por Iñigo de Prada, con la colaboración de Felipe H. Navarro Lo que verdaderamente nos dolía, en 1991, no era tanto si el padre de Dama Mortal, Kenji Oyama, aparecía o no entre los científicos responsables de implantar el adamantium en los huesos de Lobezno, o que se omitiera el mecanismo eyector de las garras que habíamos visto en su esqueleto carbonizado en Días del Futuro Pasado, sino la grieta que representaba en el agonizante patriarcado mutante de Chris Claremont. Arma X era una obra eminente visual en un momento en el que los dibujantes estrella habían tomado ya el mando, pero faltaban meses para que nos diéramos cuenta con su salida. Y con la distancia que separaba entonces la edición española, lo que vimos cuando por fin llegó a nuestras manos la obra que se había atrevido a llevarle frontalmente la contraria, fue pasar simbólicamente el cadáver del guionista. Paradójicamente, hubo una época en la que Chris Claremont estuvo dispuesto a matar a Lobezno. Lo había heredado, junto al resto de la cosmopolita Nueva Patrulla-X, de manos de su cocreador, Len Wein. El dibujante Dave Cockrum lo tenía en el punto de mira, hasta que le reemplazó John Byrne, y quizá por compartir su nacionalidad canadiense, no sólo lo indultó sino que lo elevó a favorito del público. Poco quedaba del agente adolescente, con garras integradas en los guantes y aparentemente no retráctiles, ni pistas de que fuera mutante, que presentaran Wein y Herb Trimpe, con uniforme de John Romita, cuatro años atrás en The Incredible Hulk #180 USA (1974). El Universo Marvel y particularmente Logan son una creación colectiva. Comenzando por su sobrenombre, irónicamente el del monte más alto de Canadá, propuesto por Byrne. Pero fue Claremont, durante toda la década de los ochenta, quien construyó el gran misterio sobre su origen, en especial sobre el metal que cubría su esqueleto y creíamos entonces, ¡inocentes!, sobre cómo adquirió sus garras, que "BWS" se atrevió a desmontar. Correspondió a Larry Hama y Marc Silvestri, al frente paralelamente de la serie regular de Lobezno, desautorizar Arma X, incorporando sus personajes pero revelando que había sido un montaje, desdibujando aún más los recuerdos de Lobezno bajo capa tras capa de implantes de memoria (Wolverine vol. 2 #48-50 USA, 1992. Marvel Héroes: Lobezno de Larry Hama y Marc Silvestri). Aquellas suspicacias han quedado sin embargo enterradas en el pasado, y transcurrido un cuarto de siglo, Arma X se alza por el contrario como un elemento central del canon, ya no sólo de Lobezno, sino del conjunto del Universo Marvel, al vincularlo Grant Morrison al Proyecto Renacimiento del Capitán América (New X-Men #142-145 USA, 2003. Coleccionable New X-Men 6: Ataque a Arma Plus). Representa el eje central de la franquicia fílmica mutante, sirvió asimismo de base para la totalidad del Universo Ultimate y aún del Universo Cinemático, al aparecer también las siglas de Arma Plus y el doctor Reinstein (alias Abraham Erskine) en El Increíble Hulk. Actualmente leemos Arma X con la reverencia de un clásico literalmente único en su especie. Barry Windsor Smith se saltó todas las convenciones de lo que se supone que es un cómic Marvel, colando una obra de autor en pleno epicentro de la franquicia y el personaje a priori más representativos de la burbuja especulativa de la primera mitad de los noventa. Si bien, fue todo lo contrario al gran lanzamiento que cabría presuponer de semejante evento, una contraposición que está en la raíz de la inédita independencia de la que disfrutó durante su concepción, así como en su carácter de obra de transición entre dos épocas tan antitéticas, teniendo en cuenta que su desarrollo se demoró prácticamente dos años. BWS había regresado a Marvel en 1984, una década después de abandonar en lo más alto Conan el Bárbaro, para dedicarse a la ilustración. En esta segunda etapa realizó varios encargos puntuales, de los que destacaremos su primer encuentro con Lobezno en "Lobo herido" (The Uncanny X-Men #205 USA, 1986), en cuya asfixiante portada e intensos interiores podemos identificar el primer germen de lo que sería Arma X. De hecho, figuraba en los avances de 1986 en las revistas de la época alternándose con Arthur Adams como dibujantes regulares de Uncanny X-Men, pero a pesar del impacto del paso de ambos, ninguno pudo cumplir los plazos de entrega. La solución llegaría insospechadamente de la antología Marvel Comics Presents, una publicación quincenal compuesta por cuatro historias de ocho páginas por número, liderada por Lobezno como personaje fijo durante sus primeros 143 ejemplares. Servía principalmente como banco de pruebas para rodar nuevos artistas, como bien padecíamos por entonces los lectores españoles en las historias de complemento. BWS reconoce en la entrevista de Amazing Heroes que desconocía su existencia hasta que el editor Terry Kavanagh le presentó una historia, que rechazó, pero no así el formato: "el límite de las ocho páginas me planteaba el desafío como narrador gráfico de hacer algo que fuera contundente y denso, en lugar de las serpenteantes novelas gráficas". Se sentía razonablemente familiarizado con el personaje tras "Lobo herido", y le gustaba que "fuera un tipo bastante normal, al margen del esqueleto y las garras de adamantium, que no vuela ni cosas así". Consideró que Arma X podría ser un título elegante, tras encontrar ese alias en su ficha en el Official Handbook of the Marvel Universe, y preparó su propuesta por cuenta propia, según relataba en Marvel Age #135: "pensaba hacer una historia corta sobre Lobezno y dibujé un par de cómics. No me molesté en contárselo a nadie de Marvel. Se me ocurrió que querrían publicarlas y se las llevé al editor de Marvel Comics Presents." Fue Kavanagh quien convenció al Director Editorial, Tom DeFalco, inicialmente remiso a alojar semejante proyecto en una serie tan humilde, posiblemente más cuando BWS rechazó preparar con ellos su planteamiento, y sólo se comprometió a entregársela ya completa: "yo trabajo así. No me gusta lo de presentar un proyecto y decir '¿Os parece bien, puedo dibujarlo?' Si a ellos no les hubiera gustado -y podría haber pasado, al fin y al cabo se trata de Logan, un personaje importante-, no hubiera habido problema. Pero les gustó". Dicha autonomía puede explicar que los editores cejaran en su labor de control de la continuidad, pero no que no le facilitaran al menos la recapitulación del pasado de Lobezno que realizó en 1989 el enciclopedista Peter Sanderson, en Wolverine: Saga. La cuestión es que aquellas tres primeras historias eran autoconclusivas y no se preveía la ambición que finalmente adquirirían: "originalmente sólo iban a ser tres o cuatro, quizá cinco historias. Algo muy vago, no una historia donde desarrollas los personajes y cosas así, sino sólo la imaginería de Logan y el trasfondo de las operaciones y el adamantium. Cuando ya llevaba dos tercios del trabajo, todo empezó a moverse tan deprisa que el control se me fue de las manos. Yo suelo dejar que los personajes se comporten de forma natural, no me gusta forzarlos, así que lo dejé ir. Y entonces se convirtió en un serial con un continuará emocionante, y después otro. No lo planeé, pasó de forma natural". Lo que no deja de ser paradójico, teniendo en cuenta que la concisión era su objetivo inicial, pero no es ni mucho menos extraordinario en la obra de BWS, genial pero trufada de proyectos inacabados o directamente mutantes, que abandona y retoma intermitentemente a lo largo de los años. Dieciocho meses, en el caso de Arma X, con seis de parón entre medias por un grave accidente de tráfico. Lo que no debe poner en duda su dedicación, sino todo lo contrario, ocupándose del guión, lápiz, tinta y color en solitario, y hasta de las onomatopeyas, con la asistencia del rotulista Jim Novak, otorgando al conjunto una unidad narrativa absolutamente envolvente.
El control editorial llegó efectivamente con la obra ya terminada, en forma de autocensura. Probablemente para satisfacer los requerimientos del Comics Code, porque al mismo tiempo se recrea en una violencia mucho más extrema que el estándar marvelita, inclusive la línea Epic, que no se restringía por el sello de la Autoridad, véase el costillar abierto en canal de un centinela especialmente joven. Puede parecer por tanto contradictorio que se omitan los primeros planos de las garras emergiendo ya sea de los cuerpos de sus oponentes o de sus propias manos, pero se trata de una limitación típica del Código, que habitualmente conducía a que los ropajes de las víctimas de un ataque de arma blanca fueran sorprendentemente más resistentes que sus propios cuerpos, pero significativamente ajeno a las revistas en blanco y negro de Conan que dibujara Smithz hacía veinte años.
En algunos casos no fue BWS quien modificó el dibujo, sino que se ampliaron viñetas u ocultaron las garras emergentes o las salpicaduras sangre mediante la superposición de onomatopeyas, en una fase posterior del trabajo y sin avisarle. El autor lo descubrió en las pruebas de impresión, pero según su versión, le fue imposible localizar durante meses a Tom DeFalco.
Sí fue BWS quien añadió sombras y tecnología para ocultar la genitalidad de Logan, e incluso llegó a dibujarle el famoso e inconstante taparrabos en las propias oficinas de Marvel, apareciendo muy convenientemente en escenas en las que estaba manifiestamente desnudo. Con todo, la mayor violencia de Arma X no es física sino moral. Mezcla de slasher y torture porn, subvierte cualquier resto superheroico y reduce al futuro Lobezno a un moderno monstruo de Frankenstein, a la vez víctima y verdugo de un trío de científicos que tratan de domesticarlo, como si fuera un animal salvaje al que quieren convertir en un arma, a su manera aún más deshumanizados que él. El lector se mueve entre la repulsa y la fascinación, en un sobreestímulo constante con el que BWS manipula nuestra propia percepción tanto como la de Logan. Pese a un cierto exhibicionismo narrativo, que podrá alejar a una parte del público, acierta a dirigir toda nuestra confusión y nuestra rabia contra el villano, y nuestra piedad al supuesto monstruo, y eso es lo que la mantiene emocionalmente sincera por encima de cualquier virtuosismo estético o de mantener la trama dando vueltas sobre sí misma. El propio relato resulta de por sí deliberadamente ambiguo, sin necesidad de implantes ni decorados, aportando por cada respuesta una nueva pregunta. Hoy comprendemos, por ejemplo, de una manera completamente diferente a como concibió originalmente, porqué se acumuló el adamantium en las muñecas de Logan. Del mismo modo, quedó inconcreto qué tipo de organización respaldó Arma X o la fecha del experimento, y sobre todo quién es el misterioso interlocutor del Profesor y verdadera mente maestra del Proyecto. Lo que no sospechábamos al interpretar en su momento la historia como un desplante a Claremont, es que su identidad se mantuvo oculta tras coordinarse ambos autores, sembrándose incluso algunas pistas en paralelo a la escritura de la miniserie. El propio Claremont, cuando Lobezno captó un aroma en Arcángel que le retrotrajo inconscientemente un recuerdo de dolor, durante el cruce de la Patrulla-X y Factor X en "Inferno" (The Uncanny X-Men #242 USA, 1989); y después, cuando encontró un cráneo de adamantium en un misterioso laboratorio en la Tierra Salvaje, por mediación de Walt Simonson y Mike Mignola, en Aventura en la Jungla (Adventure in the jungle USA, 1990). Claremont no pudo culminar la revelación antes de abandonar la franquicia, pero BWS confirmó en el tributo a Lobezno de la revista Wizard, en 1996, que se trataba efectivamente de Apocalipsis. La puerta quedó abierta hasta que la cruzaron Jeph Loeb, Daniel Way y Rómulo, de 2007 a 2010, pero ésa es otra historia. Las ciento veinte páginas de las catorce entregas de Arma X en Marvel Comics Presents #72 a 84 USA (1991) se concibieron desde el principio para reeditarlas en un tomo recopilatorio, en el que Windsor Smith anunció que aprovecharía para incluir nuevos fragmentos que había descartado por no encajar, bien por exceso o por defecto, en el formato de capítulos de ocho páginas: "el libro tendrá un montón de material que no verás en Marvel Comic Presents. Termina igual, cuando leas la última viñeta, ése será el fin. Pero quiero añadir más material entre los capítulos. Por ejemplo, quiero mostrar un pequeño incidente que les ocurre a dos de los personajes y que les dota de mayor profundidad, pero sólo ocupará tres o cuatro páginas, y no podía hacer un capítulo de cuatro páginas. También quiero hacer un capítulo de diez páginas." Posteriormente, elevaría estas catorce páginas a entre treinta y cuarenta, "para desarrollar por completo la historia"... pero la definitiva recopilación de 1993 no incluyó ninguna página extra. Arma X marcó el final de la segunda etapa de BWS en Marvel, acabando 1991 como Director Creativo de Valiant, junto al anterior Director Editorial de la Casa de las Ideas, Jim Shooter. Al mismo tiempo se malograron su novela gráfica de Hulk, posteriormente rebautizada como The Monster y planificada durante un tiempo para el sello Vertigo de La Distinguida Competencia; y la tercera parte de "Muerte Viva", que tras pasar de la colección regular de la Patrulla-X a número unitario en formato prestigio, terminó reconvertida en la novela gráfica Adastra en África, en Fantagraphics en 1999, por lo que cabe especular con un desencuentro mayor con Marvel. Éste pareció remitir a comienzos de los 2000, cuando volvió a ilustrar algunas portadas para la Casa de las Ideas, e incluso revisitó Arma X para un injerto de cinco páginas en una historia de Frank Tieri sobre uno de los guardias supervivientes del Proyecto (Wolverine #166 USA, 2001), que tal vez se corresponda con uno de los interludios originales del recopilatorio, aunque con un nuevo entintado y coloreado, así como una trading card probablemente con el mismo origen, publicada en 2005. Todo parecía definitivamente reconducido cuando en 2006 anunció que estaba trabajando en una novela gráfica sobre La Cosa que se remontaría a su segunda etapa durante los años ochenta. Marvel le contactó para solicitarle materiales extra para el nuevo recopilatorio de Arma X en 2007, refiriendo en su página web disponer del equivalente a cincuenta nuevas páginas entre bocetos y descartes, incluyendo un nuevo final alternativo. Desgraciadamente, el autor y la editorial volvieron a distanciarse a causa del cambio de papel de pulpa barato de Marvel Comics Presents para el que fue concebido su color originalmente, al satinado y mucho menos absorbente de las recopilaciones. Según su versión, BWS se ofreció para ajustar consecuentemente el color, pero no llegaron a un acuerdo y el resultado son unos negros mucho más nítidos y definidos pero unos colores demasiado brillantes y saturados... y ningún nuevo extra más que las cinco páginas de 2001, además de negarse a firmarlo en las convenciones.
Cómics Fórum editó en 1992 las catorce entregas de Arma X en Marvel Cómics Presents repartidas en cinco grapas de 32 páginas, complementadas de la segunda a la cuarta con "Lobo herido", y la recopiló en 1994 dentro de la colección Obras Maestras. Panini Cómics la ha reeditado en dos ocasiones, en su línea Best of Marvel Essential en 2008 y en 100 % Marvel HC en 2017, con motivo del estreno cinematográfico de Logan. Estas dos últimas ediciones, así como el Trade Paperback y el Omnibus americanos de 2009, reproducen fielmente los mismos materiales del Hardcover de 2007. A la espera de una edición verdaderamente definitiva, pendiente de un acuerdo que posiblemente nunca llegue, constituyen la mejor edición disponible de una obra mucho mayor de lo que se valoró en su época, polémica, compleja e imperfecta, pero más vigente cada día.
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