STEVE DITKO: EL PRÍNCIPE EXTRAÑO
por Ángelus


"Prefiero que sea sólo mi trabajo el que hable por mí"


El autor de estas palabras es Stephen J. Ditko, más conocido como Steve Ditko, sin lugar a dudas uno de los artistas imprescindibles de la historia del cómic.

Nacido en Johnstown (Pennsylvania) el 2 de noviembre de 1927, se dice que el amor por el cómic le viene gracias a la afición de su padre por las tiras de prensa, en especial las dominicales que incluían, por ejemplo, El Príncipe Valiente de Harold Foster.

Como otros tantos jóvenes de su generación, Ditko se alistó en el ejército y fue enviado a la Alemania en 1945, con la Segunda Guerra Mundial recién finalizada. Al volver a Estados Unidos, Ditko se matriculó en la Cartoonist and Illustrators School de Nueva York, donde impartía clases uno de sus ídolos, Jerry Robinson, el artista que dibujase a Batman tras Bob Kane. Se dice que en esa etapa de formación se produjo un primer encuentro con Stan Lee, que tuvo la oportunidad de ver sus progresos.

Ditko, al contrario de lo que podemos ver en muchos de los artistas actuales, no sólo se esforzó por pulir lo que ya sabía sobre figura humana, si no que se empeñó en fortalecer sus puntos débiles, las partes más "mecánicas" del oficio como la construcción de fondos con edificios y otros elementos. A día de hoy es algo que puede darse por descontado, pero las nuevas tecnologías facilitan tanto el acceso a ese tipo de imágenes que son muchos los que directamente obvian ese esfuerzo e incluso, lamentablemente, fusilan fotografías incluso para la construcción de la figura humana.

Su primer trabajo profesional se publica en la revista Prizens Black Magik #27 (1953). Durante dos años dibuja relatos cortos de terror y fantasía para pequeñas editoriales. En 1956 se convierte en uno de los ilustradores de la editorial Charlton, participando en series como The Thing, Space Adventures y la creación del Capitán Átomo. En 1960, sin dejar su trabajo en Charlton, Ditko inicia su colaboración en Marvel como ayudante de Jack Kirby, Bill Everett y Don Heck.

Dos años más tarde se produce el debut de Spiderman en el famoso Amazing Fantasy #15. Poco o nada puedo añadir que no se haya explicado ya sobre la creación del personaje, el diseño fallido de Kirby que, sin embargo, sería el encargado de diseñar su portada entintada por Ditko.

La cantidad de personajes a los que dio vida en esa época y que prácticamente han llegado inalterables o con modificaciones mínimas hasta nuestros días, nos hablan mucho y muy bien de su trabajo. El diseño de los villanos del Trepamuros, a mí personalmente, me parece que no tiene nada que envidiar en calidad al de un Batman que probablemente sea el personaje del género con la galería de enemigos más completa.

Aún así no todo es tan ideal como parece, especialmente cuando sometemos esos números de Ditko a la mirada del lector moderno y que por circunstancias haya conocido al personaje a través del arte de los Romita o Kane. Estéticamente no se puede competir en belleza formal con esos autores, pero tampoco es algo que Ditko busque, ni siquiera de forma tangencial. Entre sus referentes citaba antes a Foster, como Velázquez influyó a Goya, a quien nadie discute un lugar entre los grandes de la pintura, por poner un ejemplo.

Su Spiderman se ciñe, y especialmente su Peter Parker, a una visión naturalista de la vida con una angustia interior que, en ocasiones, se hace demasiado evidente, pero que en mi opinión no le resta un ápice de valor a su obra. Es evidente que las contribuciones de autores posteriores le darían a la serie un carácter más fresco y juvenil, ayudándola a crecer hasta convertir a Spiderman en el emblema de la editorial, pero creo firmemente que el camino emprendido por Ditko, con los guiones apropiados, habría tenido un resultado similar.

Afortunadamente, su colaboración con Marvel no se limitó únicamente al Trepamuros, si no que nos regaló al Doctor Extraño. Ahora que el personaje está cerca de estrenar su propia adaptación cinematográfica y que se aprovecha el momento para recopilar la etapa de Ditko con él, me parece el momento oportuno para recomendar encarecidamente que os acerquéis a esa lectura (con independencia el formato), que a mí me parece su gran obra maestra en la editorial marvelita.

Si en el anterior artículo que realicé sobre Kirby alababa su imaginación para lo cósmico y lo mecánico, en esta ocasión es de recibo hacer lo mismo con la capacidad de Ditko para plasmar lo místico. Es de sobra conocida las preferencias del autor por lo mágico y la psicodelia, pero una cosa es el gusto y otra muy distinta saber llevarlo a cabo. El empeño de sus años de formación, la autocrítica constante y la versatilidad lograda trabajando en los géneros del terror y la ciencia ficción, entre otros, ponen a su servicio una cantidad de recursos prácticamente ilimitada.

Cuando la mano dibuja lo que la cabeza dicta y no al revés, se puede considerar que se ha alcanzado cierto grado de maestría. En esta serie asistimos a un apartado gráfico en el que el autor puede liberarse totalmente sin que ello sea una justificación para el "todo vale", no en vano, Ditko se documentó ampliamente para la realización de estos números.

Del surrealismo al arte lisérgico (psicodélico) de la época, sin abandonar el feísmo que ya luciera en Spiderman y habiendo abrazado ya el Objetivismo de Ayn Rand, al autor se le nota muy cómodo con el personaje. La "casualidad" quiso que el nombre del mago coincida con el de Stephen Ditko. Incluso creo que aunque las circunstancias sean muy diferentes, la tuberculosis sufrida en 1955 le hace situarse muy cerca de un Extraño que se siente vivo gracias a sus manos.

Por desgracia, Ditko también tendría serias desavenencias con Stan Lee y abandonaría la editorial y sus diferencias, sobre todo en lo relativo a Spiderman pasarán a la historia de las partes más oscuras de la industria.

Regresaría de forma puntual a realizar proyectos para Marvel en los ochenta, pero ya no volvería a dibujar a dos de sus mayores creaciones. Indiana Jones, Micronautas, Marvel Spotlight, Daredevil, Rom o las creación de personajes como Speedball o la Chica Ardilla se convirtieron en trabajos donde la pasión de antaño apenas era perceptible.

Tras abandonar Marvel por primera vez, Ditko trabajó para distintas editoriales como Charlton, Warren o DC. En ellas, siguió dando luz a nuevos personajes como Halcón y Paloma, The Creeper, Blue Beetle, Question y Mister A, que conectaban directamente con su afiliación al Objetivismo.

Por desgracia para los aficionados, Steve Ditko es uno de los autores más herméticos del medio y siempre se ha mostrado reacio a conceder entrevistas. Quizás hubieran ayudado al gran público a comprender mejor partes de su trabajo que puedan resultar desconocidas para quienes no se dedican al oficio. Obviamente, su postura debe ser respetada y nos queda más que seguir su invitación a sumergirnos en sus trabajos y juzgar por nosotros mismos el valor de su obra.


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