En una de mis etapas alejadas de los cómics, un antiguo amigo mío volvió a introducirme en el redil mostrándome las virtudes de cierto grupo mutante; uno que estaba causando furor en aquella época. Entre sus miembros se encontraba cierto personaje especialmente bajito, algo malhumorado y con una cualidad que tenía muy sorprendido a aquel amigo de la infancia que íbamos dejando atrás. Era un superhéroe que no dudaba en matar a alguien si era necesario. No me extraña nada que se autodenominara…

EL MEJOR EN LO QUE HACE
por Óscar Rosa Jimenez


Huelga decir que aquella cualidad de asesino irredento era solo la punta del iceberg. Venía acompañada de un esqueleto forrado de adamantium, el metal más resistente del Universo Marvel, y un increíble factor de curación, que le permitía sobrevivir a las continuas resacas de cerveza, o no tener que pensar en un probable cáncer de pulmón, provocado por la ingente cantidad de puros que fumaba. A esto, habría que sumarle un oscuro y olvidado pasado, que lo convertía en alguien sumamente interesante, y un irreverente carisma que lo sitúa como alguien un poco rebelde. En definitiva, teníamos a uno de esos tipos duros de las películas de los 80, pero mucho más tridimensional e interesante. Había llegado el momento de conocer un poco mejor a Lobezno.

La primera aparición tuvo lugar en la viñeta final de The Incredible Hulk #180, irrumpiendo en una pelea entre Hulk y el Wendigo. En aquella dramática escena, se presenta un personaje originalmente llamado Wolverine, pero que, como ocurriera con otros personajes, tuvo una traducción libre: Lobezno. No obstante, su traducción literal sería Carcayú, un animal desconocido por estos lares y que se adapta muy bien a las características del personaje: ferocidad, pequeña estatura, habilidad en la caza y ser un poco arisco. En otra época, sin Wikipedia, ni Internet, decidieron que un animal oriundo de Norteamérica, incluso del norte de Europa, no era lo suficientemente conocido como para representar al personaje. Así nació en España Lobezno…

Len Wein fue su creador y, por lo tanto, tiene sentido que lo incluyera en la Segunda Génesis mutante (Giant-Size X-Men #1), en la nueva y cosmopolita Patrulla-X. En el seno del grupo mutante por excelencia, sería donde se comenzaría a desarrollar al personaje, sobre todo con la llegada de Byrne a la serie. Aunque creo que me estoy adelantando a los acontecimientos, porque antes habría que destacar el origen creativo de nuestro protagonista de hoy. En dicho proceso, nos encontramos con uno de los autores más influyentes de la Marvel en los 70: John Romita. Él sería el responsable de dar imagen a la creación de Wein, aunque, en esta ocasión, el diseño de Lobezno no estuvo del todo conseguido. Tuvieron algunos problemas: la representación de las garras y aquella máscara que le daba un aspecto felino. El primer obstáculo sí fue solventado por el dibujante, pero no sería hasta el mencionado especial de la Patrulla-X, donde Dave Cockrum mejoraría el concepto inicial de Romita. Además, mejoraría sustancialmente el trabajo de Herb Trimpe, el dibujante responsable de los dos números de la colección de Hulk en los que se producía su mítica primera aparición en el Universo Marvel.

En aquellos primeros compases, se potenciaba el misterio sobre su pasado, aunque había unas palabras que en el futuro serían parte de la clave para desentrañar quién era Logan: Arma X. Curiosamente, el pasado del personaje fue un tema que se alargó bastante. De hecho, hay quienes afirman que, una vez desvelado todo, el personaje había perdido su fuerza. Yo soy de los que piensan que el problema radica más en los autores que en los personajes; por su parte, la sobreexplotación a la que fue sometido, en la funesta década de los 90, incluso en la misma actualidad, también tiene parte de culpa en la deconstrucción que sufrió Logan con el transcurso de los años. Pero de nuevo, estoy divagando…

A pesar de que, con el paso de los años, Marvel se ha empeñado en rellenar cada uno de los huecos de la vida de Logan, prefiero quedarme con aquella etapa en la que, junto a los compañeros de la Patrulla-X, comenzó su desarrollo como personaje. Tras la marcha de Len Wein, de la que sería la mayor franquicia de la editorial, llegaría Chris Claremont, pero sería realmente John Byrne quien más trabajase en el personaje, cuando aterrizó en la colección para colaborar codo con codo con el guionista que, a la postre, se acabaría convirtiendo en el patriarca mutante por derecho propio. Uno de los dúos creativos más prolíficos en la Casa de las Ideas se reunía para elevar a los mutantes hasta las estrellas y más allá, pero, a su vez, dotaban a todos los miembros del grupo de personalidades muy marcadas. Posiblemente, la nacionalidad canadiense de Lobezno influyera en la afinidad que sintió Byrne por el malhumorado personaje, ya que él, a pesar de ser inglés, se afincó en dicho país. Sea como sea, sería clave en la creación de un nuevo grupo de mutantes que trabajarían para el gobierno canadiense, Apha Flight. Aquí tendríamos el primer intento de hacer una mirada retrospectiva al pasado de Logan. También se le añadiría una némesis a su altura: Dientes de Sable. Un personaje rescatado de la etapa en la que ambos autores desarrollaron a Puño de Hierro. Un personaje que, a partir de ese momento, quedaría irremediablemente ligado al cosmos mutante. Un contrincante con las mismas habilidades y factor curativo, incluso las mismas ansias asesinas. Alguien que, mucho tiempo después, se descubriría que fue un aliado suyo. A esto habría que sumarle un origen igual de desconocido que el de Logan, por lo que ambos parecían las dos caras de la misma moneda.

Sin embargo, tras la marcha de Byrne, el personaje continuaría hacia delante. El punto de inflexión sería una miniserie de 4 números, en la que se desarrollaba una idea que Claremont planteara a Frank Miller durante un viaje en coche. De esa forma, cobraría vida una de las mejores historias del personaje; una que, de alguna forma, definiría su esencia. Un tipo salvaje, bastante irascible, propenso a matar, pero también con un estricto código de honor. Esto es el caldo de cultivo perfecto para introducirlo en la cultura oriental, lo que nos lleva a una historia de amor imposible con Mariko Yashida. Una complicada relación que estuvo muy cerca de consumarse, pero que las manipulaciones de Mente Maestra, consiguieron malograr. Así, se introducían en la vida de Logan personajes como Yukio o se iniciaba una enemistad con el clan de La Mano, una escisión de la mafia japonesa conocida como la Yakuza. Una magnífica historia dibujada por un Miller pletórico, cuyo éxito supondría el germen de una futura serie regular en solitario. Aunque antes, debería de protagonizar un serial en Marvel Comics Presents, una serie que se acabaría convirtiendo en cajón de sastre para muchos personajes cuya aparición parecía obligatoria en casi todos los tebeos de la editorial. El propio Lobezno llegaría a protagonizar bastantes seriales, aunque ninguno tendría la calidad que tuvo el primero… Bueno, casi ninguno.

Claremont se unía a John Buscema para trasladar a Logan a un ciudad del pecado y la corrupción llamada Madripur. Además, nuestro protagonista prescindirá de sus habituales disfraces, para colocarse un parche y adoptar la identidad de dicho elemento (ríanse de las gafas de cierto reportero). En este paisaje, el autor utilizará personajes de trabajos anteriores, como Puños de Navaja. De esa forma, Claremont nos sumerge en una historia con tintes de género negro, donde la violencia y el honor se dan la mano en una simbiosis coreografiada por uno de los grandes maestros del lápiz.

Tras las primeras diez entregas de la serie genérica, ambos autores prosiguen con las andanzas de Parche en Mandripur, en un intento por luchar contra la corrupción, junto a la dueña de un local conocida por el nombre de Tyger Tigre. Allí, también se cruzará con una Jessica Drew sin poderes, ejerciendo de detective privado, o con sujetos menos amables como el Samurai de Plata. Es curioso ver como el autor rescata a una ingente cantidad de personajes de su paso por las series relacionadas con las artes marciales, a pesar de que también crearía a otros nuevos como los peligrosos Camorra y Hemorragia. Antes de marcharse de la serie, Claremont nos trae la visita de un invitado muy especial; su piel es gris y se lleva todo el día durmiendo, le llaman: Mr. Fixit.

Lobezno parece haber cosechado el suficiente éxito como para que pueda continuar sin la guía de aquellos autores que plantaron la semilla de su esencia. No obstante, tampoco hay que preocuparse en exceso, porque ahora le toca el turno a Peter David. Este autor, junto a John Buscema y Bill Sienkiewicz, realiza una historia centrada en la Joya Gehenna, que nos trae a viejos dioses sumerios y vampiros en una frenética carrera para conseguir la preciada piedra carmesí. El adamantium deberá ser sustituido por la madera para luchar contra esta nueva amenaza, antes de dar paso a la etapa dibujada por John Byrne y escrita por Archie Goodwing. Una historia que coincidía con los Actos de Venganza, por lo que Logan se enfrentaba al Tiburón Tigre. Una enemistad que continuaría más adelante en una saga titulada "Proyecto Lázaro", bajo la dirección de Mary Jo Duffy. Son momentos en los que la serie anda un poco perdida, con historias entretenidas y poco más. Afortunadamente, llegarían dos autores que asentarían por completo la colección, estableciendo un estilo que heredarían sus sucesores. Hablamos de Larry Hama y Marc Silvestri.

Estamos ante una etapa que combina la acción a raudales con la introducción de elementos algo bizarros. Ya sea un doble robot de Logan, o una niña, que resulta ser otro robot, a la que intenta proteger a toda costa, pasando por viajes a la guerra civil española o una nueva exploración del pasado y el regreso a Arma X. Estos son algunos de los elementos que convierten a esta etapa en una de las mejores antes de que explosionara la moda de los dientes apretados y los uniformes llenos de bolsillos inútiles. Sin embargo, en la ya mencionada Marvel Comics Presents volvía a surgir una historia definitoria para el personaje; una historia que, por fin, nos revelaba algunos de los secretos sobre su origen, pero sobre todo teníamos al descubierto a Arma X.

Barry Winsor Smith, lejos de su influencia kirbiana, se saca de la manga una historia en la que todo el trabajo recae sobre sus hombros. Desde el número 72 hasta el 87 de la serie Marvel Comics Presents, el autor nos narra la experiencia traumática que dejó a Logan sin memoria. Además, se revela el experimento que le forró los huesos con el metal más duro que existe y como logró salir con vida de aquel lugar. Una historia destinada a mostrarnos el lado más bestial de nuestro protagonista, dándonos motivos suficientes para comprender mejor esa misantropía que le afecta. La trama combina la ciencia ficción con la desbordante acción y el dramatismo visual de un Barry Smith en estado de gracia y que, quizá, no había dejado tan atrás su influencia del Rey, como podríamos pensar en un primer momento.

Para completar este sucinto repaso a la época más clásica del personaje, no podemos olvidar otra miniserie previa a su serie regular. Aunque también es cierto que es una historia muy ligada a lo que estaba haciendo Claremont con los mutantes. En la minisere, titulada Kitty Pryde and Wolverine, se unía el más longevo del grupo con la púber del mismo, en un camino iniciático hacia la madurez de la, cada vez menos, joven Kitty. Dicho camino estaría muy relacionado con la senda del guerrero, uno de los paradigmas del samurái japonés. Además, tenemos la consolidación de los lazos afectivos con alguien del grupo; de una manera muy protectora, cercana al de un padre y una hija. A mí, en su momento, me pareció una buena miniserie, en la que incluso el defenestrado Al Migrom hizo un buen trabajo. Lo importante es que la trama introducía dentro del complejo mundo de Logan a algunos miembros de la Patrulla-X, con mayor profundidad. A pesar de que su relación con Mariko se desarrolló en gran parte en la colección del grupo, pero aquí encontramos algo más intimista y, en cierta forma, continuista con lo que vimos en la primera miniserie del personaje, aunque echemos en falta a Miller.

Con el paso de los años, se publicaron historias realmente importantes, como Lobezno Origen (MD Lobezno: Origen), en la cual se narraba el auténtico origen de Logan allá por el siglo XIX. Poco a poco, se iba cerrando el círculo sobre un personaje en el que, a pesar de su carisma, el componente intrigante de su pasado era su gran baza. Una vez suprimido el misterio, unido a la sobreexplotación de su presencia en especiales o series ajenas, algo que en la actualidad se ha incrementado, sobre todo al incluirlo en multitud de grupos, Logan queda relegado a un tipo rabioso capaz de matar, algo que, con el paso del tiempo, no sería ninguna novedad. Estaríamos, pues, ante la deconstrucción de un personaje complejo, lleno de matices y con un código moral sobre el que regirse. Un superhéroe con un pasado como espía, soldado y otras profesiones relacionadas con la muerte ajena. Todo eso queda relegado al ostracismo, mientras los autores solo ven la superficie, siendo incapaces de encontrar la rica profundidad que otros supieron crear y desarrollar. Ahora, todo queda empañado por la sangre y las vísceras, y el honor queda como un concepto obsoleto; como algo lejano en el tiempo. Quizá debamos echar la mirada atrás y buscar una época en la que el personaje era tridimensional, en lugar de uno más de los personajes presentados como un fondo que apoyan las ventas de las colecciones. Si estáis de acuerdo, levantad el dedo…
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