MARVEL GOLD CAPITÁN AMÉRICA: LA MUERTE DE CRÁNEO ROJO
por Óscar Rosa Jimenez


Con este tomo, llegamos al final del camino marcado por la editorial italiana, en el que se pretendía recuperar una etapa ligada a dos autores que acompañaron al Capitán América durante la primera mitad de los años ochenta. A veces unidos y en otras ocasiones separados, Jean Marc DeMatteis y Mike Zeck contribuyeron a que el héroe de las barras y estrellas estuviera a la altura del resto de series publicadas por Marvel Comics Group en aquella época. Pese al inicio renqueante, poco a poco, el plan trazado por el autor fue cobrando sentido y culmina en Captain America #300, con un perfecto broche final que nos deja una etapa notable, en líneas generales, a pesar de sus altibajos.

Sin embargo, al inicio de este volumen, el sólido tándem creativo se ha disuelto, ya que el dibujante deja la colección para encargarse de las Secret Wars. El primer autor en sustituirlo es Ron Frenz, al que el entintado de Steve Leialoha no le sienta demasiado bien. El dibujante, bien conocido por los seguidores de nuestro amistoso vecino arácnido, está lejos de ser uno de los grandes, pero siempre me ha parecido un ilustrador solvente. Aquí, su trabajo queda ensombrecido por el entintado, dejando un resultado final muy pobre e irregular.

Pero el trabajo de Frenz tenía el objetivo de sustituir brevemente al verdadero sustituto de Mike Zeck, Paul Neary. Se trata de un autor ingles, cuyo trabajo como entintador de Alan Davis es más destacable que como dibujante. Procedente de la división inglesa de la Casa de las Ideas, donde llegó a ejercer las funciones de editor, Neary seguía los pasos de su antecesor, solicitando el puesto de dibujante en Captain America, debido a su predilección por el personaje. Aunque el hecho de que un artista inglés se encargara del personaje americano por antonomasia provocó ciertos comentaros por parte de Mark Gruenwald, el editor de la colección, la narrativa del dibujante impresionó lo suficiente para que consiguiera el puesto vacante. Si bien es cierto que la narrativa de Neary es buena, sobre todo en esa forma de representar la elasticidad y el dinamismo en los movimientos del Capitán América, se aprecia cierta inexperiencia y como su estilo queda enterrado por el entintador. De ese modo, sus mejores números están entintados por Eduardo Barreto o Brett Breeding, mientras que el trabajo de Josef Rubistein o Roy Richardson le hacen un flaco favor. Esta irregularidad en la calidad gráfica apenas se resiente, gracias a la interesante historia en la que DeMatteis nos tiene inmerso, pero estoy convencido que ese clímax final de la etapa hubiese estado mejor si al menos se hubiese mantenido un equipo fijo, que se asentase con el paso de los números. No obstante, el resultado final no es malo, aunque se echa de menos esa evolución paulatina que habíamos observado en Zeck en la culminación de la etapa.

A pesar de este perdida de cohesión gráfica, DeMatteis continúa con la elaboración de su trama, uniendo momentos aparentemente inconexos con el desarrollo de las tramas en curso, para desembocar en una saga de diez números en la que Steve tiene el enfrentamiento decisivo con su némesis. Sin embargo, de forma paralela, continúa profundizando en la relación entre el vengador y Bernie Rosenthal, sobre la que comienza a planear una unión más definitiva, pasando por el altar. Una vez más, queda de manifiesto la evolución constante que ha mostrado esta pareja durante toda la etapa, acercándose a un punto natural de la misma. Sinceramente, pese a las reticentes y desfasadas respuestas de Steve, la seguridad y el valor demostrado por Bernie a cada momento de la relación, nos deja la sensación de que el matrimonio es el paso más lógico y que todo se precipita de manera inminente. No obstante, la muchacha acabará desapareciendo de la vida de nuestro protagonista, sin dejar rastro… Una verdadera lástima, porque en esta fase final demuestra tener el carácter y la determinación necesarios para estar junto a la leyenda viviente el resto de su vida.

La larga saga ideada por DeMatteis arranca en Captain America #290. Ahí comienza a fraguarse una extensa trama que recupera al Barón Zemo, empecinado en vengar a su padre, pero su inestabilidad mental le lleva a convertirse en un mero aprendiz de villano, bajo las órdenes de Madre Superiora, un personaje de nuevo cuño. Se trata de la hija de Cráneo Rojo, conocida posteriormente como Pecado tras caer en las manos de Ed Brubaker en su magnífica etapa frente a la colección del héroe de las barras y estrellas. De ese modo, sin darse cuenta, ambos tienen el mismo objetivo, demostrarse a sí mismos que son merecedores de suceder a sus padres. Sin embargo, Madre Superiora tiene un hándicap añadido, ya que su padre aún sigue vivo, pese a su precario estado de salud, por lo que también debe convencerle a él. De hecho, su "prueba de maldad" consiste en destruir al Capitán América en cuerpo y alma. No es suficiente con matarlo, hay que quebrantar su voluntad. Algo que ya se ha demostrado que no es una empresa fácil.

Pero antes de introducirnos en esta interesante historia que nos llevará por una espiral de maldad, tenemos dos pequeños interludios. El primero sirve de presentación a Cuervo Negro, un indio navajo que abandonó la reserva a los dieciocho años para convertirse en un obrero de la construcción en los rascacielos de Nueva York. Un día, unos andamios cedieron y se precipitó al suelo desde veinte pisos de altura. Milagrosamente, sobrevivió a la caída, pero quedó paralizado de cintura para abajo. Mientras se hallaba en estado comatoso en el hospital, tuvo una visión de los nativos americanos, y fue transformado en un guerrero místico protector de las ilusiones de su pueblo por el "Espíritu de la Tierra". Desde ese día, cada vez que el Espíritu de la Tierra tiene una misión para él, cae inconsciente y se transforma físicamente en su tótem, un cuervo negro. Bajo esta apariencia, retaría al Capitán América, teniendo lugar una lucha cultural e ideológica, enmascarada en un enfrentamiento superheroico. DeMatteis nos deja un relato cargado de crítica hacia uno de los hechos más sangrientos de la historia del viejo continente. La ancestral América se ve la cara con la modernizada urbe, encarnada en el defensor del sueño americano por antonomasia. De esa forma, tenemos una escena en la que dos culturas, enfrentadas desde hace siglos, llegan a un hermanamiento mediante la humildad. Posiblemente todo esto queda eclipsado por la acción y las diferentes tramas, pero me parece muy interesante ver como se combinan dos conceptos tan alejados en el tiempo, pero con tantas similitudes: la defensa de la naturaleza en estado puro en una tierra virgen obtiene la disculpa de un sueño de libertad y prosperidad que arrolló a toda una cultura sin ningún miramiento. Sencillamente brillante.

El segundo interludio es un fill-in publicado en Captain America #291. Está escrito por Bill Mantlo, el chico para todo del que hemos hablado y seguiremos haciéndolo en esta sección, y Herb Trimpe, un veterano autor famoso por su excelente narrativa y por su estilo poco agraciado, además de por haber dibujado la colección de Hulk durante gran parte de los setenta. En esta ocasión, su trabajo queda embellecido por Jack Abel, que hace posible que no solo me guste el trazo de Trimpe, sino que incluso acabe disfrutando de él. Se trata de una historia que me ha dejado un regusto setentero, que cuenta con el sello característico de Mantlo. En ella podemos ver al Capitán América formar equipo con Michael Keane, el nuevo Acróbata, hermano del anterior que murió a manos del Imperio Secreto. Ambos se unen para desarticular una aseguradora que estafa a las familias de los villanos, mediante seguros de vida que no paga. No deja de ser curioso como nuestro protagonista vela por la defensa de los derechos de todos. Mantlo, en un solo número, lo cual tiene mucho mérito, trata temas como la sucesión y las dotes de Steve para instruir a los novatos, temas muy presentes a lo largo de todo el tomo, además de utilizar un tema muy original como es el fraude de las aseguradoras. Esta combinación de elementos, a priori, tan rocambolesca da como resultado una historia que para ser un fill-in me parece bastante interesante, utilizando como herramienta el pasado del Universo Marvel con bastante solvencia.

Una vez concluidos los preámbulos, perfectamente integrados en esta historia-río que está construyendo DeMatteis, nos centramos en lo que podemos considerar el enfrentamiento definitivo entre el Capitán América y Cráneo Rojo; aunque el guionista seguiría profundizando en el desarrollo de los personajes y sus relaciones. No solo evoluciona la relación con Bernie, sino que también avanza en ese binomio de mentor y pupilo con Nómada; el regreso a tiempo completo como superhéroe del Halcón; y la superación emocional de Arnold Roth tras su pérdida. Todos ellos forman parte del elenco de secundarios que han enriquecido, en todo momento, el proyecto de largo recorrido trazado por DeMatteis. Precisamente, las personas más cercanas a Steve serán el objetivo principal de la primera fase del plan urdido por Cráneo Rojo.

A los conocidos habituales, debemos añadir la recuperación de Dave Cox, un pacifista, viejo amigo de Steve, al que le lavan el cerebro convirtiéndolo en el Asesino, ataviado con el uniforme del Exterminador de Demonios, dispuesto a eliminar al Capitán América. Se trata de un veterano del Vietnam que fue secuestrado por el Escuadrón Serpiente original formado por Víbora, Anguila, Cobra y Princesa Pitón, durante la etapa escrita por Steve Englehart. Pese a las torturas, se mantuvo fiel a su convicción de objetor de conciencia y no quiso luchar contra los villanos. Steve sintió admiración por él, forjando así su amistad. Posteriormente, Dave se enamoró de Sharon Carter, pero comprendió que su corazón pertenecía a su amigo, por lo que desapareció para continuar con su vida. Precisamente, la Agente 13 es el motivo de que Steve vuelva a reunirse con Dave, ya que es la única persona que puede comprender sus dudas hacia un posible matrimonio con Bernie. Debido a estas confidencias amorosas, Dave se pone en el punto de mira de la hija de Cráneo Rojo, convirtiéndolo en el primer objetivo de sus planes, intentando probar que es capaz de doblegar cualquier voluntad, por muy arraigada que se encuentre.

Como decía al principio, Madre Superiora debe demostrar su valía ante su padre. Estamos ante la hija de un hombre que no conoció el amor, cuya vida ha estado ligada al odio y la venganza. Con un crecimiento acelerado por una máquina y soportando la pesada losa de haber nacido con el sexo equivocado, Madre Superiora es un contenedor de pura maldad que sirve de herramienta a su progenitor, en colaboración con Zemo, para ejecutar un plan que consiste en utilizar el bienestar de los seres queridos de Steve como moneda de cambio para alcanzar su objetivo real: enfrentarse cara a cara con su mayor, y más respetado, enemigo hasta la muerte. Además de un emocionalmente derruido y manipulable Barón Zemo, Madre Superiora cuenta con el apoyo de las Hermanas del Pecado. Se trata de un cuarteto de mujeres formado por Hermana Sueño, Hermana Placer, Hermana Agonía y Hermana Muerte. Todas ellas han madurado de forma artificial como el vástago del villano, gracias a la Deux Machina, y con poderes propios de sus nombres sirven a Madre Superiora y su religión, que instruye en los caminos oscuros de la creación.

De este modo, el autor nos introduce en un mundo lleno de maldad engendrando más maldad, a través de los distintos niveles de la corrupción humana sin un ápice de bondad. Así, podemos ver como la virtud personificada en el Centinela de la Libertad debe afrontar una lucha arquetípica de luz contra oscuridad. Pese a lo simple del concepto, nos encontramos con un nivel de profundidad de lo más interesante, ya que vemos a Cráneo Rojo retratado como la imagen de villano definitiva. Esto es debido a que se deja de lado la megalomanía propia de tiempos pretéritos, para centrarnos en la maldad pura y sin ambages. Lo que en un principio nos puede parecer un villano anquilosado por sus ideas fascistas ligadas a la esvástica nazi, traspasa la barrera temporal que marca la Segunda Guerra Mundial para mostrarnos el mal en estado puro. En Captain America #298, tenemos el ejemplo perfecto de por qué un villano, a priori, desfasado como Cráneo Rojo ha conseguido derrotar al tiempo, manteniéndose fresco como el primer día. Una historia que sirve para conocer, con todo tipo de detalles, el origen de uno de los grandes villanos del Universo Marvel.

Poco a poco, mediante momentos llenos de tensión y cliffhangers que te "obligan" a continuar la lectura, llegamos al enfrentamiento final de dos antagonistas sin máscaras, en el ocaso de sus fuerzas, que pondrán fin a su enemistad de manera trágica. Una vez más, Steve consigue derrotar al villano, pero esta victoria no es una cualquiera. El bien contra el mal; la luz contra la oscuridad; dos arquetipos enfrentados desde el principio de los tiempos igualados hasta el último instante, en el que la virtud inquebrantable de un hombre capaz de reafirmar sus ideales, hasta en el último aliento de su vida, desequilibra la balanza hacia el lado del bien. Una lucha que hace mucho tiempo que dejó de ser física, cediendo el paso a un enfrentamiento de voluntades y creencias. Estamos ante un final cargado de dramatismo, épica y sensibilidad; uno que mereció la categoría de definitivo, aunque todos sabemos que no fue así…

A pesar de que asistimos a una épica conclusión orgánica que nos deja la sensación de broche final perfecto para una etapa, esto no era más que el punto y seguido en la planificación de J. M. DeMatteis. El autor pretendía desarrollar una trama en la que Steve abandonaría la identidad del Capitán América, enfrentándose a su propio país y aliándose con Namor y el Doctor Muerte en su búsqueda por la paz mundial. Todo ello, desembocaría en la muerte del personaje a manos de Nómada en un mitin pacifista, siendo relevado por Sam Wilson en su papel de héroe de las barras y estrellas, aunque, posteriormente, se decantaría por el Cuervo Negro. De ese modo, el representante de América sería un descendiente de los primigenios nativos americanos. Aunque todo este planteamiento argumental parecía algo radical, pese a que muchos de esos conceptos se han desarrollado con posterioridad en el Universo Marvel, y arriesgado, Mark Gruenwald dio el visto bueno. Sin embargo, Jim Shooter, el Director Editorial de la Casa de las Ideas en aquellos momentos, no se mostró tan complaciente y mandó reescribir Captain America #300. Hay quién se inclina a pensar que lo reescribió él mismo. Como ya ocurriera con Roger Stern, esta decisión editorial provocó que DeMatteis se marchara del título, firmando dicho número bajo el seudónimo de Michael Ellis. Una vez más, las decisiones editoriales truncaban la creatividad de los autores y desembocaba en una ruptura laboral. Al parecer, años después, el propio DeMatteis admitió que sus ideas quizá eran demasiado radicales para su tiempo. Sea como sea, pese a las vicisitudes ocurridas tras las bambalinas, su tramo final en la colección fue excelente, dejándonos para el recuerdo el enfrentamiento definitivo entre Cráneo Rojo y su némesis abanderada.

En Captain America #301, DeMatteis fue sustituido por Michael Carlin, narrando un epílogo perfecto para la traca final que había supuesto la larga saga que da título a este tomo, antes de iniciar sus propios planes para el Centinela de la Libertad. Un relato cargado de dramatismo donde resalta el mensaje de esperanza en cada una de sus páginas. ¡Larga vida al Capitán América!

Finalmente, tenemos el octavo anual de la serie, a modo de extra. La inclusión de este especial obedece a la presencia de Mike Zeck en los lápices del mismo. En plena etapa de Mark Gruenwald, el cual dio un giro radical al entorno de Steve, se publicó esta historia que reunía de nuevo al dibujante con el personaje. Además, este reencuentro supone una asignatura pendiente del ilustrador, ya que durante su periplo por la colección no tuvo oportunidad de dibujar ningún anual. El relato es una especie de team-up con Lobezno como invitado de excepción. El camino del mutante canadiense y el Centinela de la Libertad se cruza cuando investigan la aparición de un gigantesco robot dirigido por Anulador, cuya misión es bañarlo en adamantium. Se trata de un antiguo proyecto del gobierno, con la finalidad de poder controlar a los hipotéticos supersoldados que creara la fórmula descubierta por el Doctor Erksine. La muerte prematura del científico a manos de los nazis, provocó que el proyecto quedará enterrado indefinidamente, hasta que el villano lo resucita para sus propios fines. Debido a su programación, la maquina acaba frente al vengador, que cuenta con la inestimable ayuda de Logan para enfrentarse a él.

Estamos ante una historia entretenida, que nos muestra la primera cooperación entre ambos personajes, antes de que la fama del mutante se disparara y se multiplicasen sus apariciones. Mucho tiempo después, Gruenwald volvería a unir los caminos de este dúo en una historia durante su extensa etapa en la colección del héroe de las barras y estrellas, en una saga con muchos detractores y plagada de lobos. Cabe destacar la portada icónica realizada por Mike Zeck, la cual sería homenajeada en multitud de ocasiones.

De esta forma, concluye la recuperación de una etapa muy esperada por el fandom, que no veía la luz desde los inicios de la extinta editorial Forum. Durante cinco volúmenes hemos asistido, en primera persona, a la evolución de una etapa que ha mostrado un in crescendo casi continuo, en el que destacan especialmente los últimos tres tomos. De ellos, este último sobresale especialmente en la faceta argumental, pese a no tener la cohesión artística que hemos podido observar en anteriores entregas. Sin embargo, en líneas generales, la etapa me ha parecido que está a la altura de las expectativas, aunque no puedo negar la desilusión de los inicios, o el baile creativo en algunos momentos. A pesar de todo, el viaje ha merecido la pena y la colección del Centinela de la Libertad ha vuelto a demostrar que, a lo largo de su dilatada historia, los autores que han participado en ella han sabido sacar provecho de un concepto, a priori, poco atractivo. En su momento me llevé una grata sorpresa con la Biblioteca Marvel del personaje y con estos artículos espero poder disipar las dudas que pueda tener un hipotético lector interesado en darle una oportunidad a Captain America, por miedo a encontrar una serie ligada a una ideología concreta, cuando posiblemente sea todo lo contrario. El Capitán América es un defensor de la justicia y la libertad universal; un adalid de la luz contra la oscuridad. Una buena muestra de ello podéis verla en este mismo tomo, si os apetece.


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