EL THOR DE WALTER SIMONSON
por Bruno Orive


Cuando Stan Lee y Jack Kirby, con ayuda de Larry Lieber, crearon al personaje de Thor en las páginas de Journey Into Mystery #83 (agosto de 1962), se trataba de un personaje ambiguo. Todo el mundo conoce la historia: Donal Blake, un médico tullido de vacaciones en Noruega, se topa con una invasión alienígena y, en una cueva, encuentra un bastón que, al golpearlo contra el suelo, lo transforma en Thor. Ya desde el primer momento surge una duda: ¿se trata de un superhéroe con los poderes del dios o del propio dios? Ni los propios Lee y Kirby parecían tenerlo claro. Para complicarlo más, ambos autores dejarían temporalmente al personaje en manos de otros autores menos inspirados.

Cuando los dos autores regresaron al título, por fin le cogieron el pulso. Ni cortos ni perezosos, establecieron que este personaje era, en efecto, el Dios del Trueno de los mitos nórdicos. En consecuencia, le crearon no sólo un entorno acorde, con Loki, Odín, Asgard… sino que, además, adaptaron los mitos nórdicos, desconocidos en su mayoría para el gran público, a través de "Los relatos de Asgard" (Marvel Gold: El Poderoso Thor: Relatos de Asgard). Se trataba de unos complementos de cuatro o cinco páginas al final de cada número, en el que se narraba el origen del mundo según los mitos nórdicos y aventuras de la juventud de Thor.

La etapa de Lee y Kirby en The Mighty Thor se trata, sin lugar a dudas, de una de las grandes series de Marvel de los 60, a la par con títulos como Fantastic Four, de los mismos autores, o The Amazing Spider-Man.

Tras ellos llegarían otros autores de la talla de Roy Thomas, John Buscema, Len Wein o un jovenzuelo llamado Walter Simonson, que no harían sino engrandecer la leyenda del personaje.

Sin embargo, a principios de la década de los 80, y una vez dejada atrás la "Saga de los Celestiales", el nivel de la colección bajó mucho, enfrentando al Dios del Trueno a personajes que no terminaban de encajar con él, como Darkoth, la Bi-Bestia, Megatak, Locus… ¡o el mismísimo señor de los vampiros, Drácula!

Viendo los resultados de la cabecera, en Marvel repitieron un movimiento que ya les había salido bien unos años antes con Daredevil: le dieron el control completo de la serie a un solo autor, Walter Simonson. Y, como en el caso de Frank Miller y el Cuernecitos, les salió bien la jugada.

Lo primero que hizo Simonson al llegar a la serie en The Mighty Thor #336 fue cambiar el status quo del personaje. Sabíamos que Thor tenía un martillo con la inscripción "Aquel que sostenga este martillo, si es digno, poseerá el poder de Thor". Hasta entonces nadie se había atrevido a enfrentar a Thor con alguien que fuera capaz de levantar su martillo. En este caso, el personaje en cuestión además de levantar su martillo le levantaría la novia. Bueno, seamos justos, el que Thor antepusiera Midgard a su relación tuvo mucho que ver en que Sif buscara nuevos horizontes amorosos…

El personaje en cuestión se llamó Bill Rayos Beta. La verdad es que el nombre parece mucho más propio de Broxton, Oklahoma, que del espacio exterior. ¿Y qué decir de su apellido, que no puede evitar evocar a los videocasetes? Pero si su nombre era peculiar, su aspecto lo era aún más, con ese rostro parecido a la calavera de un caballo que resultaba absolutamente terrorífico.

Pero el terror era pura fachada, pues se entreveía un alma noble en su trágica historia. Creado por los miembros de su raza para protegerlos en su éxodo interminable a lo largo del espacio, condenado a vivir en soledad mientras sus congéneres estaban en estasis y repudiado por su aspecto.

El hecho de que Bill pudiera sostener Mjolnir hizo que Odín le crease un nuevo martillo, Destructor de Tormentas, al que asoció el hechizo que, hasta entonces, permitía a Thor cambiar a su identidad de Donald Blake. Esto hizo necesario que Thor se creara una nueva identidad. Con la ayuda de SHIELD, se convirtió en Sigurd Jarlson, un obrero de la construcción que básicamente era Thor con ropa de calle y con coleta. Burlándose en cierta forma de una de las convenciones del género, a esta identidad se le añadieron unas gafas porque, como bien dice Nick Furia, "¡A aquel otro tipo siempre le funcionaba!". No queda muy claro si eso es cierto, como prueba el choque entre "Sigurd Jarslon" y "Clark Kent", tras el que el reportero no puede evitar sospechar…

A pesar de tan trabajada identidad secreta, lo cierto es que Thor apenas tendría posibilidad de utilizarla, pues la etapa se centrará en temas más asgardianos, de tal forma que la serie se empapa de mitología, con elfos y demonios de fuego. ¡Hasta la Serpiente de Midgard surgiría de las entrañas de la tierra para combatir al Hijo de Odín! Desde Hel al gran salón del Valhalla, pasando por el Reino de los Duendes y Muspelheim, apenas queda rincón de los Nueve Mundos sin explorar. Tanto se alejarán las historias del mundo terrenal de los simples mortales que incluso contaremos con el complemento "Historias de Midgard, hogar de la asombrosa raza humana". El autor intenta incluso devolver al personaje a sus esencias más mitológicas, invalidando la "adaptación" que hicieron Mark Gruenwald y Ralph Macchio de El Anillo de los Nibelungos, narrando su propio origen de Odín. Walter Simonson abrió su "caja de los truenos" e hizo con ello que una nevada asolara todo el Universo Marvel.

El final de "La Saga de Surtur" supuso un nuevo status quo para el entorno del personaje, pues Simonson se atrevió a hacer algo que nadie había hecho antes, que traería consecuencias insospechadas. En lugar de hacer lo obvio, el autor se salió por la tangente.

Aquí entra en liza uno de los personajes a los que Simonson trató con más cuidado: Balder. El autor trataría de devolver a este personaje a su antiguo ser, un dios luminoso, en lugar de la criatura en la que se había convertido tras su paso por Hel. Lo haría tanto en la serie regular como en su propia miniserie, que ilustró Sal Buscema. Balder contaría con la ayuda de las Nornas, que viendo lo que hicieron por él y por Karma, más que regir el destino de los hombres y los dioses, parece que dirigen Corporación Dermoestética.

Pero no sería el único asgardiano que recibiría un buen tratamiento: veríamos la nobleza de Loki, las artes de seducción de Lorelei y la Encantadora, el despecho de Sif… También se centró en un elemento que hasta entonces no había tenido ninguna importancia en las aventuras del Dios del Trueno: los niños. Ya fueran de Midgard o los retoños de Volstagg el Voluminoso, los personajes infantiles de esta etapa demostraron tener más coraje aún que el propio León de Asgard. [Vale, Hildy, ya lo he escrito, ya puedes dejar de retorcerme el brazo]. El uso de estos tiernos infantes permitiría humanizar a personajes como Odín y Frigga. ¡Hasta Hogun el Torvo demostró que tenía su corazoncito!

No contento con eso, Simonson se lanzó a "perpetrar sacrilegios", demostrando que la mitología nórdica podía encajar con las fábulas griegas, llevando a la transformación más sorprendente que se haya visto nunca en un cómic (¿Para cuándo Los Vengadores Mascota, por cierto?).

Por si fuera poco, armó a los asgardianos con fusiles automáticos y tuvo la osadía de convertir a un villano ligeramente calzonazos en un héroe de acción de los 80, en una de las escenas más épicas de toda la serie. Me extraña que no hayan llamado todavía a Skurge para aparecer en Los Mercenarios.

Para rematarlo, volvió a Thor una criatura frágil… lo cual no quiere decir que se pasara el día llorando por las esquinas, precisamente.

Con respecto a las ediciones españolas, Forum publicó esta etapa en su primer volumen de Thor poco tiempo después de que arrancara en EE. UU. Años después, recuperaría "La Saga de Bill Rayos Beta" en un tomo de la colección Obras Maestras. Curiosamente, por la pérdida de los materiales, este tomo se quedaría fuera de la reedición que realizó a finales de los años 90. Esta reedición destaca por ser la única en la que se han recuperado los dos fill-ins de la misma. En el primero de ellos, tenemos a Hércules contando batallitas en una historia que, tan sólo por contar con el entintado de Bob Layton, merecería aparecer en un hipotético recopilatorio de las historias del personaje de las que se ha encargado este autor.

La segunda es toda una rareza: un enfrentamiento de Thor y Loki en el oeste americano dibujada por John Buscema.

Posteriores ediciones, como la que realizó Panini en Best of Marvel Essentials, que generó cierta polémica por los materiales de los que partió "La Saga de Surtur", o la actual, con el nuevo coloreado, no las han incluido. No obstante, esto no deja de ser más que algo anecdótico, para completistas, que no impide disfrutar de la etapa de Walter Simonson y Sal Buscema al completo. Una etapa cargada de épica y de mitología, que ningún aficionado al personaje en particular y al cómic en general se debería perder. ¡Por Odín! ¡Por Asgard! ¡Por favor!


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