LOS VENGADORES DE ROGER STERN
por Adamvell


¿La mejor etapa vengadora de todos los tiempos? Podría ser.

Y, sin embargo, no son los personajes más habituales que se suelen relacionar con la serie. Sí, el Capitán América o la Avispa están por ahí, pero el resto de la formación es variopinta: desde Starfox (me niego a llamarle Zorro Estelar) a la Capitana Marvel, pasando por Namor, Hércules o el Caballero Negro. No es la formación típica de los Vengadores. ¡Si hasta estaba el Doctor Druida! Pero funcionaba, y funcionaba bien. Muy bien. Y funcionaba por el gran equilibrio de aventura, personajes bien desarrollados, magnífica dinámica de grupo y espectacularidad. Hoy día está muy de moda meter a cualquier personaje en el grupo con cualquier excusa, para luego no utilizarlo para nada, que tenga dos líneas de diálogo y nos olvidemos de él después. Muchos miran a la etapa de Roger Stern para decir que entonces pasaba lo mismo, que estaba llena de personajes raros, pero nada más lejos de la realidad. Sí, los personajes tampoco eran los típicos Vengadores, pero siempre, siempre, se unieron al grupo con un propósito, y fueron utilizados y desarrollados con normalidad y fluidez.

Fue también una escuela de cómo hacer series de grupos, dando cancha a todos sus integrantes en casi todos los números, interactuando entre sí, ajustando sus poderes y características a los retos que se encontraban delante, adaptando las peleas en función de quién las libraba. Progresando como equipo, compenetrándose cada vez más, no sólo como compañeros de equipo sino como amigos. "Llámame Mónica", que diría la Capitana Marvel.

Gráficamente, la etapa de Stern tiene dos partes muy diferenciadas: una primera a cargo de Al Milgrom, que realiza aquí su mejor trabajo, sobre todo cuando su trazo es embellecido por Joe Sinnott; y una segunda por parte de John Buscema, que eleva la colección al Olimpo de los 80. Es, por tanto, también una etapa muy estable gráficamente hablando, lo que contribuye verdaderamente a esa sensación de coherencia interna que la caracteriza.

El punto de partida de la etapa de Stern viene del final de la etapa de Jim Shooter, con todo el lío de Chaqueta Amarilla, su caída en desgracia y posterior encarcelamiento. Con un inusitadamente eficaz Al Milgrom, a los lápices, Stern se dedicó a rehabilitar en un primer momento la figura de Hank Pym. Aunque lo primero que hizo, como quien no quiere la cosa, fue introducir a su personaje fetiche de toda la etapa: Mónica Rambeau, la Capitana Marvel. Personaje hiperpoderoso, muy difícil de batir, al que, sin embargo, Stern consigue hacer interesante en todas las facetas de sus poderes, desarrollando no sólo éstos de manera totalmente lógica sino creciendo en personalidad, pasando de ser la novata a una líder del grupo que todos aceptamos con naturalidad, visto el desarrollo que había tenido en la serie. El desarrollo de su personalidad fue rápido y seguro, con la ventaja adicional de ser un lienzo en blanco. Los lectores nos acostumbramos enseguida a verla como una vengadora, y todo lo que conocíamos de su vida privada nos llevaba a quererla más todavía.

El siguiente personaje en ser introducido por Stern fue Eros de Titán, Starfox, y con él quedaba claro que el autor estaba construyendo su grupo poco a poco, sin prisa pero sin pausa, y que no tenía por qué parecerse a la alineación ideal. Con Starfox se introdujo un carácter muy especial, que añadió al grupo un fondo ligero y socarrón que el resto de personajes no transmitía: era confiado, mujeriego y dicharachero, y se pasaba las horas adulando a sus compañeras femeninas, las cuales no le hacían ascos ni mucho menos. Uno diría que fue el modelo que tomó Claremont para introducir al optimista Longshot en su Patrula-X. Además, el personaje fue motor de historias de calado, como la de la presentación de Nébula, nieta de Thanos. Stern lo utilizó mucho, y bien.

Con el añadido de Hércules durante el crossover con Thor, y el del Caballero Negro en la historia de la Visión Ilimitada, Stern terminó de perfilar el grupo como él quería. El mismo quedó conformado por una alineación estable, que fue sufriendo pequeñas variaciones con el paso de los números. El núcleo duro estaba formado por la Capitana Marvel, el Caballero Negro, Hércules, la Avispa, como líder, y el Capitán América como pegamento que lo unía todo. En esta alineación fueron entrando y saliendo Hulka, Thor, Ojo de Halcón, el mencionado Starfox, el príncipe Namor y su esposa Marrina, o el Dr. Druida. Pero la base fue totalmente estable durante muchos, muchos números. Como curiosidad, cabe destacar que en plena etapa Milgrom fue cuando se coqueteó en serio, por primera vez, con la inclusión de Spiderman en el grupo: algo que no se llegó a dar por la negativa absoluta del gobierno a su inclusión, ni siquiera como "vengador en entrenamiento"…

Poco después de la mencionada historia de la rehabilitación de Hank Pym como personaje, enlazaríamos con la Guerra de los Fantasmas de la serie de ROM y el enfrentamiento con los Eternos y Maelstrom. Pero el punto álgido de la "fase Milgrom" fue la saga de Visión Ilimitada. La Visión, que después de haber sido herido en combate por Annihilus se encontraba en coma, fue conectada por Starfox al ordenador central de Titán, ISAAC, para ayudar en su recuperación. De él sacó la idea de convertirse en la computadora central de la Tierra, para dirigirla eficazmente como un reloj y liberar a la Humanidad del sufrimiento, el hambre y la guerra tal y como pasaba en Titán. Pero claro, la Tierra no es Titán, y eliminar el libre albedrío de la Humanidad fue algo que ni los gobiernos de la Tierra, ni sus propios compañeros recibieron de buen grado... Una pena que le cortaran las alas a Stern, que tenía pensada una resolución más lógica y trabajada que la que le permitieron desde las alturas.

Si hasta entonces la etapa estaba siendo correcta, a partir de aquí el autor empieza a coger carrerilla para ya no frenar, y parece que cada una de las historias supera en ambición a la anterior. Desde la llegada de John Buscema al título, las sagas se sucedieron a cuál más memorable: empezó con la ya mencionada saga de Nébula, y tras sus brillantes cruces con Secret Wars II y la destrucción de la Tierra Salvaje por Terminus, llegamos al Consejo de los Kangs, en la que el concepto de viajero del tiempo de Kang adquirió una nueva dimensión. Y casi sin solución de continuidad pasamos a Asalto a la Mansión, la Guerra del Olimpo y Heavy Metal, canto del cisne del autor en la serie y final de vértigo a su etapa.

Si dijimos que "Visión Ilimitada" fue el punto álgido de la "Etapa Milgrom", el mencionado Asalto a la Mansión se convirtió rápidamente el símbolo de la "Etapa Buscema". Hoy día estamos acostumbrados a grandes catástrofes todos los días, de manera que pierden su impacto. Pero por aquel entonces, la Mansión de los Vengadores todavía era inviolable, nadie había conseguido superar sus defensas de esa manera, atacando de manera tan brutal, con un plan inicial tan bien ejecutado como el que consagró al nuevo Barón Zemo como villano a tener en cuenta en Marvel. Fue el "Vengadores Desunidos" de Stern, pero bien hecho, sin todo ese atropellamiento y conociendo a los personajes que trataba. Sin atajos, pero igual de terrible. Si Stern hubiera querido hacer un punto y aparte ahí, podría haberlo hecho. Pero en vez de que esta saga sirviera de ruptura y para disgregar el grupo, sirvió para que estrecharan lazos y los hizo más fuertes.

Un ejemplo de esa fortaleza fue la siguiente saga: la Guerra del Olimpo, en la que los Vengadores se enfrentaron al mismísimo Zeus y su panteón, furiosos por la situación de Hércules después de Asalto a la Mansión. Lo pasaron realmente mal, pero al estar reforzados como grupo, y como familia, salieron adelante. Y es que, llegados a este punto, esta formación de Vengadores ya no era un grupo de extraños unidos con un objetivo común: eran un grupo de amigos capaces de cualquier sacrificio, no ya por defender el bien, sino por defender al hermano con el que peleaban codo con codo; con el que habían sufrido; con el que habían penado y con el que habían triunfado; y por el que darían la vida sin dudarlo. De esa amistad nace su gran fortaleza. Diría que esta formación ha sido la que más compenetrada ha estado de toda la historia de la serie, incluso por encima de los miembros fundadores. La única formación que podría llegar a disputarle el título podría ser la de la etapa del tándem formado por Harras/Epting, con el Caballero Negro, Sersi, Cristal, Hércules y la Viuda Negra en su núcleo central.

Mención destacada merece el desarrollo del personaje de la Avispa. Si tuviera que buscar un ejemplo similar, diría que es el equivalente vengador de lo realizado por John Byrne con la Chica/Mujer Invisible en los 4-Fantásticos. El personaje tomó las riendas de su vida después de pasar por un trance dolorosísimo, y lo hizo añadiéndose presión y responsabilidad como líder de los Vengadores, para sorpresa de sus propios compañeros, pero también convirtiéndolo en un foco sobre el que centrarse para olvidar el mal trago. Y por el camino, nos vamos dando cuenta de lo fuerte que es esta, sólo en apariencia, frívola mujer. Para ser justos, la idea de la Avispa como líder del grupo fue de Shooter, pero el que la desarrolló totalmente fue Roger Stern. El personaje crece, se asienta, renace hasta el punto de que la, otrora débil, Avispa es el referente al que todos buscan de manera instintiva para liderarles en la batalla. Pero no lo hace a costa de su feminidad, ni de sus sentimientos: muy definitoria es la escena en la que, durante la saga del Asalto a la Mansión, como única vengadora libre, y con Hércules aparentemente muerto, se derrumba en lágrimas sobre el hombro de Scott Lang. Un momento de debilidad del que se recupera, rápidamente, para renacer más reforzada que nunca, derrotando por el camino a rivales de la potencia del Hombre Absorbente y Titania. La jefa había vuelto, para pasar a la historia de los Vengadores como su líder más capaz a la par del Capitán América.

Su última saga, Heavy Metal, cuyo planteamiento era ambicioso, fue un producto que Roger Stern no controló en su totalidad y aunque es innegablemente entretenida, su ejecución y sobre todo su resolución un tanto precipitada no están a la altura de las últimas sagas mencionadas. La exigencia editorial de quitar de en medio a la Capitana Marvel de manera poco digna, entre otras, fue el detonante del abandono de Stern, que fue fiel a su visión de los personajes y la serie hasta el punto de irse antes de contradecirse a sí mismo. Walter Simonson sería el elegido para dar un final trágico, e inmerecido, a esta formación de los Vengadores. Así, la etapa de Simonson no se puede considerar dentro de la de Stern, pero sí es un complemento necesario para conocer cómo acabó la historia del Dr. Druida, Namor, Marrina, Capitana Marvel o Caballero Negro en esta etapa dorada de los Vengadores. El destino terrible de todos estos personajes, especialmente cruel con el Dr. Druida, encaja bien con el tono crepuscular y pesimista que rezuma la etapa Simonson, muy en contraste con la brillantez y optimismo de Stern. Yo, que leí esa etapa en vivo y en directo cuando la editó Forum, sentí mucho aquellos números y el final nada glorioso al que fueron dirigidos los personajes. Aún hoy, releyendo esos capítulos, no puedo evitar ese sentimiento de malestar que me provocan. Si este fue el mandato editorial, no es de extrañar que Stern no quisiera tener que hacerle esto a los personajes en contra de su voluntad.

Para el recuerdo quedará siempre la curiosa manera en la que Hércules sacó de su depresión a Namor, o el intimista paseo por la playa del mismo Namor con el Capitán América en el que quedó patente la cercanía, amistad y el enorme respeto que se tienen mutuamente. El Capitán América llorando sobre unas fotos viejas, mientras la Capitana Marvel le consuela. Starfox llegando tarde a su sesión de entrenamiento por culpa de un rollete. Hércules con los calzones destrozados pidiendo disculpas a la Bruja Escarlata. La consagración de Jarvis como imprescindible para el grupo, por la vía del sacrificio. El romance nunca materializado entre la Avispa y el Caballero Negro. La Capitana Marvel poniendo en vereda a… ¡Hércules y Namor! Mediante una bronca incontestable. La historia de la Avispa con Paladín. Los problemas de Hércules para aceptar el liderazgo de la Avispa. La admiración de Hulka por el culo de Namor. Tantos momentos memorables…

Da un poco de pena el cómo, prácticamente, todos los guionistas posteriores no han conseguido que personajes tan brillantes y aprovechables en manos de Stern, como pudieron ser Starfox, la Capitana Marvel o el Dr. Druida, hayan pasado prácticamente al olvido, como mucho a ser personajes secundarios, sin lustre, casi un chiste a pie de página en las pocas historias que se dignan a mencionarlos. Si uno le pregunta a un lector actual por el Dr. Druida, se preguntará cómo narices el tipo ese llegó a ser vengador, si fue un don nadie, un hechicero de segunda que acabó quemado en un contenedor de basura. La Capitana Marvel ha pasado por tantas encarnaciones y nuevos nombres que llega a ser difícil seguirle la pista. Últimamente parece que se la está reivindicando un poco, pero ya veremos. El pobre Starfox no pasa de ser el hermano débil y tonto de Thanos, y mira que su condición única daría para aprovecharle mejor, pero nadie parece saber qué hacer con él ni cómo tratarlo dignamente. La dinámica de todos estos personajes en el grupo es su mejor herencia. La suma de las partes fue mucho mejor que las individualidades. Y permanecerá en nuestro ideario vengador común para siempre.

No sé si es la mejor etapa vengadora: pero desde luego, a mí me parece la mejor contada.


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