo poder sobre los seis aspectos fundamentales del Infinito: Poder, Alma, Espacio, Tiempo, Mente y Realidad... Thanos había descubierto prácticamente la llave maestra de la Creación. Sólo tenía que juntar esos jugosos ingredientes para sus planes macabros.

¿Y dónde estaban las ahora llamadas Gemas del Infinito? Pues exactamente donde las dejara previamente Steve Englehart: Con los Primigenios después de que les saliera rana su intento de matar a Galactus con ellas. Así es como da comienzo la célebre The Thanos Quest, realizada por Jim Starlin, Ron Lim y John Beatty. Dividida en dos partes, esta miniserie publicada originalmente en formato prestigio nos ofrece una historia (o una disertación también) sobre el poder y su naturaleza. El poder como un medio para satisfacer los deseos de la Muerte y también como un fin para satisfacer los deseos de Thanos. El Titán Loco es incapaz de percibir el concepto de otra forma, lo que lleva al lector a darse cuenta de una disyuntiva que el protagonista no puede (o no quiere) ver cuando está convencido de que sus dos mayores anhelos pueden converger en uno solo gracias al poder de las gemas. Por ello, tendrá que vérselas con la fuerza cósmica del Intermediador, el gargantuesco Campeón, la furia natural del Jardinero, la velocidad del Corredor, el sibilino Coleccionista y el artero Gran Maestro. Todos ellos seres de inmenso poder y miles de millones de años de experiencia, capaces de haber puesto en jaque a los principales héroes de la Tierra e incluso al Universo en más de una ocasión.

Sueños y maquinaciones, juegos y premios... Así es como Starlin da título a los dos números que conforman The Thanos Quest. Muy adecuados ambos pues los Primigenios van a comprobar hasta donde es capaz Thanos de maquinar y jugar con tal de lograr el premio que hará realidad sus sueños. Unos sueños de muerte y nihilismo que amenazan a toda la realidad existente, y que no podrán ser aplacados por nada ni por nadie... salvo por el mismo Thanos.

En el apartado gráfico, The Thanos Quest destaca por ver a Ron Lim a un nivel muy por encima de lo que acostumbra, llegando a realizar una versión de Thanos tan icónica como la que nos legase el mismo Starlin en Captain Marvel. Los excelentes acabados de John Beatty, que superan por mucho los de Tom Christopher, entintador habitual de Lim en Silver Surfer, ayudan mucho en este aspecto. Todo ello, sumado al tratamiento que Starlin da a Thanos y a sus motivaciones, hace que estemos ante una obra de carácter personal y de muy alta calidad. Sin duda, The Thanos Quest es la joya de la corona del primer volumen de la Colección Jim Starlin, y todo un aliciente para que los viejos lectores se reencuentren con la moda cósmica y la segunda venida de Starlin que ya disfrutaran a principios de los noventa gracias a las ediciones de Comics Forum, o los nuevos se sumen a ella con el empujón de Marvel Studios, y de paso puedan entender mejor por qué en la sala de cine muchos nos hemos desatado como esos crios que eramos con ciertos guiños y escenas postcréditos. Thanos ha renacido, que tiemble el Universo.

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