WAH - HOOO!
por Spiderchen


El título de este artículo puede sonar un poco raro para el que no esté familiarizado con la serie que hoy nos ocupa pues, por desgracia, es una de las grandes olvidadas de la Casa de las Ideas.

Esta serie empezó a contracorriente de las ideas que imperaban en la Marvel de principios de los sesenta. Después de dar el bombazo con sus nuevas colecciones de superhéroes, que se estaban imponiendo en todos los puestos de ventas de cómics de EEUU, Stan Lee y su legendario ego se presentaron delante del presidente de la compañía, Martin Goodman, asegurándole que él podía vender un cómic sobre cualquier tema y con el nombre más absurdo inimaginable. El bueno de Stan estaba lanzado.

Aunque los superhéroes copaban casi todo el catálogo Marvel, todavía sobrevivían cómics del Oeste como Kid Colt, Outlaw, Two Gun Kid o Rawhire Kid, incluso románticos como Teen-Age Romance o la misma Millie the Model, pero bélicos no quedaba ni uno.

El último en caer fue Battle, en 1960, después de permanecer nueve años y 70 números en cartelera. Y la verdad es que el público debía de estar muy cansado de estos cómics, porque el nivel de la cabecera era muy alto. En el apartado gráfico podíamos encontrar magníficos autores como Jack Kirby, Joe Kubert, John Severin o Al Williamson.

De ese modo, Stan decidió que su cómic iba a centrarse en la temática bélica y el nombre más rimbombante que se le ocurrió fue el de Sgt. Fury and his Howling Commandos. Su apuesta era alta, ahora sólo hacía falta que las ventas le dieran la razón. Aunque, de todas maneras, procuró rodearse de buenos autores para tener éxito en su empresa. El dibujante principal iba a ser Jack Kirby, apoyado por el entintado de Dick Ayers que, aunque parezca un disparate, hizo que la serie creciese cuando tomó los mandos del dibujo en el número siete. Su trabajo en esta colección ha sido, sin duda, lo mejor de su larga trayectoria y, aún cediendo los lápices en algún número aislado, su mano y su buen hacer son reconocibles a lo largo de gran parte de la colección.

Teniendo el visto bueno de Goodman y los autores gráficos escogidos, Stan cuidó muy mucho esta serie, de la que se encargó completamente, no sólo del argumento o los diálogos como en otras. Estaba claro que no le gustaba perder una apuesta. Primero creó un grupo lo más heterogéneo posible en el que se incluían todos los clichés del género, pero con un alto respeto hacia los personajes. Asimismo, tardó muy poco en integrar a estos curtidos soldados en el Universo Marvel, para certificar que también formaban parte de él. Así, con todo preparado, el primer número llegó a los puestos de venta en mayo de 1963. Como curiosidad añadiré que esta cabecera es la primera que desde su número uno disfruta de la característica logoforma que luego se impondrá en todos los cómics Marvel.

Los protagonistas que dan título a la colección están encabezados por Nicholas Furia. El Sargento Furia es el principal protagonista y futuro peso pesado del Universo Marvel. Se crió en Nueva York, en un barrio tan duro como la Cocina del Infierno (que no, que por aquél entonces no tenía un Diablo Guardián), con dos hermanos, Jacob (futuro Escorpio, no sólo a Peter Parker le crecen los enanos) y Alba. Estamos ante un hombre cuya vida no ha sido un camino de rosas, quedándose huérfano de madre en la infancia, y poco después de padre, motivo por el que tuvo que crecer criado por una madrastra. En vez de buscarse problemas por las calles, decidió pelear como aficionado en el cuadrilátero y conoció a Red Hargrove, que se convertiría en su mejor compañero y amigo. Junto a él, empezó a realizar acrobacias participando en los concursos aéreos, y fue allí donde conoció al teniente "Happy" Sam Sawyer, que los reclutó para una misión en Holanda en la que, casualmente, conocería a "Dum Dum" Dugan. Después de esto, Red decidió alistarse al ejército y poco después Nick lo siguió. El destino quiso que ambos acabasen en Pearl Harbor, donde se encontraban el 7 de diciembre, un día de infausto recuerdo en el que Red murió. Nick, lleno de rabia, aceptó la propuesta de Sam: liderar la compañía de comandos que iba a formar.

El segundo de a bordo "Dum Dum" Dugan, inconfundible con su bombín, nació en Boston, pero con unas innegables raíces irlandesas. Se trata de un forzudo de circo que conoció a Nick durante su primera misión en Holanda, y que se apuntó sin dudarlo al equipo. O para perder de vista a su mujer y su suegra, las dos opciones son igualmente válidas.

Otro miembro de este peculiar equipo es un conciudadano de Nick, Gabriel Jones, un reconocido saxofonista, que con sus notas puede reventar los tímpanos de cualquiera. El elenco de protagonistas comienza a mostrar ciertas peculiaridades, ya que incorpora un soldado de color, que en los años sesenta quizá no podía parecer tan extraño, pero que en II Guerra Mundial era totalmente imposible porque todavía existía la segregación en el ejército.

Por otro lado, tenemos a Izzy Cohen, otro neoyorkino. Nacido en Brooklyn, el hijo de la señora Cohen aumenta la variedad de razas y credos al ser judío. Es un mecánico de primer nivel y el especialista en explosivos del grupo. Su pericia es extrema y nada queda en pie después de la visita de Izzy.

El siguiente componente del equipo es Robert "Rebel" Ralston. Se trata de un evidente acercacamiento a James Dean, el legendario actor. Es el vaquero del grupo, erigiéndose como el mayor representante de la América profunda. También es un jockey profesional y desplumador oficial del grupo. La paga de sus compañeros acababa siempre en sus bolsillos. Ni se te ocurra jugar una timba con él, si no quieres perder hasta los calzoncillos.

El más llorado de los comandos es Jonathan "Junior" Juniper. Es, salvando las distancias, una especie de mascota. Ser el más joven del equipo y estar un poco protegido por sus compañeros no es excusa para que no participe en todas las misiones como un soldado más. Posiblemente sea el más desconocido del grupo porque… estamos en una guerra y ya sabemos lo que puede pasar en ellas. Puede que la similitud de características con Ralston lo hiciera menos imprescindible que los demás.

¡Ahora, con todos ustedes…! ¡Dean Martin! Perdón, quería decir Dino Manelli. En verdad, este italiano de nacimiento, pero americano de adopción, tiene muchas similitudes con el actor; es prácticamente calcado físicamente. También triunfó en la canción y en el cine, e incluso formó pareja con Jerry Larkin (Dean lo hizo con Jerry Lewis. Stan no tuvo problemas para su inspiración). Estaba en la cumbre (incluso iba a hacer de Drácula en una película de Hitchcock…sic) cuando ocurrió el ataque a Pearl Harbor. Su vida cambió y se alistó al ejército. Es un conquistador compulsivo, una faceta que, junto a su dominio del alemán e italiano, le fue de utilidad a los Comandos Aulladores para salir de muchos líos.

Percival Pinkerton entró en el grupo para cubrir la baja de Dino, después de sufrir este un accidente paracaidista, pero acabó quedándose para siempre. Estamos ante un inglés, de buena familia, con unos exquisitos modales y un paraguas con el que podía pelear contra el mejor espadachín del mundo. Su rara apariencia, siempre de punta en blanco, en contraposición con la de sus compañeros, hacía de él la nota discordante del grupo. Muchos años después, Stan admitió que siempre lo retrató pensando en él como en un homosexual. Si de verdad fuera así, además de expandir la heterogeneidad del equipo más aún si cabe, estaba presentando al primer homosexual de la compañía y posiblemente del Universo Marvel.

Por último, pero el más importante (al menos en graduación), el Capitán "Happy Sam" Sawyer. Es el responsable de reunir al grupo y el que lo dirige con una férrea disciplina. Jamás les regalará las orejas con halagos pero verdaderamente sufre por ellos como el que más.

Para que todo funcione necesitamos unos enemigos a la altura de nuestros protagonistas. El archienemigo por excelencia es Hitler, aquí queda retratado como un energúmeno chillón y cobarde. La plana mayor del ejército nazi también va apareciendo por estas páginas, actuando la mayoría como lo que fueron: unos verdaderos asesinos. De todos ellos, sólo Erwing Rommel es tratado como un rival digno y honorable. Entre los antagonistas menos reales, pero mucho más peligrosos, que debutan en esta serie destaca el Barón Strucker. Hablamos del futuro líder de HYDRA y creador del Blitzkrieg Squad, batallón nazi pensado para convertirse en el grupo que acabaría con los Aulladores pero que, al final, aunque estaba formado por extraordinarios elementos, poco pudieron hacer contra ellos.

La serie empieza sin dar tregua. Apenas una doble página para presentar a los protagonistas, pero sin detenerse a contar nada sobre ellos, ni siquiera el origen del grupo. De esto ya se ocuparán los autores en números posteriores (el germen que propiciaría la peculiar formación se narraría en el número 34). Acto seguido, tenemos la primera de las misiones suicidas que acabarán convirtiéndose en algo cotidiano de la colección, tanto para los lectores como para los soldados dirigidos por el malhablado Furia. La queja habitual del grupo es pensar si no existen otro tipo de misiones. La contestación, también habitual, es que sí, pero las hacen otros. Su primer destino son las costas francesas pocos días antes del Día D, lo que nos confirma que la serie toma las fechas para sus argumentos sin demasiado fundamento. Unas entregas después están en África, combatiendo a Rommel que abandonó ese continente un año antes de esta historia.

La acción, como a lo largo de toda la colección, es desenfrenada. Kirby se siente como pez en el agua dibujándola. Todo vale para que la situación se desborde, desde abatir aviones con granadas lanzadas desde el aire hasta acabar con tanque utilizando cócteles molotov. No hay respiro en los primeros compases de esta cabecera.

Después de Francia pasamos sin respiro a Alemania. Kirby retrata las atrocidades de los campos de concentración nazis sin muchas cortapisas para, a continuación, en la tercera entrega, mostrarnos como los comandos van de "vacaciones" al Mediterráneo, para anclar definitivamente la serie al Universo Marvel. En dicho viaje, podemos ver entre los invitados a un joven Reed Richards, el futuro (en esta época faltan veinte años para la llegada de los 4 Fantásticos) Mister Fantástico. Poco después, Nick Furia devolverá la gentileza y aparecerá en Fantastic Four #21.

Sgt. Fury and his Howling Commandos #4 es uno de los números más duros de la colección, debido a que narra una "muerte en la familia". Primero descubrimos a alguien muy importante en la vida de Nick, Pamela Hawley, una enfermera de la Cruz Roja que tocará su rudo corazón. También conocerá a su familia que tiene un gran secreto que les avergüenza. Para resolverlo, los Comandos se embarcan en una misión que traerá muchas consecuencias. Aunque a todos nos parecía que este grupo era una suerte de superhéroes en traje militar, la crudeza de la guerra se muestra en todo su esplendor cuando Junior cae abatido. A pesar de que intentan salvarlo con todos los medios que están a su alcance, se convierte en una más de las bajas de esta horripilante guerra. De repente, nos damos cuenta de que cualquier cosa puede pasar en estos cómics y que nadie está a salvo de una bala enemiga.

La acción prosigue sin descanso y en cada episodio hay algo destacado. La llegada de Bull McGiveney en Sgt. Fury and his Howling Commandos #7, la de Percival en el número siguiente o la presencia del Capitán Savage en la décima entrega de la colección, son algunos ejemplos de ello. Este personaje, capitán de un submarino, vivirá una situación poco habitual en la época. Unos años después, en febrero de 1968, protagonizaría un spin-off de esta serie, consiguiendo una cabecera propia, Captain Savage and his Leathernecks Raiders (está claro que no podía haber una colección de este tipo con un nombre vulgar). Posteriormente, surgiría otro spin-off que estaría protagonizado por "Dum Dum" Dugan, Dino y Percival, los cuales se unirían a Michael "el Combativo" Kelly. Esta asociación se prolongaría durante nueve entregas bajo el título de Combat Kelly and the Deadly Dozen, iniciando su andadura editorial en junio de 1972.

En el número trece, Kirby recobra lo lápices porque no iba a dejar escapar la posibilidad de volver a dibujar al Capitán América y Bucky en su salsa, es decir, con la II Guerra Mundial como escenario de fondo. En el dieciocho, el corazón de Nick se rompe definitivamente cuando Pamela cae abatida en un bombardeo. Esto es un no parar y ni siquiera se han llegado a los veinte números. Y aún falta la llegada de Eric Koenig, un aviador, que pasará a formar parte del grupo, siendo el primer alemán del mismo. Este personaje nos introducirá en tramas donde se combinan la lealtad y la traición de manera muy interesante.

Mención aparte merece Sgt. Fury and his Howling Commandos #6. En medio de la guerra, se aborda el racismo en la sociedad americana sin miramientos de ningún tipo. Y aunque la historia trascurre hacia un final dulce, este no se produce, dejando meridianamente claro que todavía existen personas a las que es muy difícil cambiar. Pero me permitiréis que os deje con la miel en los labios y no os explique el final. Sólo hay que ir a la puerta de Panini y reclamar que le dé, por fin, una oportunidad a esta serie en cualquiera de su línea de clásicos.

La serie constó de 167 entregas y 7 anuales, divididos en dos volúmenes. Aunque esto hay que explicarlo despacito porque tiene su intrahistoria. La primera serie alcanzó las 120 entregas y se tituló Sgt. Fury and his Howling Commandos. La segunda, que continuó con la numeración, se llamó… ¡Exactamente igual! La explicación más fácil sería decir que esta segunda parte sólo incluyó reediciones de los primeros números. Pero eso tampoco sería totalmente cierto, ya que durante las primeras ciento veinte entregas de la colección también hubo muchas reediciones de números anteriores. En realidad, sólo hay unas ochenta historias diferentes. Los anuales también mezclaron material nuevo con otro publicado anteriormente. Sólo los cuatro primeros tienen alguna historia original. Cabe destacar que en dos de ellos, la guerra se traslada y los Comandos participan en las Guerra de Corea y el conflicto bélico que tuvo lugar en Vietnam.

En conclusión, si te gustan o gustaron alguna vez los cómics bélicos, las películas de guerra ("Doce del patíbulo" o "Los Violentos de Kelly" encajarían aquí perfectamente, porque son historias de grupo, pero vale cualquier buena película bélica) o simplemente los tebeos con una buena historia y bien dibujados, no temas en acercarte a esta colección. Seguro que no te va a decepcionar. El único problema por estos lares es encontrar la manera de leerla. La edición publicada por la editorial Vértice es muy costosa (y muy cara) de conseguir y no incluyó la serie americana íntegra. La edición USA es todavía más cara y difícil. Como ya he dicho, queda rogar por una edición en condiciones y mientras tanto se puede matar el gusanillo con alguna edición digital que, gracias a la red de redes, está al alcance de un simple clic.

Si no he conseguido interesaros un poco, aunque sólo sea un poquito, soy un auténtico desastre, pero si no es el caso, repetid conmigo: ¡¡¡Wha - hooo!!!


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