Como hemos visto en esta sección, algunos de los momentos importantes del Universo Marvel estaban precedidos de algún acontecimiento ocurrido en su competidora más directa. Desde la propia génesis de universo de ficción cohesionado que conocemos hoy, pasando por el origen de Los Vengadores, hasta el inicio de los eventos. Precisamente, los crossovers van a ser los protagonistas, ya que hoy hablaremos de...

CUANDO CHOCAN DOS UNIVERSOS
por Óscar Rosa Jimenez


En 1976, tuvo lugar todo un acontecimiento dentro del género de los superhéroes. Marvel y DC se unen en un proyecto, que supone un éxito comercial y el sueño más deseado de muchos fans: dos de sus personajes protagonizan un team-up, marcando un hito dentro de la industria, ya que, por primera vez, los dos universos de ficción más importantes del cómic americano interactúan en una misma historia. Como curiosidad, debo decir, que ambas editoriales ya habían colaborado anteriormente. Concretamente, en la producción de una adaptación del Mago de Oz con la colaboración de la Metro Goldwyn Mayer. Un especial de 84 páginas realizado por autores tales como Roy Thomas, John Buscema y Tony DeZúñiga, entre otros. Cabe destacar la portada realizada por John Romita, o los pin-ups de Marie Severin, Ed Hannigan o el propio Romita, entre los diferentes extras que se incluyeron en esta histórica colaboración. Todo esto acontecía justo un año antes, en 1975.

Un agente literario llamado David Obst, representante de Bob Woodward y Carl Bernstein, les propone una, a priori, arriesgada propuesta a Stan Lee y a Carmine Infantino, los máximos responsables editoriales de Marvel y DC en aquella época. La propuesta consiste en unir a ambas editoriales para publicar el mayor team-up de todos los tiempos. Que conste que no lo digo yo, sino que son palabras del propio David Obst, que parecía tener cierta visión de futuro en cuanto a la importancia del proyecto. Y hay que decir que, al menos comercialmente, estamos ante un éxito rotundo, en cuanto a calidad, ya hablaré de ello cuando llegue el momento.

Como iba diciendo, nuestro humilde agente literario y protagonista de hoy plantea la idea de reunir a Spiderman y Superman en una historia que sea recordada como la Batalla del Siglo, el Choque de Titanes, el Enfrentamiento Inimaginable... En definitiva, una historia más grande que la vida. Desde luego, no le faltaba elocuencia a David Obst, lo cual no le vino nada mal, porque lo que parecía un obstáculo insalvable, acabó siendo un acuerdo satisfactorio para ambas editoriales, calando bastante bien en los dirigentes de las mismas y así comenzó a fraguarse el proyecto. De esa forma, los dos buques insignia de cada editorial protagonizarían el primer crossover oficial entre Marvel y DC. El resto, como suele decirse, ya es historia…

Hoy podemos ver este acuerdo comercial como una mera anécdota, sin embargo, en la década de los setenta fue lo que podríamos denominar una bomba mediática. Asimismo estamos ante un sueño hecho realidad para los seguidores de ambos universos y, por qué no decirlo, para los propios autores implicados. Tanto es así que en Justice League of America #103, escrito por Len Wein y dibujado por Dick Dillin, asistimos a una fiesta de Halloween en Rutland, Vermont, en la que la Liga de la Justicia se enfrenta a una fuerza intergaláctica que posee a varios asistentes a la celebración de esta efeméride, los cuales están disfrazados de Thor, Spiderman y el Capitán América, respectivamente. Aunque, obviamente, se omite este dato, a pesar de la evidencia. Pero la cosa no queda ahí, ya que la fiesta organizada por Tom Fagan, disfrazado de Halcón Nocturno, parece que tuvo cierto éxito y Steve Englehart decide continuarla en Amazing Adventures Vol. 2 #16, donde la Bestia irrumpe enfrentándose al Juggernaut. Gerry Conway no podía ser menos y continua la historia en The Mighty Thor #207, para culminar esta "trilogía" del Universo Marvel en Marvel Feature #2, un número protagonizado por Los Defensores, por obra y gracia de Roy Thomas.

Pero este crossover, por llamarlo de alguna manera, cuenta con otra curiosidad: la presencia de los autores que lo escribieron. De esa forma, Steve Englehart, Gerry Conway, Len Wein, junto a su mujer Glynis Wein, y Roy Thomas, también con su esposa Jean Thomas, son un elemento más de la historia. De este modo, se pretende constatar que incluso en la más terrorífica noche del calendario, los amantes a los superhéroes eligen sus disfraces acorde con sus pasiones. Bueno, también queda claro que había llegado una nueva generación de autores a Marvel, los cuales aportaban ideas tan frescas como atrevidas. De todas formas, tengo que revelar que la primera aparición de Rutland y su fantástica fiesta de Halloween, a la que a todos nos gustaría asistir, tuvo una aparición anterior a todo esto. Una vez más, Roy Thomas es la pieza clave de todo lo que se cuece en el Universo Marvel de la época, ya que nos presenta al jovial Tom Fagan, y su fantástica celebración, en The Avengers #83. En compañía de su mujer, Roy Thomas asiste al desfile de Rutland. Se ve que lo pasó bien, porque años después se llevaría a sus amigos y esta simple anécdota fue el germen de la ruptura entre las barreras imaginarias de dos universos de ficción.

Aunque soy consciente que me estoy desviando un poco del tema que nos ocupa hoy, no puedo resistir la tentación de comentaros otra historia que muestra las ganas que había de que los personajes de Marvel y DC compartiesen cartel. Como no podía ser de otra forma, Roy Thomas es el artífice de ello. En The Avengers #85, en plena etapa del autor con Los Vengadores y con el fenomenal apoyo artístico de John Buscema, el autor nos presenta al Escuadrón Supremo. Estamos ante un claro homenaje a La Liga de la Justicia, uno de los grupos favoritos de Thomas, unido a uno de sus mayores deseos: ver en una misma historia interactuar a los dos grandes grupos de ambas editoriales. Posteriormente, sus deseos se harían realidad, pero ya no participaría en él. También debo decir que el concepto se arraigó tanto en el Universo Marvel que los personajes acabaron siendo recurrentes. Incluso alguno de sus integrantes cambiaría de bando, como ya hemos visto en esta sección. Pero, sin duda alguna, quien más provecho supo sacar de esta idea fue Mark Gruenwald, que realiza una maxiserie, titulada Squadron Supreme (Marvel Gold Escuadrón Supremo), la cual supone una ruptura en el género con lo preestablecido. Una obra que muchos consideran el Watchmen de Marvel. Y es que no solo fue anterior, sino que puede situarse perfectamente a la altura de la obra de Alan Moore, a pesar de que no sea tan conocida, ni cosechara tanto éxito.

Una vez situados en contexto y continuando con nuestra historia inicial, debemos decir que David Obst primero puso sobre la mesa la posibilidad de que el proyecto fuese llevado a la gran pantalla. Incluso estaba presente la mismísima Warner Bros, sin embargo, en aquellos momentos, se encontraba en plena producción la película dirigida por Richard Donner, mientras que Spiderman protagonizaba una serie de films para la televisión. De esa forma, la premisa original cambiaba de medio, por lo tanto, llegaba la hora de elegir a los autores que llevaran a cabo tan difícil tarea.

Asesorados por Roy Thomas, Julius Schwartz, Marv Wolfman y E. Nelson Bridwel, desde todas las partes implicadas, el elegido es Gerry Conway. Su elección, en un principio, puede chocar un poco. No por la calidad de su trabajo, ni por su merecida fama de asesino múltiple en Marvel, sino porque estamos ante un autor sumamente joven para un proyecto de esta envergadura. No obstante, a pesar de sus 23 años, Conway escribía cómics desde los 15 años. Sus trabajos se habían publicado en Marvel, DC y Warren, y, además, conocía bien a los protagonistas, ya que, previamente, había escrito historias de ambos. Por lo tanto, parece que la decisión estaba basada en el conocimiento del entorno de los dos iconos, algo nada desdeñable. En esta aventura, Conway está acompañado de los lápices de Ross Andru, entintado por Dick Giordano, con una experiencia similar a la del guionista. Sin embargo, la parte artística incluía la colaboración de Neal Adams, encargado de retocar algunas figuras del Hombre de Acero; John Romita, que hace lo propio con algunas caras, sobre todo con la de Peter Parker; junto a Terry Austin y Bob Wiacek, que se encargan de mejorar los fondos. Todo un plantel de lujo para que el aficionado no se sienta defraudado.

La siguiente elección atañe al formato. Como hemos ido viendo, el proyecto, desde sus inicios, estaba impregnado de grandilocuencia y espectacularidad por el mismo promotor de la idea, por lo tanto, no me extraña nada que al trasladar el concepto al papel se siga reflejando la grandeza del evento. De ese modo, tenemos un álbum gigante, 34x26 centímetros, que permite recoger toda la magnitud del momento. Esto es toda una novedad para la época, podríamos decir que estamos ante el germen de lo que muchos años después sería el formato Absolute, muy utilizado por DC en sus recopilaciones. Por si fuera poco, la historia se extiende a lo largo de 100 páginas. En definitiva, un proyecto en el que todo toma unas dimensiones mayores de lo habitual, prácticamente en todos los sentidos.

En España, tuvimos una edición de esta historia gracias a Zinco, que respetó en todo momento la idea original. Un tomo que, a día de hoy, es una joya muy cotizada, al menos por su valor histórico, y que, además, cuenta con la traducción de Miguel G. Saavedra, un polifacético autor español con un importante papel en la trayectoria editorial de los cómics en nuestro país. Actualmente, tenemos la suerte de leerlo en su sección "Comic-Books!" en sus colaboraciones con Panini, que recientemente se está publicando en nuestra web hermana, Universo Marvel. Posteriormente, Forum publicó esta historia en el recopilatorio Clásicos Marvel/DC, en esta ocasión, a tamaño comic-book normal. Sinceramente, yo me quedo con la edición de Zinco, porque es la mejor forma de trasladarnos a la esencia original de este acontecimiento histórico. El problema con este tipo de tebeos es siempre el mismo: los derechos. La verdad, es que desconozco quien los tiene ahora, aunque la propia Marvel ha sacado un recopilatorio con todos los cruces con DC hace relativamente pocos años, pero parece que, de un tiempo a esta parte, no hay demasiado interés por las editoriales en recuperar este tipo de historias, a pesar de que tanto los eventos como los crossover siguen estando de moda.

Después de todo este rollo histórico, os estaréis preguntando ¿y la historia que tal? Está claro que como acontecimiento mediático tiene su valor en la industria del cómic, pero la gran pregunta es ¿se culminó el proyecto con una historia impresionante? Soy incapaz de dar un simple sí o un simple no, ya que la historia tiene su encanto. Hay cosas positivas y negativas, por lo que creo que lo justo es analizarlo todo, de forma que podáis juzgar vosotros mismos…

En el apartado gráfico tenemos a un Ross Andru bastante efectivo. De los muchos autores que podían haber ejecutado este trabajo, Ross Andru es de los que sin ser un mal dibujante, no llega a la talla de genios como Romita o Buscema. No obstante, a mí me parece que hace un trabajo muy bueno. Consigue darle un sentido al aumento del tamaño de la página y realiza muchas splash pages realmente alucinantes. También es cierto que tuvo mucha ayuda, pero es normal en un proyecto de estas características. Otro detalle importante es la narrativa que tiene este tebeo, donde las grandes viñetas facilitan composiciones arriesgadas y muy efectivas. Sinceramente, no esperaría esas dosis de espectacularidad en un tebeo dibujado por Ross Andru, a pesar de ello, aquí podemos disfrutar de cierta grandiosidad. En contraposición, el aumento de tamaño ayuda a percibir mucho mejor las irregularidades en los rostros, a pesar de la ayuda de Romita, o la rigidez de algunas posturas. De todas formas, y en líneas generales, me parece un trabajo bastante bueno y muy disfrutable visualmente.

La historia en sí es bastante simple, pero a la vez muy efectiva. Conway utiliza un esquema de libro, en el que consigue repartir equitativamente el protagonismo de ambos personajes, consiguiendo transmitir perfectamente esa sensación de team-up que se pretendía inicialmente. La historia se inicia en Metropolis, donde Superman detiene a Lex Luthor. Tras un pequeño interludio que nos pone al tanto del origen del Hombre del Mañana, nos trasladamos a Nueva York. Allí, nuestro amistoso vecino Spiderman frustra un robo orquestado por el Doctor Octopus. Esto nos lleva a otro interludio que narra el origen de Spiderman para, a continuación, trasladarnos a una prisión de máxima seguridad en la que acaban coincidiendo ambos villanos. Lex Luthor prepara una fuga y plantea una alianza con Otto. Finalmente, tenemos el último interludio para contarnos el origen de los villanos de la historia. Como podemos ver, la principal característica de esta historia es su esquematización. Esto no implica que sea mala, aunque si conlleva cierta abundancia de tópicos. A pesar de ello, de principio a fin, consigue la premisa principal de cualquier tebeo: entretener. Y es que no podemos decir, en ningún momento, que estamos ante una historia aburrida, porque no es el caso. Pero sí estamos ante la simplicidad en su máximo exponente.

En estos primeros compases, se establece que ambos personajes viven en el mismo universo. Esto fue uno de las cuestiones más criticadas de la historia. Todos sabemos que la continuidad es uno de los aspectos más importantes de Marvel; de DC algo menos, por decirlo suavemente, aunque este nos el sitio para extenderse sobre ello. Sea como sea, Conway opta por utilizar este recurso que, de alguna forma, deja a la historia fuera de la cronología oficial de los personajes, aunque en el primer número de la colección What If…? el propio Vigilante comenta algo sobre un encuentro anterior entre Spiderman y un alienígena de coloridos ropajes, el cual no tiene claro donde ubicarlo. Sea como sea, este recurso propicia que los villanos se encuentren en la cárcel y que la pareja formada por Lois Lane y Clark Kent conozca a Peter Parker y Mary Jane Watson durante una convención de prensa mundial. Así, el autor utiliza dicho escenario para que los villanos secuestren a las acompañantes femeninas de los protagonistas, lo cual crea tal confusión que Spiderman y Superman acaban enfrentados en un lucha en la que Lex Luthor se encarga de igualar las fuerzas.

Soy consciente de que me repito un poco, pero como podéis ver, tenemos una sucesión de tópicos, pese a que la historia es puro divertimento. Tras aclarar el malentendido, ambos superhéroes comienzan una alianza que los llevará por diferentes escenarios a lo largo del mundo en busca de sus respectivas novias. De paso, desmantelan los planes megalomaníacos de Luthor, cuyo objetivo es destruir el mundo. La conclusión nos lleva al epílogo en que ambos protagonistas han conseguido triunfar con sus reportajes y marchan hacia una cita doble de lo más prometedora. Aquí, o adoras la ingenuidad de los setenta, o ya estás tirándote de los pelos. El balance final es claro: historia muy entretenida con la simple pretensión de entretener. Un tebeo sin muchas complicaciones argumentales, que presenta todos y cada uno de los tópicos existentes entre el primer encuentro entre dos superhéroes; un tebeo hijo de su época.

Tratando de profundizar un poco más, nos centraremos en el tratamiento y desarrollo de los personajes. En líneas generales, Gerry Conway cumple muy bien con su cometido, aunque en algunos momentos da la sensación de estar algo perdido. Dejando de lado el insignificante detalle de que al final da la sensación de que ambos protagonistas actúan como si conocieran sus identidades secretas, a pesar de que no es así, el autor nos muestra al Dr. Octopus como un villano de opereta totalmente manipulado por Luthor. Su trascendencia en la historia es de una mera comparsa, quedando muy desdibujada su habitual mente brillante. Si en el caso de los protagonistas veíamos un perfecto reparto en el protagonismo, en el caso de los villanos ocurre todo lo contrario, ya que Lex acapara todo el protagonismo, de hecho, Otto parece más una marioneta suya, que un aliado.

También habría que destacar, que la historia está situada en un momento cronológico anterior a Crisis en Tierras Infinitas, un evento que reinició el Universo DC. Esto nos deja una representación de Luthor ligeramente diferente a la que conocemos actualmente y que, prácticamente, estableció John Byrne. Aquí, tenemos a un villano que se implica directamente en sus planes, además de ser un genio científico capaz de crear un desastre de proporciones apocalípticas. Clark Kent también es ligeramente diferente, ya que ha cambiado el periódico por una cadena de televisión, aunque pertenecen a la misma compañía. Esto es un detalle importante, porque se establecen distintos paralelismo entre dos facetas tan dispares del periodismo. Quizá echo un poco de menos que salga a relucir Lois Lane y su constante búsqueda de la noticia, debido a que su papel en la historia queda bastante reducido a la mujer en apuros.

Por otro lado, el universo de Spiderman mantiene todos los elementos habituales. De hecho, me da la sensación de que hay más elementos secundarios que pertenecen al mundo de Peter que al de Clark. Posiblemente sea porque la plantilla de secundarios del Daily Bugle es más nutrida. Quizá J. J. Jameson es un jefe más escandaloso que Morgan Edge, a pesar de que existen ciertos paralelismos entre ambos. Sea como sea, el autor consigue transmitir la sensación, en muchas ocasiones, de estar leyendo la serie regular de uno de los dos protagonistas, lo que me parece todo un acierto.

De esta forma, se inició una colaboración que tendría tal éxito, que acabaría dando luz verde a muchos proyectos de similares características. La era del crossover entre editoriales era una realidad, por lo tanto, nadie debe extrañarse que la historia que lo inicio todo tuviera una secuela. Dicha continuación se publicó en Marvel Treasury Editon #28.

En esta ocasión, se opta por una colección que recopila reediciones de aventuras publicadas anteriormente por Marvel. Con fecha de portada de julio de 1981, tenemos el último número de la colección, que sirve tanto de despedida de la misma cómo un recurso para contar una secuela propiciada por el éxito de las diferentes colaboraciones con DC. John Romita y Bob Larkin se encargan de una portada, con estilo pictórico, que retrata el reencuentro entre ambos personajes. El guión corre a cargo del todoterreno Jim Shooter, con la implicación de Marv Wolfman, que era quien inicialmente se iba a encargar del proyecto, mientras que John Buscema se encarga del aspecto gráfico de la historia. La solidez gráfica de uno de los grandes de la historieta se une a las tintas de una pléyade de autores entre los que destaca el siempre cumplidor Joe Sinnot. Junto a esta leyenda se sitúan Terry Austin, Klaus Janson, Bob McLeod, Al Migrom (que también trabaja como editor), Bob Layton, Walter Simonson y muchos otros más, la lista es casi interminable, que participan en la elaboración de los fondos de las viñetas. Un increíble trabajo de coordinación, cuyo resultado final se puede constatar a lo largo de las 62 páginas en las que transcurre el relato.

A pesar de que la historia anterior quedaba fuera de la continuidad oficial, este reencuentro está marcado porque se respeta lo sucedido previamente en el anterior team-up. Esto favorece a la agilidad narrativa, y nos evita la escena habitual de enfrentamiento entre los protagonistas. También adolece de un esquema menos estructurado que su antecesora, pero no por ello carente de tópicos. Cabe destacar, que a pesar de ser una historia de colaboración entre superhéroes, ambos personajes mantiene cierta independencia hasta prácticamente la recta final de la historia. Además, se incluyen a otros dos invitados de excepción: el Increíble Hulk y Wonder Woman. Esto es debido a que, en aquellos momentos, ambos personajes disfrutaban de sendas series de televisión, por lo que las dos editoriales pidieron expresamente que se incluyeran en la secuela. Dicha circunstancia plantea situaciones rocambolescas como que Spiderman se pregunte por qué no se ha encontrado nunca a la amazona por Nueva York, o que Superman conozca perfectamente la impotencia de Banner ante los actos de Hulk. En definitiva, Shooter mantiene el recurso que Conway utilizara anteriormente, enfatizando sobre el aspecto de secuela que se pretendía transmitir.

También se mantiene la situación laboral de la encarnación civil de ambos protagonistas, pero se va un paso más allá, ya que se intercambian los puestos de trabajo. Así, nos encontramos con un Clark Kent trabajando en el Daily Bugle como reportero, que, a su vez, es perseguido con intenciones románticas por Glory Grant. Peter se traslada a Metropolis, donde Perry White se muestra más receptivo a la hora de pagar sus fotografías, aunque es la nueva diana de Steve Lombard y sus bromas, sustituyendo en todos los aspectos al famoso reportero de la urbe. Asimismo se incide en la gran diferencia mediática que provocan los actos de ambos héroes. Ya sea en Metropolis o en Nueva York, Superman es considerado siempre un benefactor, mientras que Spiderman es perseguido por la policía vaya donde vaya. Incluso su álter ego, se las ve y se las desea para obtener una cita, mientras Clark, a pesar de su apocada apariencia, consigue atraer la atención de las mujeres, aunque no repare en ello. Mientras en la anterior historia se hacía hincapié en su relación con el periodismo, aquí se concentra más en profundizar sobre sus personalidades, tanto en sus semejanzas como en sus diferencias.

Los villanos elegidos son el Parásito, perteneciente al Universo DC y antiguo enemigo de Superman, un personaje creado años atrás por el propio Shooter, que tiene la capacidad de absorber el poder de otros con solo tocarlos. La opción presentada por el Universo Marvel es nada más y nada menos que el Doctor Muerte. Si en la anterior ocasión hablábamos de un Luthor manipulador, aquí se intercambian los papeles. El carisma y la personalidad del monarca de Latveria son la pieza clave para establecer un peligro a escala mundial, y el Parásito solo es una pieza más de un megalomaníaco plan. Hulk y Wonder Woman también sirven a los propósitos de Muerte, con la vana promesa de servir cómo alimento al insaciable apetito del Parásito.

Es curioso, porque la historia está bastante bien, pero no consigue transmitir la magia de su predecesora. Estamos ante un producto mucho más elaborado, alejado de los esquemas manidos y habituales. Además, el trabajo de Buscema está a la altura de lo que uno se puede esperar de este monstruo del lápiz. No obstante, la utilización de la kryptonita cómo talón de aquiles del Hombre de Acero resta cierta originalidad. También está el momento en que Spiderman parece incapaz de superar un reto científico y piensa en llamar a algunos de los genios del Universo Marvel. Lo que gana por un lado, lo pierde por el otro. Para mí, el punto fuerte radica en la posibilidad de ver interactuar a los protagonistas en los entornos habituales de su compañero de cartel; ahí es donde se le saca mayor jugo a este team-up, sin lugar a dudas. De todas formas, y como conclusión final, he de decir que ambas historias incluyen suficientes componentes para deleitarnos con una lectura muy divertida, pudiendo disfrutar del encuentro de dos grandes iconos de la cultura pop.


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