“EL CAPITÁN AMÉRI... ¿QUIÉN?” (III)
por Victor Dolz


En octubre de 1944 ocurrió algo inaudito para la serie del millón de copias, como podríamos bautizar a Captain America Comics visto lo visto. A partir de ese mes, la colección (que andaba por su número cuarenta y dos) pasó a tener una cadencia bimestral, que en el mundo del cómic es un claro aviso de peligro, con el fantasma de la cancelación en el horizonte.

"Renovarse o morir" es la consigna en estos casos. Y con los nazis ya pasados de moda, el Capitán América y Bucky se convirtieron en unos luchadores contra el crimen corrientes y molientes. Rateros, mafiosos y ladrones, amén de los ya característicos supervillanos, pasaban a ser las nuevas víctimas de las atenciones del Capi.

En lo que respecta al equipo creativo, nos encontramos en una época de cuyos datos nunca hay que fiarse. La mayoría de historias no estaban firmadas y ha sido tarea de numerosos expertos tratar de dilucidar quien se encargaba de tal o cual número. Para simplificar, diremos que a grandes rasgos el gran encargado de los lápices en esta época era Vince Alacia, que se unía al club de comenzar como entintador para verse reconvertido en dibujante.


Por supuesto, no bastaba con cambiar a los enemigos. El propio personaje protagonista necesitaba un lavado de cara.

Así, aprovechando un relato en el que se rememora el origen del personaje (una práctica muy habitual de Stan Lee en la futura Edad de Plata), se deja a un lado su identidad civil de soldado, algo que ya no tiene sentido. Y Steve Rogers es reconvertido en profesor.

Vale la pena mencionar en este punto a Steve Englehart, autor icónico del personaje que en los años 70 aprovechó todas estas circunstancias para contarnos una de sus mayores historias y hacernos saber que este Capi del que estamos hablando ahora no es el mismo que hemos estado tratando hasta este punto. Pero amigos, eso nosotros aún no lo "sabemos" y el bueno de Englehart por aquel entonces se dedicaba a gatear en pañales por Indiana, así que seguiremos a lo nuestro.

Contrastando con este punto y aparte en la serie para hacerle un lavado de cara, en 1947 llegaron aires un poco más clásicos. Syd Shores, tras haber servido a la patria, resultar herido por ello y supervisar durante un tiempo el trabajo de los distintos dibujantes, volvió a empuñar el lápiz para convertirse en el artista principal.

No me resisto a recopilar nuevamente a algunos de los exóticos villanos creados en esta serie, los cuales creo que superan a los que ideó Kirby... al menos en extravagancia.


Tenemos al elegante limpiador de ventanas reconvertido en ladrón disfrazado de mosca...


A un maníaco con aspecto de loro...


O a este tipo, llamado el Acróbata, del cual me faltan palabras para definirle...


Pero volvamos a ponernos un poco más serios. Y es que la ocasión lo requiere, porque nos encontramos ya en lo que supondrían los últimos estertores de una serie que no había fallado a su cita en los últimos siete años. La lenta agonía antes del final.

En su número sesenta y seis, con fecha de portada de abril de 1948, se da un tremendo golpe de efecto que no hace más que evidenciar que la serie ya no iba a conseguir ser nunca más lo que fue. No si se requiere algo así. Bucky recibe un disparo por parte de una villana y se ve obligado a abandonar sus actividades heroicas. El eterno compañero desaparece de escena.


Su sustituta no fue otra que Betsy Ross, rebautizada bajo la identidad superheroica de Chica Dorada. Hasta ese momento, Betsy no había sido más que la eterna enamorada del héroe, demasiado cegada para comprender la doble identidad de su amado. Por suerte todo eso cambia y ambos comienzan a ser pareja tanto romántica como de aventuras. Aunque hay que reconocer que el recurso es inquietante, con tanto héroe suelto con el que podría haber colaborado en vez de recurrir a su novia.

Betsy es de los pocos personajes importantes relacionados con el Capitán América que no ha sido rescatada del olvido de manera prominente por ningún guionista, lo cual es una verdadera pena viendo el gran protagonismo que tuvo durante este breve período de tiempo.


Breve período porque esto tampoco funcionó. El declive de los cómics de superhéroes era un hecho, y eso que todavía no se había publicado la infame obra del Dr. Wertham "La Seducción del Inocente". Con fecha de portada de octubre de 1949, y enfrentándose por última vez a Cráneo Rojo, las aventuras del Capitán América llegaban a su fin en su número setenta y cuatro. El mes siguiente apareció un nuevo número. La serie se llamaba igual, pero el Capi ni aparecía ni se le esperaba. Se acabó.

Nos trasladamos ahora a 1953. El Capitán América lleva cuatro años sin aparecer en los cómics de Timely. Y como él, muchos de sus héroes más emblemáticos. La mayoría de publicaciones corresponden a cómics románticos, bélicos o westerns. Los superpoderes ya no tienen hueco en una editorial que ya ni siquiera se llama Timely, sino Atlas.

¿O tal vez sí? Puede que los nazis ya no fueran una amenaza creíble. Pero ahora el pueblo estadounidense tenía nuevos miedos, un nuevo enemigo. Si los superhéroes habían "ayudado" a combatir a las fuerzas de Hitler, ¿no podrían hacer lo mismo con la naciente amenaza comunista?


Esa fue la conclusión a la que debieron llegar desde la editorial para decidir convertir Young Men, una colección dedicada a historias románticas primero y a bélicas después, en el nuevo hogar de sus viejos héroes. Así, en su número veinticuatro, con fecha de portada de diciembre de 1953, el Capitán América volvía a la palestra.


Y no lo hizo solo. Le acompañaban un recuperado Bucky, sin haber rastro de Chica Dorada, y un Cráneo Rojo cuyo nombre adoptaba más sentido que nunca al verse reconvertido en la mayor amenaza comunista conocida.

El encargado de ilustrar estas nuevas aventuras del Capi, que se prolongaron durante los siguientes números hasta la cancelación de la serie en su número veintiocho, no fue otro que John Romita Sr. (1930). Un artista al que no tardaremos en ver en este proyecto de reseñas y que aquí hacía sus primeros pinitos en el mundo de los superhéroes, con un estilo bastante alejado del que mostraría apenas una década más tarde.

Inmediatamente tras la cancelación de Young Allies, tanto Namor como la Antorcha Humana y el propio Capi regresaron de manera triunfal a protagonizar títulos individuales. Debido a la celeridad del proceso y a la desafortunadamente corta trayectoria de dichas series, me temo que no se puede decir que todo esto fuera consecuencia de un éxito de ventas, sino simplemente una maniobra comercial preconcebida y de la que nadie estaba seguro de si funcionaría.


Lamentablemente, no fue el caso y las aventuras del Capitán América y Bucky contra los comunistas apenas duraron tres entregas, las comprendidas entre Captain America Comics #76-78, con fechas de portada de mayo, julio y septiembre de 1954.

Tras aquel número setenta y ocho, en el que aparecía un agente comunista convertido en una dinamo eléctrica, el Capitán América desapareció de los kioscos total e indefinidamente. No sería hasta 1963, cuando el Acróbata decidió hacerse pasar por él para enfrentarse a la Antorcha Humana en una historia que pudimos ver reseñada aquí, que el personaje volvió a la palestra.

Namor y, en cierta manera, la Antorcha Humana lo habían logrado. ¿Por qué no probar suerte con un retorno a lo grande del Capi?

A modo de epílogo, no hay que olvidar que el Capitán América es uno de esos héroes que ya bien temprano lograron traspasar las viñetas y hacerse un hueco en el mundo del celuloide.


"Captain America" fue un serial de 15 partes protagonizado por Dick Purcell que se estrenó en los cines en 1944. Se trataba de una producción en blanco y negro de la compañía Republic, que en los últimos años se había especializado en este tipo de productos, como el serial protagonizado por el Capitán Marvel (Shazam).

La única y principal pega es que cualquier parecido del Capitán América del cómic con el de esta cinta es mera coincidencia más allá del traje. No hay ningún nazi a la vista, Bucky no existe, su única arma es una pistola y su identidad secreta es la de Grant Gardner, abogado.


Al parecer no se trata simplemente de una adaptación muy libre, sino que el serial estaba originalmente pensado para otro personaje y no fue hasta el último momento cuando se decidió que lo protagonizara el Capi.

Sea como sea, es una demostración más de la fama del personaje. Y es que no era necesario ser lector de tebeos para conocerle... aunque sea de una manera tan singular.

En abril de 1964 el Capitán América volvió. Y seguro que la expectación no era ni mucho menos poca. Ya fuera por parte de aquel que le conoció en los 40 bajo la batuta de Simon y Kirby como reclamo propagandístico o la de aquel que se encontró con él tan solo unos años antes como luchador incansable contra el comunismo. Distintos puntos de vista, pero un mismo personaje.

Lo único seguro es que a la vista del trabajo que estaban realizando Lee, Kirby, Ditko y compañía, el personaje no iba a ser el mismo que antes. Y estamos a punto de verlo.



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