MARVEL GOLD IRON MAN: CAPARAZÓN VACÍO
por Óscar Rosa Jiménez


Con este volumen, la editorial italiana prosigue con la recuperación de la cabecera de Iron Man durante la década de lo ochenta. El equipo creativo formado por Dennis O'Neil, Luke McDonnell y Steve Mitchell se consolida en una etapa que pretende ahondar en la parte más humana de Tony Stark, que acabará dejándose llevar por sus instintos más bajos. El guionista continúa la extensa trama en la que podremos ver la caída del empresario, el cual necesitará un sustituto tras caer de nuevo en las garras del alcohol. Esto provocará que bajo la armadura de hierro se encuentre uno de los secundarios de la colección, un hecho que quedaría reflejado en las portadas desde The Invincible Iron Man #173, en la parte final de este recopilatorio.

En un principio, la segunda crisis alcohólica del multimillonario y playboy puede parecer la reutilización de una serie de esquemas que habían funcionado en el pasado. No obstante, podríamos considerar la posibilidad de que la década de los ochenta ofreciera una mayor libertad a los autores para desarrollar una trama sobre un problema social que no ha pasado de moda. Hay quien afirma que la saga conocida como "El Demonio en una botella" ha perdido fuerza con el paso de los años. Aunque yo no lo creo del todo, sí es cierto que a pesar de que la historia está bien construida y su lectura sigue resultando amena, está carente de algunos de los aspectos más crudos de esta adicción. En esta ocasión, O'Neil invierte muchas páginas para desarrollar la situación que desembocará en la recaída de Tony. La extensión de la trama nos permite ver como poco a poco el personaje va perdiendo los nervios y apenas duerme, debido al constante acoso al que es sometido. Un enemigo en la sombra le obliga a jugar una partida de ajedrez mortal como Iron Man, mientras realiza una OPA hostil contra Industrias Stark en detrimento de su álter ego, estableciendo numerosas analogías con los movimientos del juego. De ese modo, ambas vidas están al borde del colapso en una situación en la que parece que su única salida es abrazar una botella. A cada paso se palpa la desesperación y la gota que colma el vaso llegará bajo la sinuosa figura de una mujer, otra de las debilidades de nuestro protagonista, consiguiendo que rompa el único asidero que le anclaba a la cordura, dejándose arrastrar hacia su propia destrucción. Quizá ha perdido el componente de originalidad, pero la evolución está mucho mejor desarrollada, consolidando la imagen de borracho empedernido a la que se suele asociar al personaje, y que tanto explotó Mark Millar en The Ultimates. Al guionista tampoco le tiembla el pulso a la hora de ofrecer una visión menos edulcorada de la decadencia propia de esta enfermedad, mostrándonos a un Tony Stark que realmente toca fondo. Ni nada ni nadie parece ser capaz de sacarle del pozo en el que ha caído.

En esta etapa, el retrato de los personajes es excelente y sobre ello se construye una serie regular con una sólida trama que se alarga en el tiempo. La esencia pura de Marvel invade cada número, en el que su última página nos deja inevitablemente enganchado a un problema que parece estar lejos de solucionarse. Teniendo en cuenta lo que sucedía en las colecciones coetáneas, y los nombres de los autores implicados, es lógico que el trabajo realizado por O'Neil y su equipo no tuviese mayor repercusión. Sin embargo, no deja de ser una apuesta que aboga por los elementos básicos que hicieron de Marvel lo que es hoy en día: la serialización de las tramas, el tratamiento y desarrollo de los personajes, la humanidad de sus protagonistas y, sobre todo, una lectura divertida que te deja con muchas ganas de saber cómo continúa ese drama constante en el que están sumergidos los personajes. Sin duda, no hablamos de tebeos más grandes que la vida, ni de una obra maestra indiscutible del género, pero sí tenemos un buen puñado de cómics realizados con mucho oficio para ofrecer una historia consistente y bien construida. Hoy en día no estoy muy seguro de que todos los guionistas tengan estos conceptos tan claros...

La caída de Tony Stark está ligada irremediablemente al nombre de un villano que se presentaba por primera vez en estas páginas: Obadiah Stane. Se trata de un empresario que pretende formar una organización de industriales europeos y asiáticos, liderados por él mismo, lo que le permitiría desafiar las leyes anti-trust, pudiendo así gobernar algunas naciones. Tony estaba en contra de esta coalición, la cual es el germen de sus problemas, y Stane sale a la luz para comenzar una ofensiva más agresiva mientras su contrincante se hunde en la bebida. Posiblemente estemos ante la creación de uno de los últimos enemigos más interesantes del vengador dorado, que contó con su versión en el universo cinemático de Marvel Studios de la mano de Jeff Bridges. Además de ser el único capaz de poner en jaque a Iron Man a través de su álter ego, aunque fuera de manera inconsciente. En estos primeros compases apenas se profundiza en el personaje, más allá de sus capacidades maquiavélicas para trazar planes de acción, focalizando su odio en Tony Stark. Los motivos serían revelados más adelante.

Por otro lado, en este escenario, tiene lugar la aparición especial del Hombre Máquina, la última aportación importante de Jack Kirby al Universo Marvel. Tras la conclusión de su serie regular, bajo la batuta de Tom DeFalco, Aaron Stack estaba vagabundeando por diferentes títulos de la Casa de las Ideas a la búsqueda de su lugar en el mundo. El entrañable personaje busca a Iron Man, porque piensa que tras la estructura metálica se encuentra un congénere suyo, en lugar de un humano. Sus intenciones son malinterpretadas y, en el estado que se encuentra el hombre bajo la armadura, la situación se precipita hacia el caos. A pesar de que las indagaciones de X-51 resultan inanes, tenemos el paradigma perfecto de universo cohesionado marca de la casa. Además de una divertida historia que sirve para ver como Stark se acerca cada vez más hacia el abismo de la bebida.

Dennis O'Neil continúa manteniendo un limitado grupo de secundarios que le permitan seguir desarrollando la evolución del protagonista en un entorno reconocible. De entre ellos destaca James Rhodes, piloto personal de Tony y su mejor amigo. Estamos ante uno de los personajes creados por el equipo formado por David Micheline, Bob Layton y John Romita Jr. durante su etapa en la colección, utilizando la retrocontinuidad para revelar una vieja amistad que se reanudaba tras largo tiempo. A partir de ese momento, el antiguo soldado se convertía en una pieza clave en la vida de Tony. Esto cobra mayor fuerza cuando es el elegido para conocer la verdadera identidad de Iron Man fuera del ámbito superheroico. Aunque el hecho de que se produzca en un momento de embriaguez y temiendo por su vida no se tenga demasiado en cuenta. El poder de esta información, unido a la lealtad que profesa a su amigo, le llevará a Rhodes a convertirse en el nuevo Iron Man, con todo lo que ello implica. Una vez más, el guionista realiza un gran trabajo en la evolución de un personaje, ya que iremos viendo como la nueva encarnación del vengador dorado debe aprender a manejar la armadura a la vez que se enfrenta a distintos villanos, internándose tímidamente en el mundo superheroico al que acabará íntimamente ligado mucho tiempo después como Máquina de Guerra.

Hasta el momento, Iron Man era el reflejo de la mente científica de Tony Stark, pero Rhodes es un soldado y no sabe nada de rayos repulsores ni de electrónica. Esto provoca que necesite de algo parecido a un ayudante, ya que la armadura no tiene libro de instrucciones y su creador no parece estar en condiciones de redactar uno. Por lo tanto, Jim forja una alianza por necesidad con Morley Erwin, cuya primera aparición tiene lugar en The Invincible Iron Man #169. Se trata de otro de los personajes de nuevo cuño, nacidos durante esta etapa. Morley hará todo lo que esté en su mano para desentrañar los misterios que encierra la armadura de Iron Man, de modo que su usuario pueda utilizar al máximo todas sus prestaciones, aunque este tenga que hacer un paréntesis en medio de un enfrentamiento para consultarle sus dudas. También conoceremos a Clytemnestra, su hermana, una brillante científica que se verá envuelta en la caótica vorágine que supondrá el inicio de la carrera superheroica de Rhodes, asumiendo la identidad de su amigo. Ambos serán de gran ayuda y servirán de complemento a un héroe que está en constante aprendizaje en muchos aspectos.

El primer villano al que tendrá que hacer frente este Iron Man 2.0 será Magma. Jonathan Darque es un ingeniero que dirigía su compañía minera usando maquinaria y métodos innovadores para extraer los tesoros enterrados en la Tierra de manera eficiente a la par que implacable. Al ayudar a atender las demandas energéticas que requería su país, se granjearía la oposición de muchos defensores del medio ambiente. Su amada esposa moriría en un accidente de coche al intentar esquivar a unos manifestantes en una de las excavaciones. Poco después, Darque se vería obligado a cesar sus operaciones permanentemente, un hecho que le enfurecería y por el que juraría vengarse de la sociedad. Asimismo, utilizaría sus creaciones para diseñar un traje y un armamento capaz de ejecutar su venganza bajo la identidad de Magma. Su primera aparición tendría lugar en Marvel Team-Up #110, donde Iron Man y Spiderman se unían contra él para detener los terremotos que estaba provocando en Manhattan. Un enemigo sin demasiada repercusión en la trayectoria del vengador dorado, ni en el Universo Marvel, que es utilizado por el autor para dar muestras tanto de la incapacidad de Tony como de la inexperiencia de Rhodes.

El segundo adversario de esta nueva encarnación de Iron Man es Bola de Trueno, un villano surgido en The Defenders #17. El doctor Elliot Franklin era un científico de talento que trabajaba para Empresas Richmond, hasta que el gerente de la compañía, Alfred Pennysworth, le robó la bomba gamma en la que Elliot trabajaba durante su tiempo libre, afirmando que pertenecía a la empresa. Cuando intentó recuperarla, fue detenido y encarcelado en la misma prisión donde estaba encerrado Dirk Garthwaite, más conocido como el Destructor. Más tarde, el Destructor se fugó de su encarcelamiento, liberando también a Franklin y a dos de sus compañeros de celda. Dirk recuperó la palanca mágica que le había robado a Loki y compartió sus poderes con sus compañeros prófugos para acabar formando con ellos la Brigada de Demolición. Portando una gigantesca bola unida a una cadena, Elliot Franklin adoptó el nombre de Bola de Trueno. Estamos ante una nueva ocasión de ver una confrontación entre la tecnología y la magia, en este caso de procedencia asgardiana. La combinación del poder crudo utilizado sin demasiada inteligencia contra la astucia de un inexperto Iron Man da como resultado un curioso combate en el que Clytemnestra Erwin jugará un papel primordial para desequilibrar la balanza. También es un buen momento para observar los progresos que va realizando Rhodes en el manejo de la armadura y sus innumerables posibilidades, formando parte de esa evolución constante a la que somete O'Neil a los personajes.

El siguiente oponente que se cruza en el camino de Jim es Tizón. Gary Gilbert es uno de los viejos conocidos de Iron Man y uno de sus enemigos recurrentes, aunque no siempre se encontraría la misma persona bajo el colorido disfraz. Debutó en el clásico The Invincible Iron Man #27, donde azuzó a la comunidad negra de Bay City contra la construcción de un centro comunitario. Frente a él se alzó Iron Man, que se opuso a los planes de Tizón en lo que sería el primer encuentro entre ambos. Estamos ante un revolucionario del sistema, capaz de matar inocentes si con ello manda el mensaje deseado al régimen preestablecido. En esta faceta reivindicativa hará todo lo posible por eliminar a Tony Stark y al Capitán América, principales exponentes de lo que él considera que son figuras significativas de un gobierno capitalista. Su manera radical de ver la vida le ofrece la oportunidad perfecta cuando un embriagado Tony entra en un abandonado edificio del Bowery, al cual prende fuego con todos los indigentes que se encuentran en su interior.

Cabe destacar el papel de Steve como amigo de Tony, en un intento de sacarlo del estado de decadencia en el que se encuentra. No obstante, ni siquiera la Leyenda Viviente puede evitar que deje los Vengadores. Es imposible ayudar a alguien que no quiere ser ayudado, algo que deja patente el personaje a lo largo de estos números de manera constante. Todos los que forman parte de la vida de Tony harán lo imposible por evitar que continúe en esa espiral de destrucción en la que se ha sumergido, quedando retratado a la perfección lo que supone intentar auxiliar a un alcohólico en sus momentos más difíciles. La ficción bajo un prisma de realidad en estado puro.

Pero la prueba de fuego más importante de la incipiente carrera de Rhodes llega cuando tiene que verse las caras con SHIELD. Aunque la historia presenta un claro esquema team-up, un enfrentamiento inicial y una alianza posterior, Nick Furia pone encima de la mesa uno de los temas que se convertirían en recurrentes en la colección con el paso del tiempo: la posibilidad de que la tecnología de Iron Man acabe en malas manos. Aunque Jim ha conseguido evitar que las viejas armaduras de Tony caigan en poder de Stane, al tirarlas al mar las convierte en el objetivo de la organización dirigida por Furia, que ya estuvo interesado en quitarle la empresa a Stark anteriormente. También servirá de reclamo a Krang, enemigo jurado de Namor, que pretende utilizar las armaduras para gobernar Atlantis. De ese modo, Rhodes se va consolidando como un Iron Man más seguro de sí mismo y se familiariza con otros rincones del Universo Marvel en su nuevo rol de héroe.

Gracias a este tomo podemos disfrutar de los primeros compases de Jim Rhodes portando una armadura metálica, bajo la dirección de Dennis O'Neil, durante una etapa que, a pesar de un comienzo dubitativo, se empieza a perfilar como una de esas a tener en cuenta a la hora de valorar la trayectoria del cabeza de lata. Posiblemente, no cuente con un componente excesivamente original pero sí que contiene los elementos propios de un clásico de calidad, capaz de hacernos disfrutar de la lectura. Esperamos que la continuación y el desenlace estén a la altura, porque aún nos queda un largo camino por recorrer. Crucemos los dedos para que Panini no nos deje a medias y podamos conocer la conclusión de la mala racha que atravesó Tony Stark a lo largo de la década de los ochenta. Así, podremos constatar que los ricos también lloran, aunque ahoguen las penas en el fondo de un vaso.


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